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LAS LOGIAS DEL SIGLO XXI - ALGUNAS REFLEXONES EN TORNO A DANIEL BERESNIAK

Tenida Theorema 2010 Oriente de Bruselas

Por Valentín Díaz
M.•. M.•. de la Gran Logia Simbólica Española
(G.•. L.•. S.•. E.•. – G.•. O.•. E.•. U.•.)

V.•. M.•. QQ.•. HH.•.
y Queridos Amigos,

Creo que no sería justo empezar la lectura de esta plancha sin tener un recuerdo para los HH.•. belgas que hace 37 años, en 1973, levantaron columnas en Oropesa del Mar con el objetivo de ayudar a la reconstrucción de la masonería española, dejada en ruinas por la obsesiva persecución de la dictadura del general Franco.

Clandestina y generosamente, contribuyeron de manera significativa a nuestra realidad actual, a la que podemos y debemos diseccionar críticamente, pero que no deja de ser una realidad estimulante y muy lejana de aquel páramo, todavía envuelto en las tinieblas del franquismo.

Aquella logia, con un nombre tan masónico como el de “La Luz”, se integró luego en la Gran Logia Simbólica Española (G.•. L.•. S.•. E.•.) y desde el Or.•. de Oropesa se trasladó al Or.•. de Gante, donde ejerce su papel de Embajadora ferviente de la idea de una Masonería Universal.Nuestra logia hermana “La Luz” es un verdadero Centro de Unión y de acogida fraternal, para masones de cualquier Obediencia. Su acendrado carácter liberal y adogmático influyó en la orientación de la G.•. L.•. S.•. E.•. El espíritu que anima a nuestros HH.•. de la R.•. L.•. La Luz me parece ejemplar y es una muestra de la sabiduría, la fuerza y la belleza que han jalonado la historia de la masonería belga.

No voy a pretender ahora realizar un panegírico de la gran tradición que atesoran los masones de los orientes belgas. Pero creo que ni yo ni los hermanos españoles que hoy nos encontramos aquí podemos dejar de sentir y de expresar la emocionada alegría de estar en este momento, junto a QQ.•. HH.•. belgas, decorando las columnas de este templo del Gran Oriente de Bélgica.Ahora bien, esta referencia inicial no sólo es justa; creo que es también oportuna, porque, como podremos ver más adelante, las reflexiones en torno a Daniel Beresniak que hoy voy a leer (bajo ese título-paraguas de “Las Logias del siglo XXI”) creo que participan, precisamente, de ese espíritu que anima a nuestros QQ.•. HH.•. de “La Luz”.

Muchos masones españoles no conocen, seguramente, la obra de Daniel Beresniak, que, sin embargo, tiene una cierta influencia, o mejor dicho, una influencia cierta en la masonería liberal española. Para empezar, y sin ir más lejos, en esta Logia de Estudios “Theorema”, donde HH.•. como Javier Otaola o Jose Luis Cobos cultivan el pensamiento masónico de Daniel Beresniak, reconociendo su fecunda y esclarecedora influencia. Yo conocí la obra de Beresniak a través de la recomendación que me hizo en su día Javier Otaola. Excelente recomendación que sólo puedo agradecer recomendando a mi vez la lectura de sus libros; eso sí, recordando lo que Beresniak advierte al lector que se identifica con sus opiniones.

¡Atención! –dice Beresniak- No hagas de nuestro discurso una verdad absoluta, y de esta verdad una ortodoxia. Nuestro discurso esclarece. Tiene esa pretensión. Pero no esclarece todo. Para esclarecerlo todo debe asociarse, a la fuerza, a todos los demás discursos, diferentes e inversos” (Fin de la cita)

Daniel Beresniak, muerto en la noche del 26 de Abril de 2005 tras haber asistido a una Tenida en la que se festejaron sus cincuenta años de vida masónica, nació en París en el seno de una familia judía proveniente de Ucrania.

Psicoanalista, lingüista, fervoroso aficionado a la Filosofía y a la Historia, maestro masón del Gran Oriente de Francia, hombre de una vasta y cimentada cultura, es autor de cerca de cuarenta libros, en su mayor parte divulgaciones y ensayos sobre masonería.

Es, desde luego, uno de los nombres más referenciales de la bibliografía masónica y su figura se inserta en esa extraordinariamente fértil tradición del ensayismo masónico francés, en el que nombres como los de Oswald Wirth, Jules Boucher, Paul Naudon o Edouard Plantagenet son ya clásicos, y en el que una pléyade de autores continúa enriqueciendo y aportando luz a la gran familia masónica universal. Libros como "Ritos y símbolos de la francmasonería", “Lo secreto y lo compartido”, “El espíritu de la geometría" o “El juego de Hermes” me han cautivado por su maravillosa y radical libertad de espíritu, por su rigor conceptual e histórico, por el hermoso aroma de fraternal bonhomía que desprenden y que se compadece perfectamente con una mirada crítica, es decir con una mirada que no se conforma, que quiere siempre “ir más lejos” y quiere, desde luego, “unir lo disperso”, el viejo principio masónico que nos viene de los mitos y que es, para Beresniak, el principio del conocimiento y el proyecto del masón.

De los libros de Daniel Beresniak hay uno, titulado “Demain la Franc-Maçonnerie” (“Mañana la Francmasonería”) que es la mejor reflexión, y la más moderna, que yo, personalmente, haya leído hasta ahora sobre nuestra Orden, y que a su interés para los masones une su carácter de magnífica introducción, así lo creo, para todos aquellos que quieren acercarse o conocer lo que es y pretende ser la Francmasonería.

En ese libro he buceado y ahora lo utilizo como eje referencial de las reflexiones o consideraciones que he querido reflejar en esta plancha, cuyo título puede llevar a confusión porque, quizá, alguno de entre vosotros espere una exposición, que únicamente podría ser doctrinaria y por tanto excluyente a más de pretenciosa, sobre cómo serán o deberían ser las logias en este siglo en el que nos encontramos, y cuyos primeros pasos ya los estamos viviendo; yo diría que los hemos vivido lo suficiente para sentir que sí, que definitivamente estamos en los albores, no de un nuevo siglo, sino de mutaciones sociales, económicas y políticas, que ya empezaron a aflorar en los últimos tramos del siglo XX. Mutaciones sustanciales, de cambio de época. Y, como en todas las mutaciones, lo viejo se resiste a morir y lo nuevo no termina de nacer.

“L´esprit du temps”, el espíritu del tiempo que vivimos, utilizando esa expresión tan francesa y tan cara a Beresniak, es, en mi opinión, el de la incertidumbre, la confusión, la intolerancia, el fanatismo, el miedo, en definitiva, que impregna nuestras sociedades, que aparecen subyugadas al dinero, utilizado con cínico egoísmo, como valor fundamental.

Pienso que desde finales de los años 70 se ha llevado a cabo una especie de “contra-revolución conservadora”, evidenciada entonces con personalidades emblemáticas como Ronald Reagan o Margaret Thatcher, en el plano político, y Karol Woytila o el ayatolah Jomeini, en el ámbito religioso.

A los antiguos enfrentamientos Este-Oeste y Norte-Sur, se ha ido uniendo así esa confrontación, nueva y vieja a la vez, que podríamos llamar Laicidad versus Fundamentalismo, cuya carga de profundidad tiene una enorme dimensión, espacial y temporal. La contra-revolución conservadora tiene su paradigma actual en el desafío a la laicidad oficial en los países europeos, impensable hace solo una generación.

Es en esos años, precisamente, cuando empieza Beresniak a publicar sus libros; desde 1975, aproximadamente, hasta 2005, año de su muerte, aunque han seguido apareciendo algunos títulos póstumos. Tuvo tiempo, pues, Beresniak, para contemplar el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, ese icono del terror que marca indefectiblemente el comienzo del nuevo siglo.

Pudo ver también Beresniak la invasión de Irak, mucho más que un error político: una ignominiosa barbaridad que continúa sembrando de cadáveres las tierras que fueron origen de nuestra civilización, que desestabilizó aún más a una región explosiva, que provocó fracturas internacionales de gran calibre y que dio la puntilla, en mi opinión, al todavía vigente esquema organizativo de Naciones Unidas, que era ya un organismo renqueante y necesitado de profundas reformas, y que desde entonces creo que está definitivamente desprovisto del crédito referencial que es la razón de su existencia. Añadamos a este panorama la catastrófica debacle financiera en la que ahora estamos inmersos, y cuyos efectos futuros pienso que serán bastante más considerables que los que hoy podemos percibir.

A velocidad inusitada se producen cambios geopolíticos, sociales y económicos de gran magnitud. Han aparecido con fuerza los que ya se sabía que serían los nuevos actores que van a marcar el desarrollo de, al menos, la primera mitad del siglo: China, en primer lugar, la Unión India, y Brasil, que junto a Rusia forman el llamado BRIC.

Vivimos una época preñada de amenazas, en el que el desafío más importante es lograr que nuestro planeta pueda seguir siendo habitable, lo que obligará necesariamente a cambios de gran calado. Todo este desconcierto generalizado es caldo de cultivo, como es fácil entender, de toda laya de profetas y oportunistas. Tiempos idóneos para la demagogia y el populismo.

La mediocridad, la deshonestidad y la falta de escrúpulos de tantos de nuestros políticos de hoy, son aprovechados para desprestigiar a la Democracia y a la propia actividad política, sin darse cuenta que a esa mediocridad, a esa falta de honradez y escrúpulos colaboramos todos, con nuestro alejamiento del ágora o con nuestro desprecio. No somos mejores que nuestros políticos, que no son, que no puedes ser, en una sociedad democrática, otra cosa que el reflejo de la propia sociedad, es decir de nosotros mismos.

Estamos en Europa, la cuna de la Francmasonería y de la Ilustración. Una Europa que se encuentra ante la disyuntiva fundamental: progresar o estancarse. Y lo que se estanca, se desnaturaliza y muere. La Unión Europea se ha ido construyendo en un tiempo asombrosamente rápido para la gigantesca envergadura del proyecto. Como en toda empresa humana hay crisis derivadas de su propio desarrollo que exigen ajustes y replanteamientos.

Pero ahora, no sólo está huérfana de liderazgo, está huérfana de eso que en el lenguaje político llaman “hoja de ruta”, es decir, de un proyecto que impulse a la Unión por el único camino posible: el de más unión. Los egoísmos nacionales y los reaccionarismos, cada vez más agresivos, junto a la ausencia de una necesaria iniciativa política que esté a la altura del desafío, no pueden ser nunca buenos augurios.

Permitidme leeros la parte final de un artículo de Lluis Bassets, director adjunto del diario español “El País”, titulado “La Europa suicida”, y que está impulsado por la virulenta expulsión de inmigrantes africanos de Calabria, en esa Italia, dice Bassets, que una vez más marca el camino “con frecuencia, leo textualmente, para lo mejor: el Renacimiento. También para lo peor: "el fascismo”. El artículo apareció hace dos meses y esa parte final dice así: “El problema central con el que se enfrenta Europa es el de construir un modelo eficaz, respetuoso y civilizado de integración de sus inmigrantes, que permita absorber la mano de obra necesaria para mantener su riqueza, sus valores y formas de vida y sobre todo el Estado de bienestar". Éste es el reto que plantea un mundo cambiante, en el que las próximas cuatro décadas contemplarán cómo Europa se encoge de forma drástica respecto al resto del planeta, tanto en su demografía como en su producto interior bruto y no digamos ya en su capacidad de acción política, merced esta última a su ya proverbial indolencia.

En el mes de Enero, China ya ha superado a Alemania como primer país exportador y a Estados Unidos como primer mercado automovilístico del mundo. Durante 2010 puede superar a Japón en cifras de PIB, convirtiéndose en la segunda economía mundial detrás sólo de EE UU. En las cuatro próximas décadas Europa perderá a espuertas peso, riqueza y poder no sólo en relación a China sino a Brasil e India. Según ha señalado Felipe González, en un adelanto de sus reflexiones sobre el futuro del continente, necesitaremos para 2050 nada menos que 70 millones de trabajadores inmigrantes nuevos.

Frente a estos cambios radicales, la reacción digamos que espontánea de la población europea es conservadora y defensiva: ante la pérdida de peso y centralidad, la pluralidad y la diferencia, atrincherémonos en nuestra identidad e ideología. La lista es larga: el referéndum suizo contra los minaretes, la prohibición francesa del velo en las escuelas, el discurso de Ratzinger en Ratisbona, el ascenso de partidos xenófobos, las modificaciones en las leyes de asilo e inmigración, o la hostilidad francesa y alemana al ingreso de Turquía en la UE. Como resultado, la imagen de una Europa fortaleza, que expulsa y criminaliza a sus inmigrantes, está pegando fuerte, mucho más de lo que se percibe desde la propia Europa, en todo el resto del mundo.

Contrariamente a lo que dice el manual progresista al uso, el suicidio de Europa no es la aplicación de un proyecto de extrema derecha. O no sólo. La tierra donde crece son las tensiones y dificultades que sufren, sobre todo, los más desasistidos: en Calabria hay también una guerra entre pobres. Desde los suburbios franceses lepenizados hasta los parados calabreses que la 'Ndrangheta manipula, la base social más genuina del populismo y de las pestes negras del signo que sea son siempre los menos favorecidos. Luego está el abono que los hace crecer: ese Estado ausente, corrupto y privatizado. Y una lluvia fina mediática hecha de antiprogresismo, incorrección política y comunitarismo occidental disfrazado de universalismo.

Al fin lo que tiramos por la borda son los valores genuinamente europeos, las ideas de la Ilustración que han sido hasta ahora la tracción de la modernidad occidental. Por este camino, primero perderemos el alma, pero después lo perderemos todo, Estado de bienestar incluido” (Fin de la cita) Cita larga, disculpadme.

Pero nos encontramos en la capital política de la Unión Europea y me parece muy oportuno abundar en lo que tan directamente nos afecta. Está claro que las grandes utopías de los siglos XVIII y XIX, nacidas del espíritu de la Ilustración, han quedado, o al menos, aparecen arrumbadas, y las libertades y conquistas igualitarias alcanzadas tanto en ese período como en el siglo XX, se están viendo sometidas a formidables embates.

El espíritu de la Ilustración, el “sapere aude” de Kant, el “atrévete a saber”, a servirte de tu propio entendimiento, ese espíritu que puede remontarse hasta Sócrates y que nunca ha dejado de soplar a través de los siglos, es el espíritu por el que respira la Masonería. No voy a extenderme en este apartado, que fue, precisamente, el tema que ocupó la Tenida del año pasado de esta R.•. L.•. de estudios, celebrada al Or.•. de Lisboa, y sobre la que disertó el H.•. Javier Otaola en una estupenda plancha. A ella me remito. Y a su afortunada expresión de “Ilustración escarmentada”, porque no debemos ni podemos olvidar nunca las terribles lecciones del pasado, y en primer lugar las que tenemos más cercanas, las bárbaras carnicerías del siglo XX.

Todo ese extenso escenario que he descrito sobre las mutaciones que estamos viviendo desde el tramo final del siglo XX, acentuadas por los acontecimientos que han marcado esta primera década del nuevo siglo, ofrece, pues, motivos más que inquietantes de preocupación; y más sobrecogedores aún si tenemos en cuenta las lecciones pretéritas.

“Hoy tenemos la prueba – dice Beresniak – de que que ningún discurso razonable puede resistir la fuerza de los mitos, sobre todo durante los períodos económicamente difíciles. El miedo al mañana favorece la regresión, y bajo su delgada pátina de civilización, el hombre depende aún de una estructura mental arcaica, poblada de fuerzas obscuras que hacen de él un bárbaro....

Pero los sucesores de los “ilustrados”, los racionalistas, no han refinado desde el siglo XVIII su opinión sobre los mitos. Para ellos, un mito no es más que una fábula sin interés y piensan que mostrarlo como tal lo hará desaparecer. Gracias a este error corremos el riesgo de experimentar una regresión a la barbarie, agravada por los medios técnicos actuales” (Fin de la cita)

Yo creo que la vida es un conflicto permanente, y por tanto un reto que debemos aprender a resolver cada vez mejor. Vivir es peligroso, o como escribe Beresniak : “Vivir es estar amenazado por la muerte y todo comienzo anuncia un fin. Siempre hay excelentes razones para tener miedo. No se trata de burlarse de ese miedo. Al contrario, conviene, si queremos sobrevivir, tomar muy en serio los peligros y no escatimar los medios para prevenirlos” (Fin de la cita)

Hay que huir, pues, de los catastrofistas y de los que Beresniak denomina turiferarios del pasado, y denunciar la utilización de las amenazas reales en beneficio de las ideologías totalitarias.

“Nosotros, francmasones de hoy, de ayer y de mañana, vemos en el totalitarismo el mal supremo, recuerda Beresniak. Nuestro trabajo consiste en matar en nosotros mismos el hombre viejo, el que cree que sabe y, que de esta forma, reacciona en lugar de actuar, para generar el hombre libre que sabe que cree y que, de este modo, aprende a actuar verdaderamente.

” Beresniak resume de modo certero el objetivo del francmasón con esa afortunada expresión de “actuar en lugar de reaccionar”, que es mucho más expresiva en lengua francesa: “agir au lieu de réagir”.

Es posible que en este punto de mi disertación, algunos de vosotros os preguntéis si esto es una plancha sobre Masonería y Logias o un discurso político. Y quizá se os esté apareciendo, virtualmente, el aviso de que en Logia no se puede hablar de política ni de religión. La Masonería es un Centro de Unión, como sabemos todos. Las discusiones políticas y religiosas que dividen al mundo profano no pueden tener cabida en Logia.

Eso quiere decir que en Logia no se permiten discusiones partidistas o ideológicas, debates entre creyentes de diferentes religiones o entre creyentes y no creyentes, pero no quiere decir, y así lo entiendo yo y muchos otros masones, que en Logia no se pueda reflexionar, intercambiar ideas o pensamientos sobre lo que nos concierne como personas y como ciudadanos. Al contrario.

¿Es una discusión religiosa, por ejemplo, reflexionar en Logia sobre la laicidad? No solamente no lo creo, sino que pienso que la laicidad debe seguir siendo, con la misma o mayor fuerza que lo ha sido en los siglos XIX y XX, un elemento permanente de intensa reflexión en las Logias. ¿Cómo no lo puede ser ante las amenazas a las que me he referido en la parte inicial de mi exposición?

Esas amenazas cobran en España un carácter singular, por la brutal agresividad de la jerarquía de la Iglesia Católica Española, que fiel a su papel inquisitorial y dogmático, pretende imponer a la sociedad su ultra-derechismo y los privilegios de los que ha gozado en el pasado. La violencia verbal de arzobispos como el de Granada cuando afirma que “si la mujer tiene derecho a abortar, el hombre puede entonces abusar del cuerpo de la mujer” es la muestra de una intolerancia fanática rayana con la criminalidad.

¿No entra en el ámbito de la Logia reflexionar, exponer posiciones, intercambiar ideas, sobre los problemas y los desafíos políticos, económicos, sociales de nuestras sociedades? Hablemos más concretamente ¿es lícito en Logia plantear, por ejemplo, la desaparición de los paraísos fiscales? ¿Es eso discutir de política? ¿Se trata de un asunto partidista o de algo que afecta a la inmensa mayoría de la población del planeta?

No hace mucho tiempo comenté a un dirigente socialista que ante la falta de un discurso alternativo de la izquierda, mi opinión es que ésta debería plantearse y abordar no programas máximos propios de ideologías, es decir de universos cerrados, sino de un pequeño ramillete de grandes desafíos que supongan cambios profundos que nos hagan avanzar hacia una sociedad más libre y más igualitaria. Y le dije que, para mí, la eliminación de los paraísos fiscales constituía un reto, capaz, por sí solo, de propiciar un cambio radical del mundo en el que vivimos.

Cuando el movimiento obrero del siglo XIX se planteó que había que empezar a construir un sistema de seguridad social para los trabajadores, pocos creyeron que aquello fuera posible. Sin embargo, después de la segunda guerra mundial, y de muchos años de luchas y reveses, aquella idea se hizo realidad y hoy, a pesar de la regresión a la que pretende llevarnos la contra-revolución conservadora, nadie se imagina un mundo sin seguridad social pública.

¿Somos capaces de imaginar un mundo sin paraísos fiscales? ¿Nos damos cuenta de la magnitud que ello supondría, de sus enormes consecuencias económicas y sociales? Yo no puedo ni quiero imaginar una sociedad que asuma resignadamente el presente y no se embarque en la lucha para que un día desaparezcan los paraísos fiscales. Podría ser fácil. Bastaría la voluntad política de los dirigentes de un reducido grupo de países poderosos, pero sabemos que eso no es fácil, que probablemente debe hacerse de forma progresiva, que no quiere decir complaciente o parcial. Pero, en cualquier caso, me parece un reto fundamental para un mundo mejor.

Hoy, los masones nos enorgullecemos de aquellos hermanos francmasones que hicieron posible, o que contribuyeron a hacer posible, los Derechos del Hombre, la Laicidad del Estado, el mutualismo, la abolición del esclavismo y otras grandes realizaciones. Pues bien, a mí me gustaría que los masones del siglo XXII pudieran enorgullecerse de que sus hermanos del siglo XXI contribuyeron a eliminar los paraísos fiscales, a eliminar el uso militar de la energía atómica, a generalizar la denominada responsabilidad social empresarial, a establecer un nuevo modelo de desarrollo compatible con el equilibrio ecológico del planeta, a establecer un sistema internacional de regulación y control de los mercados financieros, a convertir Europa en una nueva entidad política federal unida económica y socialmente y a la creación de un sistema de gobernanza mundial dentro de una nueva organización de las Naciones Unidas. ¿Es esto una discusión política?

En opinión de Beresniak y le cito textualmente: “No es la política en sí la que es perjudicial para la Enseñanza masónica. Lo que es perjudicial es la obsesión por la política. Lo es la idea de que la política es la única vía, la única actividad que justifica la existencia de una Logia. Allí donde se vive esta obsesión, allí donde la política es reconocida como el único camino, es imposible brillar. Esta imposibilidad se hace evidente en cuanto se examina el comportamiento de un ser humano totalmente involucrado en la política. Tiene que integrarse en un aparato del que se convierte en prisionero.” (Fin de la cita)

El transcurso del tiempo ha evidenciado que la estructura de los partidos políticos ya no se corresponde con los profundos cambios sociales y la revolución tecnológica que se ha operado en nuestros días. Los partidos y el parlamentarismo continúan siendo imprescindibles, pero el carácter y las formas de participación política están modificándose con rapidez. Demasiada gente lo fía todo a los líderes políticos, que son necesarios como expresión de corrientes organizadas de opinión, y en algunos casos, como el de Gandhi, Mandela y Martin Luther King, son referentes sociales y morales, pero que no deben hacernos orillar nuestros deberes como ciudadanos.
El severo descenso a lo largo de este siglo de la importancia política y económica de una Europa demográficamente distinta ¿Cómo va a afectar a la Masonería, que tiene un carácter universal pero que lleva el indeleble sello de la Europa en la que se constituyó? ¿Cómo podrá extenderse nuestra Orden entre los nuevos grandes actores que van a protagonizar este siglo XXI?

Otra pregunta: ¿Que dimensión pueden cobrar las nuevas tecnologías, en especial Internet, en el trabajo masónico y en el desarrollo de la propia Masonería?

Es evidente que yo os estoy hablando desde una postura asumida de masón liberal y adogmático, utilizando esa terminología habitual entre nosotros. No quiero hacer circunloquios y diré claramente que, en mi opinión, la masonería anglosajona es un estilo declinante. El propio Beresniak señalaba, hace quince años, que el número de masones se había estancado en Inglaterra y disminuía claramente en los Estados Unidos, y pronosticaba, extrapolando tendencias, que el estilo masónico anglosajón, todavía mayoritario en efectivos, sería ya minoritario en esta primera década del siglo XXI. Yo no sé si, efectivamente, ese pronóstico se ha cumplido, ni me parece tampoco determinante que haya sido así o no.

Lo que sí me parece importante señalar es que, en mi opinión, ninguna Obediencia puede arrogarse el derecho a excluir a otras Obediencias regularmente constituidas. No me parece que resulte lógico, ni justo, leer las Constituciones de Anderson en el siglo XXI con los condicionamientos sociales de hace trescientos años. Cegar caminos es negarse a “ir más allá”, cerrar opciones, no evolucionar.

Los jóvenes – dice Beresniak y leo textualmente – no se interesan en una asociación que rehúsa abordar los problemas fundamentales, que sólo se manifiesta por medio de la filantropía y que consagra mucho tiempo a frívolas mundanidades” (Fin de la cita)

Las Logias del siglo XXI no creo que puedan ser ajenas al espíritu de su tiempo. No lo fueron, así lo pienso, las Logias en el siglo XVIII, ni en el XIX, ni en la primeras décadas del siglo XX. No voy a hacer ahora, ni soy yo una persona indicada para ello, análisis alguno de la realidad masónica de la segunda mitad del siglo XX. Entre otras poderosas razones, porque en España esa realidad simplemente no ha existido hasta que hace treinta años comenzara la lenta y difícil, aunque también ilusionada y apasionante, reconstrucción de la Francmasonería en nuestro país.

Y curiosamente, sin que haya relación de causalidad, pero sí de feliz casualidad, el renacer de la masonería española ha coincidido en el tiempo con lo que a mí me parece una feliz agitación de la Masonería en la Europa continental. En los últimos años del siglo pasado y en esta primera década del presente, las noticias que llegan de Francia indican que en ese país tan referencial, la Masonería está de nuevo sumando efectivos.

Sabemos bien que la cantidad no significa necesariamente calidad masónica, pero es un índice siempre positivo, porque muestra que la Masonería continúa siendo un polo de atracción. A mí, como supongo que a vosotros, me parece lógico que así lo sea. Lo que me parece menos lógico es que no lo sea en mayor medida. Porque yo creo que, en esta época de turbulencias y de cambios, hay muchos hombres y mujeres que desean un marco de referencia en el que primen los elementos primordiales de la vida humana y de nuestro cosmos, y los valores universales que elevan la dignidad de las personas y buscan el progreso de las condiciones de la existencia humana.

Son personas que no permanecen indiferentes a los enigmas de la vida y de la existencia, que quieren progresar moral e intelectualmente, cultivar la tolerancia y el respeto a los demás, desarrollar sus facultades sin manipulaciones ni prejuicios, y poner así su grano de arena para mejorar un mundo que camina impetuosamente hacia una globalización a la que le faltan principios y símbolos integradores, un mundo que lo banaliza todo, incluso la violencia.

El simbolismo masónico, cuyo “metalenguaje” trasciende los idiomas y busca “unir lo disperso”, tiene una potencialidad extraordinaria, y nosotros estamos convencidos de que no ha perdido su fuerza, su vigor, su capacidad esclarecedora y educativa. Al contrario, yo, particularmente, pienso que cada vez en mayor medida puede atraer a muchos de esos hombres y mujeres, que desean un marco de referencia en el que puedan desarrollar la mejor versión de sí mismos, que diría nuestro H.•. Javier Otaola.

Sin embargo, sigue habiendo muchos, demasiados, que lo ignoran, otros que lo consideran simplemente caduco o que les resulta extravagante o lejano, y abundan los que lo perciben como cultivador de prácticas ocultistas poco dignas de confianza. Por no hablar de quienes lo ven como una secta o con el estereotipado cliché de la conspiración. Hablo, fundamentalmente, de la situación en España.

De esta situación, alguna responsabilidad, sin duda, tenemos los propios masones. Creo, sinceramente, que estamos demasiado constreñidos por un secretismo y una coraza separadora del mundo profano que tiene diversas explicaciones comprensibles, pero que también se debe, en mi opinión, a interpretaciones reductoras de los “misterios y secretos” de la Francmasonería.

“La exposición a la luz es beneficiosa para la Masonería por más de un motivo - afirma Beresniak - Permite responder a las calumnias y a la propaganda totalitaria. Permite obtener nuevos adeptos. Permite, en fin y sobre todo, ocuparse de ella misma, formular un pensamiento específico y enriquecerse de manera que tenga honorablemente su lugar en el mundo de las ideas.

Cuando se expone al público despierta más atención que cuando se disimula. Se cuida y se presta atención a lo que se dice. Rápidamente se siente la obligación de renovarse. Así pues, se trabaja más y mejor. Cuando se dicen cosas entre íntimos y al abrigo de las indiscreciones, las burradas no tienen importancia; uno se puede abandonar a la mediocridad y a la repetición de las mismas trivialidades. No ocurre lo mismo cuando se participa a la luz del día en un debate de ideas.

Los valores humanistas deben ser no sólo defendidos, sino también divulgados. En todos los campos de la actividad humana, los masones han de facilitar un esclarecimiento útil. El contenido de la Enseñanza masónica invita a ello y se enriquecerá ella misma por medio de esta acción.” (Fin de la cita)

Antes indicaba que os estoy hablando desde una posición asumida de masón liberal. Pero también he grabado esta plancha desde una doble y creo que beneficiosa perspectiva. Por un lado, la de ejercer mi actividad masónica en esa universalidad concreta que es España, donde la persecución y práctica desaparición de la masonería durante cuarenta largos años ha tenido, pienso, una consecuencia positiva: la masonería española tiene muy pocas hipotecas.

Es una masonería bastante modesta todavía, y quizás demasiado fragmentada, pero que ha logrado asentarse y, además, con buenas dosis de frescura y de espíritu libre, no exentas de trabajos hechos con seriedad y rigor. Con el añadido, como señalaba anteriormente, que su renacimiento coincide con una benéfica agitación en el seno de la masonería europea. Una masonería, pues, que invita al trabajo y a la ilusión, o, al menos, así me lo parece. Un buen punto de partida para nuestra actividad constructora en este siglo XXI.

Por otra parte, soy un joven masón encanecido y, pese a las lecciones del espejo, me gustaría pensar que la plancha también está grabada con una perspectiva, al menos, de juventud de espíritu, ya que es bastante más dudosa la juventud de las ideas expresadas.

Las logias del siglo XXI creo que requieren juventud, y no sólo la que se mide por la edad profana, pero, desde luego, también por ésta, porque el espíritu del tiempo en que vivimos no puede estar presente en nuestras logias si las nuevas corrientes culturales, de pensamiento y de costumbres que van llegando, a veces de forma vertiginosa, no forman parte de de nuestras logias y de nuestras reflexiones.

No creo que podamos conformarnos sólo con nuestras viejas prendas en las que tan a gusto y confortablemente nos encontramos, con esa calurosa fraternidad que, por otro lado, debemos seguir cultivando y profundizando, porque ser una fratría iniciática es precisamente lo que nos distingue y el elemento que nos hace progresar.

Pienso que los retos y desafíos que nos plantea este siglo nos obliga a tener también muy presente a la ciencia y a los científicos, cuyo papel, estoy convencido, va a tener una importancia creciente, al tiempo que la masonería puede dar nuevas perspectivas a los hombres y mujeres de ciencia. En este sentido, Daniel Beresniak recomendaba vivamente la lectura del libro de Paul Fayereband “Contre la méthode. Esquisse d’une theorie anarchiste de la connaisance” (“Contra el método. Esbozo de una teoría anarquista del conocimiento”).

He abordado esta plancha más como un ejercicio de divulgación que como la expresión del discurso elaborado y maduro, propio de un pensador. Por eso utilizo, abusando de vuestra paciencia, citas que alargan esta disertación. No he velado mis opiniones en todas aquellas vertientes o aspectos en los que creo tener una opinión formada, pero el objetivo ha sido más preguntarme que afirmar.

Abusaré, sin embargo, un poco más de vuestra paciencia para, en esta última parte de mi exposición, abordar brevemente algunos aspectos que yo creo que pueden marcar el devenir de las Logias masónicas del siglo XXI. En primer lugar la incorporación de las mujeres a la masonería, donde todavía son una presencia minoritaria.

Creo sinceramente que las Obediencias que nieguen la Iniciación masónica a los mujeres están condenadas a ser residuales. Yo no concibo una Francmasonería en el siglo XXI que no defienda y practique la completa igualdad de derechos de las mujeres. Eso no quiere decir, atención, que todas las Logias deban ser mixtas.

Me parece que el ejercicio primordial de la libertad exige que las Logias puedan ser masculinas, femeninas o mixtas, de acuerdo con las preferencias de cada masón o masona. Yo entiendo perfectamente que haya hombres que se sienten más cómodos trabajando entre hombres, al igual que hay mujeres que prefieren trabajar con otras mujeres. ¿Por qué no van a poder hacerlo con la misma libertad que quienes trabajamos en logias mixtas?

En este sentido, la llamada “triple opción” de la Gran Logia Simbólica Española (GLSE), es decir la posibilidad de constituir logias masculinas, femeninas y mixtas, me parece la solución más lógica, más moderna y más inteligente. La condición que sí debe prevalecer, creo yo, es que cualquier logia debe acoger como visitante a cualquier masón o masona, independientemente de su sexo.

Ese mismo espíritu de apertura es el que también creo que debe prevalecer en las relaciones entre las diversas Obediencias. El espíritu fraternal y tolerante que hoy practican algunas logias de los autodenominadas “regulares”, haciendo caso omiso de las prohibiciones que imponen, en este sentido, sus órganos obedienciales, debería ser la práctica cotidiana de todas y cada una de las logias masónicas. Las Logias del Siglo XXI deberían estar abiertas a cualquier masón o masona, regularmente iniciado, independientemente de la Obediencia en la que está federada su logia de afiliación. Eso sólo puede redundar en beneficio de todos y cada uno de los masones, y en beneficio, en definitiva, de la propia Masonería.

Así pues, Libertad y Apertura, con mayúsculas pero también Pluralidad. “¡Que al Gran Arquitecto no le plazca que un día todas las Logias masónicas se federen en una sola Obediencia! – exclama Daniel Beresniak – ¡Qué desgracia, que empobrecimiento, que regresión trágica si todas las piedras más o menos brutas y más o menos pulidas se funden en un monolito!

La naturaleza progresa yendo de lo simple a lo complejo y desear la unidad es manifestar un gusto malsano por un pasado mítico.

A la unidad simplificadora y totalitaria – continúa Beresniak – oponemos nuestros votos por la unión en la diversidad. Que todas las Logias se abran a todos los visitantes. Que ninguna se cierre al compañero viajero. Pero que sea cada una de ellas un aspecto de la realidad masónica sin pretender abarcar toda esa realidad. Que cada color alumbre sin pretender ser toda la luz.” (Fin de la cita)Creo que los masones no debemos nunca de perder la mirada crítica. Para mí la masonería es, entre otras cosas, un ejercicio permanente de reflexión y crítica sobre uno mismo y lo que nos rodea, y eso incluye, desde luego, a la propia Masonería. En las Logias del siglo XXI pienso que se deberá reflexionar, con tanta seriedad como prudencia pero sin cortapisas ni prejuicios, sobre todo lo relativo a nuestra Orden, incluyendo aspectos como el propio “decorum” de las logias, excesivamente tributario de otras épocas. Con mucha probabilidad, el espíritu de nuestro tiempo nos pide también renovaciones estéticas que reflejen ese espíritu.

Nuestros rituales son nuestro maravilloso Tesoro. Son el simbolismo dinámico de la Masonería. Se han ido decantando y enriqueciendo a lo largo del tiempo. En nuestros Símbolos y Rituales creo que se encuentra la esencia de la Masonería. Por ello, si algo debemos tratar con suma prudencia son los rituales. Pero también pienso que no debemos verlos como algo intocable. No lo han sido en siglos anteriores y no deberían serlo en el futuro. Para ello me parece imprescindible el estudio riguroso de los propios Ritos y su historia, porque quizá sean éstos, en mayor medida que las propias Obediencias, las que definen los diversos estilos masónicos. Y nos ayudará también a descubrir que la diversidad de estilos supone un enriquecimiento de la propia Masonería.

Vuelvo a citar a Beresniak: “La Masonería no es monolítica. Su variedad les parece paradójica a algunos. De hecho la unanimidad la empobrecería. Las divisiones internas mantienen una efervescencia que sirve para el surgimiento de ideas nuevas.

.....Las contradicciones son indispensables. Una logia abierta al mañana busca la heterogeneidad y huye de la homogeneidad. No deja que se instale una ideología obligatoria. Trabaja las preguntas y no recibe respuesta alguna como definitiva. Está compuesta de racionalistas y de místicos, de pobres y de ricos, de intelectuales y de manuales, de simpatizantes de izquierda y de derecha, de ateos y de creyentes. Vive así la vocación esencial de la Orden masónica definida en las Constituciones: “La Francmasonería tiene como fin unir a personas que sin ella hubieran continuado ignorándose”. (Fin de la cita)

Si los últimos quince años han sido de intensas reflexiones en el seno de la Masonería, tengo la sensación de que los próximos quince años pueden estar marcados por un interés notable y creciente del mundo profano hacia nuestra Orden. No baso mi suposición en el hecho de que la masonería vuelve a estar “de moda” por el éxito de algunos best-sellers literarios y cinematográficos de los últimos años. Aunque éstos, con bastante probabilidad, son indicativos de que hay en nuestros días una atmósfera propicia de atracción por la masonería.

Lo que yo creo es que esa atmósfera puede ser una realidad más tangible según nos vayamos acercando al trescientos aniversario del nacimiento de la masonería moderna, importante acontecimiento que tendrá lugar dentro de tan sólo siete años, en 2017, y cuyos ecos se alargarán, con mucha probabilidad, al menos hasta 2023, en que se cumplirán los trescientos años también de la publicación de las Constituciones de Anderson, documento fundacional aceptado por todos los masones. Estos aniversarios pueden ser, por otro lado, una ocasión espléndida para la reflexión y el debate amplio y en profundidad del estado actual de la Francmasonería y sobre su papel en el Siglo XXI.

Es posible que confunda esas sensaciones, intuiciones o suposiciones con simples deseos, pero, en cualquier caso, creo que las Logias deben ser, y utilizo una denominación de Beresniak, “el lugar de la efervescencia y no el santuario de una verdad”.

“El trabajo del Masón – y sigo con Beresniak – consiste en viajar. Eso quiere decir devenir. La responsabilidad del Masón en la sociedad consiste en combatir, dentro y fuera de él mismo, la tentación de inmovilizar el devenir y que éste sea un eterno presente. Ir a otra parte, más lejos, moverse, buscar, es instaurar el devenir y por lo tanto crear.

Rehusar a pararse en el camino es el rechazo a inmovilizar un objeto del saber, sea el que sea, dentro de una definición cerrada. Rechazar que una forma sea definitiva es, simplemente, rechazar la idolatría. La última palabra no será nunca dicha mientras haya palabras que puedan ser dichas. No hay libro que contenga todo y que haga inútil cualquier otro libro” (Fin de la cita)

Apertura, Pluralidad, Juventud, Ciencia. Estos cuatro soportes he citado para las Logias del Siglo XXI. Sin embargo, el soporte fundamental, el que se identifica con la propia Francmasonería, es el espíritu de la Geometría.

Permitidme, de nuevo, citar a Beresniak: “El número, creación pura del imaginario, no existe como una cosa pero permite estudiar todas las cosas. El discurso matemático y geométrico excluye el principio de autoridad. Todo lo que se dice debe ser mostrado y demostrado.

El geómetra no dice: creo que la suma de los ángulos de un triángulo es igual a un ángulo llano porque yo lo sé y lo afirmo. La relación maestro-alumno está purificada de toda sumisión incondicional. El maestro debe, cada vez que habla, justificar sus palabras. Discutirlas no es menospreciarlas. Eso establece en el seno de la fratría la verdadera y sana igualdad.

La igualdad es compatible con el reconocimiento del hecho de que unos están más avanzados que otros y de que existen diferentes enfoques, diversas maneras de vivir, varios caminos. La igualdad se basa en la afirmación del derecho de todos a tener acceso al saber y también del derecho a discutir el contenido de ese saber y los métodos de su transmisión.

La igualdad reside en la afirmación de que toda “superioridad” y toda “inferioridad” son estados transitorios, de que todos los “Maestros”, en todos los sentidos del término, tienen el deber de conducir hasta los que aún no lo son, con el fin de proseguir la obra y de “ir más lejos”. El espíritu de la Geometría purifica a la escucha del espíritu de sumisión.

La balanza no figura entre las herramientas de los constructores. Eso quiere decir que sólo se juzgan los hechos y que se excluyen los juicios de valor. No se dice de un número o de una figura que pesa más, es decir que¨vale” más que otro. Todos son diferentes y todos son igualmente importantes porque si uno solo desapareciera, los demás no podrían existir. Así la Geometría enseña que la solidaridad y la igualdad son nociones justificadas por la pura razón y por la pura experiencia.

El geómetra junta la razón, la intuición y la imaginación. En él, todas sus facultades se desarrollan armoniosamente sin que ninguna de ellas se erija en “Reina”. Y el geómetra, como vemos, es también un filósofo y tiene algo que decir en el ámbito de la política.

La Geometría explora todos los espacios. No hay en Geometría lugares prohibidos o tabúes. Permite superar la aparente contradicción entre el deseo de participar activamente en los asuntos de la sociedad y el deseo de penetrar los grandes misterios siguiendo la “vía” iniciática.” (Fin de la cita)

Finalizo ya QQ.•. HH.•. y amigos. Una Logia masónica es un lugar privilegiado para la reflexión en libertad, sin temor alguno a no ser respetado, a no ser tratado como un igual. En ningún otro lugar puede alguien ser escuchado ya no con la paciencia que estáis demostrando, sino con la benevolencia fraternal con que lo estáis haciendo. Me impuse no aburrir, no ser doctrinario y no utilizar la fraternidad como la excusa del tribuno sin tribuna. Dudo haberlo conseguido, sobre todo lo de no aburrir. He pretendido sólo hablar con libertad y en libertad, respetando la vuestra, no buscando vuestro asentimiento. Exponiendo, con la mayor honestidad posible, lo que pienso , lo que siento, lo que intuyo, lo que imagino. Teniendo en cuenta las siguientes palabras de Beresniak, con las que, ahora sí, concluyo: “La fraternidad que no está alimentada por el deseo de búsqueda de la verdad se degrada hasta convertirse en vulgar complicidad. La complicidad es la caricatura de la amistad. No acerca a los hombres más allá de una temporada".

La búsqueda de la verdad que no está asociada al amor al prójimo se degrada en curiosidad intelectual banal. Cada uno, buscando sólo su propio enriquecimiento, cierra su espíritu y se estanca en un comportamiento egoísta que le impide tener mayor altura de miras. El que, por el contrario, se siente corresponsable de toda la historia de la humanidad y ama verdaderamente a su prójimo constata rápidamente que florecen sus facultades de percepción. No están obstaculizadas por la agresividad.

Amar al prójimo no es fácil ¡sobre todo cuando se le conoce bien!... Pero si conseguimos vivir entre personas “camino de ser” en lugar de cohabitar entre personas que “son”, dejamos de sufrir por los defectos de los unos y los otros. Vemos en el otro, sobre todo, las promesas y las primicias de un futuro a construir juntos.

Así, la Francmasonería dispone, por ella misma, de todos los medios para llegar a ser lo que pretende ser. Por otro lado, en el alba de nuestro tercer milenio, el Espíritu del Tiempo que vivimos invita a esta feliz metamorfosis.” (Fin de la cita).

He dicho

Fuente: De Oficio Masón

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