José A. Pérez Gallo
José A. Pérez Gallo
El ex Gran Maestro José M. Collera Vento, envió una carta a los masones “donde quiera que se encuentren”; aludiendo, tanto a los de la Isla como a los que radican en el exterior; esta misiva es considerada una “Declaración de Principios” dirigida a la Alta Cámara Masónica. En ella expone las razones por las cuales mantiene relaciones con “Masones llamados irregulares y por haber fomentado la fundación de Logias Masónicas Femeninas” en la jurisdicción de la Gran Logia de Cuba.
Collera alega que fue eliminado por “Ser Hermano de sus Hermanos donde quiera que se encuentren, y por tener una mentalidad de progreso”. Asimismo, afirma que fue victima de una decisión que hace patente la incapacidad del actual Ejecutivo de la Gran Logia, a quienes estima no estar bien preparados “y mucho menos bien intencionada”.
Estos pronunciamientos son considerados como el preludio de lo que puede ocurrir en la próxima Sesión Anual de la Gran Logia, a efectuarse el domingo 27 de marzo. En esta oportunidad, la logia “Reivindicación”, presentará la propuesta de autorizar las visitas de los masones cubanos radicados en el exterior a las logias de la Isla; por otra parte, se rumora que el Gran Maestro José R. González Díaz, pretende exonerar de los cargos de perjurio y traición a Jesús L. Armada Pena, quien es el Soberano Gran Comendador del grado 33; lo cual ratificaría los alegatos de Collera, de haber sido victima de una complot para “sacarlo del juego”.
En la Institución Masónica Cubana se aprecian tres orientaciones:
1- Los que apoyan la visión que Collera tiene de la misma. En esta corriente están incluidos al menos cuatro Grandes Funcionarios.
2- Quienes pretenden que todo siga su ritmo actual. Entre ellos el Gran Maestro y su ejecutivo.
3- Los que aspiran al cambio. Esta es una nueva corriente que propugna la transformación en los métodos de dirección de la Institución; sin que ello implique cambios en la esencia y las tradiciones de la misma.
El Gran Maestro González Días, quien se ha destacado por sus constantes devaneos y su falta de consistencia en la toma de decisiones; a lo que se suman las acusaciones de haber “sacado de juego” a Collera, quien, se afirma, fue uno de sus mentor; así como la ilegalidad de exonerar a Armada de las acusaciones que pesan sobre él; ponen a González ante decisiones muy difíciles, que, indudablemente comprometerán su credibilidad; y, por otra parte, aun no se pueden definir las proyecciones de cada uno de los actores involucrados en la disputa por el jefatura de la Gran Logia.
Ante estas circunstancias, cabe preguntarse: ¿Existe un liderazgo capaz de afrontar con realiamo la problemática en que vive la Gran Logia de Cuba?
