LA LIBERTAD ABSOLUTA DE CONCIENCIA, NO ES UN SLOGAN, ES UN COMPROMISO REAL DE VIDA
Por: Roberto Núñez Pérez
Como dijo Víctor Hugo en esa hermosa y monumental novela llamada Los Miserables, "El destino de Francia es despertar el espíritu de los pueblos, no sofocarlo". Por eso hoy una vez más Francia se levanta por la igualdad, por la democracia. Es cierto que el detonante es la reforma pensional, pero estamos frente al florero de Llorente. El neoliberalismo se profundiza en Europa. Sin embargo, a diferencia de un país como el nuestro, los franceses saben defenderse. Las protestas y las barricadas son un patrimonio galo. Hermosas son las descripciones que de ellas hace Víctor Hugo en la novela mencionada. La narración minuciosa del autor nos permite vivir la insurrección del 5 y 6 de junio de 1832. Mabeuf, Gavroche, Enjolras, y Courfeyrac, entre otros, constituyen admirables ejemplos de rebeldía y entrega.
“No serán los provocadores quienes tengan la última palabra en una democracia”, dice Sarkozy. Mientras tanto los estudiantes, obreros y gente del común (a quienes él llama “provocadores”) se levantan contra la regresiva reforma pensional. Aunque, en verdad, no es sólo esto contra lo que se protesta. Francia es lo que es por la audacia y valentía de su pueblo. Nada le ha sido regalado. La ciudadanía sabe que muchas de las conquistas logradas están a punto de ser arrebatadas por aquellos que sólo defienden al capital y sacrifican sin contemplación alguna a los pueblos. Como afirma Alexis Casimiri, un marino de 35 años: “Deberían explicar por qué encontraron miles de millones para salvar a los bancos, y ahora donde hay que ahorrar es con las pensiones de los trabajadores…... "Esto va a estallar" (sic).
No puedo negar que envidio esa fortaleza, esa valentía, ese ímpetu que ha permitido escribir páginas admirables como La Revolución Francesa, La Comuna De París o Mayo del 68. Una vez más Francia empuja la historia; sabe que el mundo, aunque mire para otro lado como se hace en este país, no podrá impedir sus reflejos. Colombia está lleno de héroes, de mártires, pero por desgracia, parece que tantas muertes no han sido suficientes para construir un país para todos.
Ninguna revolución se ha hecho aquí, ni siquiera par decir que fracasó.
