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San Martín y la masonería



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San Martín y la masonería

Cristina Ambrosini

 San MartínEn la semana en que rendimos homenaje al General San Martín, Padre la Patria, podemos dedicar un espacio a un tema que forma parte de la mitología argentina: la pertenencia de San Martín a la masonería. A favor o en contra del supuesto masonismo sanmartiniano se ha dicho:
1)San Martín fue un masón iniciado en España. El historiador Alcibíades Lappas, en su libro La masonería a través de sus hombres, ubica la iniciación a principios de 1808, siendo San Martín edecán del general español Francisco María Solano, marqués del Socorro, capitán general de Andalucía quien lo inició en la Logia Integridad de Cádiz. Posteriormente se afilió a la Logia Caballeros Racionales Nro. 3 donde recibió el grado de Maestro Masón. Este dato lo obtuvo el historiador de una publicación del gobierno franquista donde se probaría que la gran mayoría de los militares americanos que encabezaron los movimientos de emancipación americana eran masones.
2)San Martín tomó contacto con la masonería en Londres. En esta versión, el mismo Lappas afirma que Sir Charles Stuart participó con San Martín en la fundación de la Logia de Caballeros Racionales Nro. 7 de Londres. En esa ciudad fue recibido fraternalmente por prominentes masones quienes arreglaron los pormenores de su viaje a Buenos Aires, donde tomó contacto con el Venerable Maestro de la Gran Logia Independencia, el doctor Julián B. Alvarez, quien lo introdujo en la sociedad porteña y lo ayudó en la fundación de la Logia Lautaro. En esta versión, San Martín habría sido funcional a los intereses ingleses. Al parecer, una vez derrotados militarmente en las dos invasiones inglesas al Río de la Plata, los ingleses habrían alentado las aspiraciones independentistas de algunos militares americanos. Como el gato, frente a la imposibilidad de cazar al canario dentro de la jaula, le inculca la necesidad de ser libre, se afirma que el gobierno inglés se valió de la masonería para infundir ideas libertarias en los militares americanos. Esta versión está expuesta por Fabián Onsari en su obra La Logia Lautaro y la Francmasonería.
3)San Martín no fue masón ni tampoco lo fueron ningunas de las Logias a las que perteneció. El historiador Patricio J. Maguire recabó información en la United Grand Lodge England,sociedad que ejerce una especie de patronato y coordinación sobre la masonería mundial. Entre los años de 1790 a 1810 ninguna autoridad, fuera de Inglaterra, podía fundar una Logia sin permiso de esta Gran Logia Unida y de haberlo hecho, sería desconocida como masónica. Por otra parte, en 1799 el gobierno inglés habría dictado una ley donde prohibía la formación de sociedades con fines de sedición y se aclaraba que las Logias masónicas estaban excluidas de tales actividades, por lo tanto, podían actuar libremente bajo la condición de presentar cada 15 de marzo una nómina de los miembros y sus actividades. Maguire concluye que la Logia Lautaro habría transgredido esta ley y, de hecho, no figura en los archivos de la Gran Logia Unida de Inglaterra.

En definitiva, para Maguire, tanto la Logia Lautaro como la de los Caballeros Racionales eran “reuniones de café” donde sólo había compromisos de honor ya que no pudo encontrar ningún registro masónico de su instalación ni la autorización para funcionar. Si la Logia Lautaro hubiese sido una Logia reconocida por la masonería inglesa o de otro país, habría recibido un diploma masónico y habría completado las formalidades requeridas por los organismos de coordinación y control existentes en la época. Ni en España, Francia, Inglaterra o Buenos Aires hay documentación (ni patente de instalación, ni diplomas, ni correspondencia) que avale la pertenencia de la Logia Lautaro a la masonería. La investigación de este historiador se extendió a las Grandes Logias de Francia, Holanda y Estados Unidos que también otorgaban patentes, con los mismos resultados. La tesis de Maguire consiste en la afirmación de que una fabulosa mentira fue urdida por los masones argentinos para obtener renombre y prestigio a través de la supuesta participación de San Martín en sus sociedades.
4)San Martín no fue masón pero consintió en usar los símbolos masónicos. Según afirma Bartolomé Mitre (reconocido masón), la Logia Lautaro no formaba parte de la masonería y sus objetivos eran solamente políticos. Antes de estallar las revoluciones americanas, los revolucionarios se organizaron en Logias secretas que adoptaron los signos y fórmulas masónicas pero no lo eran ya que en la masonería estaban prohibidas las discusiones sobre temas políticos o religiosos.
A modo de refutación de la posición según la cual la Logia Lautaro no fue masónica, Alcibíades Lappas afirma que bastan siete masones para fundar un Logia y que en la época se prescindía de la obligación de dar cuenta de su fundación a una Gran Logia madre que, por otra parte, no existía en Argentina. El carácter secreto de estas asociaciones y la manera clandestina en que se reunían habrían justificado la falta de documentación, lo que contribuye a ahondar el misterio y a hacer el tratamiento historiográfico más difícil. Por otra parte, las polémicas partidistas en pro o en contra de la masonería y su participación en las campañas por la emancipación americana oscurecen todavía más el tema.
A favor de la tesis de la pertenencia de San Martín a la masonería se cita la carta (1812) que enviara a Juan Martín de Pueyrredón (masón) cuando circulaba el rumor de que él encabezaba un movimiento en su contra  donde habría dejado constancia de su hermandad masónica al firmar con la rúbrica masónica de los tres puntos (:.).
Respecto a la falta de documentación escrita y de diplomas masónicos que probaran la pertenencia de San Martín se citan las palabras del yerno del Libertador, Mariano Balcarce cuando, a requerimento de Benjamín Vicuña Mackenna en el tema contest
“Siguiendo fielmente las ideas de mi venerado señor padre político, que no quiso en vida se hablase de su vinculación con la masonería y demás sociedades secretas, considero debo abstenerme de hacer uso de los documentos que poseo al respecto”.
Más allá de la pertenencia de San Martín a la masonería o no, es indudable que, con total claridad, sostuvo la idea de crear en América una tierra de libertad, en momentos en que Europa se hundía en distintas formas del despotismo.
Respecto al tipo de religiosidad que practicaba, en sus cartas aparecen continuas referencias a Dios, a quien reconocía como el único creador del Universo aunque, en contra de la tradición católica y en consonancia con los usos masónicos expresó “Prohibo que se me haga ningún género de funeral y desde el lugar en que falleciere se me conducirá directamente al cementerio, sin ningún acompañamiento, pero sí desearía que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires”
El día llegó un 17 de agosto de 1850 en una casa de Boulogne sur-Mer, en una habitación desde la que se escuchaba el ruido del mar, ese mar que nunca atravesó para retornar a morir en su patria.














Cristina Ambrosini
Cristina Ambrosini

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