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Convento del Gran Oriente de Francia en Vichy

Escribe Ricardo Fernández

(Desde Facebook)

Como quien dice, acabo de llegar a mi casa. Agotado; habiendo dormido unas nueve horas en tres días, pero feliz tras haber vivido el momento más intenso y emocionante de toda mi existencia masónica. No he podido evitar la comparación con lo que debió de ser aquella lejana jornada del año 1877, en la que el Gran Oriente proclamó el principio de libertad de conciencia como brújula orientadora su propia identidad. La desaparición del texto constitucional de esta frase: "La Francmasonería tiene por principio la existencia de Dios y l
a inmortalidad del alma", marcó un antes y un después, y también el nacimiento de lo que en la actualidad conocemos como masonería adogmática y liberal. Fréderic Desmons fue el gran artífice de este cambio tras años de persistencia, convento tras convento. También fue quien primero introdujo, en el año 1869, a partir del trabajo realizado por su Logia, el debate sobre la posibilidad de iniciar mujeres habida cuenta de los cambios sociales que entonces ya comenzaban a percibirse, inaugurando algo que, si tenemos en cuenta la prolongada duración en el tiempo del proceso, se convirtió en una tradición del Gran Oriente de Francia: Discutir con cierta frecuencia sobre la iniciación femenina.

Desmons falleció sin embargo en 1910 sin ver cumplido su sueño. El Gran Oriente, ligado a una determinada concepción de la tradición, aplica entonces un uso que le define como Obediencia masculina y que se ha mantenido más o menos inalterado hasta la fecha; reconoce, a diferencia de lo que hace la llamada masonería anglosajona, la cualidad masónica de la mujer y apoya la creación de otros proyectos masónicos, mixtos o femeninos, pero que tienen unas señas de identidad y unos métodos de trabajo específicos diferentes a los suyos. En 1974 se producirá un cambio importante, votándose afirmativamente la libertad de las logias para recibir a las mujeres masonas provenientes de logias exclusivamente femeninas o con una composición mixta.

En muchas ocasiones hemos hecho referencia en este espacio a los acontecimientos que se han venido sucediendo en los últimos años. Quizá el punto de inflexión lo marcó el Convento de La Rochelle, del año 2006, donde una pequeña diferencia de seis votos entre más de mil emitidos, impidió reconocer el derecho de afiliación de mujeres ya iniciadas. Probablemente también entonces se apreció la existencia de una madurez o sensibilidad que no había existido en otro tiempo. La actitud prudente y valiente de Jean Michel Quillardet, que será Gran Maestro entre los años 2006 y 2008, impulsará además un movimiento que se percibe cada vez más sólido. Sobre los últimos dos años todos sabemos bastante y conocemos buena parte de las incidencias acaecidas, así que no considero necesario repetirlas; en todo caso, uno también es dueño de sus silencios y evita ser rehén de una palabra pronunciada con escasa fortuna.
Diario La Montagne, de Vichy, edición del día 4 de septiembre de 2010; (foto de Ricardo Fernández)
Durante todo este tiempo, que ha coincidido prácticamente con mi incorporación a la Obediencia, he defendido donde, cuando y como tenía que hacerlo, mis ideas. No he cejado en ningún momento. Y el día 2 de septiembre obtuve, como tantos otros que se han mantenido fieles a sus principios, la mayor de las satisfacciones: No existirá en adelante consideración diferenciadora alguna hacia el género de quienes pretendan incorporarse al Gran Oriente de Francia, quedando descartado cualquier trato que pueda resultar discriminatorio.

Todo lo anterior ha coincidido además con la designación de Guy Arcizet como Gran Maestro del Gran Oriente de Francia. Socialista, médico de familia ya jubilado, Guy Arcizet ha sido en el pasado un estrecho colaborador de Jean Michel Quillardet. Su mandato parece apuntar hacia una mayor implicación social de la Obediencia, algo que, sin duda, será bien recibido.

Han sido, como digo, días muy intensos. Días de buena compañía. La mejor que se pueda tener. Días también para ver alguna que otra emocionada lágrima y para reír. También para no olvidar que he tenido la fortuna de presenciar un paso trascendental dado por la más importante de las obediencias masónicas de carácter liberal, el Gran Oriente de Francia.

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