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ORIGEN DE LA MASONERÍA

ÍNDICE

Capítulo 1 LOS CONSTRUCTORES…………………………….....................................6

Capítulo 2 EL CONCILIO DE NICEA……………….................................................,17

Capítulo 3 LOS LOMBARDOS DE LA ISLA DE CÓMO......................................24

Capítulo 4 PERIODO MONACAL………………………………….................................26

Capítulo 5 LOS GREMIOS DE COMERCIANTES O GUILDAS…......................28

Capítulo 6 PICAPEDREROS Y FRANCMASONES………………............................33

Capítulo 7 LOS CONSTRUCTORES Y LA MASONERÍA OPERATIVA…………37

Capítulo 8 LA MASONERÍA ESPECULATIVA………………………………………......41

Capítulo 9 PRINCIPIOS BÁSICOS CONSTITUTIVOS DE LA MASONERÍA UNIVERSAL APROBADOS EN LA ASAMBLEA GENERAL DE LOS FRANCMASONES QUE SE REUNIÓ EN PARIS EN EL AÑO DE 1523………………………………………………………………….....42

Capítulo 10 LA MASONERÍA MODERNA…………………………………………………..48

Capítulo 11 LA CONSTITUCIÓN DE ANDERSON………………………………………..54

Capítulo 12 LA MASONERÍA EN ESCOCIA 1717………………………………………….59

Capítulo 13 SE EXPANDE LA MASONERÍA…………………………………………………63

Capítulo 14 LA COSTUMBRE DE LOS NOMBRES Y OTROS ASPECTOS DE
LAS LOGIAS………………………………………………………………………………………….....72

Capítulo 15 LOS RITOS……………………………………………………………………………...76

Capítulo 16 EL MANDIL Y SUS MODIFICACIONES……………………………………...79

Capítulo 17 LA LIBERTAD DE CONSCIENCIA Y LA AUTONOMÍA…………………82

Capítulo 18 LAS LOGIAS PRINCE HALL DE NEGROS EN EE.UU……………………86

Capítulo 19 LOS LANDMARKS……………………………………………………………………...89

Capítulo 20 LA REGULARIDAD…………………………………………………………………....94

Capítulo 21 GRANDES RASGOS DE LA MASONERÍA DE HOY………………………...98

Capítulo 22 LA CUESTIÓN DEL GÉNERO EN LA MASONERÍA……………………..100

Capítulo 23 LA MASONERÍA Y LAS OPCIONES SEXUALES…………………………..103

Capítulo 24 DECLARACIÓN DES ENFANTS DE CAMBACERES………………………105

Capítulo 1

LOS CONSTRUCTORES

SUMERIA

¿Cuando empieza la Historia? Para responder a ello debemos recordar los conceptos básicos que definen el cambio de la Prehistoria neolítica a la Historia. En forma sencilla se afirma que son la aparición de los núcleos urbanos y la aparición de la escritura como método de comunicación. Así hubo un primer pueblo que destacó sobre las demás de su época, esta fue la Civilización Sumeria, cuna de la Historia.
A Uruk se le puede considerar como la primera ciudad-estado (3,000 – 3,500 años a.c), y es allí donde se encontró los restos de escritura más antiguos.
La ciudad de Uruk se impuso poco a poco, sin embargo no llego a ser un gran reino, ya que Sumeria era un país formado por varias ciudades-estado. Toda ciudad tenía un Zigurat (Pirámide escalonada para observar los astros y hogar del Dios de la ciudad), un Palacio del rey, un Templo y asentamientos agrícolas en la afueras.
Los sumerios fueron grandes constructores, pero por el uso común del adobe pocas obras han llegado a nuestra época en buenas condiciones, lo que si se tiene son muestras abundantes de orfebrería y los relieves en piedra, así como tablillas de barro cocido.
Es la cultura súmera en Mesopotámica (en el actual Irak), la primera referencia sobre las construcciones piramidales, los zigurat, situados en lugares principales de sus ciudades, eran las puertas a los dioses. En la parte superior de estas pirámides de adobe existía un pequeño templo en el que se producía la conexión con el dios.
En la ciudad de Babilonia ("Bab-ili", que quiere decir "Puerta de Dios"), de planta cuadrangular, existía en su centro un zigurat que ha pasado a la historia como la Torre de Babel. Esta torre de planta cuadrada, era una construcción escalonada realizada con miles de ladrillos de adobe, se accedía mediante rampas y escaleras, y en su parte superior existía el templo en donde se producían los rituales.
Esta torre, se construyó gracias al conocimiento de la construcción que tenían los arquitectos sumerios (los egipcios heredaron la tradición de los sumerios). Cabe señalar que el arquitecto es, según la significación griega, el que conoce la técnica para la construcción del templo, no es quien realiza el culto, asunto del que se ocupaban los sacerdotes.
Es importante señalar que esta diferenciación se ha mantenido a lo largo de la historia. Los Arquitectos son los primeros obreros, los que conocen como debe realizarse la obra, los constructores iniciados. Si un arquitecto no construye no está en la función que el rito le asigna.
Los arquitectos sumerios alcanzaron un elevado conocimiento de diversas disciplinas para conseguir la correcta construcción de sus ciudades y templos. Se sabe que conocían la geometría, la aritmética, la escritura, la astronomía, la astrología, la estática, la mecánica y para poder ejecutar sus proyectos debían de dominar el arte de administrar los recursos naturales y humanos.
Los sumerios estudiaron las estrellas dividieron el años en 12 meses, determinaron los 12 signos zodiacales, las 12 horas del día y las 12 horas de la noche, los sesenta minutos de cada hora y los 360 grados del circulo. Para los sumerios el 12 era el número del universo. Contaban señalando con el pulgar las doce falanges de los otros cuatro dedos de la mano, y marcaban los múltiplos de doce con los cinco dedos de la otra, de modo que el mayor número que podían contar con los dedos era 60. Para ellos el número 12 se encontraba también en la mano del hombre. La mano del obrero que construía la puerta a los dioses.
Los arquitectos sumerios construyeron sus ciudades y templos en ladrillos de adobe, millones de ladrillos producidos con el único material que disponían en su tierra, el adobe formado por arcilla y agua, materiales que son la fuente de su cultura, y base de todas sus creencias. Los Arquitectos sumerios no utilizaban la piedra, pues no disponían de ese material.
La sociedad sumeria determinaba de manera clara las diferentes funciones de las clases dirigentes: el Rey, el Sacerdote y el Arquitecto. Estos últimos gracias al estudio de las disciplinas enumeradas más arriba podían llevar a cabo con éxito la construcción de sus torres zigurats, que facilitaban a los sacerdotes la conexión con sus dioses.
Anu era el dios del cielo, y tenía su santuario más importante en la ciudad de Uruk. Su culto queda reflejado en el mito de la creación: al principio de los tiempos, el mundo era un caos dominado por Tiamat, diosa del mar (el mar era signo de caos y destrucción para un pueblo que no tenía ningún conocimiento de navegación) fue Anu quien la derrotó y con su cuerpo creo el Universo. Esta victoria era la que le otorgaba la preeminencia sobre los otros dioses.
En el templo situado en la cima del zigurat el sacerdote realizaba el ritual a Anu, dios del cielo.
Es interesante comprobar como queda determinado en esta época (4.000 al 3.000 a.c.) muchas de las tradiciones y características que se han ido repitiendo en las culturas posteriores en todo el mundo, como es el caso de la Torre de Babel y el Diluvio Universal.
Es importante señalar el claro perfil del arquitecto sumerio. El primer obrero, el que por el estudio del cosmos en su manera más amplia y plena conoce como construir (y no necesariamente con piedra) la puerta a lo celestial.
La palabra arquitecto es de origen griego formado por:

ARKHO
El Primero
El Que Sabe Como
TEKTON
Obrero que construye, carpintero
ARKHITEKTON
EL obrero del primero, el que sabe como construir el templo

LOS EGIPCIOS

Manetón, el sumo sacerdote del templo de Heliópolis, debió disponer de una ingente cantidad de material de trabajo en el momento en que se dispuso a escribir su Historia de Egipto en griego, durante el reinado de Ptolomeo II Filadelfo (aprox. 250 a. c.). Esta obra no se ha conservado intacta, pero la conocemos por resúmenes fragmentarios y escogidos a través de los escritos de Josefo y otros autores clásicos que se remiten a ella sólo para justificar sus propias opiniones en las polémicas. (Alfred Cyrill – Los Egipcios)
A falta de la Historia de Manetón, nos es de inapreciable valor el relato que el viajero griego Herodoto (450 a.c.) nos ofrece en el libro II de su Historia, en el que refiere su viaje al valle del Nilo. Su narración es sagaz y de considerable valor mientras cuenta lo que ha visto con sus propios ojos; pero en la mayoría de los casos se limitó a transmitir lo que le contaban, y parece ser que nunca entró en contacto con las clases instruidas del país. (Alfred Cyrill – Los Egipcios).
Jufu construyó su pirámide monstruosa en una meseta rocosa, a pocas millas al norte de Sáqqara, cerca de donde se halla hoy la ciudad de Giza. Cuando la pirámide estuvo terminada, su base, cuadrada, medía 755 pies por cada lado, es decir, cubría una superficie de trece acres. La pirámide medía de la base a la cúspide 481 pies. Esta “Gran Pirámide” está formada por trozos de piedra —en número de 2.300.000, según se estima, con un peso medio de dos toneladas y media por pieza—. Cada uno de ellos fue transportado desde las canteras próximas a la Primera Catarata, a unas 600 millas de distancia (por vía fluvial, naturalmente sobre barcos arrastrados río abajo por la corriente del Nilo).
Teniendo en cuenta el estado de la ingeniería en aquellos tiempos y el hecho de que la estructura se ejecutó prácticamente con las manos (no se usó ni siquiera la rueda), la Gran Pirámide constituye sin duda la más noble realización arquitectónica del mundo.
Los hombres no han dejado de maravillarse ante la Gran Pirámide, la mayor construcción erigida por el hombre; una construcción que no ha sido superada en los 4.500 años de su existencia. Los griegos la calificaron junto con las demás pirámides vecinas de una de las “siete maravillas del mundo”, y de las siete enumeradas por ellos, sólo las pirámides pueden admirarse todavía. Y tal vez sigan en pie incluso después de que las naciones modernas hayan desaparecido como el antiguo Egipto y la antigua Grecia.
Naturalmente, la Gran Pirámide atrajo la atención de Heródoto, el cual trató de informarse preguntando sobre ella a los sacerdotes egipcios. Estos le contaron ciertas historias fantásticas que no podemos aceptar, aunque una parte de la información parece razonable. Le dijeron que se había tardado veinte años en construir la Gran Pirámide, y que en ella habían trabajado cien mil hombres. Y esto puede muy bien ser cierto.
También le dijeron el nombre del rey que la había erigido, pero Heródoto tradujo el extraño nombre egipcio a algo que sonase “más griego” y más habitual a sus oídos, por lo que Jufu se convirtió en Keops; y nosotros estamos mucho más familiarizados con la versión griega, sobre todo con su ortografía latina Cheops (por lo general, la versión griega de los nombres egipcios nos es conocida mejor en su ortografía latina, y de ahora en adelante los escribiré siempre con ortografía latina).
Nos gusta creer que los cien mil constructores de la pirámide eran esclavos, sometidos al látigo de despiadados vigilantes. Muchos creen, por haberlo leído en la Biblia, en el libro del Éxodo, que muchos de los esclavos eran judíos. Sin embargo, la Gran Pirámide y las edificaciones hermanas fueron construidas unos mil años antes de que los israelitas llegaran a Egipto, y en todo caso, es muy probable que las pirámides fueran construidas por hombres libres que trabajaban a gusto y recibían un buen trato. (Isaac Asimov – Historia de los Egipcios).
Debemos remarcar que fueron los griegos, los historiadores “formales” más antiguos que se conocen por ello muchas palabras sumerias y egipcias se deformaron o se adecuaron al gusto griego.
Imhotep era el arquitecto del complejo de la pirámide escalonada del rey Dyoser (2630-2611 a. de C.) en Saqqara, que no tiene rival en lo concerniente a la grandeza de su concepción y que fue el primer edificio colosal de piedra que se construyó. La pirámide sugiere una escalinata gigantesca para el ascenso del monarca al cielo, mientras los edificios que la rodeaban eran el templo para el culto real y otros pabellones y capillas para la eterna celebración de las Fiestas del Jubileo de Dyoser. Un busto en piedra caliza de una estatua perdida del rey Dyoser (llamado Netyeri-jet en sus monumentos) conserva el nombre y los títulos de Imhotep: Portasellos del rey del Bajo Egipto, uno que está cerca de la cabeza del rey (es decir, visir), jefe de la Gran Mansión, representante real, Sumo sacerdote de Heliópolis, Imhotep, el carpintero y escultor...
A partir de vasos de piedra descubiertos en las galerías, en torno a 30 m. bajo la pirámide, aún podemos añadirle el título de "Sacerdote lector en jefe". Así pues, los más altos oficios religiosos y seculares de la Administración egipcia pertenecían a Imhotep.
Además del complejo de la pirámide, Imhotep era arquitecto de un santuario al dios Sol en Heliópolis, dedicado por Dyoser y que hoy en día sólo perdura en fragmentos de relieves de gran calidad. Su nombre ha sido también encontrado en un grafito del muro de la pirámide inacabada del rey Sejemjet (2611-2603 a. de c), sucesor de Dyoser. Ésta es el último testimonio histórico de Imhotep, por lo que podemos presumir que hace 4600 años que murió.
Su reputación como arquitecto experimentado llevó a que los escribas de Egipto lo adoptasen como el más eminente de los que ejercieron su oficio. Fue considerado como fuente de inspiración intelectual y una gran cantidad de máximas morales se decía que habían sido escritas en papiro en su nombre. Una referencia la constituye una composición, en parte pesimista y en parte hedonista, conocida como Canto del arpista, cuya mejor copia es la del Papiro Harris 500 del Museo Británico. (George Hart – El Pasado Legendario Mitos Egipcios).
A partir del año 3000 a.c. la civilización egipcia tuvo su desarrollo más importante, los reyes y los sacerdotes sumerios cesaron, su civilización desapareció, pero los conocimientos de los Arquitectos sumerios fueron transmitidos mediante la palabra a los Arquitectos egipcios. De todos ellos el más famoso y que paso a la historia por sus obras fue Imhotep.
El arquitecto Imhotep no poseía solamente las cualidades de un arquitecto; también era médico, mago, astrólogo, escritor y filósofo. Imhotep fue el autor de la primera pirámide para el rey Zóser el magnifico. Fue el artífice de una revolución trascendente de un alcance considerable, puesto que fue el primer arquitecto en construir en piedra un conjunto monumental tan importante como el de Saqqara.
La pirámide escalonada, realizada por la superposición de mastabas similares a los zigurats sumerios.
Fue Imhotep el sucesor de los arquitectos sumerios, su figura completaba la trilogía de rey, sacerdote y arquitecto. Como en toda la antigüedad, su conocimiento de las leyes del universo permitía la conexión entre el rey, representante de la tierra y el sacerdote, representante del cielo.
Tras Imhotep los arquitectos egipcios construyeron las más completas ciudades sagradas de la historia, sus templos, pirámides y conjuntos monumentales son muestra de su altísimo conocimiento. Su tradición transmitida en palabra de maestro a aprendiz a lo largo de los siglos alcanzo un altísimo grado de sabiduría que permitió soluciones técnicas y de gestión de recursos, tanto naturales como humanos, de los que hoy no tenemos explicación. Los estudiosos actuales de sus construcciones no consiguen una explicación satisfactoria de como se pudieron realizar las pirámides, ni como se pudo organizar su construcción. Ese conocimiento transmitido de generación en generación se perdió. Los arquitectos posteriores solo han podido vislumbrar parte de la sabiduría de sus antecesores.
Egipto es la civilización donde el Arquitecto refleja su carácter ARKHITEKTON, el primer obrero, el que sabe. No hemos podido aun hoy en día recuperar la sabiduría perdida que los arquitectos egipcios poseyeron.
Como se habrá notado hubieron constructores en Sumeria y Egipto, pero debemos a la vez recordar que tanto los griegos como los egipcios heredaron los conocimientos sumerios, que se perdieron en el tiempo ya que estos se trasmitían de maestro a aprendiz en forma oral.

ISRAEL
Salomón, tras recibir en el sueño las instrucciones de JHWH (Jehová), al respecto de iniciar las tareas de construcción del Templo, las emprende siguiendo las instrucciones dadas por el viejo profeta Natan. Para comenzar estos trabajos Salomón, que gobierna un pueblo de pastores trashumantes, no asentados y, por lo tanto, no instruidos en el arte de construir, recabará los esfuerzos de un hombre versado en estas artes y, por ello, lo reclamará de allí donde estos oficios son casi sagrados y sirven al poder para mejor expresar su esplendor: de Egipto. En señal del pacto, Salomón casará con la hija del faraón Saimón, que se desplazará a vivir en Jerusalén conservando su religión y levantando con ello las primeras críticas de los levitas al nuevo estado de las cosas en Israel.
El emperador egipcio designará a un experimentado arquitecto de nombre Hiram-Habib (Hiram el Fundidor) para el trabajo de construir el Templo en Jerusalén.

GRECIA
"Que nadie entre aquí si no es geómetra". La frase que estaba en el frontispicio de entrada a la escuela platónica.
La geometría era la base del arte de la construcción y de la arquitectura clásica y constituía, según los griegos, el desarrollo de las ideas contenidas en las formas geométricas, entendidas éstas en su aspecto puramente cualitativo, de igual manera que en todas las tradiciones de las civilizaciones en la historia antigua.
La geometría es por excelencia la ciencia en la época clásica, estrechamente relacionada con la ciencia de los números, ya que la geometría es realmente el cuerpo del número, tal como pensaban los pitagóricos, de una energía o fuerza en acción, de un poder divino que al plasmarse en la sustancia receptiva del mundo y del hombre la actualiza y la hace inteligible, esto es, la ordena al conjugar y armonizar sus partes dispersas.
La geometría necesitaba de un proceso de iniciación para su conocimiento y práctica. Podemos decir que como ciencia iniciática y sagrada tenía el carácter de secreto para el profano. Los arquitectos griegos alcanzaron un gran dominio de la geometría como disciplina aplicada a la construcción en todos sus edificios.

ROMA Y LOS COLEGIOS
En el Monte Palatino, se estableció a mediados del siglo VIII antes de la era actual, un pueblo que llegaría a convertirse nada menos que en Roma, la Ciudad Eterna cuna del imperio Romano.
Diversos autores recogieron y dieron forma literaria a leyendas acerca de la fundación de la ciudad, que se fijó convencionalmente en el año 753 antes de nuestra era. Entre ellas, que el fundador de la ciudad, Rómulo, descendiente del héroe troyano Eneas, fue amamantado en su niñez, junto con su hermano Remo, por una loba que se convirtió en el símbolo de la urbe.
La leyenda menciona que Numa Pompilio, supuesto segundo Rey de Roma, organizó el ejército y creó los célebres Colegios de Arquitectos asignados a las Legiones Romanas que estuvieron acantonadas en el Medio Oriente en el siglo VII antes de la era actual.
Los Escritores alemanes Krause, Heldmann y otros, anunciaron al mundo por primera vez, la relación que existía entre los Colegios Romanos de Arquitectos y la Sociedad de los Francmasones.
La teoría de Krause sobre este asunto se encuentra principalmente en su obra titulada Die drei altesten kunsterkunde. Afirma que la doctrina de la Francmasonería tal como existe ahora, con todas sus características religiosas y sociales, políticas y profesionales, su organización interior, sus formas de ideas y acciones, se debe a los Colegios de Artífices o Collegii artificium de los Romanos, los que pasaron con muy pocos cambios característicos a las Corporationen von Baukunslern, o "Gremios Arquitectónicos" de la Edad Media hasta la organización inglesa del año 1717.
Es a Numa, el segundo Rey de Roma a quien los historiadores, en seguida de Plutarco, atribuyen la primera organización de los Colegios Romanos; aunque según las conjeturas razonables justas de Newman, es probable que una organización semejante existió anteriormente entre los habitantes albaneses, comprendiendo así a los artífices toscanos residentes. Pero es de admitirse que Numa les proporcionó esa forma que han conservado sucesivamente.
Numa, al ascender al trono, encontró a los ciudadanos divididos en varias nacionalidades, las que provenían de los romanos, los sabinos y los habitantes de los pueblos y lugares inmediatos de poca importancia, quienes, por un acto de preferencia o por la fuerza, se les hizo cambiar de residencia a las riberas del Tíber. Esto dio origen a una separación de ideas y opiniones y a una idea constante de desunión. Pero el objeto de Numa era el de destruir por completo estos elementos rivales, y de establecer una identidad perfecta de sentimiento popular, de tal manera que podríamos usar las frases de Plutarco, que son alusivas, "la distribución de los pueblos puede constituir una mezcla armoniosa de todos y para todos".
Con este objeto estableció una religión común, y dividió a los ciudadanos en curias y tribus, cada curia y tribu consistiendo de un cuerpo mezclado indiferentemente de romanos, sabinos, y de otros extranjeros naturalizados de Roma.
Conducido por la misma sagacidad política, distribuyó a los artesanos en varios gremios o corporaciones, bajo el nombre de Collegia o "Colegios". A cada colegio le fueron asignados los artesanos de una profesión particular, y cada uno tenía sus reglamentos locales, seculares y religiosos. Estos colegios se desarrollaron con la misma rapidez que la República, estableciendo Numa también desde su origen nueve Colegios, siendo éstos el Colegio de Músicos, de Orífices, de Carpinteros, de Tintoreros, de Zapateros, de Curtidores, de Forjadores, de Alfareros, y el noveno compuesto de todos los artesanos que no eran aptos en estos oficios, y que por lo mismo no estaban comprendidos en los títulos anteriores, y que posteriormente aumentaron en gran número. Es cierto que fueron abolidos, o trataron de abolirlos ochenta años antes de la Era cristiana, por un Decreto del Senado quien observó con celo su influencia política, pero fueron revividos veinte años después, estableciéndose de nuevo por la ley del tribuno Clodio, que revocó el senado Consultor. Continuaron activos bajo el imperio, extendiéndose en las provincias, y aun sobrevivieron hasta la decadencia y caída del Imperio Romano.
Ahora bien, investiguemos la forma y organización de estos colegios, y al mismo tiempo tratemos de determinar la analogía que existe entre ellos y las Logias masónicas.
La primera reglamentación, que era indispensable, consistía en que ningún Colegio podía formarse de menos de tres miembros. Tan indispensable era esta regla que la expresión tres faciunt collegium "tres forman un colegio", llegó a ser una máxima de la ley civil. Era del mismo modo tan rígida la aplicación de esta regla, que el cuerpo de cónsules no obstante que se nombraban "colegas", y que poseían y ejercían todos los derechos colegiados, nunca fueron reconocidos legalmente como Colegio, por la razón de que consistían de dos miembros solamente. Se sorprenderá fácilmente el lector con la identidad de este reglamento de los Colegios y el de la Francmasonería, el que con igual rigor requería tres Masones para construir la Logia. El Colegio y la Logia requieren igualmente tres miembros para ser legales. Un número mayor puede proporcionarle más eficiencia, pero no puede hacerla más legítima. Esto, entonces, es la primera analogía que existe entre las Logias de los francmasones y los Colegios Romanos.
Estos colegios tenían sus oficiales respectivos, quienes se asemejaban muy singularmente en condiciones y deberes a los oficiales de la Logia masónica. Cada Colegio lo presidía un jefe o presidente, cuyo título de Magister se traduce exactamente por la palabra inglesa "Master". Los oficiales inmediatos eran los Decuriones. Eran análogos a los "Vigilantes" masónicos, pues cada Decurio presidía una sección o división del Colegio del mismo modo en que encontramos en la mayor parte de los rituales ingleses antiguos y continentales, la Logia dividida en dos secciones o "columnas", en cada una de las cuales presidía uno de los Vigilantes, por cuyo conducto se transmitían las órdenes del Maestro a "los hermanos de su columna". Había también en los Colegios un Escriba, o "secretario", quien llevaba el registro de sus procedimientos; un Thesaurensis, o "Tesorero", quien tenía a su cargo el fondo de la comunidad; un Tabularius, o guardador de los archivos, equivalente al "Archivero" moderno; y finalmente, como estos Colegios combinaban la adoración religiosa y singular con sus labores ordinarias, había a cada uno de ellos un SACERDOS, o sacerdote, quien dirigía las ceremonias religiosas, y era exactamente equivalente al "capellán" de la logia masónica. En todo esto, encontramos otra analogía entre estas instituciones antiguas y nuestros cuerpos masónicos.
Otra analogía se encontrará en la distribución o división de clases que existía en los Colegios Romanos. Así como las Logias masónicas tienen sus Maestros masones, sus Compañeros masones y sus Aprendices, del mismo modo los Colegios tenían sus Seniores, "superiores", o directores del oficio, y sus jornaleros y Aprendices. Los miembros no se nombraban, de igual manera que los francmasones "hermanos", porque este término fue adoptado primeramente en los gremios o corporaciones de la Edad Media, y en realidad es la descendencia del sentimiento cristiano; pero, como hace observar Krause, estos Colegios, por lo general, se dirigían bajo el sistema o costumbre de una familia, de donde proviene la apelación de hermano que se encuentra de vez en cuando entre las apelaciones de familia.
El carácter parcialmente religioso de los Colegios Romanos de Artífices, constituye una analogía muy singular entre ellos y las Logias masónicas. La historia de estos Colegios demuestra que se había otorgado un carácter eclesiástico a estos Colegios al tiempo de su organización por Numa. Muchos de los talleres de estos artífices se erigieron en la proximidad de los templos, y su curia, o lugar de reunión, se comunicaba generalmente con el templo. La deidad a la que se consagraba dicho templo la adoraban peculiarmente los miembros del Colegio adyacente, y se constituía en el dios protector de su arte u oficio. En el transcurso del tiempo, habiendo sido abolida la religión pagana y modificado el carácter religioso de estos Colegios, los dioses paganos acogieron, mediante las influencias de la nueva religión, a los Santos cristianos, uno de los cuales se adoptaba siempre como el protector de los gremios modernos, el que, en la Edad Media, tomó el lugar de los Colegios Romanos, y de este origen proviene entre los Francmasones la dedicación de sus logias a San Juan de la costumbre semejante que existía en las Corporaciones de Arquitectos.

Estos Colegios verificaban juntas secretas en las que transaban los negocios que consistían de iniciaciones de neófitos en su Fraternidad, y de instrucciones místicas y esotéricas a sus Aprendices y jornaleros. Eran, en este concepto, sociedades secretas semejantes a las logias masónicas.
Acostumbraban contribuciones periódicas o mensuales, las que donaban los miembros para el sostenimiento del Colegio, por cuyos medios se acumulaban un fondo común para la ayuda de los miembros indigentes o el auxilio de extraños destituidos pertenecientes a la misma sociedad. El gobierno les permitía que fundasen su constitución y que decretasen estatutos y reglamentos para su propio gobierno. Estos privilegios se engrandecieron paulatinamente ampliando sus reglamentos, de tal modo que en los últimos días del imperio, los Colegios de Arquitectos especialmente se encontraban investidos con poderes extraordinarios referentes a la vigilancia y dirección de los constructores. Aun la distinción tan popular que se encuentra en jurisprudencia masónica, entre "legalmente constituidas" y “logias clandestinas", parece encontrar una similitud o analogía en este caso; porque los Colegios que habían sido establecidos por autoridad legal, y que por lo mismo, tenían derecho al goce de los privilegios de acuerdo con las Instituciones, se decían collegia licita, o "colegios legales", mientras que aquellos que formaban asociaciones voluntarias, no autorizadas por el decreto expreso del senado o el emperador, se llamaban collegia ilicita, o "colegios ilegales", los términos LICITA e ilicita equivalían exactamente en su importancia a las logias constituidas y clandestinas de la francmasonería.
En los Colegios los candidatos para admisión se elegían del mismo modo que en las logias masónicas, por la votación de los miembros. En relación con este asunto, la palabra latina que se usaba para expresar el arte de admisión o recepción es digna de consideración. Siempre que alguna persona era admitida en la Fraternidad del Colegio, se le consideraba cooptatus in collegium. Además, el verbo cooptare, empleado casi exclusivamente por los romanos para significar la elección en el Colegio, proviene de la palabra griega optomai, "ver, contemplar". Esta misma palabra da origen, en el griego, a la palabra epoptes, espectador u observador, o aquel que ha adquirido el último grado en los misterios Eleusianos; en otras palabras, iniciado. Así es que, sin exagerar mucho la ingenuidad etimológica, podríamos decir que cooptatus in collegium significaba "ser iniciado en el Colegio". Esto es al menos singular, pues la interpretación más general, de cooptatus es "admitido o aceptado en la Fraternidad", o lo que es lo mismo "libre de todos los privilegios del gremio o corporación"; y resulta que la idea es la misma tal como se transmite entre los Masones por el título de "Libres y Aceptados".
Sabemos por Krause que estos Colegios de obreros hacían uso de los implementos de su arte o profesión en forma simbólica en otras palabras que cultivaban la ciencia del simbolismo; y en este sentido, en efecto, más que a ningún otro se encuentra una analogía sorprendente entre los colegiados y las instituciones masónicas. Lo que hemos manifestado no puede negarse; pues como la organización de los Colegios participaba, como ya se ha demostrado, del carácter religioso, y, tal como se admite que toda la religión del paganismo era eminentemente y del caso todo simbólica, en consecuencia toda asociación que estaba basada o cultivada bajo el sentimiento mitológico o religioso, debe cultivar también el principio del simbolismo.
En la organización, el modo de gobierno, y las prácticas de los Colegios Romanos, existe una analogía entre ellos y las Logias masónicas modernas que es evidentemente más que accidental. Es de suponerse que mucho después de la disolución de los Colegios, la Francmasonería, en el establecimiento de sus logias, intencionalmente adoptó la organización colegiada como un modelo por el cual estableciera su propio sistema, o puede suceder que dicha semejanza ha sido el resultado de una sucesión de asociaciones originadas entre sí, en las que figuran en primer término los Colegios Romanos. Pero aún no se ha logrado determinar si las logias deben su origen a los Colegios sólo por su forma, o por la forma y substancia.
En el tiempo de Numa, los Colegios Romanos eran únicamente nueve. En los años subsiguientes de la república el número aumentó gradualmente, y casi todos los grados o profesiones tenían su colegio particular. Con el adelantamiento del imperio, su número fue mucho mayor y sus privilegios se extendieron notablemente, al grado de constituir un elemento importante en los cuerpos políticos.
Los Romanos se distinguieron desde un principio por el espíritu de colonización. Tan luego como sus armas victoriosas habían subyugado a un pueblo, antes que todo se designaba a una parte del ejército a que formase una colonia. Entonces el barbarismo e ignorancia de los habitantes nativos se reemplazaba por la civilización y el adelantamiento de sus conquistadores romanos.
Los Colegios de Arquitectos, ocupados en la construcción de edificios seculares y religiosos, se esparcieron desde la gran ciudad a las municipalidades y provincias. Siempre que se construía una nueva ciudad, un templo o palacio, los miembros de estas corporaciones eran convocados por el Emperador desde los puntos más distantes, para que en la comunidad de labores tomasen parte en la construcción. Los jornaleros podían emplearse, lo mismo que los "peones de cargo" del templo judaico en las labores más burdas y humillantes, pero la vigilancia y dirección de las obras se confiaba únicamente a los "miembros aceptados" -los cooptati- de los Colegios.
Las colonizaciones del Imperio Romano fueron dirigidas por soldados legionarios del ejército. A cada legión se agregaba un Colegio o corporación de artífices, que se unía con la legión en Roma, a la que acompañaba en las campañas, acampando en donde la legión acampaba, y marchando siempre a su lado, y cuando colonizaba permanecía en la colonia para plantar la semilla de la civilización romana y enseñar los principios del arte romano. Los miembros del Colegio construían fortificaciones para la legión en tiempo de guerra, y en tiempo de paz, o cuando la legión permanecía estacionaria, construían templos, casas e infraestructura re riego.
Isaac Asimov en su libro “El Imperio Romano” nos relata la trama central de un hecho que marcaría el inicio de cambios importantes en el mundo, nos referimos al Concilio de Nicea, donde unificaron los diversos Libros santos, transmitido oral y secretamente por los Apóstoles y las Santas mujeres (herederos de la tradición misteriosa traída por Cristo), que no formaban un cuerpo homogéneo, sino que estaban divididos en gran número de pequeños grupos, de cenácu¬los, de capillas, de conventículos, de socieda¬des secretas, manteniendo relaciones unos con otros, pero a veces opuestos entre sí.: Fue por esa razón por lo que convocó el Primer Concilio Ecuménico en Nicea. En el curso de sus sesiones, mantenidas desde el 20 de mayo hasta el 25 de julio de 325, los obispos se pronunciaron


Capítulo 2

EL CONCILIO DE NICEA

Este concilio no fue convocado por la iglesia o uno de sus obispos, sino por un emperador sobre el que aún hoy recaen serias dudas entorno a lo genuino de su fe cristiana, puesto que era un adorador del Solis Invictus (Sol Invicto). La pretensión posterior del obispado de Roma de ejercer una primacía jerárquica sobre el resto de la cristiandad tiene mucho que ver con este deseo de uniformidad imperial.
Por deseo del emperador romano Constantino, el concilio se reunió en la ciudad de Nicea, en el Asía Menor y cerca de Constantinopla, en el año 325 el 20 de mayo, la mañana de las fiestas de conmemoración de su victoria sobre su rival Licinio. Es esta asamblea la que la posteridad conoce como el Primer Concilio Ecuménico, es decir, universal.
El número exacto de los obispos que asistieron al concilio es desconocido, pero al parecer fueron unos trescientos. Para comprender la importancia de lo que estaba aconteciendo, recordemos que varios de los presentes habían sufrido cárcel, tortura o exilio poco antes, y que algunos llevaban en sus cuerpos las marcas físicas de su fidelidad. Y ahora, pocos años después de aquellos días de pruebas, todos estos obispos eran invitados a reunirse en la ciudad de Nicea, y el emperador cubría todos sus gastos. Muchos de los presentes se conocían de oídas o por correspondencia. Pero ahora, por primera vez en la historia de la iglesia, podían tener una visión física de la universalidad de su fe. Eusebio de Cesarea nos describe la escena:
"Allí se reunieron los más distinguidos ministros de Dios, de Europa, Libia [es decir, Africal y Asia. Una sola casa de oración, como si hubiera sido ampliada por obra de Dios, cobijaba a sirios y cilicios, fenicios y árabes, delegados de la Palestina y del Egipto, tebanos y libios, junto a los que venían de la región de Mesopotamia. Había también un obispo persa, y tampoco faltaba un escita en la asamblea. El Ponto, Galacia, Panfilia, Capadocia, Asia y Frigia enviaron a sus obispos más distinguidos, junto a los que vivían en las zonas más recónditas de Tracia, Macedonia, Acaya y el Epiro. Hasta de la misma Espafía, uno de gran fama [Osio de Córdoba] se sentó como miembro de la gran asamblea. El obispo de la ciudad imperial [ Roma] no pudo asistir debido a su avanzada edad, pero sus presbíteros lo representaron. Constantino es el primer príncipe de todas las edades en haber juntado semejante guirnalda mediante el vínculo de la paz, y habérsela presentado a su Salvador como ofrenda de gratitud por las victorias que había logrado sobre todos sus enemigos"
En este ambiente de euforia, los obispos se dedicaron a discutir las muchas cuestiones legislativas que era necesario resolver una vez terminada la persecución. La asamblea aprobó una serie de reglas para la readmisión de los caídos, acerca del modo en que los presbíteros y obispos debían ser elegidos y ordenados, y sobre el orden de precedencia entre las diversas sedes.
Pero la cuestión más escabrosa que el Concilio de Nicea tenía que discutir era la controversia arriana. En lo referente a este asunto, había en el concilio varias tendencias.
En primer lugar, había un pequeño grupo de arrianos convencidos, capitaneados por Eusebio de Nicomedia, personaje importantísimo en toda esta controversia, que no ha de confundirse con Eusebio de Cesarea. Puesto que Arrio no era obispo, no tenía derecho a participar en las deliberaciones del concilio. En todo caso, Eusebio y los suyos estaban convencidos de que su posición era correcta, y que tan pronto como la asamblea escuchase su punto de vista, expuesto con toda claridad, reivindicaría a Arrio y reprendería a Alejandro por haberle condenado.
En segundo lugar, había un pequeño grupo que estaba convencido de que las doctrinas de Arrio ponían en peligro el centro mismo de la fe cristiana, y que por tanto era necesario condenarlas. El jefe de este grupo era Alejandro de Alejandría. Junto a él estaba un joven diácono que después se haría famoso como uno de los gigantes cristianos del siglo IV, Atanasio.
Los obispos que procedían del oeste, es decir, de la región del Imperio donde se hablaba el latín, no se interesaban en la especulación teológica. Para ellos la doctrina de la Trinidad se resumía en la vieja fórmula enunciada por Tertuliano más de un siglo antes: una substancia y tres personas.
Otro pequeño grupo -probablemente no más de tres o cuatro- sostenía posiciones cercanas al "patripasionismo", es decir, la doctrina según la cual el Padre y el Hijo son uno mismo, y por tanto el Padre sufrió en la cruz. Aunque estas personas estuvieron de acuerdo con las decisiones de Nicea, después fueron condenadas.
La mayoría de los obispos presentes no pertenecía ninguno de estos grupos. Para ellos, era una verdadera lástima hecho de que, ahora que por fin la iglesia gozaba de paz frente al Imperio, Arrio y Alejandro se hubieran envuelto en una controversia que amenazaba dividir la iglesia. La esperanza de estos obispos, al comenzar la asamblea, parece haber sido lograr una posición conciliatoria, resolver las diferencias entre Alejandro y Arrio, y olvidar la cuestión. Ejemplo típico de esta actitud es Eusebio de Cesarea.
En esto estaban las cosas cuando Eusebio de Nicomedia, el jefe del partido arriano, pidió la palabra para exponer su doctrina. Al parecer, Eusebio estaba tan convencido de la verdad de lo que decía, que se sentía seguro de que tan pronto como los obispos escucharan una exposición clara de sus doctrinas las aceptarían como correctas, y en esto terminaría la cuestión. Pero cuando los obispos oyeron la exposición de las doctrinas arrianas su reacción fue muy distinta de lo que Eusebio esperaba. La doctrina según la cual el Hijo o Verbo no era sino una criatura, por muy exaltada que fuese esa criatura, les pareció atentar contra el corazón mismo de su fe. A los gritos de " ¡blasfemia!", " ¡mentira!" y "¡herejía!", Eusebio tuvo que callar, y se nos cuenta que algunos de los presentes le arrancaron su discurso, lo hicieron pedazos y lo pisotearon.
El resultado de todo esto fue que la actitud de la asamblea cambió. Mientras antes la mayoría quería tratar el caso con la mayor suavidad posible, y quizá evitar condenar a persona alguna, ahora la mayoría estaba convencido de que era necesario condenar las doctrinas expuestas por Eusebio de Nicomedia.
Al principio se intentó lograr ese propósito mediante el uso exclusivo de citas bíblicas. Pero pronto resultó claro que los arrianos podían interpretar cualquier cita de un modo que les resultaba favorable o al menos aceptable. Por esta razón, la asamblea decidió componer un credo que expresara la fe de la iglesia en lo referente a las cuestiones que se debatían. Tras un proceso que incluyó entre otras cosas la intervención de Constantino sugiriendo que se incluyera la palabra "consubstancial", y se llegó a la siguiente fórmula, que se conoce como el Credo de Nicea:
"Creemos en un Dios Padre Todopoderoso, hacedor de todas las cosas visibles e invisibles.
Y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; engendrado como el Unigénito del Padre, es decir, de la substancia del Padre, Dios de Dios; luz de luz; Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no hecho; consubstancial al Padre; mediante el cual todas las cosas fueron hechas, tanto las que están en los cielos como las que están en la tierra; quien para nosotros los humanos y para nuestra salvación descendió y se hizo carne, se hizo humano, y sufrió, y resucitó al tercer día, y vendrá a juzgar a los vivos y los muertos.
Y en el Espíritu Santo.
A quienes digan, pues, que hubo cuando el Hijo de Dios no existía, y que antes de ser engendrado no existía, y que fue hecho de las cosas que no son, o que fue formado de otra substancia o esencia, o que es una criatura, o que es mutable o variable, a éstos anatematiza la iglesia católica."
Esta fórmula, a la que después se le añadieron varias cláusulas, y se le restaron los anatemas del último párrafo, es la base de lo que hoy se llama "Credo Niceno", que es el credo cristiano más universalmente aceptado. El llamado "Credo de los Apóstoles", por haberse originado en Roma y nunca haber sido conocido en el Oriente, es utilizado sólo por las iglesias de origen occidental, es decir, la romana y las protestantes. Pero el Credo Niceno, al mismo tiempo que es usado por la mayoría de las iglesias occidentales, es el credo más común entre las iglesias ortodoxas orientales, griega, rusa, etc.
Detengámonos a analizar el sentido del Credo, según fue aprobado por los obispos reunidos en Nicea. Al hacer este análisis, resulta claro que el propósito de esta fórmula es excluir toda doctrina que pretenda que el Verbo es en algún sentido una criatura. Esto puede verse en primer lugar en frases tales como "Dios de Dios; luz de luz; Dios verdadero de Dios verdadero". Pero puede verse también en otros lugares, como cuando el Credo dice "engendrado, no hecho". Nótese que al principio el mismo Credo había dicho que el Padre era "hacedor de todas las cosas visibles e invisibles". Por tanto, al decir que el Hijo no es "hecho", se le está excluyendo de esas cosas "visibles e invisibles" que el Padre hizo. Además, en el último párrafo se condena a quienes digan que el Hijo "fue hecho de las cosas que no son", es decir, que fue hecho de la nada, como la creación. Y en el texto del Credo, para no dejar lugar a dudas, se nos dice que el Hijo es engendrado "de la substancia del Padre", y que es "consubstancial al Padre". Esta última frase, "consubstancial al Padre", fue la que más resistencia provocó contra el Credo de Nicea, pues parecía dar a entender que el Padre y el Hijo son una misma cosa, aunque su sentido aquí no es ése, sino sólo asegurar que el Hijo no es hecho de la nada, como las criaturas.
En todo caso, los obispos se consideraron satisfechos con este credo, y procedieron a firmarlo, dando así a entender que era una expresión genuina de su fe. Sólo unos pocos, entre ellos Eusebio de Nicomedia, se negaron a firmarlo. Estos fueron condenados por la asamblea, y depuestos. Pero a esta sentencia Constantino añadió la suya, ordenando que los obispos depuestos abandonaran sus ciudades. Esta sentencia de exilio añadida a la de herejía tuvo funestas consecuencias, como ya hemos dicho, pues estableció el precedente según el cual el estado intervendría para asegurar la ortodoxia de la iglesia o de sus miembros.
El Concilio de Nicea no puso fin a la discusión. Eusebio de Nicomedia era un político hábil y además parece haber sido pariente lejano de Constantino. Su estrategia fue ganarse de nuevo la simpatía del emperador, quien pronto le permitió regresar a Nicomedia. Puesto que en esa ciudad se encontraba la residencia veraniega de Constantino, esto le proporcionó a Eusebio el modo de acercarse cada vez más al emperador. A la postre, hasta el propio Arrio fue traído del destierro, y Constantino le ordenó al obispo de Constantinopla que admitiera al hereje a la comunión.
El obispo debatía si obedecer al emperador o a su conciencia cuando Arrio murió. En el año 328 Alejandro de Alejandría murió, y le sucedió Atanasio, el diácono que le había acompañado en Nicea, y que desde ese momento sería el gran campeón de la causa nicena. A partir de entonces, dicha causa quedó tan identificada con la persona del nuevo obispo de Alejandría, que casi podría decirse que la historia subsiguiente de la controversia arriana es la biografía de Atanasio. Baste decir que, tras una serie de manejos, Eusebio de Nicomedia y sus seguidores lograron que Constantino enviara a Atanasio al exilio. Antes habían logrado que el emperador pronunciara sentencias semejantes contra varios otros de los jefes del partido niceno. Cuando Constantino decidió por fin recibir el bautismo, en su lecho de muerte, lo recibió de manos de Eusebio de Nicomedia.
A la muerte de Constantino, tras un breve interregno, le sucedieron sus tres hijos Constantino II, Constante y Constancio. A Constantino II le tocó la región de las Galias, Gran Bretaña, España y Marruecos. A Constancio le tocó la mayor parte del Oriente. Y los territorios de Constante quedaron en medio de los de sus dos hermanos, pues le correspondió el norte de Africa, Italia, y algunos territorios al norte de Italia. Al principio la nueva situación favoreció a los nicenos, pues el mayor de los tres hijos de Constantino favorecía su causa, e hizo regresar del exilio a Atanasio y los demás. Pero cuando estalló la guerra entre Constantino II y Constante, Constancio, que como hemos dicho reinaba en el Oriente, se sintió libre para establecer su política en pro de los arrianos.
Una vez más Atanasio se vio obligado a partir al exilio, del cual volvió cuando, a la muerte de Constantino II, todo el Occidente quedó unificado bajo Constante, y Constancio tuvo que moderar sus inclinaciones arrianas. Pero a la larga Constancio quedó como dueño único del Imperio, y fue entonces que, como diría Jerónimo "el mundo despertó como de un profundo sueño y se encontró con que se había vuelto arriano". De nuevo los jefes nicenos tuvieron que abandonar sus diócesis, y la presión imperial fue tal que a la postre los ancianos Osio de Córdoba y Liberio, el obispo de Roma, firmaron una confesión de fe arriana.
Pero, ¿Cuales fueron las consecuencias de que el Imperio Romano se aliase con el cristianismo?, ¿Cómo es posible que aquellos héroes de la fe que aún poseían en su cuerpo las marcas del martirio obedeciesen al poder temporal congregándose en un concilio convocado por un emperador pagano, o por condescender, cristianizado a medias?
Constantino colmó de privilegios a los cristianos y elevó a muchos obispos a puestos importantes, confiándoles, en ocasiones, tareas más propias de funcionarios civiles que de pastores de la Iglesia de Cristo. A cambio, él no cesó de entrometerse en las cuestiones de la Iglesia, diciendo de sí mismo que era “el obispo de los de afuera” de la Iglesia. Las nefastas consecuencias de este conturbenio no fueron previstas entonces. Debido, sin duda, al agradecimiento que querían expresar al emperador que acabó con las persecuciones, los cristianos permitieron que éste se inmiscuyera en demasía en el terreno puramente eclesiástico y espiritual de la Cristiandad. Las influencias fueron recíprocas: comenzaron a aparecer prelados mundanos que en el ejercicio del favor estatal que disfrutaban no estaban, sin embargo, inmunizados a las tentaciones corruptoras del poder y daban así un espectáculo poco edificante. Esta corriente tendría su culminación en la Edad Media y el Renacimiento. Como reacción a esta secularización de los principales oficiales de la Iglesia, surgieron el ascetismo y el monasticismo que trataban de ser una vuelta a la pureza de vida primitiva, pero que no siempre escogieron los mejores medios para ello.
La mentalidad romana fue penetrando cada vez más el carácter de la cristiandad se exigió la mas completa uniformidad en las cuestiones más secundarias, como la fijación de la fecha de la Pascua y otras trivialidades parecidas que ya habían agitado vanamente los espíritus a finales del siglo III. Estas tendencias a la uniformidad fueron consideradas por los emperadores como un medio sumamente útil del que servirse para lograr la más completa unificación del Imperio. Contrariamente a lo que generalmente se dice, el Edicto de Milán no estableció el Cristianismo como religión del imperio. Esto vendría después, en el año 380 bajo Teodosio. El cristianismo no se convirtió en la religión oficial en tiempos de Constantino, pero devino la religión popular, la religión de moda, pues era la que profesaba el emperador. Tal popularidad, divorciada en muchos casos de motivos espirituales fue nefasta: “La masa del Imperio romano -escribe Schaff- fue bautizada solamente con agua, no con el Espíritu y el fuego del Evangelio, y trajo así las costumbres y las prácticas paganas al santuario cristiano bajo nombres diferentes”: Sabemos por Eusebio, nos explica Newman (un cardenal Católico Romano), que Constantino, para atraer a los paganos a la nueva religión, traspuso a ésta los ornamentos externos a los cuales estaban acostumbrados. El uso de templos dedicados a santos particulares, ornamentados en ocasiones con ramas de árboles; incienso, lámparas y velas; ofrendas votivas para recobrar la salud; agua bendita; fiestas y estaciones, procesiones, bendiciones a los campos; vestidos sacerdotales, la tonsura, el anillo de bodas, las imágenes en fecha más tardía, quizá el canto eclesiástico, el Kyrie Eleison, todo esto tiene un origen pagano y fue santificado mediante su adaptación en la Iglesia apunta J. H. Newman. An Essay on the Development of Christian Doctrine, pp. 359, 360.
Esta situación preparó el camino a la promulgación del Cristianismo como religión oficial del Imperio romano. De manera que, los primeros edictos de Constantino y Licinio, proclamando la libertad de todos los cultos, no significaron el fin de la intolerancia religiosa sino que se convirtieron en las simples etapas iniciales de otra intolerancia que estaba en puertas. La plena libertad de conciencia que legalizaron los decretos de 313 y 314 era algo anticipado a los tiempos y pronto fue echada en olvido. Sirvió tan sólo para que, de alguna manera, Constantino lograra la introducción de la nueva fe en la legalidad del Imperio.
F. F. Bruce, pregunta con razón: ¿Qué tiene que ver todo esto con la misión del Siervo del Señor que Jesús pasó a sus seguidores? ¿Cómo podría el cristianismo llevar a cabo la tarea que le había sido encomendada y traer la verdadera luz a las naciones si afeaba de tal manera el mensaje que debía proclamar? Afortunadamente, como veremos, hay otro aspecto del cuadro; y es en éste otro lado que el progreso del Cristianismo auténtico se pone de manifiesto. Pero, con todo, hemos de reconocer que este progreso se ha visto seriamente retardado hasta nuestros días por la presencia de piedras de tropiezo, escándalos, para usar la palabra de origen griego, colocadas por vez primera en el siglo IV y algunas de las cuales todavía hoy no hemos acertado a quitar.
Cuatro siglos de predicación del Evangelio, pese a todas las imperfecciones de los cristianos, habían dejado una huella cuyas Influencias se notaban cada vez más en la vida social. La doctrina del hombre creado a imagen de Dios impuso restricciones a la costumbre de marcar a los esclavos en la cara y aún inició la serie de medidas que, finalmente, darían fin a la esclavitud misma. Comenzaron las medidas tendentes a la protección de los niños abandonados por sus padres ya la salvaguardia de la santidad del matrimonio. Pese a la infiltración del espíritu y las maneras paganas en la Iglesia, y pese a la propia decadencia espiritual de ésta, el poder del Evangelio hizo su impacto en el Imperio y aún más allá de sus fronteras. Pero, es en estas épocas cuando resulta más difícil el trazar la línea que distingue lo que es meramente institución eclesiástica y la que es la verdadera Ecclesia.
La libertad ganada con la sangre de los mártires y el sufrimiento de los confesores, se buscó a partir de entonces en las adulaciones y los contubernios con el gobierno imperial. Sin darse cuenta, las Iglesias se debilitaron pues perdieron un elemento básico de la vida espiritual: la libertad moral. En aquel tiempo, no obstante, creyeron que por el contrario, hallaban su más grande emancipación.
Los concilios que tuvieron lugar inmediatamente después de la paz de Constantino, se resintieron de la intervención estatal que habría de coartar la plena libertad espiritual de los sínodos y la vida de la Cristiandad.
Para Constantino, el cristianismo vendría a ser la culminación del proceso unificador que había estado obrando en el Imperio desde hacía siglos. Había logrado que sólo hubiera un emperador, una ley y una ciudadanía para todos los hombres libres. Sólo faltaba una religión única para todo el Imperio. Para ello era preciso que hubiera igualmente una sola Cristiandad, uniformada al máximo posible. De esta manera, las discusiones doctrinales o disciplinarias de la Iglesia se convirtieron en problema de Estado.
La labor de los Colegios en este nuevo escenario, decayó y se concentró en convertir las grandes edificaciones del imperio en iglesias cristianas. Las bibliotecas y sedes de gobiernos civiles fueron adaptadas al culto de la nueva religión dominante. La consigna era: Un Solo Reino. Un Solo Rey. Una Sola Religión.
Cuando Inglaterra fue subyugada por las armas romanas, las legiones encargadas de la conquista llevaban consigo sus Colegios de Arquitectos. Una de esas legiones, por ejemplo, la de Julio César, avanzando hasta la frontera norte del país, estableció una colonia, la que bajo el nombre de Eboracum dio origen a la ciudad de York, tan famosa después en la historia de la Masonería. Existen inscripciones y restos arquitectónicos que atestiguan la obra grandiosa realizada en la Isla de Bretaña por estas asociaciones de arquitectos.
Entre el fin de los Colegios y el surgimiento de las primeras asociaciones gremiales de constructores, la arquitectura queda por cuenta, inicialmente, de unos constructores privilegiados radicados en la isla fortificada de un lago del norte de Italia denominado Como, y de la tardía actividad constructora de los monjes benedictinos, de Cluny y Cistercienses, en orden de aparición en la historia, antes de aparecer las Guildas medievales y las posteriores Logias Operativas, desaparecidas en los siglos XVI y XVII, para dar paso a la Masonería Especulativa o Moderna, por un lado, y a las escuelas y facultades de arquitectura por otro.
Pero las incursiones de los bárbaros del norte en Italia demandaban la fuerza entera de los ejércitos romanos para defender la integridad del Imperio. Bretaña fue abandonada, y los nativos, en unión de los colonos romanos, que se habían establecido entre ellos, tuvieron que ser abandonados para que se defendiesen por sí mismo. Éstos fueron arrojados pronto del país, primeramente por los Pictos, vecinos feroces, y después por los sajones o corsarios de los mares vecinos, a quienes los ingleses habían requerido incautamente para su ayuda, en las montañas de Gales y las islas del Mar de Irlanda. Los arquitectos que fueron convertidos al cristianismo, y que permanecieron en el país después de salidas las legiones, se unieron a ellos, y abandonando toda relación con la institución materna, se convirtieron después en corporaciones simples o sociedades de arquitectos, cuya organización si hubiese desempeñado siempre sus trabajos en la misma forma aun se conservarían en nuestros tiempos.

Capítulo 3

LOS LOMBARDOS DE LA ISLA DE CÓMO

Luego de la caída del imperio Romano, en el norte de la península itálica se establece en el siglo IV el pueblo germánico de los Lombardos, ocupando la región de las actuales provincias italianas de Bérgamo, Brescia, Como, Cremona, Mantua, Milán, Pavía, Sondrio y Varese, en donde fundó un reino que sobrevivió hasta el siglo VIII. A esta zona aún se le conoce con el nombre de Lombardía.
Los Lombardos, invadieron y conquistaron el norte de Italia y durante tres siglos constituyeron un pueblo, que se convirtió al cristianismo y adoptó el latín como lengua diaria, siendo finalmente derrotado por Carlomagno en el año 774 y asimilado por los habitantes de los territorios ocupados.
En Lombardía, cerca del borde sur de los Alpes y antes de llegar al piedemonte, se encuentra en la provincia de Como un lago del mismo nombre en forma de Y. Es el más profundo de los lagos alpinos, y sus límites están definidos por profundos valles de fallas que se produjeron durante la formación de los Alpes. Dado que sus lechos fueron comprimidos y erosionados por glaciaciones posteriores, su elevación es de 198 metros sobre el mar y cuenta con partes de ese lecho a 200 metros bajo el nivel del Mediterráneo.
Hoy en día, en el lago nada material recuerda que en el siglo VI, un grupo de inmigrantes constructores originarios de diferentes partes de Europa radicaron en una de sus islas, que a la sazón se hallaba fortificada. Estos constructores adquirieron fama y pasaron a la historia como los Magistri Comacini, y a ellos se atribuye la difusión de un estilo italiano prerrománico ampliamente difundido en Alemania, Francia, Inglaterra y España.
Poco a poco, estos constructores fueron ganando prestigio y autonomía, como consta en el antiguo documento del año 643, atribuido al rey lombardo Rotary, donde se encuentran consignados privilegios otorgados a la corporación de arquitectos de la isla de Como.
Algunos estudiosos planten la tesis de que los Magistri Comacini constituyen el eslabón que une a los antiguos Colegios romanos con las Guildas (Gremios) de oficios medievales, y por tanto son los precursores de la organización social que luego se conocería como Masonería.
La reputación de estos constructores de Como era de tal naturaleza, que arquitectos de toda Europa y Asia Menor se dirigían a su isla fortificada para obtener instrucción.

Capítulo 4

PERIODO MONACAL

A partir del siglo V, al tiempo que colapsaba el imperio romano, se pone de moda entre los jóvenes cultos de familias patricias el instalarse lejos de las ciudades formando pequeños grupos dedicados a la oración y al estudio: son los monajos, monjes que durante los siglos VI, VII y VIII florecerán en toda la cuenca mediterránea, sobre todo en la occidental. La intención principal era alejarse del bullicio citadino y la corrupción de los jerarcas de la iglesia Católica romana.
Uno de estos monjes es Benito, proveniente de una familia distinguida de la ciudad de Nursia, en Italia central, quien después de fundar doce monasterios a principios del siglo VI en la ciudad de Subiaco, cerca de Roma, se retiró a las ruinas de una antigua edificación, situada en una colina desde la que se domina la ciudad italiana de Cassino, al noroeste de Nápoles, que sirvió de residencia a Nerón y de Templo a Apolo, para fundar en el año 529 un monasterio denominado Montecassino, el cual llegaría a constituirse en el más importante de Europa occidental durante varios siglos. A Benito de Nursia se le considera el fundador del Monacato en Occidente, y fue canonizado por la iglesia Católica.
Con el fin de mantener la unidad entre las diferentes comunidades, surgidas todas de un mismo tronco, Benito elaboró una serie de normas que constituyeron las reglas de la Orden y que tendría una importancia decisiva en la actitud de los monjes y de los centros monacales durante la Edad Media. Benito le daba una importancia fundamental al libro, a la lectura y a la copia y conservación de manuscritos: ordenaba en forma detallada las horas que debían dedicarse al estudio y a la lectura, y cómo se organizaría el trabajo en los monasterios para poder satisfacer la demanda constante de manuscritos.
La inclinación decidida y enérgica al trabajo llevó a estos monjes a incursionar en oficios diversos. Uno de ellos fue el de la construcción, retomando a partir del siglo IX la calidad de centros constructores que habían quedado huérfanos con la desaparición de los Magistri Comacini.
Su mayor período de esplendor se dio en la Edad Media, de tal forma que para el siglo XIV el aporte de la Orden Benedictina a la historia de Europa occidental era 24 papas, 200 cardenales, 7.000 arzobispos, 15.000 obispos, 1.560 santos canonizados y 5.000 beatos, y, en el plano secular, 20 emperadores, 10 emperatrices, 47 reyes y 50 reinas. Todo un récord de poder y riqueza jamás superado.
Al principio, los monjes Benedictinos se aplicaron a la tarea de construir acequias, acueductos, murallas de contención y pequeñas obras civiles en los pueblos cercanos a sus monasterios, pero con el tiempo, y a medida que fueron adquiriendo riquezas e influencia, fueron pasando a la elevación de edificios mayores hasta concentrarse en la construcción de iglesias, catedrales, etc., en un estilo que por lo cercano que se encontraban a Roma se llamó Románico, y que tuvo su mayor auge en los siglos IX a XII.
Luego vendrían los monjes de Cluny, Cistercienses, etc. Este impulso constructor cambiaría la faz de Europa. Primero con el estilo Románico, y después con el Gótico.
Bajo la protección de los abades encontramos las primeras evidencias de una premasonería primitiva, fruto de la renovación del conocimiento y las técnicas de la construcción, al lado de los monjes arquitectos aparecieron arquitectos laicos
Estos hombres, dedicados al oficio de construir, ligados al principio a las órdenes monásticas, principalmente a las de Cluny y del Cister, se organizan en las primeras asociaciones gremiales. Es el momento de la aparición de los antecedentes de las corporaciones de la baja Edad Media, de las que evolucionaría la Masonería Operativa.
De las preocupaciones de estas asociaciones de constructores, está la de dotarse, de un estatuto por el cual repartirse las cargas de trabajo, organizar la incorporación de nuevos miembros, fijar la paga e indemnizar solidariamente las pérdidas que pudieran sufrir en sus propiedades, etc. Estas normativas siempre fueron acompañadas con una historia del gremio que les servía de inspiración y guía religiosa.
En todos los registros antiguos la palabra Escocia se usa por lo general como un término genérico para indicar tanto a Escocia como Irlanda. Lo más probable es que este error provino de la relación inmediata, y de las comunicaciones sociales y geográficas de los escoceses y los irlandeses de la parte norte del país, y quizás también, de la inexactitud general de los historiadores de esa época. De esto ha provenido la opinión generalizada de que Escocia fue el principio de donde surgió la Cristiandad de las naciones del norte, y que el mismo país fue la cuna de la arquitectura eclesiástica y de la Masonería Activa.
Posteriormente cuando toda Inglaterra se encontraba en posesión de los invasores sajones, los bretones, encabezados por los monjes y sacerdotes, y acompañados por sus arquitectos, huyeron a Irlanda y Escocia, cuyos países civilizaron y convirtieron, y cuyos habitantes fueron instruidos en el arte de la construcción por las corporaciones de arquitectos.
Siempre que hacemos un estudio del aumento de la cristiandad en los países incultos o paganos, y la conversión de sus habitantes a la verdadera fe, nos interiorizamos en la propaganda del arte de construcción en los mismos lugares por las corporaciones de arquitectos que fueron los sucesores inmediatos de los Colegios legionarios, por razón de que la nueva religión requería iglesias y en su tiempo las catedrales y monasterios, así como la arquitectura eclesiástica rápidamente sugirió mejoras en el estado.
En el transcurso del tiempo, toda la construcción religiosa y todos los conocimientos arquitectónicos que se habían extendido en el norte de Europa, se concentraron en las regiones remotas de Irlanda y Escocia de donde los misioneros regresaron a Inglaterra convirtiendo a los sajones paganos. Del mismo modo el venerable Bede nos refiere (Histori eclesiástica, libro III, c. 4, 7) que la Sajonia Occidental fue convertida por Agilberto, Obispo irlandés y la Anglia Oriental, por Fursey, misionero escocés. De Inglaterra estos misioneros activos, acompañados por sus devotos arquitectos, pasaron a Europa y reanudaron sus esfuerzos eficazmente en la conversión de las naciones escandinavas, las bendiciones de la cristiandad y los adelantos del mundo civilizado.
No puede negarse que es exacta la teoría de que la incunábula -la cuna o suelo nativo- de las Logias Masónicas modernas se encuentran en los Colegios Romanos de Arquitectos. Esa teoría es correcta, si observamos solamente la forma exterior y el método de trabajo que emplean las logias. Todo aquello que las distingue como gremio o corporación lo deben a los Colegios, y especialmente las favorece el carácter arquitectónico de estos Colegios, por el hecho, tan singular en la Francmasonería, de que su simbolismo religioso -por el que se distingue de todas las demás Instituciones- se funda en los elementos, instrumentos y lenguaje técnico del arte arquitectónico.
Pero cuando estudiamos a la Francmasonería bajo su aspecto más elevado, y cuando la consideramos como la ciencia del simbolismo, cuyo simbolismo se refiere del todo a un solo principio, especialmente, a la elucidación de la gran doctrina de la inmortalidad del alma, el estudio o demostración de las dos vidas, la presente y la futura; entonces, debemos ir más allá de los Colegios de Roma, que eran únicamente asociaciones activas
El error histórico, por el cual la gloria de Irlanda ha sido confundida en la de su país hermano, Escocia, ha sido preservado en muchos de los idiomas a la vez que en diversas tradiciones de la Francmasonería moderna. Tenemos como ejemplo la historia de la Abadía de Kilwinning como el origen de la Masonería, historia que es aun favorita de los Francmasones de Escocia. De aquí proviene la tradición de la montaña apócrifa Hereden, situada al noroeste de Escocia, donde tuvo lugar la primera Logia Metropolitana de Europa; de aquí proceden los grados superiores de los escoceses, o Maestro escocés, que forman parte sumamente importante en la Masonería filosófica moderna; y es de donde aparece el título de "Masonería Escocesa", aplicado a uno de los ritos principales de la Francmasonería el cual no tiene otra relación con Escocia, sino únicamente en el sentido histórico, debido a las corporaciones de arquitectos, y que es común en toda la Institución.
Es necesario relatar las disputas religiosas que surgieron entre los cristianos originales de Bretaña y el poder papal, las que después de muchos años de controversia terminaron con la sumisión de los Obispos británicos al dominio del papa. Desde que la autoridad papal se estableció firmemente en Europa, la jerarquía católica romana se apoderó y retuvo los servicios de las corporaciones de arquitectos y éstos, bajo la protección del papa y los Obispos, se esparcieron por todas partes y en forma diligente operaban como "francmasones viajeros", en la construcción de edificios eclesiásticos y reales.
Desde entonces estas corporaciones de arquitectos ejercieron su arte en todas las naciones, mostrando en todas partes, la identidad de sus designios que fueron instruidos y dirigidos por principios aceptados universalmente, y revelan el sentido y las características de las corporaciones o gremios.

Capítulo 5

LOS GREMIOS DE COMERCIANTES O GUILDAS

En la alborada de la baja Edad Media, producto del crecimiento comercial que acompañó al cambio de milenio, y el crecimiento del tamaño y la importancia de las ciudades y villas, aparecen en la vida económica europea, unas agrupaciones sociales, caracterizadas por la búsqueda común de un interés mercantil específico, denominadas Gremios.
Estos nuevos agentes económicos se dividen de acuerdo a la clasificación estamental de la sociedad en Gremios de Comerciantes y posteriormente Gremios de Artesanos, y su vigencia en Europa se mantiene desde el siglo X hasta el XVII.
Sin embargo, durante los siglos XI y XII, estas organizaciones no son del todo independientes. Los Estatutos por los cuales debían regirse les eran impuestos por el poder político municipal y su autonomía solo era para las cuestiones del arte que practicaban.
Al principio, la actividad de estos Gremios era un tanto sedentaria y se encontraba focalizada en un determinado centro urbano, con tímidas proyecciones a las ciudades vecinas. Con la dinamización del comercio poco a poco comienzan a organizarse caravanas o expediciones comerciales a sitios cada vez más lejanos, bajo el liderazgo de un jefe y el cumplimiento de unos reglamentos, que establecían normas de socialización, mutua ayuda frente a los peligros que pudieran presentarse, y formas de dirimir los conflictos internos.
Estas expediciones comerciales se conocerían en los países de habla germana como Guildas y/o Hansas, y en el sur de Europa como Caritas o Fraternitas. Lo normal es que los largos viajes compartidos, el interés común en una ganancia económica y la convivencia permanente hicieran que entre los miembros de estos Gremios se produzca una cercana amistad que se extendería a sus círculos sociales y familiares. Es precisamente en un documento proveniente de una Guilda, del año 1292, cuando se menciona por primera vez el término Logia, haciendo referencia al sitio de reunión de sus miembros.
Así organizados, los Gremios de Comerciantes van ganando monopolizar sus respectivas actividades mercantiles e importancia frente a los señores feudales, que hasta entonces concentraban todo el poder en las ciudades. Este poder se ejerció cada vez más sin timidez, de tal forma, que con el paso de los años controlaron los bienes de producción y la comercialización de los productos.
A los comerciantes que no eran miembros del Gremio se les cobraba mayores impuestos. Los que sí pertenecían a ellos adquirieron influencia política y realizaron alianzas con comerciantes de otros centros de producción o comercialización, logrando la penetración de otros mercados y el aumento de ganancias.
Hacia los siglos XIV y XV, los Gremios de Comerciantes enfrentan su mayor amenaza: Los Gremios de Artesanos, los cuales terminaran monopolizando la producción y venta de bienes, arrojando como consecuencia la pérdida de protagonismo e importancia de los primeros, hasta que finalmente desapareció el control que tenían sobre el comercio y se extinguieron hacia finales de la Edad Media.

Los gremios de artesanos
También conocidos como Corporaciones de Oficios. Son entidades asociativas o societarias que aparecen en la Europa del siglo XII, sobre todo en Italia, Alemania y Francia, como una respuesta contestataria al monopolio de los Gremios de Comerciantes y con el ánimo de defenderse precisamente de ellos. En Italia se les conoce como Arte, en Alemania como Zünft o Innung, y en Francia como Corporation de Métier.
La mayoría de los Gremios de Artesanos estaba constituido por hombres, como correspondía a la cultura cristiana medieval, en la que los varones poseían y ejercían muchos más derechos de los que llegaron a tener las mujeres. Sin embargo, en una sociedad sólidamente categorizada, existía oficios reservados para las mujeres, por ejemplo los relacionados con el bordado y el tejido.
Fueron famosas las Corporaciones de Tejedoras en el siglo XV, de las que incluso se desprende en apariencia una rama Masónica poseedora de un rito derivado de las herramientas del bordado y no de la construcción.
En algunos Gremios de Artesanos cuyos oficios tradicionalmente eran desempeñados por hombres, era lícito admitir mujeres, como un privilegio especial otorgado a las viudas y huérfanas de los miembros que hubieran fallecido o en virtud de una circunstancia excepcional.
Estas Corporaciones de Oficios se establecieron alrededor del castillo feudal o en las afueras de las ciudades para realizar actividades artesanales. En su apogeo, tuvieron gran influencia política y social, y al parecer, su origen primigenio se encuentra en las Cofradías religiosas fundadas inicialmente con el objeto de venerar al santo patrón de los oficios. Por ejemplo, el de los joyeros en torno al culto de San Ives. El punto crítico se presentó cuando empezaron a preocuparse por las necesidades económicas de los cofrades.
Estos fueron concentrando el monopolio de sus oficios, sobre el que llegaron a ejercer un poder absoluto, en muchas ciudades europeas, estratificaron a sus miembros de acuerdo a sus destrezas y conocimientos en tres clases: Aprendiz, Compañero u Oficial y Maestro. El artesano que no perteneciera al Gremio dominante no podía hacer su trabajo en la jurisdicción de este.
La voz cantante en los Gremios de Artesanos la llevaban los Maestros, que más que funcionarios, eran propietarios de la unidad económica, de las materias primas y controlaban la comercialización del producto.
Estos Maestros tenían tantos aprendices y oficiales como lo aconsejaran las necesidades de los trabajos contratados.
Un Taller era al mismo tiempo una escuela. Dentro del Gremio de Artesanos, los aprendices se iniciaban en el oficio de la mano del Maestro y mientras duraba el proceso de aprendizaje solo recibían comida y alojamiento. Muchas veces vivían en la misma casa o taller del Maestro. Cuando el Maestro consideraba que el Aprendiz ya había asimilado lo que le correspondía, lo convertía en Oficial con un sueldo fijo, para posteriormente, mediante la ejecutoria de un trabajo al que se le denominaba Obra Maestra, acceder al rango de Maestro.
Naturalmente, los Maestros no estaban ansiosos por aumentar su competencia y ceder parte del mercado que dominaban, por lo que cada vez las trabas y las pruebas eran más difíciles de superar para los Oficiales.
En los siglos XIV y XV, los Oficiales se confabularon para exigir mayores sueldos y condiciones de trabajo, llegando al extremo, incluso organizar huelgas. De estas asociaciones de Oficiales de los Gremios de Artesanos se dice que son los antecedentes más directos de los sindicatos.
Los Gremios de Artesanos llegaron a establecer condiciones al mercado a partir de su posicionamiento monopólico: precio único de bienes y servicios, salario regulado, márgenes de utilidad controlado, jornada laboral establecida, estándares de cantidad y calidad de los productos a elaborar y precio de los bienes y servicios finales. Esto trajo consigo la eliminación de la competencia y el estancamiento de técnicas. Por ejemplo: Hacia el año 1300 el gremio de los Tintoreros de la ciudad de Derby, en Inglaterra, había logrado que nadie más pudiera teñir dentro de un radio de 10 leguas a la redonda. En el siglo XIV los Gremios de Artesanos participaban en el poder político de las ciudades cuyo comercio habían controlado. Y el asunto no es de poca monta ya que para la misma época en París existían más de 130 Gremios de oficios, entre ellos el de los Médicos.
Para un mayor control sobre las Corporaciones de Oficio, cada una de ellas se organizaba sobre unos Estatutos, los cuales buscaban principalmente asegurar unas relaciones comerciales monopolísticas y reducir la iniciativa individual, el libre comercio y el desarrollo de la industria independiente.
Los Estatutos señalaban, en la mayoría de los casos, las siguientes prescripciones, redactadas en un lenguaje religioso de corte judeocristiano, acorde con el contexto social de la Edad Media, en donde el cristianismo poseía un gran poder político y económico:
1) Jerarquización de la Corporación en los niveles de Maestro, Compañero (Oficial) y Aprendiz;
2) Reglamentación de las relaciones de trabajo, con énfasis en la protección del Maestro;
3) Prohibición del trabajo nocturno para garantizar la calidad del producto;
4) Descanso dominical por razones religiosas;
5) Prohibición del trabajo a domicilio para no fomentar la competencia;
6) Fijación de los salarios a los Compañeros; y
7) Diseño de un rígido sistema de valores relacionados con la moral pública y privada de sus miembros.
El monopolio de los Gremios de Artesanos comienza a decaer con el advenimiento del capitalismo sistema económico que permite la producción a mayor escala, favoreciendo de paso la creación de más canales de distribución y nuevas técnicas impulsadas por la mayor competencia entre actores de diferentes mercados.
Los Gremios de Artesanos fueron desapareciendo, o sobreviviendo al incorporar a nuevos miembros que sin ser operarios del Oficio respectivo, desempeñaban labores, profesiones u oficios relacionados con el objeto inicial del Gremio, tales como proveedores de materiales o insumos, abogados, médicos del gremio, contratistas, etc.
Es decir, entre el siglo XVI y comienzos del XVIII, solo sobrevivían en Europa los Gremios de Artesanos que tomaron la decisión de transformarse en asociaciones económicas sectoriales, entre ellos, los Constructores, llamados también Masones, devotos de San Juan Bautista, que fueron admitiendo en su seno durante todo el siglo XVI a miembros no albañiles en calidad de Aceptados.
Un ejemplo ilustrativo acerca de la forma en que funcionaba en el Renacimiento la habilitación de los nuevos Maestros y su vinculación a los Gremios lo constituye la preparación de Leonardo Da Vinci para contratar legalmente en Florencia.
Fruto de los amores juveniles de un futuro notario de la República de Florencia y una humilde campesina, y adoptado posteriormente por el matrimonio de su propio padre a la edad de cuatro años, Leonardo ingresó en 1465, con 13 años de edad, en calidad de aprendiz, al Taller de Andrea del Verrochio, uno de los más grandes artistas florentinos.
Verrochio, a su vez, había comenzado su vida de Maestro como orfebre, pero después de haber trabajado en Roma para el Papa Sixto IV, se radicó en Florencia y montó un Taller que le proporcionó dinero y fama.
Además de limpiar y asear el Taller, Leonardo debía preparar las tablas para pintar, moler las tierras y pigmentos, preparar el barniz y realizar toda clase de trabajos mecánicos. Leonardo contó con la suerte de prepararse en un Taller polifacético, pues al prestigioso maestro Verrochio le confiaban la elaboración de objetos de bronce y plata, bajorrelieves para altares, esculturas, pinturas religiosas, etc. Incluso trabajos de ingeniería y arquitectura. La esfera de cobre dorado que corona la cúpula de la catedral Santa María del Fiore, la patrona de Florencia, es fruto de su afamado Taller, y a Leonardo le correspondió aplicar la soldadura de la obra.
En 1472, Leonardo Da Vinci terminó su período de aprendizaje y se inscribió como Maestro en la Corporación de Pintores de Florencia. Profesionalmente estaba habilitado para recibir encargos y montar su propio Taller. De ahí en adelante, su talento lo llevaría a recibir múltiples y variados encargos. Sus principales clientes fueron los adinerados, monasterios, los Médicis de Florencia, los Sforza de Milán, los invasores franceses, los papas Borgia, los republicanos de Venecia, y finalmente el Rey de Francia.

Como se observa por el ejemplo de Leonardo, los Maestros, así como sus Talleres y los Gremios a los que pertenecían, contaban con el privilegio de ejercer su oficio libremente y de manera franca sin estar atados a los avatares políticos. Esta es una característica de los Talleres y Gremios dedicados a la construcción, en razón que debían desplazarse continuamente de una región a otra para cumplir con sus encargos.


Capítulo 6

PICAPEDREROS Y FRANCMASONES

En el siglo XIV aparecen en Inglaterra el Poema o Manuscrito Regio o Manuscrito de Halliwell (1380) y el Manuscrito Cooke (1420) que se reputan como la compilación esencial de los antiguos preceptos Francmasónicos comunicados oral y reservadamente entre los miembros de la Fraternitas y el nexo fundamental entre las antiguas asociaciones de picapedreros y canteros y la Masonería Operativa. Paralelamente, en Alemania se redactan los Estatutos de los Canteros Alemanes (1459), lo cual nos lleva a considerar el nacimiento de la Masonería Operativa en un amplio espacio geográfico europeo.
Estas lecturas además, son la prueba reina de que desde los comienzos medievales de la Masonería existe un Código Moral Masónico, en principio con acento religioso, que en esencia se mantiene, aunque ahora con un enfoque basado en valores.
De acuerdo al Poema o Manuscrito Regio se prohíbe de manera absoluta admitir como Aprendices a los Siervos y a los Inválidos y se hacen repetidas referencias a la fraternidad entre hermana y hermano prescribiéndose expresamente que se debería pagar bien y lealmente al hombre y mujer sean quienes fueren.
Ni en el Poema o Manuscrito Regio o Manuscrito de Halliwell, ni en el Manuscrito Cooke, ni tampoco en los Estatutos de los Canteros Alemanes, aparece referencia alguna a la leyenda de Hiram tal como la conocemos hoy, ni al trabajo en presencia de un libro sagrado, ni a la invocación al Gran Arquitecto del Universo.
Sin embargo, estos documentos traen un relato fantástico de la historia de la geometría y la construcción que en realidad no resiste el más ligero análisis histórico, pero que ha dado pie a una tradición mágica que se ha tomado frecuentemente al pie de la letra. Tampoco se hace referencia a los Altos Grados, los cuales se introdujeron a mediados del siglo XVIII a la Masonería Especulativa y no tienen nada que ver con la Operativa.
En 1459 se reunieron en Regensburgo los Maestros canteros de Estrasburgo, Constanza, Berna, Colonia y otras ciudades alemanas, y aprobaron un texto conocido como Ordenanzas de la Asociación de Logias de Constructores. Esta asociación se tiene como el antecedente más antiguo, documentado, de la federación de Logias que siglos más tarde se conocerá con los títulos de Gran Logia y Gran Oriente.
Un punto importante para resaltar es que en el Poema o Manuscrito Regio inglés y en el documento alemán Ordenanzas de la Asociación de Logias de Constructores, se tiene a los “Cuatro Santos Coronados” (Quatuor Coronati), como los santos patrones de las corporaciones de constructores, coincidencia en la que se ve un enlazamiento entre los canteros alemanes y los ingleses. La diferencia consiste en que en lo sucesivo los documentos alemanes además traerán la invocación a la trinidad cristiana (padre, hijo y espíritu santo) y a la virgen María. La invocación a los dos San Juan el Bautista y el Evangelista brilla por su ausencia en los textos iniciales de la Masonería Operativa.
Sobre estos santos coronados, y su leyenda, encontramos el siguiente material, titulado Quatuor Coronati, la Leyenda de los Cuatro Mártires Coronados que fueron Nueve, relato que transcribimos completo por su importancia y evocación patronal en la Masonería Operativa de Francia, Alemania e Inglaterra hasta el siglo XVII:

Los Cinco
Claudio, Nicóstrato, Sinforiano, Castorio (y el ayudante de este último, Simplicio) eran cristianos secretos y destacados operarios en las canteras de piedra de Diocleciano, en Panonia, región del Danubio medio. La leyenda agrega el romántico detalle de que su excelente trabajo se explicaba porque era hecho en honor a Dios.
Recordemos que Diocleciano fue emperador romano desde el 284 al 305 d. C. y que reorganizó el Imperio de acuerdo a un sistema jerárquico, la Tetrarquía. Su yerno y luego Emperador Valerio Maximiliano Galerio lo instó a desatar una dura persecución contra los cristianos.
Diocleciano ordenó a estos expertos que tallasen una estatua en honor a Esculapio (dios pagano de la medicina, hijo de Apolo). Firmes en su fe, ellos se negaron, perdiendo el favor del emperador. Fueron condenados a una horrible muerte: se los encerró vivos en ataúdes de plomo, lanzándolos al río el 8 de noviembre del año 287 d.C. (?). Un correligionario escondió los restos en su propia casa.

Los Cuatro
Cuando Diocleciano regresó a Roma edificó un templo para el culto de Esculapio, ordenando que los soldados romanos y especialmente los Milicianos de Roma le rindieran culto y quemaran incienso ante su imagen. Cuatro soldados cristianos que se negaron fueron azotados hasta morir y sus cuerpos arrojados a los perros. Los cadáveres de Severus, Severianus, Corpophorus y Victorinus nombres con los que se les conoció posteriormente fueron sin embargo rescatados y enterrados junto a los otros santos.

Los Nueve
Continúa la leyenda contando que pasaron doce años y el Obispo edificó en memoria de los nueve una Iglesia con el nombre de Cuatro Mártires Coronados. Como lo dice el título, los Cuatro Mártires fueron en realidad nueve.

Veneración
Los relatos dicen que las reliquias. de los santos fueron depositadas en la Iglesia: sierra, martillo, mazo, compás y escuadra (los gremios de carpinteros también tenían a estos santos por Patronos; recordemos que gran parte de los edificios de la época se construían con madera). Estas mismas herramientas junto a una corona y a la imagen de un perro o un lobo (que rehusaron comer los cuerpos y los defendieron de otros carniceros) forman la insignia de los santos.

Masonería

En siglos posteriores (VI) se organizan los Collegia Fabrorum: sus integrantes ocupaban la retaguardia de los ejércitos romanos que destruían a su paso todo lo existente en sus acciones de conquista por Europa, Asia y el norte de África. La misión de los collegiati era la de reconstruir.
Dentro de esos Collegii, se veneró la memoria de los santos y sus herramientas se convirtieron en sus emblemas. Al simple efecto informativo y si quisiéramos aceptar una línea de continuidad, muchas veces argumentada pero totalmente infundada entre hechos históricos cuyo origen, causa y estructura son totalmente distintos, cabría mencionar que los Maestros Comacinos (arquitectos aislados en el Lago de Como en la época en que se disgrega el Imperio, legendarios precursores de los Masones medievales), el franco (francos: tribus de Germania, hoy Alemania), Carlomagno (742-814), Emperador de Occidente (800), el Reino Germánico (843), el Sacro Imperio Romano (962), fueron los puentes por los que pasó la leyenda para llegar a los Freemasons ingleses (s. XII, guildas, que para complacer a la Iglesia se colocaban bajo el amparo de un Rey o un Santo) y a los Steinmetzen (canteros alemanes) del medioevo (s. XII, quienes bajo la maestría de Erwin de Steinbach construyeron la Catedral de Estrasburgo), que adoptaron a los Quatuor Coronati como santos patrones del Gremio Operativo.

Documentos
El Manuscrito Regio es el más antiguo documento normativo Masónico conocido hasta ahora, data de 1380 y fue encontrado por Jones O. Halliwell, de quien toma su nombre, en 1839. Es un poema de 794 versos conteniendo ricas lecciones éticas y armonizadas enseñanzas de tolerancia y fraternidad, tendiendo un puente entre la Masonería Operativa, a la que se refiere, y la Especulativa que practicamos. Su título es Hic Incipiunt Constitutiones Artis Geometrae Secundum Euclidem. En su conclusión dice: Roguemos ahora al Dios Todopoderoso y a su madre la dulce Virgen María, que nos ayuden a observar estos artículos y estos puntos en todas sus partes, como lo hicieron otras veces los Cuatro Coronados, santos mártires, que son la gloria de la comunidad. Buenos Masones, elegidos, también ellos fueron escultores y tallistas de piedra. Eran obreros dotados de todas las virtudes. El emperador los llamó cerca de sí, y les mandó que labrasen la imagen de un falso dios y que la adorasen como si fuera el Dios supremo... Tras relatar la leyenda, dice: Su fiesta se festeja ocho días después de la de Todos los Santos…
Los Estatutos de los Canteros Alemanes, constituciones de los Steinmetzen (Gremio de Constructores germanos) jurados en la Asamblea de Ratisbona (Regesburg, Alemania) en 1459, y aprobados posteriormente por el emperador Maximiliano I, comienza con la siguiente invocación: En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y de nuestra Madre la graciosa María, y de sus santos servidores, los Cuatro Mártires Coronados de perdurable memoria.
La existencia simultánea de la Leyenda en estos dos documentos constituye una prueba determinante del origen común de la Masonería Operativa en Inglaterra y el continente.

Capítulo 7

LOS CONSTRUCTORES Y LA MASONERÍA OPERATIVA

Del amplio y variopinto espectro gremial de la baja Edad Media y del Renacimiento, resalta con luz propia, para efectos de determinar la evolución de la Masonería Operativa, el Gremio de Constructores del que desciende.
Estos Gremios de Constructores, siguiendo el desarrollo económico general de finales del Feudalismo y de comienzos del Capitalismo en Europa, al principio lo fueron a la manera del de los Comerciantes, denominados Guildas y Hansas en el norte y centro del continente, y Caritas o Fraternitas, en el sur.
Posteriormente, y con la llegada de los Gremios de Artesanos, los constructores también se independizaron del monopolio de las Guildas, creando Corporaciones de Oficios conocidas como Corporazioni dei Liberi Muratori, en Italia, y Steinmetzen, en Alemania.
En el siglo XI las construcciones europeas, especialmente las cristianas, se elevaron hacia lo alto. Son ejemplos paradigmáticos de esta efervescencia arquitectónica, sin precedente en Occidente, en España las iglesias de San Isidoro de León, la Catedral de Jaca y la de Santiago de Compostela; en Inglaterra las iglesias normandas construidas después del año 1066; en Alemania Hirsau, Spira y el grupo de Colonia; en Italia la Catedral de Pisa, San Marcos de Venecia y la Catedral de Modena; además del gran número de las comenzadas en Francia.
Henri Tort Nougues, en el Ensayo sobre una Filosofía de la Masonería (Ediciones Kompás, Barcelona) afirma que: La libertad de ejercer un oficio estaba supeditada a una reglamentación rigurosa. Se distinguían dos tipos de oficios: los oficios reglados y los oficios jurados. Los oficios reglados estaban regidos por la autoridad pública, que promulgaba una reglamentación a la que había que someterse si se quería ejercer estos oficios. Los oficios jurados constituían una especie de cuerpo autónomo; la admisión en estos oficios estaba condicionada a la prestación de un juramento. Los Francmasones pertenecían a la categoría de oficio jurado y lograban su pertenencia mediante juramento.
Este empuje renovador crea la necesidad de contar con organizaciones capaces de desplazar maestros del oficio, oficiales y aprendices, de todo tipo, que fueran a la vez eficientes al momento de movilizar cantidades de materias primas más grandes de lo acostumbrado y levantar edificios con dimensiones jamás concebidas en Europa. Los hombres que se desplazan adquieren una ventaja con la que no cuentan quienes no lo hacen: ver el mundo más allá de su parroquia natal.
No está de más anotar, que esos hombres que se internaban en la tierra para elevar desde allí sus cometidos, haciendo sonar el cincel bajo el martillo, no conocían el relato que el monje Walafrid Strabón había escrito sobre Hiram Abif (Ver anexo 1), y que hoy es tan caro a la Masonería, ni prestaban su juramentos sobre la Biblia. Para tales efectos se acostumbraba utilizar únicamente los estatutos de la Logia.
Walafrid Strabón, del que poca mención se hace en los textos Masónicos a pesar de ser el autor de la leyenda más difundida de la Orden, fue un monje benedictino nacido en el año 1808 en la ciudad de Suabia (en alemán, Schwaben) ubicada al sur de Alemania, en el estado de Baviera, y falleció en la misma población en 849, a los 41 años de edad. Su principal preocupación lo constituyó el simplificar las expresiones y posturas corporales al momento de entrar en las iglesias y al rezar.
Durante su vida Strabón ocupó el cargo de Abad de Reichenau, una hermosa isla alemana localizada en el lago Constance, que aún preserva las ruinas de un monasterio benedictino, fundado en 724, que ejercitó notable influencia religiosa, intelectual y artística. Las iglesias de Santa Maria y San Marcus, San Pedro y San Pablo, y la de San Jorge, construidas principalmente entre los siglos nueve y doce proporcionan una buena visión de la temprana arquitectura monástica medieval en Europa central. Las pinturas que todavía adornan sus paredes testimonian una actividad artística impresionante y explican por que la isla es llamada la de los monjes pintores, y el conjunto justifica plenamente el que la UNESCO la haya declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 2000.
Como recuerda el estudioso Masón Rafael Fulleda Henríquez, conforme a los documentos históricos que se posee, es en el siglo XIV cuando se empieza a llamar Francmasones a los constructores que se hallaban asociados en Gremios, y se generaliza la palabra Logia para designar el sitio en donde ellos se reunían. Y es su carácter itinerante lo que coloca a estos constructores por fuera del control municipal y le da un perfil y una expresión diferente a la de los otros Gremios. Naturalmente, estos hombres no podían ser ni esclavos ni siervos, sino libres y dueños de su destino personal. Por lo tanto, la Logia Operativa y sus Masones son desde el principio un fenómeno económico de origen urbano, sin restricción política territorial, que se desarrolla al compás que lo hace la burguesía.
El historiador Paul Johnson, en su obra Catedrales de Inglaterra, Escocia y Gales, (Weindenfeld & Nicolson, Londres, 1993, p. 134) sostiene que: Todos los artesanos medievales tenían secretos relativos a sus oficios, pero los Masones eran decididamente obsesivos con los suyos, dado que asociaban espiritualmente los orígenes de su corporación con el misterio de los números. Tenían desarrollada una idea pseudo científica en torno a los números, las proporciones y los intervalos, y memorizaban series de números para tomar decisiones y trazar sus líneas. Como en el antiguo Egipto, ellos tenían una tradición de taller muy fuerte y reglas establecidas para casi cualquier contingencia estructural, transmitían sus conocimientos oralmente y los aprendían de memoria, bajando al papel lo menos posible. Los manuales de construcción no existieron hasta el siglo XVI.
Eduardo E. Callaey, sostiene en su obra Monjes y Canteros, una Aproximación a los Orígenes de la Francmasonería (Editorial Dunken, Buenos Aires, 2001) lo siguiente: Si bien en principio no resulta fácil establecer las diferencias entre los Francmasones y los Gremios de Oficio, pronto seguirán rumbos distintos en la medida que estos últimos se constituirán como estructuras asociativas destinadas a defender el monopolio y el interés particular de grupos específicos, ligados a ámbitos geográficos determinados. En cambio, los Francmasones tomarán adicionalmente un rol diferente al asumirse como depositarios de una tradición milenaria y asignarse la tarea de imprimir, a través de la piedra, un mensaje destinado a elevar al hombre sobre sí mismo, trayéndolo a un renacimiento temprano que influirá dramáticamente en la transformación social... Existe, a priori, una diferencia fundamental: los Francmasones trabajan para las generaciones que vienen. Los que trabajan en los cimientos de las grandes catedrales saben que no verán con sus ojos entronizarse las agujas. Y aquellos que asisten al final de las obras trabajan sobre piedras que han pulido manos de hermanos de generaciones anteriores que jamás conocerán.
Todo marchaba bien, el crecimiento de la economía y el comercio en las ciudades y villas permitía que los Compañeros, una vez completada su capacitación, accedieran al nivel de Maestro, sin que estos se preocupen por la competencia. Pero las condiciones cambiaron y con ellas las preocupaciones de los Maestros establecidos.
En palabras del historiador Henri Pirenne (Historia Económica y Social de la Edad Media, Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p. 150) Entre los Maestros artesanos y los aprendices o los compañeros, el acuerdo había durado mientras estos habían podido fácilmente elevarse a la condición de Maestros. Pero el día en que habiendo dejado de aumentar la población, los Gremios se habían visto obligados a estabilizar, por así decirlo, su producción, la adquisición de la maestría se había vuelto más difícil. La tendencia a reservarla a las familias que la detentaban se había manifestado por toda clase de medidas: prolongación del aprendizaje, aumento de las tasas que se debían pagar para obtener el título de Maestro, necesidad de la Obra Maestra como garantía de la capacidad de quienes aspiraban a dicho título. En una palabra: cada gremio de artesanos se convertía poco a poco en una capilla egoísta de patronos que solo deseaban transmitir a sus hijos o a sus yernos la clientela desde entonces inmutable de sus pequeños talleres.
No es de sorprender pues, que se observe, desde mediados del siglo XIV, entre los aprendices, y sobre todo, entre los compañeros que pierden la esperanza de mejorar su condición, un descontento que se revela por constantes solicitudes de aumento de salario, y, en fin, por la reivindicación de participar al lado de los Maestros en el gobierno del Gremio.
Al respecto, Eduardo E. Callaey, en su obra ya citada Monjes y Canteros, una Aproximación a los Orígenes de la Francmasonería (Editorial Dunken, Buenos Aires, 2001) se ocupa igualmente de La Rebelión de los Compañeros: Surgen entonces algunas asociaciones específicas de Aprendices y Compañeros cuyo principal objetivo es el protegerse de la explotación ejercida por los Maestros. La más famosa de estas asociaciones es la que aparece en Francia con el nombre de Compagnonnages en la que algunos autores han encontrado cierto punto de contacto con la Francmasonería. En Alemania se le conocerán con el nombre de Gesellenverbände.
Durante el transcurso del siglo XVII, los Francmasones que se hallaban organizados en Logias, comenzaron a recibir en su seno nuevos miembros que no practicaban el oficio de la construcción pero que sí estaban relacionados con él. Lo natural es que al principio comenzaran recibiendo a carpinteros, vidrieros, herreros, transportistas, etc., hasta que finalmente, los nuevos Masones ampliaron los requisitos de admisión, cambiando en consecuencia el carácter de la Logia y el de sus miembros, a los que solo les quedaba el lenguaje instrumental, de las herramientas de diseño y de construcción del oficio original, dotadas de novedosos contenidos.
Por alguna razón, estos Masones no constructores, advirtieron que el sistema moral y ético, y el modo de transmisión del conocimiento en las viejas Logias Operativas, se podía adaptar a un nuevo método de construcción personal y social, y formaron, a sabiendas o no, lo que en adelante se conoció como Logias Especulativas, más aptas para la formación intelectual general del individuo y de la sociedad, que para el ejercicio de la arquitectura. Estas nuevas Logias Especulativas, abiertas así a los ciudadanos burgueses en general, se propagaron rápidamente por Inglaterra, Francia, Alemania y España.

Capítulo 8

LA MASONERÍA ESPECULATIVA

Algunos historiadores consideran que los primeros Masones especulativos fueron los Templarios sobrevivientes a la matanza del rey Felipe el Hermoso de Francia y el Papa católico Clemente V, ordenada en 1307 y llevada a cabo hasta 1314, en la que muere en la hoguera su Gran Maestre Jacques de Molay, con el fin de apoderarse de los bienes y posesiones de la próspera y bastante independiente Orden del Temple y resaltar la mucho más dócil Orden de Malta.
Según esta hipótesis, algunos Templarios huyeron a las Altas Tierras de Escocia para recibir protección del rey Robert Bruce, y se vincularon a la economía local, en especial al Gremio de los constructores.
Este encuentro Templario/constructores hace que los gremios de constructores escoceses adquieran características caballerescas que no existían en el continente europeo. Finalmente, Sir William Sinclair de Rosslyn, en 1737, renunció al privilegio hereditario de su familia de dirigir la Masonería Operativa en esa nación y sometió su nombre a votación para el cargo de Gran Maestro, resultando electo. De ahí en adelante la Masonería escocesa se vincularía a la corriente general de la historia.
También se cuenta con la inscripción que en su diario personal hiciera el célebre anticuario y heraldista Elías Ashmole, fundador del Museo Ashmolean en Oxford, Inglaterra, acerca del ingreso de su suegro, que no era constructor, en una Logia en Warrington, Cheshire, Inglaterra, el 16 de octubre de 1646.
Igualmente se sostiene que en el año 1517, en París, Francia, se constituyó una Logia Francmasónica de carácter netamente especulativo, bajo la dirección del genio Leonardo Da Vinci, y la protección del Rey Francisco I. La historia es la siguiente:
Muerto Leonardo en París, en 1519, su iniciativa especulativa derivaría, cuatro años más tarde, en 1523, en una Asamblea General de los Francmasones franceses en la que se acordaron unos principios y una organización básica, sobre la que vale la pena detenerse por cuanto representa una nueva orientación ideológica, liberal y progresista, en el seno de la Masonería, al atribuirle a la Orden una finalidad filosófica y científica.
El texto de esta novedosa normativa es como sigue en el siguiente capítulo:

Capítulo 9

PRINCIPIOS BÁSICOS CONSTITUTIVOS DE LA FRANCMASONERÍA UNIVERSAL APROBADOS EN LA ASAMBLEA GENERAL DE LOS FRANCMASONES QUE SE REUNIÓ EN PARIS EN EL AÑO DE 1523

DE LA LOGIA FRANCMASÓNICA Y SUS MIEMBROS

1. Siete o más Francmasones, debidamente capacitados, reunidos bajo la bóveda celeste, a cubierto de la indiscreción profana, para discutir y resolver libremente, por mayoría de votos, los asuntos que les interesen colectivamente, forman una Logia Francmasónica, similar a las de la Masonería Operativa.
2. Los trabajos en Logia se verifican durante las horas libres de ocupación de los reunidos, y de preferencia entre el medio día y la media noche, bajo la dirección de un Maestro Aprobado (Presidente) y dos Celadores, también Aprobados (Vicepresidentes). Las reuniones se efectúan ante los útiles de trabajo conocidos, colocados en el Ara del Medio en la forma acostumbrada, estando resguardada la entrada al recinto de la reunión por un Guardián seguro y resuelto, y un Experto retejador de los visitantes. Todos los que desempeñan cargos son elegidos por mayoría de votos de los Francmasones reunidos, sea para una Asamblea o para un período determinado por ellos.
3. Los Francmasones reunidos en Logia, de acuerdo con las reglas y costumbres conocidas desde tiempos muy antiguos, pueden, previa averiguación respecto a los candidatos, iniciar a los profanos en los Misterios (Secretos) de la Francmasonería y examinar a los Aprendices y Compañeros para elevarlos a los grados de capacitación superiores inmediatos, tomando de ellos la promesa de fidelidad en la forma acostumbrada, ante los útiles simbólicos del Trabajo y de Ciencia y comunicándoles los signos, los toques y las palabras secretas de reconocimiento y de socorro, universales entre los Francmasones.
4. Es costumbre antigua, firme e inviolable, no admitir como Francmasones a sus enemigos naturales que son: los clérigos de las religiones, los poseedores de títulos y privilegios de las castas de la nobleza y los hombres que tienen convicciones contrarias a los principios básicos de la Francmasonería, salvo en los casos de rebeldía de estos contra la ideología de los grupos mencionados.
5. No se admiten como Francmasones los esclavos, los menores de edad y los incapacitados física y mentalmente.
6. Unión, Solidaridad y Cooperación son los principios de la organización interna de la Francmasonería Universal.
7. La inclinación al estudio y trabajo, la vida y costumbres sanas y normales, el comportamiento decoroso, el trato fraternal entre los asociados a la Francmasonería, la preocupación constante por el progreso y bienestar del género humano y su propia perfección, son distintivos de un buen Francmasón.
8. Para poseer los derechos completos del Francmasón dentro de las agrupaciones y dentro del pueblo Masónico en general, es indispensable e imprescindible escalar los tres Grados de capacitación de Aprendiz, de Compañero y de Maestro, y conocer en esencia la Leyenda no alterada de la Masonería Antigua respecto a la Construcción del Templo de Salomón; contribuir económicamente para el sostenimiento de sus agrupaciones; asistir regularmente a los trabajos de Logia; preocuparse por los hermanos enfermos, perseguidos o caídos en desgracia y por sus familiares; ayudar a los hermanos viajeros y no abusar de la confianza de nadie.
9. Son derechos esenciales de un Francmasón:
a. Voz y voto en Logia y en la Asamblea General (Gran Logia) de los Maestros Masones;
b. Elegir y ser elegido para todos los cargos dentro de sus agrupaciones;
c. Pedir la revisión de los acuerdos tomados en Logia ante la Asamblea General de los Maestros Masones;
d. Exigir en Logia la responsabilidad de los elegidos en el desempeño de sus cargos;
e. Pedir justicia Francmasónica en casos de conflictos entre los asociados a las Logias afines;
f. Formar triángulos y estrellas para trabajar Masónicamente en los lugares donde no es posible reunirse en Logia por causas de fuerza mayor;
g. Disfrutar de socorro, ayuda y protección mutua entre los Francmasones;
h. Visitar a las Logias ideológicamente afines y ocupar los puestos correspondientes a su grado de capacitación, previa identificación de su calidad de Francmasón en forma acostumbrada y segura; y
i. Pedir el Certificado de Retiro de la Logia sin explicación de causas, estando en pleno goce de sus derechos.
10. Son deberes primordiales de los Francmasones, pugnar:
a. Por el reconocimiento del principio de la separación de la filosofía de la teología;
b. Por la libertad de pensamiento y de investigación científica;
c. Por la aplicación del método científico experimental en la filosofía;
d. Por el intercambio de los conocimientos y de las prácticas entre los hombres para el bien propio y de la humanidad;
e. Por la libertad de conciencia religiosa y la prohibición absoluta a los clérigos de las religiones de inmiscuirse en los asuntos políticos;
f. Por la abolición de los privilegios de las castas de la nobleza y del clero;
g. Por la prohibición de emplear a los esclavos en los oficios de los hombres libres;
h. Por los derechos de los pueblos de gobernarse libremente, según sus leyes y costumbres;
i. Por la abolición de los Tribunales especiales de justicia del clero y de las castas de la nobleza, y el establecimiento de los Tribunales comunes, de acuerdo con las costumbres y leyes de los pueblos.
11. Otras disposiciones Constitucionales:
a. Toda Logia Francmasónica es soberana, no puede inmiscuirse en los asuntos internos de otras Logias, ni elevar a grados de capacitación superiores a los aprendices y compañeros afiliados a otras Logias sin su consentimiento o la solicitud de ellas;
b. Un pacto entre las Logias significa la Cooperación y no la renuncia total o de parte de su soberanía;
c. Siete o más Logias Francmasónicas de un territorio determinado pueden formar una Federación (Gran Logia) y tres o más Federaciones pueden unirse en una Confederación;
d. Para conservar intactos los principios de Unión, Solidaridad y Cooperación no es recomendable la formación de dos Federaciones o Confederaciones sobre el mismo territorio;
e. La Asamblea General de los Maestros Masones es la autoridad Suprema del territorio de una Federación, dicta las leyes, nombra y controla su Gobierno Federal y elige a los representantes que forman parte de la Asamblea de la Confederación;
f. Todo Francmasón capacitado, electo para un cargo o representación, es responsable ante sus electores y puede ser destituido por ellos en cualquier momento;
g. Entre los Francmasones y sus asociaciones no pueden existir diferencias basadas en la distinción de razas, color o nacionalidad;
h. Los principios de Universalidad, Cosmopolitismo, Libertad (no esclavitud), Igualdad (ante las posibilidades) y Fraternidad (como base de relaciones entre los hombres) son las metas de la Francmasonería;
i. Como producto del pensamiento filosófico progresista, los conceptos básicos de la Francmasonería son sagrados e inviolables. Estos preceptos no pueden estar en contraposición con los progresos de las Ciencias ni con las ideas avanzadas de épocas posteriores; por lo tanto, los Francmasones no pueden tergiversarlos ni omitirlos, sin perder su calidad de progresistas y de Francmasones; Por el triunfo de la Verdad científicamente demostrable, por el progreso del Género Humano, por la Unión, la Solidaridad y Cooperación entre los Francmasones, y por la fraternidad Universal.
A esta incipiente Masonería Especulativa de perfil progresista, adogmático y liberal, pertenecerían grandes hombres de la época de la talla de Francisco Melzi, Andrea de Sarto, Juan Rozzo, Primacio y Juan Cousin entre los pintores; Benbenuto Cellini, Germán Pitou, Juan Guorejou, Pedro Betemps, Filiberto Delorme y Juan Lescot entre los arquitectos; Guillermo Pelicer, Pedro Danés y Jorge Lelve entre los escultores, Julio César Escalígero, José Justo Escalígero, Roberto Etiene, Juan Andrés de Lascaris, Guillermo Budé y Miguel Servet, entre los hombres de ciencia.
En el año 1651, cuando se consolidó la República en Gran Bretaña y Carlos II huyó a Holanda, la Francmasonería inglesa se reunió en Londres, para proclamar al triunfante Oliver Cromwell como su máximo dirigente. En esta reunión se adoptaron los Principios básicos de la Francmasonería, aprobados en París en 1523, con unos muy pocos cambios y se les dio la denominación de Carta de Constitución de la Francmasonería Inglesa, siendo en adelante reconocidos como Límites o Landmarks en sustitución de aquellos. La intención inicial era, de común acuerdo con Cromwell, promover la laicidad y la República en Inglaterra, pero la posterior restauración de la Monarquía y la llegada de los Hannnover dieron un enfoque nuevo a la Orden en el Reino Unido, heredado por la de los países anglosajones y los que están bajo su influencia.
Dicho sea de paso, la reforma inglesa de 1651 modificó el artículo 10 de los Principios básicos de la Francmasonería, añadiéndole los siguientes literales:
j. Por la implantación de la educación laica en las escuelas;
k. Por la abolición de la esclavitud humana; y
l. Por la abolición de la monarquía y el establecimiento de la república.
De todos modos, dentro del desarrollo lineal de la Masonería Especulativa, y haciendo abstracción con cierta licencia. de las iniciativas escocesas, inglesas y francesas mencionadas, se tiene como la primera incorporación probada de un no constructor a una Logia, la que corresponde al año 1600, en Edimburgo, Escocia, cuando la St. Mary Chapel Lodge N° 1, incorporó a sus reuniones a John Boswell, que era una persona relacionada con el trabajo que se hacía, de tal forma que sus opiniones podían contribuir al objeto social del mismo.
Tampoco entró en igualdad de condiciones con los otros. Se le llamó Masón Aceptado, y esto era un equivalente a lo que hoy llamamos Miembro Honorario.
Esta novedad en la admisión de los nuevos miembros, en un gremio de constructores que hasta la fecha había sido excluyente con respecto al ingreso de personas de otros oficios, en el interés de proteger sus ingresos profesionales, lo convierte en una asociación económica sectorial, más funcional para la contratación de nuevas obras de arquitectura, que la forma anterior.
Y aquí comenzó un cambio en la Masonería, inicialmente imposible de prever en sus consecuencias, pero que a la postre la salvó de la desaparición: surgió el germen de la Masonería Especulativa, que llevó a que a lo largo del siguiente siglo algunos pensadores se refugiaran en esas Logias contra los embates del orden establecido y el pensamiento único.
Basta con imaginar un poco, en beneficio de la exposición, lo que sería hoy que esa cabañita, que servía de punto de reunión al Gremio, cercana a la construcción de un nuevo edificio, sirviera de refugio para las reuniones de los intelectuales de izquierda. La policía los busca, los gobernantes los persiguen y gran parte de la sociedad no está de acuerdo con sus ideas y procederes, pero ellos, allí, por alguna razón legal, estarían a salvo de allanamientos, operativos, etc.
A diferencia de estos tiempos, en aquellos, esas cabañitas llamadas Logias brindaban inmunidad a los que buscaban en ellas estar a cubierto, en razón, precisamente, a privilegios que los constructores organizados habían acumulado durante siglos en su provechosa relación con las casas reinantes y los jerarcas católicos.
Los Masones de las nuevas Logias Especulativas seguían estructurados en dos niveles a semejanza de sus antecesores Operativos. A saber: Aprendiz y Compañeros. Ambos colectivos, bajo la autoridad de un funcionario administrativo denominado Maestro, también en analogía con el antiguo jefe de la unidad productiva que les sirvió de génesis.
Las reuniones de esta nueva categoría de Masones no se hacían frente a un libro sagrado, ni en ellas se recibían juramentos sobre la Biblia, ni se mencionaba la leyenda de Hiram, ni siquiera se usaban espadas distintivas de las atribuciones reales o simbólicas de sus funcionarios, ni nadie afirmaba que descendían de los Templarios ni mucho menos hacían alarde de gestos y ademanes caballerescos. Eso vendría más tarde.
En aquellas Logias, un miembro protegido de la acción policiva del trono y del altar, recomienda a otro, y este a otro más, y así sucesivamente, hasta que surgieron problemas con los constructores y demás artesanos, que seguramente no querían oír hablar de autonomía personal, ni del discurso del Método de Descartes, ni de Racionalismo, ni de Locke, y a los que además les intranquilizaba que se hablara mal del Rey, y de los Papas y Obispos de turno. Ellos eran gente de vida sencilla y honorable, que se ganaban la vida honradamente, gozaban de buen prestigio en la sociedad y no querían problemas con la autoridad del Rey ni con la iglesia Católica que desde hacía siglos habían sido sus principales clientes y fuente de ingresos.
Nadie los hubiera convencido y hasta se hubieran reído, si les contaban que un Masón de apellido Mckey iba a sostener dos siglos más tarde (en realidad, con mucho éxito) que desde la antigüedad existía un funcionario Masónico que se titulaba Gran Maestro, que en las Logias nunca se habían aceptado mujeres, y que los Landmarks eran 25. Se hubieran burlado del candor futuro.
La siguiente evolución adaptativa en el tiempo fue la creación de Logias integradas exclusivamente por Masones Aceptados, en las que no participaron los constructores. Ahí terminaron de nacer los Masones Especulativos y se salvó la Masonería. Ya que de haberse continuado con la cómoda supervivencia de la tradición, las escuelas y Universidades de Arquitectura, sobre todo las de Milán, les hubieran hecho perder importancia, como en efecto sucedió, al no haber la necesidad de afiliarse a una Logia para ganarse la vida o hacer fortuna construyendo edificios, fueran estos religiosos, civiles o militares.
La Gran Maestra de la Gran Logia Simbólica Española, Ascensión Tejerina (2000-2006), comenta esta evolución de la siguiente manera:
Ya en el siglo XVI la construcción de catedrales, grandes monumentos y palacios empiezan a dejar de ser la aspiración máxima de las clases dominantes, es decir, el clero y la nobleza (entre otras razones porque no podían financiarse). Al mismo tiempo, las necesidades de obras menores y obras civiles aumentaban considerablemente debido al advenimiento de la burguesía. Se construía más, pero no se necesitaban para estas obras los grandes conocimientos de los Masones tradicionales.
Consecuentemente, las Logias de los Masones operativos empezaron a languidecer debido a la falta de encargos. Es durante este largo período de casi dos siglos de decadencia de la Masonería llamada Operativa que se gesta, de manera totalmente fortuita y no premeditada, la otra Masonería llamada Especulativa, que es la que actualmente conocemos. En efecto, en estas Logias en declive de Masones operativos empiezan a admitirse personas de relieve social, intelectuales, artistas, etc. que, sin estar directamente vinculadas con el mundo de la construcción, se interesan por el valor pedagógico, moral e intelectual que estas Logias, por su especial metodología de trabajo, detentan. También encuentran acogida en estos talleres, miembros de algunas organizaciones iniciáticas que tuvieron que disolverse por verse perseguidas por la Inquisición. Un lento proceso de relevo se va operando que comporta todo un trabajo de sintetización simbólica de todos los elementos cotidianos del trabajo operativo, desde los rituales de iniciación hasta las herramientas y procedimientos de la construcción. Este fenómeno se da simultánea y paralelamente en toda Europa sin que haya, en principio, ninguna intención de homogeneizar los contenidos ni de asegurar la pervivencia de estas escuelas de fraternidad.

Capítulo 10

LA MASONERÍA MODERNA

Comencemos por el principio de la Masonería Moderna, viendo cómo algo completamente irregular surgió el fenómeno sociológico que ha sido la Masonería Moderna desde hace solo tres siglos, con sus grandes aciertos, sus pasmosos desaciertos, y sus colosales divisiones internas.
Se discute mucho entre los historiadores, la exacta participación que tuvo en el nacimiento de la Masonería Moderna la influencia doctrinaria de la tolerancia y la amplitud intelectual de que hacía gala en el siglo XVII una sociedad inglesa denominada Royal Society, que congregaba entre sus miembros a lo más selecto del intelecto inglés, entre ellos al matemático y físico Sir Isaac Newton y el caballero Andre de Ramsay que habría de ser en Francia uno de los fundadores lejanos e indirectos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
De tal tamaño es la polémica, que se encuentra sometida a revisión la propia evolución lineal de la Francmasonería Operativa a la Masonería Especulativa.
La Royal Society es una institución que todavía existe en el Reino Unido, y es uno de los mayores centros científicos del mundo. Sus miembros incluyen hoy a varios hombres y mujeres de ciencia que han ganado el Premio Nobel, tales como Paul Nurse (por sus investigaciones sobre el cáncer) y Peter Mansfield (que trabaja sobre el desarrollo de las imágenes de resonancia magnética). Igualmente, son miembros de la Royal Society el matemático y físico Stephen Hawking y Tim
BernersLee, inventor de la world wide web (Internet).
Hoy en día, la Royal Society es una asociación completamente independiente de la Masonería, y su misión es netamente científica. La Sociedad apoya económicamente a muchos de los mejores científicos del Reino Unido como parte de su misión de promover la ciencia, y actualmente financia a 1.600 de ellos cada año con sueldos, becas, viajes o donaciones de equipos. Igualmente concede 10 medallas, 5 premios y 8 pergaminos en honor a la excelencia en varios campos de la ciencia, la ingeniería y la tecnología.
La Real Sociedad cada año elige a sus nuevos miembros, provenientes del Reino Unido y sus naciones asociadas (Commowealth), escogidos de aquellos que cuenten con un sólido prestigio internacional en el mundo de la ciencia, la ingeniería y la medicina, lo cual se considera un alto honor y el espaldarazo más grande que un científico puede recibir, superado solamente por el Premio Nobel. También elige a unos pocos miembros extranjeros.
La historia de la Royal Society está íntimamente entrelazada con la historia de la ciencia en Inglaterra y Escocia desde 1660. Y por los mismos caminos con la de la Masonería de esos reinos del siglo XVII en su interés de apoyar las ciencias experimentales. Sus orígenes parecen estar en una institución conocida como Invisible College integrada por unos filósofos Masones que se empezaron a reunir hacia mediados de los 1640s para discutir las ideas de Francis Bacon.
Pero su fecha oficial de fundación corresponde al 28 de noviembre de 1660, cuando 12 hombres todos ellos miembros de la Masonería, se reunieron en el Gresham College, después de una conferencia de Christopher Wren, profesor de astronomía en esa institución educativa, con el fin de fundar un Colegio para promover la enseñanza experimental de la física y la matemática.
Este grupo incluyó al mismo Wren, Roberto Boyle, Juan Wilkins, Sir Robert Moray, y William, Vizconde de Brouncker. La Sociedad acordó reunirse semanalmente para presentar los avances de los experimentos adelantados y discutir asuntos científicos. El primer Curador de Experimentos fue Robert Hooke y Moray fue el encargado de presentar al Rey Carlos II esta empresa y obtener su aprobación y patronazgo. Este monarca de acuerdo a la tradición de los Estuardo durante el siglo XVII se había hecho iniciar en la Masonería.
El nombre de la Royal Society apareció por primera vez en una publicación de 1661, pero fue en una Carta Real de 1663 en que aparece nominada como The Royal Society for Improving Natural Knowledge (Real Sociedad para la Promoción del Conocimiento Natural), y su primera sede estuvo localizada en el mencionado Gresham College, en Londres, en donde inició rápidamente una biblioteca y un depósito o museo de especimenes de interés científico.
La Royal Society es desde un principio una asociación dirigida a agrupar intelectuales y hombres de ciencia sin importar su pensamiento religioso, político, filosófico o su raza y su carácter liberal queda definido por las palabras de Thomas Sprat, uno de sus fundadores y su primer historiador, en su obra The History of the Royal Society of London, aparecida en 1667, en favor de una unión entre manuales e intelectuales, en la cual sostenía:
... Tenemos así una visión excepcional de la nación inglesa, al saber que hombres de pensamientos y de modos de vida antagónicos olvidan sus odios y se reúnen para el progreso de la ciencia. Pues, el soldado, el comerciante, el marchante, el erudito, el gentilhombre, el cortesano, el presbiteriano, el papista, el librepensador y los adeptos de la religión oficial han abandonado su hacer específico y trabajan con serenidad en práctica y en espíritu...
Después del gran incendio de Londres de 1666, la Sociedad se mudó durante algunos años a Arundel House, hogar en Londres de los Duques de Norfolk. Y no fue, sino hasta 1710, bajo la Presidencia de Sir Isaac Newton, que la Sociedad adquirió sede propia, en Crone Court. A partir de 1662 comenzó a publicar libros, en forma tan exitosa que la Philosophical Transaction (Memorias Filosóficas) que edita es actualmente la publicación científica de mayor antigüedad continua del mundo.
Al igual que en la Masonería, desde un principio, los miembros de la Sociedad escogen por cooptación a sus nuevos compañeros, pero al comienzo los criterios para esta elección no estaban muy definidos y la mayoría de ellos no eran científicos profesionales.
En 1731 una nueva reglamentación estableció que cada candidato debía ser propuesto por escrito y apadrinado por dos miembros activos que lo apoyaran. Estos documentos todavía sobreviven y permiten dar una ojeada a las razones por las que se hacía la elección y los criterios de selección.
En 1780, bajo la Presidencia de Sir Joseph Banks (1778-1820), quien la ejerció hasta su muerte, la Sociedad varió su orientación hacia una combinación que favorecía tanto los trabajos profesionales científicos como los de los aficionados. Esta visión decreció en popularidad durante la primera mitad del siglo XIX, hasta que finalmente en 1847 se decidió que en adelante los nuevos miembros serían elegidos con base en sus trabajos científicos.
Este viraje hacia lo profesional contribuyó significativamente para que la Sociedad, poco a poco, se convirtiera enteramente en una academia de científicos. El gobierno reconoció esto en 1850 otorgando una donación a la Sociedad de 1.000 Libras Esterlinas para asistirlos en sus investigaciones y comprar equipos. De ahí en adelante comenzó una relación muy cercana con el gobierno que no implicó, en ningún momento, que la Sociedad disminuyera su autonomía esencial.
En 1857 la Sociedad se mudó una vez más a Burlington House en Piccadilly, y durante la siguiente centuria su personal creció rápidamente obligándola a cambiarse de lugar. Por lo tanto, en 1967 se trasladó a su actual sede en Carlton House Terrace, también en Londres, con un personal que ahora ha crecido a 120 miembros, todos trabajando por el futuro de la Royal Society en su rol de academia científica independiente. Su actual Presidente desde el año 2000 es Lord (Robert) May of Oxford.
Volviendo a los siglos XVII y XVIII, tenemos que el Dr. John Campbell (1708-1775), en su artículo sobre el anticuario y miembro de la Royal Society Elías Ashmole, que apareció en 1747 en la Biographica Britannica, sostiene que numerosos manuscritos reunidos por este, con la intención de escribir una historia de la Masonería entre los siglos XIV y XVII, desaparecieron el 26 de enero de 1679 cuando un incendio destruyó el Middle Temple de la Royal Society donde tenía su gabinete:
En lo que concierne a la historia antigua de los Francmasones, respecto de la cual estamos deseosos de saber lo que se conoce con certeza, puedo deciros solamente que, si nuestro digno hermano E. Ashmole hubiese llevado a bien su proyecto, nuestra fraternidad se habría hallado con respecto a él tan deudora como los miembros de la muy noble Orden de la Jarretera..
En 1714, paralelo con la llegada de los Hannover al trono británico a unos siete señores que no eran Masones, reunidos con otros que sí lo eran, pero al parecer todos socios de la Royal Society, se les ocurrió un día en Londres, en la taberna Goose and Gridiron Ale House, en St Paul´s Churchyard, constituirse por sí y ante sí como Logia Masónica con el nombre de la taberna en donde se reunían.
Es difícil precisar cuál era la intención inicial de la iniciativa. ¿Habían descubierto algo atractivo en el método de enseñanza que se daba en el interior de las Logias a partir de las herramientas de la albañilería? No. ¿Les parecía que los debates deberían tener dos niveles, dependiendo del nivel intelectual de los socios? No. ¿Era una simple travesura intelectual, surgida al calor de unas buenas copas? Tampoco. ¿Entonces?
El punto esencial a tener en cuenta, es que unos Masones impulsaron y crearon en 1660 la Royal Society, y que a su vez, cuando ocupaba la Presidencia de esta Sociedad Sir Isaac Newton (1703-1727), algunos de sus miembros Masones y no Masones se inventaron la Gran Logia de Londres, en el marco de la disputa surgida por la llegada al trono de Inglaterra, en 1714, de Jorge I, perteneciente a la dinastía extranjera alemana de los Hannover, la cual debió enfrentar desde el principio la oposición aguerrida de escoceses, no pocos ingleses e irlandeses, los Masones y los católicos, que querían ver gobernando a Jacobo, último vástago de la dinastía Estuardo, conocido como el Viejo Pretendiente.
El hecho político real consistía en que en palabras del ilustrado Masón socorrano Gabriel Dávila Mejía: El problema que enfrentaron los Hannover con la Masonería es que el gremio se desarrolló como una organización Jacobita (relativa a Jacobo Estuardo), entonces observaron las tradiciones Masónicas como una amenaza para la estabilidad de su linaje..
Por efecto dominó, en esta disputa se encontraban en peligro los miembros de la Royal Society en virtud de la doble militancia que poseía la mayoría.
Es en este contexto, en que la decisión política de los Masones ingleses y los miembros de la Royal Society consistió en crear distancia con respecto a sus Hermanos que apoyaban la Casa Estuardo -circunstancia, que frecuentemente se pagaba con la vida- fundando una Gran Logia en Londres el 24 de junio de 1717 partidaria del Rey Hannover, enfrentada a la Masonería tradicional que ya contaba con ramas en Francia, Holanda, Irlanda, Escocia y las colonias británicas de Norteamérica, y por reflejo colocar a buen recaudo a la Royal Society de la animadversión real.
Los historiadores se refieren a estas dos líneas evolutivas de la Orden como Masonería Hannoveriana y Masonería Jacobita. La primera se tornaría en la Masonería en Gran Bretaña, al tiempo que se eliminaría a la segunda. A su vez, la Jacobita, ya sin este mote a lo largo de los setecientos se extendería primeramente a Francia, Holanda y España, y desde allí, contagiado su ideario con el liberalismo francés, se difundiría por todo el mundo hasta llegar a Latinoamérica a principios del siglo XIX a lomo de caballo de los movimientos independentistas. Pero esta conversión de jacobitas en jacobinos, es otra historia.
De todos modos, hay que reconocer que la decisión novedosa de Londres posibilitó el nacimiento de una Masonería que en esa ciudad reuniera a antiguos enemigos políticos y académicos con el fin de estudiar y cultivar las ciencias experimentales y la filosofía, bajo la premisa de prohibir en su seno las discusiones sobre asuntos de Estado y teología.
Por otra parte, y dicho sea a manera de ilustración, desde 1371, catorce Estuardo dirigieron Escocia consecutivamente, y los últimos seis también reinaron simultáneamente en Inglaterra, hasta cuando la corona pasó a la Casa Hannover. El hecho de que los Estuardo fueran protectores de la Masonería en Escocia y que se hubieran iniciado en ella sus últimos reyes, desde que Jacobo I lo hizo en 1601, generó que la Orden fuera incondicional con ese linaje cuando perdió el reino en 1714.
Por esta vía, desde 1714 en el lenguaje Masónico, los términos Escocés y Antiguo resaltan el pasado escocés de la Masonería en contraste con el relato oficial inglés que sostiene que la Masonería moderna nace en Londres en 1717 de la conjunción de cuatro Logias. Versión que ha contado con mucha difusión ya que como recuerda Robert Lomas en su libro El Colegio Invisible, El papel de la Masonería en el Nacimiento de la Ciencia Moderna (Impresiones Gráficas de Arte Mexicano, S. A. de C. V., México D. F. 2003): la historia la escriben los vencedores.
Y este no es un detalle de poca monta, puesto que la procedencia espúrea es la base del señalamiento de la irregularidad de origen, que se le anota a la Gran Logia de Londres. Una de las dos Obediencias que en 1813 fundaron la Gran Logia Unida de Inglaterra (United Grand Lodge of England UGLE), que hoy pretenden dispersar regularidad por la vía de su reconocimiento unilateral a otras grandes Logias del mundo.
Esta anécdota, que en otro contexto podría ser un mal chiste, fue en realidad el evento que dio el puntapié inicial a la Masonería Moderna, y del cual se quiere hacer emanar la Regularidad.
Los innovadores iniciales convocaron a otros cinco grupos de legos en Masonería que se definían a sí mismos como hombres libres y de buenas costumbres, para estudiar la posibilidad de crear una asociación que combinara la estructura organizacional y el lenguaje arquitectónico de las Grandes Logias Masónicas que ya existían en Escocia, Irlanda, y en la misma Inglaterra, en la ciudad de York, con la característica adicional de ser un punto de encuentro neutral de personas de diferentes ideologías, a semejanza de lo que entonces practicaba la Royal Society en esa ciudad.
Dos grupos no estuvieron de acuerdo y se apartaron desde el principio de la iniciativa, y los otros cuatro se declararon a sí mismos como Logias Masónicas y fundaron la Gran Logia de Londres en 1717. Esas cuatro Logias fundadoras salidas de la nada se denominaron: La Oca y la Parrilla, La Corona, El Manzano, y El Cubilete y las Uvas, tomando como nombre el de las tabernas en donde se reunían a comer y beber.
En principio la Gran Logia de Londres no tenía un objetivo trascendental. Sus fundadores no aspiraban más allá que elegir un Gran Maestro que sirviera de líder y reunirse dos veces al año en los días de los solsticios de verano y de invierno. Pero lo primero era alejarse de los Jacobitas.
Los primeros Grandes Maestros de la Gran Logia de Londres fueron:
a) Anthony Sayer, elegido en 1717, por un año, en el cual logró jurisdiccionar dos Logias nuevas.
b) George Payne, elegido por un año en 1718 y 1720, era un anticuario que reunió una importante colección de documentos antiguos de las Logias Operativas, y profirió con base en ellos 39 Ordenanzas Generales. En 1721 encomendó a James Anderson, Pastor presbiteriano y miembro de la Royal Society que a la sazón oficiaba de guía religiosa de uno de los grupos fundadores, la revisión de estas Ordenanzas con el fin de dotar a la Gran Logia de un cuerpo normativo que regulara sus trabajos. Cometido que se cumplió en tres meses y su resultado sometido a una Comisión de estudio, para que fuera finalmente aprobado y publicado en 1723 bajo el título de La Constitución de los Francmasones durante la Gran Maestría de Felipe, Duque de Wharton.
c) Theofilo Desaguliers, elegido en 1719, participó activamente en el estudió de las 39 Ordenanzas Generales. Era yerno de James Anderson, miembro de la Royal Society, científico destacado y Pastor anglicano.
d) Juan, Duque de Montagú, elegido en 1721 y reelegido en 1722, de su labor se destaca la intención de convertir a la nueva Gran Logia en un cuerpo regulador, atrayendo de paso a Logias ubicadas fuera de Londres.
e) Felipe Wharton, elegido en 1722. Al momento de su ascenso a la Gran Maestría contaba con 23 años de edad, gozaba de un pésimo prestigio social, y la monarquía británica protestante le acababa de otorgar el título de Duque por su exitosa campaña de exterminio de católicos en Irlanda. Le correspondió en suerte la aprobación definitiva y la publicación de La Constitución de los Francmasones, conocida desde entonces como Las Constituciones de Anderson.
Felipe de Wharton murió en la indigencia en el Convento de Bernardine, en Cataluña, España, el 31 de mayo de 1731, luego de haber ayudado a difundir la Masonería Hannoveriana en Francia y España, país en donde también fue su primer Gran Maestro. Aún reposan sus restos allí, aunque hoy del lado exterior de los muros del Convento por cuanto el general Francisco Franco en su obsesión antimasónica los hizo desenterrar de la tierra santa.
De esta historia resultó que los artículos 1° y 2° de las célebres Constituciones de Anderson, de 1723, que definen a la Masonería Moderna, son una copia idéntica a sus pares de la Constitución de la Royal Society. Posteriormente estas Constituciones de Anderson fueron reformadas en 1738. Veamos el capítulo siguiente:

Capítulo 11

LA CONSTITUCIÓN DE ANDERSON

El 17 de enero de 1723 en la capital del Reino de la Gran Bretaña, la Gran Logia de Londres aprobó un Reglamento interno, conocido como Las Constituciones de Anderson, por el cual guiar sus trabajos, ordenar las relaciones entre los Masones, y proponer una historia de la Masonería, a la que remontaba literalmente hasta Adán y Eva en el Paraíso Terrenal.
Las Constituciones de Anderson contaban con 92 páginas que fueron publicadas por la imprenta de William Hunter, por encargo de John Senex y John Hooke; estaban divididas en cuatro partes, así:
a) Primera Parte: Contiene una serie de preceptos o Deberes de un Francmasón y cuenta una historia del arte de la Masonería desde la Creación, basada en el relato bíblico y en la cronología del Obispo irlandés James Usher, quien concluyó en 1650, en su libro Anales del Mundo que de acuerdo con el inicio del año judío, la creación del mundo ocurrió a las tres de la tarde del lunes 23 de octubre del año 4000 antes de Cristo.
En 1701 se insertó esta cronología en la versión autorizada inglesa de la Biblia. No queriendo contrariar sus deberes de pastores anglicanos y presbiterianos ni la versión bíblica oficial inglesa, los ministros religiosos que redactaron las Constituciones de Anderson fueron fieles a ella y elaboraron en consecuencia una historia del arte de la construcción acorde.
De aquí nace la costumbre de fechar los textos Masónicos añadiendo 4.000 al número de años del calendario gregoriano; y aún hoy, muchos textos de la Orden se están fechando con base en la cronología de Usher. Por ejemplo, el año 2006 de la era común correspondería al 6006 Masónico, o Año de la Verdadera Luz como suele denominarse.
En esta primera parte, Anderson redactó una historia del arte de la construcción que empieza con la identificación de Adán como el primer Masón que existió, sigue con Caín, y continúa su genealogía, pasando por Noé y Abraham, Asiria, los israelitas invadiendo Canaán, las Pirámides de Egipto, Moisés, Salomón, su Templo, Hiram, Grecia, Pitágoras, los romanos, los bárbaros y por último su natal Britania.
b) Segunda Parte: contiene los llamados Old Charges (Antiguos Deberes) o Leyes Fundamentales. El nombre original completo de este acápite es el de Las Antiguas Leyes Fundamentales o Reglas para los Francmasones, Sacadas de los Antiguos Documentos de las Logias de Ultramar, de Inglaterra, de Escocia y de Irlanda, para uso de las Logias de Londres, las que Deben Leerse Siempre en la Ceremonia de Recepción de un Nuevo Hermano y siempre que el Maestro lo Crea Oportuno.
c) Tercera Parte: Reúne las 39 Antiguas Ordenanzas Generales, compiladas por George Payne.
d) Cuarta Parte: Contiene las aprobaciones respectivas y cuatro cantos Masónicos.
Esta codificación, se tiene universalmente como el punto de partida formal del Derecho Masónico moderno.
Un punto importante a destacar, lo constituyen las discusiones que se han presentado con frecuencia acerca de los alcances que se le deben dar a las expresiones estúpido ateo y libertino irreligioso contenida en la redacción del artículo primero de las Constituciones de 1723, y en sus modificaciones de 1738 y 1813.
Una posición al respecto niega el acceso a la Orden a los ateos y a quienes no son fieles practicantes de una religión, y otra sostiene que los que no deben ingresar a la Masonería son los estúpidos y los libertinos, independientemente de si son creyentes, ateos, agnósticos, religiosos o irreligiosos. Y aquí sí caben todos, siempre que sean buenos y leales, es decir, hombres de honor y de probidad, cualquiera que sea la diferencia de sus nombres o de sus convicciones.
Desde el principio se vio cómo la principal causa de inquietud la ofrecía la redacción de este artículo primero de las Constituciones de Anderson, lo cual condujo a Londres en el año 1738 a reformarlo buscando un texto más apropiado a lo que se entendía como obligaciones de los Masones.
Un punto neural en el desarrollo de la legislación de la Masonería especulativa lo constituye el hecho histórico de 1738, la Masonería de Londres se había extendido por Escocia e Irlanda y atravesado el Canal de la Mancha hacia Europa continental, encontrándose implantada en varias naciones y organizada a partir de la normativa inicial. Por lo tanto la reforma de 1738 solo tuvo aplicación en Inglaterra y en las Obediencias que de ahí en adelante se le derivaron o la adoptaron.
Al fin y al cabo, la nueva norma de conducta se redactó bajo el título de Deberes de un Francmasón: Extractado de los Antiguos Registros de las Logias de Ultramar y Aquellas de Inglaterra, Escocia e Irlanda, para el Uso de las Logias de Londres.
Posteriormente, en 1813, en el marco de la fusión de las dos Grandes Logias inglesas que dio origen a la Unida de Inglaterra, se revisó de nuevo el pasaje de la modificación de 1738 y se redactó uno nuevo. El resto de las Constituciones de Anderson pasaron impunemente los exámenes ingleses de 1738 y 1813.
Cabe aclarar que constituye un error darles carácter universal e inmutable a las disposiciones enunciadas o, lo que es peor, otorgarles una antigüedad de tiempos remotos que están lejos de poseer.
Transcribimos los preceptos contenidos en la primera parte de las Constituciones de Anderson:

I. LO QUE SE REFIERE A DIOS Y A LA RELIGIÓN

El Masón está obligado, por vocación, a practicar la moral y si comprende sus deberes, nunca se convertirá en un estúpido ateo, ni en un hombre inmoral. Aún cuando en los tiempos antiguos los Masones estaban obligados a practicar la religión que se observaba en los países donde habitaban, hoy se ha creído más oportuno, no imponerle otra religión que aquella en que todos los hombres están de acuerdo, y dejarles completa libertad respecto a sus opiniones personales. Esta religión consiste en ser hombres buenos y leales, es decir, hombres de honor y de probidad, cualquiera que sea la diferencia de sus nombres o de sus convicciones.
De este modo la Masonería se convertirá en un centro de unión y en el medio de establecer relaciones amistosas entre gentes que, fuera de ella, hubieran permanecido separados entre sí.

MODIFICACIÓN DE 1738: Un Masón está obligado por su título, a obedecer a la ley moral en tanto que verdadero noaquita y si comprende bien la profesión, él no será nunca un ateo estúpido, ni un libertino irreligioso ni actuará en contra de su conciencia.
En los tiempos antiguos, los Masones cristianos eran llamados a actuar de acuerdo con las costumbres cristianas de cada país donde ellos viajaban. Pero la Masonería existente en todas las naciones, aun de religiones diversas, lleva a que los Masones adhieran a la religión según la cual todos los hombres están de acuerdo (dejando a cada Hermano sus propias opiniones), es decir, ser hombres de bien y leales, hombres de honor y de probidad, cualquiera sean los nombres, religiones o confesiones que ayuden a distinguirlos; pues todos se articulan sobre los tres artículos de Noé suficientes para preservar el fundamento de la Logia. De este modo la Masonería es el centro de la unión y el feliz medio de unir a las personas, quienes, de otro modo, habrían permanecido perpetuamente desconocidas entre sí.

MODIFICACIÓN DE 1813: En lo que respecta a Dios y la Religión, un Masón está obligado, por su título, a obedecer la ley moral y si comprende bien el Arte, él no será jamás un ateo estúpido ni un libertino irreligioso. De todos los hombres, él debe comprender mejor que Dios ve de otra manera que el hombre, pues el hombre ve la apariencia externa, en tanto que Dios ve el corazón. Un Masón está, en consecuencia, restringido a no actuar nunca en contra de los mandatos de su conciencia. Cualquiera sea la religión del hombre o su manera de adorar, no está excluido del Orden, considerando que él cree en el glorioso arquitecto del cielo y de la tierra y que practica los deberes sagrados de la moral. Los Masones se unen a los hombres virtuosos de todas las creencias en el lazo sólido y agradable del amor fraternal, que les enseña ver los errores de la humanidad con compasión y a esforzarse por la pureza de su propia conducta y demostrar la alta superioridad de la fe particular que ellos profesen.

II. DE LA AUTORIDAD CIVIL, SUPERIOR E INFERIOR
El Masón, debe ser una persona tranquila, sometida a las leyes del país donde esté establecido y no debe tomar parte ni dejarse arrastrar en los motines o conspiraciones fraguadas contra la paz y contra la prosperidad del pueblo, ni mostrarse rebelde a la autoridad inferior, porque la guerra, la efusión de la sangre y los trastornos, han sido siempre funestos para la Masonería. Así es que en la antigüedad, los reyes y los príncipes se mostraron muy bien dispuestos para con la sociedad, por la sumisión y la fidelidad de que los Masones dieron constantemente pruebas en el cumplimiento de sus deberes de ciudadano y en su firmeza para oponer su conducta digna a las calumnias y acusaciones de sus adversarios; esos mismos reyes y príncipes no se desdeñaron de proteger a los miembros de la corporación y de defender el honor de la misma que siempre prosperó en los tiempos de paz. Siguiendo esas doctrinas, si algún Hermano se convertía en perturbador del orden público, ninguno debía ayudarle en la realización de sus propósitos y por el contrario, debía ser comparecido como un ser desgraciado. Pero por este solo hecho y aún cuando la cofradía condenase su rebelión para evitarse el dar al gobierno motivo alguno de sospecha o de descontento, siempre que el rebelde no pudiese ser censurado de otro crimen, no podía ser excluido de la Logia, permaneciendo inviolables sus relaciones con esta Logia y los derechos de que como Masón gozaba.

III. DE LAS LOGIAS
La Logia es el lugar donde los Masones se reúnen para trabajar, y por extensión se da este nombre a toda asamblea de Masones constituida; todos los Hermanos deben formar parte de una Logia y someterse a sus reglamentos particulares y a las ordenanzas generales.
Las Logias son particulares o generales y el mejor medio de distinguirlas en estos dos distintos caracteres es visitarles y estudiar los actuales reglamentos de las Logias Generales o Grandes Logias.
Antiguamente los Maestros y los miembros de estas Logias, no podían ausentarse, ni dejar de asistir a sus sesiones cuando eran invitados, sin incurrir en un castigo severo, a menos que hicieren conocer a los Maestros y a los Inspectores, las causas que les habían impedido cumplir con este deber.
Las personas que querían ser admitidas en calidad de miembros de las Logias, debían ser personas buenas y leales, libres de nacimiento, de edad madura y razonable y de buena reputación; estaba prohibido admitir en la Masonería, esclavos, mujeres y hombres inmorales, cuya conducta fuera motivo de escándalo.
IV. DE LOS MAESTROS, INSPECTORES, COMPAÑEROS Y APRENDICES
Entre los Masones, las preferencias no pueden fundarse exclusivamente en el verdadero mérito personal, se debe cuidar con especial atención de que los propietarios que disponen las construcciones, serán servidos a su completa satisfacción; debe procurarse que los Hermanos no tengan porqué avergonzarse de sus obras, y que la Real Asociación no pierda la consideración de que goza. Por esta razón, los Maestros e Inspectores deben ser elegidos teniendo en cuenta más que su edad, sus méritos personales. Es imposible tratar todas estas cosas por escrito. Cada Hermano debe estar en su lugar y aprender estos principios según el método adoptado en cada cofradía; debe, sin embargo, tenerse en cuenta por los aspirantes que ningún Maestro puede aceptar un Aprendiz, si este no le presenta suficientes obras, si no es un joven perfecto, sin deformidad física alguna y sin defecto que le haga incapaz de instruirse en su arte, de servir a su Maestro y de llegar a ser a su vez un Hermano y Maestro, cuando haya transcurrido el tiempo de su Aprendizaje.
Debe ser también, hijo de padres honrados, para que si posee otras cualidades, pueda llegar a obtener el puesto de Inspector, o de Maestro de una Logia, de Gran Inspector y de Gran Maestro de todas las Logias, según su mérito y virtudes.
Los Inspectores han de ser miembros de la corporación y los Maestros han debido desempeñar antes el cargo de Inspector.
Los Grandes Inspectores han de haber sido Maestro de Logia, y en fin, para ocupar el puesto de Gran Maestro ha de poseerse el carácter perfecto de Masón.
El Gran Maestro debe ser noble de nacimiento, o bien ocupar una posición excepcional, de una educación perfecta, o bien un sabio distinguido, un arquitecto hábil, un hábil hijo de padres honrados, y además, las Logias deben reconocer en él un mérito real, y para que pueda llenar los deberes de su cargo de un modo más perfecto, se le autoriza para designar y nombrar un diputado que debe ser o haber sido Maestro de una Logia Particular; el Diputado Gran Maestro, tiene el deber de realizar todos los actos que son de la competencia del Gran Maestro, su superior, en las ausencias de este o por su delegado. Todos los Hermanos están obligados a prestar obediencia a todas estas ordenanzas y a todos los gobernantes superiores y subalternos de la Antigua Logia, en sus diversos empleos, con arreglo a las antiguas leyes y reglamentos, y ejecutar las órdenes con respeto, afecto y actividad.

Capítulo 12

LA MASONERÍA EN ESCOCIA 1717

Es un hecho generalmente aceptado por los historiadores el que las Grandes Logias Especulativas actuales deben su estructura al sistema de Logias aprobado el 28 de diciembre de 1598 en Edimburgo, Escocia, en una reunión de Maestros Masones Operativos convocada y presidida por William Schaw, Maestre de Obra y representante de la Corona en todas las construcciones oficiales durante el reinado de Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra.
Este nuevo esquema de funcionamiento de las Logias fue recogido en un documento conocido desde entonces como Estatutos de Schaw. En estos Estatutos se dispone por primera vez en la historia una alianza de Logias, se crea un parlamento superior a ellas, se instituye un funcionario ejecutivo general de superior nivel jerárquico, que al principio se llamó Vigilante General, y se ordena que cada Logia lleve un registro escrito de sus actividades.
Posteriormente, la Gran Logia de Inglaterra, fundada en la ciudad de York en 1705, heredera de las viejas Logias Operativas, recoge la forma organizativa de los Estatutos de Schaw, pero denomina Gran Logia a la federación de Logias y Gran Maestro a su máximo dirigente. Aún hoy en día una Gran Logia o un Gran Oriente no es más que una Federación de Logias. Y por lógica, las asociaciones de estas se denominan Confederaciones.
Doce años después, en 1717, al crearse la Gran Logia de Londres se duplica el esquema estructural de la ciudad de York, con la diferencia de que acerca de ella no se han encontrado evidencias que permitan sostener la presencia, en alguna de sus cuatro Logias fundadoras, de un solo Masón Operativo. Es decir, de un hombre que se hubiera ganado el pan diario en el negocio de la construcción.
Para entonces, la situación en Escocia era diferente. En 1717 había en existencia por lo menos veinte Logias a lo largo de su territorio. Funcionaban Logias en Edimburgo, Kilwinning, Inverness, Dundee, Stirling, Perth, Aberdeen, Glasgow, y otras ciudades más pequeñas del país. Sin embargo, no debe entenderse que estas Logias escocesas eran la contraparte de aquellas cuatro Logias especulativas de Londres, puesto que la mayoría todavía estaban integradas en su totalidad por miembros operativos, es decir, por hombres que se ganaban la vida en la explotación de la edificación.
Para 1717, el uso de la piedra como material de construcción en Inglaterra había sido reemplazado en gran parte por el ladrillo, por lo menos en lo que concierne a edificios destinados a servir de residencias familiares, lo cual dio lugar a la declinación del negocio de los Masones.
Pero este no era el caso de Escocia, en donde la piedra continuó siendo utilizada como el principal material de construcción, y en consecuencia el mercado de la Masonería siguió siendo activo y brindando empleo al país. Como resultado, las Logias continuaron prosperando.
Esto explica, en gran medida, el porqué las Logias operativas escocesas seguían siendo activas después de que sus pares inglesas habían comenzado a declinar.
No obstante lo anterior, algunas de esas Logias escocesas contaban con un reducido número de miembros no operarios, es decir, de personas que no tenían ninguna conexión con el negocio de la edificación, y que habían ingresado a la Logia por curiosidad, como miembros honorarios, o quizás como patrón.
Prueba de ello, es que hasta 1717 la Logia de Edimburgo (St. Mary Chapel), había admitido a ochenta y ocho no operarios en su membresía desde 1634, y la Logia de Aberdeen había aceptado a unos doce universitarios antes de 1670. Pero hay que aclarar, que en ninguna de estas Logias los no operarios tomaron el control antes de 1717.
Un caso aislado, lo constituye una Logia que funcionó en Haughfoot, desde 1702 hasta 1764, en donde se encontró que ninguno de sus miembros era operario. Uno puede suponer que una Logia de tal condición, tenga sede en una ciudad importante, pero el hecho real es que Haughfoot era para entonces una aldea pequeña y lejana en la frontera entre Escocia e Inglaterra. El que una población chica, alejada del centro de poder económico y político, contara con una Logia especulativa en pleno funcionamiento es uno de los misterios de los Masonería escocesa aún no esclarecido suficientemente por los historiadores.
Una explicación podría ser, la de que abandonado el objeto social inicial por haber desaparecido los contratos de construcción, la Logia mantuvo ya sea por inercia o por apego a un pasado que evocaba con orgullo la costumbre de reunirse periódicamente, evolucionando con el paso del tiempo hacia una especie de tertulia que se ocupaba de asuntos diferentes que le llamaban su atención.
En todo caso, el negocio de la construcción en Escocia estaba bajo mayor control central que en Inglaterra. Los estatutos de Schaw de 1598 y 1599 mencionan tres Logias en Edimburgo, Kilwinning y Stirling, que estaban bajo el poder central y la supervisión del Rey de Escocia, al igual que las obras en esas tres regiones del país. De otras fuentes, parece probable asumir que sobre la Logias en St. Andrews, y Dundee y, posiblemente, Aberdeen, en el noreste del país, se ejercía un control similar.
La admisión de no operarios en las Logias escocesas es algo que todavía se está investigando. Al inicio, se dio probablemente como un gesto de agradecimiento dirigido a una persona que había ofrecido una buena cantidad de trabajo a la Logia y, por lógica, de utilidades pecuniarias. Más adelante pudo haber sido por curiosidad o posiblemente por un deseo nostálgico de pertenecer a una organización que estaba en cierto peligro.
Es posible que un motivo distinto atrajera a los primeros no operarios a las Logias Masónicas, pero lo cierto es que los investigadores siguen escudriñando las razones por las que comenzaron a girar las Logias, lenta pero seguramente, de un arte operativo hacia una sociedad especulativa.
Hacia 1717, el proceso de conversión de las Logias operativas en Logias especulativas en Inglaterra había avanzado lo suficiente como para permitir la fundación de una Gran Logia especulativa, que era una organización absolutamente desconocida hasta entonces. En Escocia el proceso no había avanzado igual, y no fue sino hasta 1736 en que los no operarios se encontraban lo bastante fuertes como para fundar una Gran Logia de Escocia a semejanza de la especulativa de Londres.
Estas circunstancias, unidas a la llegada de los Hannover al trono de Gran Bretaña, en 1714, que veían a la Masonería como una aliada tradicional de sus rivales, se confabularían para la aparición de la novedad especulativa inglesa que formalizaba la distancia con los Masones escoceses.
En 1717, las Logias operativas escocesas estaban principalmente integradas por constructores en piedra, y contaban con una minoría de no operarios. Si nos atemos a las evidencias registradas en las actas de las Logias, necesariamente debemos concluir que solamente se trabajaba en dos Grados (Aprendiz y Compañero).
Para estos años, a la Masonería escocesa le había surgido una rama especulativa que se había trasladado a Francia y Holanda y que giraba alrededor de la aspiración de Jacobo Estuardo de recuperar el poder en el Reino Unido. Este nuevo retoño continental del árbol escocés era esencialmente especulativo y tendría unos desarrollos inesperados en los próximos siglos.
Por su parte, las Logias escocesas en 1717 ejercían un control considerable sobre los contratos en el negocio de la construcción, en algunos aspectos equivalente a una unión gremial moderna. Cobraban las deudas, se ocupaban de las viudas y los huérfanos de sus miembros, y ejercían control sobre el tipo de edificios erigidos dentro de los límites de la ciudad. Aparte de la Logia en Haughfoot, las Logias escocesas de 1717 no permitieron que sus miembros no operarios tuvieran voz en el funcionamiento de la Logia. No fue, por ejemplo, sino hasta 1728 que la Logia de Edimburgo eligió un no operario para ocupar un cargo en ella.
Otra diferencia con lo que ocurría en Inglaterra, es que las Logias escocesas en 1717 no se reunían en tabernas sino en oficinas y edificios especiales. Algunos de ellos aún sobreviven, aunque muy pocos siguen sirviendo de punto de reunión a una Logia.
Uno de estos edificios, conocido como St. John Chapel, consagrado en la primera mitad del siglo XVIII, es el más antiguo en funcionamiento del mundo. Hoy pertenece a la Logia Canongate Kilwinning No. 2 y es un lugar que ha estado sin cambiar por más de doscientos cincuenta años. Muchos de los otros viejos edificios de las Logias escocesas del siglo XVII se han derrumbado en nombre del progreso. Para citar un solo caso, tenemos que el salón en el que se reunía la Logia de Edimburgo (St. Mary Chapel) fue demolido en 1787, después de haber sido construido en 1504.
Las Logias escocesas no parecen haber tenido documentos equivalentes a los famosos Antiguos Deberes (Old Charges), que tuvieron tan alta estima en Inglaterra. Por otra parte, las copias de los Estatutos de Schaw y de las Cartas de St. Clair deben ser colocadas junto con las copias de los Antiguos Deberes ingleses, ya que, en honor a la verdad, son documentos de igual o superior categoría histórica.
Queda mucho por estudiar y escudriñar en la historia de la Masonería en el Reino Unido, a la luz de sus coyunturas históricas y de las luchas por el trono entre las dinastías Tudor, Estuardo y Hannover, que se dieron en los siglos XVII y XVIII. Ya que si los Hannover no llegan al trono de Gran Bretaña en 1714, la historia de la Masonería sería distinta. Ellos y sus partidarios no solo cambiaron el rumbo de la Orden sino que además falsearon su historia pretérita y la propagaron y dividieron al compás de sus intereses imperiales.

Capítulo 13

SE EXPANDE LA MASONERÍA

A lo largo del siglo XVIII, en el viejo continente se pone de moda todo lo inglés, y en parte esto facilita la rápida creación de Logias en Europa. La curiosidad del público anglófilo es considerable y la predisposición favorable de numerosos miembros eruditos de la sociedad hace que la nueva institución se desarrolle y expanda por el mundo entero en unas pocas décadas.
En 1730 la Gran Logia de Londres poseía cerca de 100 Logias jurisdiccionadas en Inglaterra y el país de Gales, y había comenzado a incursionar en el exterior al fundar Logias en Madrid y Calcuta. Sin embargo se crearon Grandes Logias separadas en Irlanda (1725) y Escocia (1736).
El primer Masón de la Casa Real inglesa fue iniciado en 1737 cuando ingresó Frederick Lewis, Príncipe de Gales, hijo del rey George II, y en lo sucesivo la relación de la Masonería inglesa con la realeza ha sido estrecha hasta nuestros días. Eso ha determinado el que los Masones ingleses sean buenos súbditos y no buenos republicanos.
Aún hoy, es tan marcada la identificación con el régimen monárquico de la Gran Logia Unida de Inglaterra, que el trato protocolario correcto para su Gran Maestro es Su Alteza Real Príncipe Edward George Nicholas Paul Patrick, Duque de Kent, Gran Maestro. Algo exótico en países de tradición republicana y democrática.
El Duque de Kent, de acuerdo a información obtenida, nació en 1935, y fue educado en la exclusiva escuela de Eton y en Le Rosey, en Suiza. Es primo de la Reina Isabel II. Su padre que fue Gran Maestro entre 1939 y 1942, fue el cuarto hijo del Rey Jorge IV, y su madre, la Princesa Marina, era hija del Príncipe Nicolás de Grecia,
El Duque de Kent es Gran Maestro de la Gran Logia Unida de Inglaterra desde 1967, y de acuerdo a la costumbre, cuando este cargo lo ocupa un miembro de la familia real se nombra un funcionario adjunto con el título de Pro Gran Maestro, quien lo reemplaza en ocasiones especiales. Actualmente este cargo lo desempeña Spencer Douglas David Compton, 7º Marqués de Northampton, otro noble aristócrata.
El origen de la Gran Logia de Londres en 1717 choca enseguida con la oposición de la Gran Logia de Inglaterra fundada en la ciudad de York, en 1705, desde donde se le objeta su origen espureo y se le acusa de falsear la tradición, ya que esta última se considera a sí misma la Más Antigua y Honorable Fraternidad de Masones Libres y Aceptados de Inglaterra por cuanto su existencia derivaba directamente de Logias Masónicas legítimas -esas sí- herederas y continuadoras de las de constructores que se fueron llenando a través del siglo XVII de Masones Aceptados y no de extraños a ellas. Por esta razón la calificaban como Moderna.
La Gran Logia de Inglaterra, con sede en York acusaba específicamente a la de Londres de no trabajar de acuerdo con las viejas instituciones establecidas por un príncipe Edwin en York en el año 926, del que tampoco existe evidencia histórica sobre su real existencia.
En ese entonces, no se reclama ninguna condición de Regularidad.; más bien se apela a la antigüedad y a la honorabilidad, como indicadores de encadenamiento entre los antiguos Talleres Operativos y las nuevas Logias de Masones Aceptados. La tacha que se hacía era que ni la nueva Gran Logia de Londres, ni sus Masones, tenían correspondencia con el pasado de la Orden como eslabones de una misma cadena.
En 1738, comienza a perfilarse la presentación actual de la Masonería Moderna. El Grado de Aprendiz se divide para convertirse en dos: Aprendiz y Compañero, el primero contentivo de un discurso ético, y el segundo relacionado con la ciencia; y el Grado que venía conociéndose como de Compañero desde hacía seis siglos, pasa de ser el segundo a convertirse en el tercero con el nombre de Maestro. Igualmente se adopta para este último la leyenda de Hiram, y el nuevo líder de la Logia se titula Venerable Maestro.
Así se pretende dar un matiz religioso y profundizar la relación de la Orden con los relatos bíblicos.
El historiador Daniel Beresniak, del Gran Oriente de Francia, sostiene que hasta 1773, el título de Maestro de Logia era frecuentemente de índole patrimonial. Se vendían y se compraban Patentes de Maestros en las Grandes Logias exactamente igual a las Provisiones que se adquirían en el poder público para desempeñar cargos judiciales y militares.
En 1773, fecha de la fundación del Grand Orient de France (Gran Oriente de Francia), se estableció el principio, hoy uniformemente admitido, de no reconocer como Venerable Maestro de una Logia más que al Maestro elevado a esa dignidad por la elección libre de los miembros de la Logia. (Artículo IV, sección I, Título I de las Constituciones del Gran Oriente de Francia).
El Gran Oriente de Francia nace como un cuerpo poderoso, influenciado por las luces filosóficas y diversas culturas especulativas. Hoy sabemos que no existió un complot Masónico en el origen de la Revolución Francesa, pero se reconoce que muchos Francmasones tuvieron participación en los eventos de ella, y que la influencia de las ideas debatidas en las Logias fue significativa. Estas huellas Masónicas en la Revolución también se reflejan en los modelos de funcionamiento y en muchos de los signos simbólicos adoptados por las nuevas instituciones. Además, La Marsellesa, una canción compuesta por el Masón Rouget de Lisle, y se transforma en el himno nacional de Francia.
La estructuración del cuerpo Masónico francés en el Grand Orient de France, en 1773, permitió federar, armonizar y codificar todas las estructuras y usos vigentes, lo que constituyó un avance considerable, decidido democráticamente por los delegados de las Logias. La gran mayoría de estos últimos se unifican bajo los auspicios de la Obediencia, excepto una “Grande Loge de Clermont” que, rechazando especialmente la elección de los Venerables Maestros, seguirá sola su camino durante varios años para finalmente fusionarse con la Obediencia en 1799, tras los acontecimientos revolucionarios.
El término Venerable, para distinguir al presidente de una Logia, es de origen francés y muy probablemente viene del lenguaje eclesiástico. Se introdujo con mucho éxito en la Masonería cuando ocupaba la Gran Maestría de la Gran Logia de Francia el nieto de Luís XIV, Luís de Borbón, Conde de Clermont, quien ocupó ese cargo desde el año 1743 hasta 1771. Es decir, durante los años de efervescencia francesa en que se definieron la mayor cantidad de las características que posee la Masonería que ha llegado hasta hoy.
En la segunda mitad del siglo XVIII, en Francia, la Masonería deja de ser un Club de hombres ilustrados para, contaminada con las ideas de los enciclopedistas, convertirse en caja de resonancia del Siglo de las Luces, participando en las concepciones que dieron pie a la Revolución Francesa, y en la posibilidad de nuclear a un grupo meritorio de jóvenes pertenecientes a la burguesía criolla americana, para que a partir de sus propios talentos y con la ideología libertaria que vehiculizaban las Logias continentales europeas, independizaran a casi todo el continente americano en las dos últimas décadas del siglo XVIII y las dos primeras del XIX.

La Independencia de EE.UU.
En 1765, el gobierno inglés de Jorge III cometió el error de aumentar los impuestos:
Estableciendo primero un impuesto del timbre, sello que tenían que llevar los documentos jurídicos y que fue suprimido; y después un impuesto sobre el té, que acabaría desencadenando la revolución.
En el puerto de Boston, un buque cargado de té fue saqueado por americanos disfrazados de pieles rojas. Ambos impuestos habían sido promulgados sin consultar a las colonias; Inglaterra trató de mantenerlos haciendo uso de la fuerza. Los colonos, considerándolos abusivos, se reunieron en el Congreso de Filadelfia y, tras proclamar la Declaración de Derechos (1774), se declararon independientes (1776). Habían nacido los Estados Unidos de Norteamérica.
La Declaración de Independencia, leída solemnemente en Filadelfia, constituye todavía hoy uno de los textos más innovadores y trascendentes de la historia contemporánea. En él quedaron proclamados los tres principios básicos que constituirían el lema de la Revolución Francesa: “libertad, igualdad y fraternidad “. De acuerdo con ello, los nuevos estados formaron una república, regida por un presidente y una asamblea o congreso, elegido ambos por todos los habitantes mayores de edad. Se había instituido, pues, un régimen democrático, fijándose los derechos y deberes de gobernantes y gobernados en una ley fundamental o Constitución.
El destino de la nueva nación se libró en una guerra con Inglaterra que fue difícil para los americanos durante los tres primeros años. Después, con la ayuda de franceses y españoles y conducidos por George Washington, lograron derrotar a su antigua metrópoli en Saratoga (1777) y Yorktown (1781). Dos años después se firmaba la Paz de Versalles por la que Gran Bretaña reconocía la independencia de los Estados Unidos.
"…Nosotros los representantes de los Estados Unidos de América, reunidos en Congreso general, acudimos al juez supremo del mundo para hacerle testigo de la rectitud de nuestras intenciones.
En el nombre y con el poder pleno del buen pueblo de estas colonias damos a conocer solemnemente y declaramos que estas colonias unidas son y por derecho han de ser Estados libres e independientes; que están exentas de todo deber de súbditos para con la Corona británica y que queda completamente rota toda conexión política entre ellas y el Estado de la Gran Bretaña, y que, como Estados libres e independientes, poseen pleno poder para hacer la guerra, concertar la paz, anudar relaciones comerciales y todos los demás actos y cosas que los Estados independientes pueden hacer por derecho. Y para robustecimiento de esta declaración, confiados a la protección de la Providencia divina, empeñamos unos a otros nuestra vida, nuestra fortuna y nuestro sagrado honor.
Tomás Jefferson, Benjamín Franklin, John Adams."
Tres años duro la guerra por la independencia norteamericana de sus trece colonias, que tuvo a su vez, un gran impacto en toda América. Casi doce años después llegó la Revolución Francesa que generó el Republicanismo y divulgó los axiomas masónicos de “Libertad, Igualdad, Fraternidad”, cuyo eco atravesó el Atlántico llegando a exaltar, fuerte e irresistiblemente, el espíritu revolucionario en las colonias españolas de América.
El primer chispazo de revolución en Norte América se planificó, en 1773, en una placentera taberna de Boston llamada “El Dragón Verde”, allí se reunía la logia Masónica de San Andrés o en ingles Saint Andrews (Eugen Lennhoff, Los Masones ante la Historia, Edit. Diana S.A. México 1983, Pág. 206).
Las ideas de libertad proclamadas por la masonería prendieron rápidamente en las trece colonias inglesas del Norte de América. Muy pronto las logias Masónicas de aquel territorio, se convirtieron en el foco y cuartel general de la revolución naciente contra la dominación de la Corona Británica en sus colonias.
Los firmantes del Acta Independencia de los Estados Unidos que eran masones fueron: Ellery, Franklin, Habncok, Hewes, Hooper, Paine, Stockton, Walton, Whipple; los que rubricaron los artículos de la nueva Confederación, de los trece delegados, nueve eran masones: Adams, Carroll, Dickinson, Ellery, Hancock, Harnett, Laurens, Roberdau y Bayard Smith; también los firmantes de la Constitución Estadounidense: Bedfor, Blair, Brearley, Broom, Carroll, Dayton, Dickinson, Franklin, Gilman, King, Mc Henry, Paterson y Washinton.
La gran mayoría de los congresistas que ratificaron dichos acuerdos eran igualmente miembros de la hermandad, lo mismo que prácticamente la totalidad de los altos mandos del ejército republicano.


La Revolución Francesa

Las logias masónicas fueron en la Francia pre-revolucionaria, la correa de transmisión de las nuevas ideas. Es innegable que su aportación fue fundamentalmente ideológica y simbólica, aún cuando no hay pruebas objetivas, de valor para la historiografía, de que las logias prepararan los sucesos revolucionarios.
La divisa masónica "Libertad, Igualdad, Fraternidad", fue incorporada al acervo revolucionario. Los colores de la bandera republicana -azul, blanco y rojo-, proceden de los tres tipos de logias, procede de la escarapela tricolor ideada por Lafayette, francmasón y carbonario. El gorro frigio, símbolo de la república, es igualmente un símbolo masónico. El mismo himno de la revolución, "La Marsellesa", compuesto por el también masón Leconte de l'Isle, fue cantada por primera vez en la Logia de los Caballeros Francos de Strasburgo. Y así mismo, todo el simbolismo griego que adoptan los revolucionarios, al igual que el deismo naturalista de que hacen gala, puede encontrarse sin dificultad en las leyendas y temas masónicos.
La masonería como organización parece haber sido desbordada, como cualquier otra institución francesa de la época, por el discurrir revolucionario. Masones guillotinan a masones, rompiendo el juramento de fraternidad y ayuda mutua: Hebert es guillotinado con el beneplácito de Dantón, éste, a su vez, sube al patíbulo a instigación de Saint Just y Roberspierre -instaurador del "culto al ser supremo"- y sus cabezas rodarán al producirse la "reacción termidoriana", que dará origen al Directorio constituido por notorios masones como Fouché.
Finalmente, Napoleón Bonaparte, según algunas versiones iniciado durante la campaña de Italia en la Logia Hermes de rito egipcio y según otros, mucho antes, cuando era teniente en Marsella, pone término a todo este caos, nombrado Primer Cónsul y luego proclamándose Emperador. Napoleón impondrá a su hermano José Bonaparte "Pepe Botella", un hombre mucho más serio y responsable de lo que este mote popular deja pensar ya que era Gran Maestre de la Masonería francesa.
Los principios de la masonería triunfan más que la masonería en sí. Notorios masones protagonizan los sucesos revolucionarios, llevados por sus instintos y sus intereses, más que siguiendo un plan preestablecido y una planificación orgánica. Si existió una "conspiración masónica", el deber respecto a la verdad nos obliga a afirmar que no puede demostrarse.
El 11 de julio de 1789, el rey Luis XVI, actuando bajo la influencia de los nobles conservadores al igual que la de su hermano, el Conde D'Artois, despidió al ministro Necker y ordenó la reconstrucción del Ministerio de Finanzas. Gran parte del pueblo de París interpretó esta medida como un auto-golpe de la realeza, y se lanzó a la calle en abierta rebelión. Algunos de los militares se mantuvieron neutrales, pero otros se unieron al pueblo por el miedo a lo que les podría suceder.
El 14 de julio el pueblo de París respaldó en las calles a sus representantes y, ante el temor de que las tropas reales los detuvieran, asaltaron la fortaleza de la Bastilla, símbolo del absolutismo monárquico pero también punto estratégico del plan de represión de Luis XVI, pues sus cañones apuntaban a los barrios obreros. Tras cuatro horas de combate, los insurgentes tomaron la prisión, matando a su gobernador, el Marqués Bernard de Launay. Si bien sólo cuatro presos fueron liberados, la Bastilla se convirtió en un potente símbolo de todo lo que resultaba despreciable en el antiguo régimen. Retornando al Ayuntamiento, la multitud acusó al Alcalde Jacques de Flesselles de traición, quien recibió un balazo que lo mató. Su cabeza fue cortada y paseada por la ciudad clavada en una pica, naciendo desde entonces la costumbre de pasear en una pica las cabezas de los decapitados, lo que se volvió muy común durante la Revolución.
La Revolución se fue extendiendo por ciudades y pueblos, creándose nuevos ayuntamientos que no reconocían otra autoridad que la Asamblea Nacional Constituyente. Los campesinos dejaron de pagar impuestos y destruyeron castillos y todo lo que simbolizara al feudalismo. La Asamblea Nacional, actuando detrás de los nuevos acontecimientos, suprimió por ley las servidumbres personales (abolición del feudalismo), los diezmos, y las justicias señoriales, que ya habían sido suprimidos de hecho por el campesinado, instaurando la igualdad ante el impuesto, ante penas y en el acceso a cargos públicos. El rey, junto con sus seguidores militares, retrocedió al menos por el momento. Lafayette tomó el mando de la Guardia Nacional de París y Jean-Sylvain Bailly, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, fue nombrado nuevo alcalde de París. El rey visitó París el 27 de julio y aceptó la bandera tricolor.
Sin embargo, después de esta violencia, los nobles, no muy seguros del rumbo que tomaría la reconciliación temporal entre el rey y el pueblo, comenzaron a salir del país, algunos con la intención de fomentar una guerra civil en Francia y de llevar a las naciones europeas a respaldar al rey. Éstos fueron conocidos como los émigrés (emigrados).
La insurrección y el espíritu de poder popular siguieron extendiéndose por toda Francia. En las áreas rurales se llevaron a cabo actos de quema de títulos sobre tierras, y varios castillos y palacios fueron atacados. Esta insurrección agraria se conoce como La Grande Peur (el Gran Miedo).
El 4 de agosto de 1789, en la llamada “Noche de la locura”, la Asamblea Nacional Constituyente abolió el feudalismo, eliminando las prebendas que recibía el clero y los derechos señoriales de la nobles (como, por ejemplo, el privilegio de no pagar impuestos que tenían). En cuestión de horas, los nobles y el clero perdieron sus privilegios. El curso de los acontecimientos estaba ya marcado, aunque tardo cuatro años la implantación del nuevo modelo.
La revolución se enfrentó duramente con la Iglesia Católica que paso a depender del Estado. En 1790 se eliminó la autoridad de la Iglesia para imponer impuestos sobre las cosechas, se eliminaron también los privilegios del clero y se confiscaron los bienes de la Iglesia. Bajo el Antiguo Régimen la Iglesia era el mayor terrateniente del país. Más tarde se promulgó legislación que convertía al clero en empleados del Estado. Éstos fueron unos años de dura represión para el clero, siendo comunes la prisión y masacre de sacerdotes en toda Francia. El Concordato de 1801 entre la Asamblea y la Iglesia finalizó este proceso y establecieron normas de convivencia que se mantuvieron vigentes hasta el 11 de diciembre de 1905 cuando la Tercera República sentenció la separación definitiva entre la Iglesia y el Estado. El viejo calendario gregoriano, propio de la religión católica fue anulado por Billaud-Varenne, en favor de un calendario republicano y una nueva era que establecía como primer día el 22 de septiembre de 1792.
La independencia del Perú, Venezuela, Argentina, Colombia y otros Pueblos de América del Sur

La participación de masones en la lucha por la independencia de los países de América del Sur esta evidenciado a través de: Francisco de Miranda, Militar y Político; Gustavo Córdova Valenzuela, Docente Universitario y Periodista; el Gral. José Francisco De San Martín, Masón y Estadista; El Gral. Simón Bolívar, Masón y Libertador; El Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre y Alcala, Triunfador en la Batalla de Junín y Ayacucho; Bernardo O´Higgins Riquelme, Político y Militar. La independencia de los Pueblos de América Latina, ha sido una de las grandes contribuciones de los masones para la vida democrática y por tanto civilizada de nuestro tiempo, a pesar de que en esta misma América Morena, de tanto en tanto, se haya retrocedido a períodos de Tiranía y Opresión.
El Precursor Francisco de Miranda inspiró la fundación de la benemérita Logia “Lautaro”, que funcionaba en Cádiz, España, donde se iniciaron San Martín y Bernardo O’Higgins, mientras que Simón Bolívar pertenecía a la Logia “Caballeros Racinales”, ambas funcionaban en Cádiz.
Más tarde José de San Martín fundó en Buenos Aires, Argentina, otra logia “Lautaro”, en recuerdo de la sociedad secreta de Cádiz. Después hizo lo mismo en Santiago de Chile y Lima, donde las logias “Lautaro” fueron semillero de patriotas en la lucha por la independencia. (Historiadores: Julio Manzini, Villa Urrutia y Américo Carcinelli)
Los masones que participan en la Independencia de los países de Sudamérica, constituyen una pleyade a los que sumamos: José Gabriel Condorcanqui “Tupac Amaru”, Mateo Pumacahua, Francisco de Zela, los hermanos Catari, Julian Apaza “Tupac Catari”, Mariano Moreno, Santiago Nariño, Andrés Bello, Luís Méndez, José Miguel Carrera, Tomas Guido y Manuel Belgrano, que bebieron del fuego idealista de Miranda y fue sellada en la Batalla de Ayacucho. Estos héroes de mil batallas, llevaban junto a la espada, lanza o fusil, el Mandil, la Escuadra y el Compás.
San Martín, después de proclamar la Independencia del Perú, tras haber demostrado ser un excelente estratega militar al remontar los Andes para llegar a Chile y desde allí caer en las trincheras mismas del poderoso ejército español en el Perú, ejerció durante un poco más de un año el Gobierno del Perú con el cargo de Protector, demostrando dotes de estadista al preocuparse en ese breve tiempo, a la par de las campañas militares; de la educación y la cultura futura del Perú, y evidencia ser un hombre Ilustrado, lo cual se puede apreciar en el texto del Decreto de creación de la Biblioteca Nacional y sus disposiciones para adoptar nuevas formas de educación. Para ilustrar lo dicho, transcribimos el texto integro del Decreto de Creación de la Biblioteca Nacional: “Convencido sin duda el gobierno español de que la ignorancia es la columna más firme del despotismo, puso las más fuerte traba a la ilustración del americano, manteniendo su pensamiento encadenado para impedir que adquiriese el conocimiento de su dignidad. Semejante sistema era muy adecuado a su política; pero los gobiernos libres, que se han erigido sobre las ruinas de la tiranía, deben adoptar otro enteramente distinto, dejando seguir a los hombres y a los pueblos su natural impulso hacia la perfectibilidad. Facilitarles todos los medios de acrecentar el caudal de sus luces, y fomentar su civilización por medio de establecimientos útiles, es el deber de toda administración ilustrada. Las almas reciben entonces nuevo temple, toma vuelo el ingenio, nacen las ciencias, disípense las preocupaciones que cual una densa atmósfera impiden a la luz penetrar, propagase los principios conservadores de los Derechos Públicos y Privados, triunfan las leyes y la tolerancia, y empuña el cetro, la filosofía, principio de toda libertad, consoladora de todos los males, y origen de todas las acciones nobles.
Penetrando del influjo que las letras y las ciencias ejercen sobre la prosperidad de un Estado por tanto declaró:
1ero Se establecerá una Biblioteca Nacional en esta capital para el uso de todas las personas que gusten concurrir a ella.
2do El Ministerio de Estado en el Departamento de Gobierno, bajo cuya protección queda este establecimiento, se encargará de todo lo necesario de su planificación. (Dado en Lima a 28 de Agosto de 1821 2do de la Libertad de Perú). Firmado: José de San Martín y Juan García del Rió (Gaceta del Gobierno de Lima Independiente, Tomo I Nº 15, pág. 68).
Posteriormente el 6 de Julio de 1822, creó la Escuela Normal bajo la Dirección del Pedagogo Inglés Diego Thompson, aplicándose el método Lancasteriano o de “Enseñanza Mutua” para preparar a los maestros de primeras letras.
San Martín demostró ser un Masón enterizo por su desprendimiento al renunciar ante el Congreso constituyente que inauguró en Septiembre de 1822, con las siguientes palabras: “Si mis servicios por la causa de América merecen consideración al congreso, yo los represento hoy, solo con el objeto de que no haya un solo sufragante que opine sobre mi continuación al frente del gobierno, al deponer la insignia que caracteriza al jefe supremo del Perú, no hago sino cumplir con mis deberes y con los votos de mi corazón. Si algo tienen que agradecerme los peruanos es el ejercicio del Supremo Poder, que por el imperio de las circunstancias me hizo obtener. Hoy que felizmente los limito, yo pido al ser supremo el acierto, luces y tino que necesita para hacer la felicidad de sus representados. ¡Peruanos! desde este momento queda instalado el Congreso soberano y el pueblo reasume el Poder Supremo en todas sus partes”.
Por otra parte Javier Agüero Vega, Gran Canciller Gran Logia Mixta de San Juan – Oriente del Perú en su artículo titulado Masonería Oficiosa y Masonería Histórica del Perú nos da a conocer que: Es evidente que el ingreso de San Martín a la ciudad de Lima no fuera necesariamente después de la medianoche, sino más bien después de una reunión logial entre masones peruanos y españoles.
Y refiriéndose a la reunión que sostuvieron San martín y Bolívar dice: La particular privacidad de a puerta cerrada de la reunión en Guayaquil entre San Martín y Bolívar es una manera discreta de decir que fue a cubierto de toda indiscreción profana. Fue por esta calidad de reunión masónica que primó en la decisión acordada por los asistentes el más alto grado masónico de Bolívar sobre el de San Martín y no precisamente las razones ni los argumentos presentados, ya que San Martín tenía el Grado Filosófico 7° mientras que Simón Bolívar el Grado Filosófico 30°.
También se afirma que la capitulación fue firmada la noche anterior en un trabajo logial conjunto donde se acordó además que los hermanos se reconocieran con los signos que le son comunes. La versión de la firma previa de la capitulación adquiere visos de autenticidad porque La Serna fue herido precisamente en la mano derecha quedando imposibilitado de firmar en el campo de batalla.

Capítulo 14

LA COSTUMBRE DE LOS NOMBRES Y OTROS ASPECTOS DE LAS LOGIAS


La costumbre inicial, en la primera mitad del siglo XVIII, era la de colocar a las Logias el mismo nombre del local en donde se reunían, recuerden los nombres de las primeras logias inglesas donde se dio inicio a las logias especulativas, un ejemplo adicional al inglés, lo constituye la primera Logia especulativa fundada en España, la cual recibió el título Logia de Las Tres Flores de Lis, debido a la taberna en que se congregaba en la calle Ancha de San Bernardo número 17, de Madrid.
Es en Francia, en donde se comienzan a bautizar las Logias con nombres evocadores de un valor, un personaje o un acontecimiento.
Difundida la nueva Masonería en Francia, en plena efervescencia emancipadora del siglo XVIII, la Orden es sometida a un período de grandes innovaciones. Hacia 1740 llegan a ella algunas corrientes de pensamientos herméticos y de influencia caballeresca y monástica con un gran impacto, lo cual va a derivar, en el empleo de la espada en las ceremonias, el cambio en la solemnidad de la iniciación (de un juramento se pasa a un psicodrama), y en el enriquecimiento lingüístico del discurso Masónico. También se confiere a la ceremonia de recepción innovaciones fundamentales: gabinete de reflexión, viajes y pruebas por los elementos, cambia el mandil, el caminar en cuadratura, etc.
La creatividad de los Masones en Francia ya sean franceses, ingleses o escoceses residentes en París de mediados del siglo XVIII, es tan fecunda que aparecen una gran diversidad de Ritos. La Masonería vive su libertad más grande, y se crean Logias con perfiles específicos y fines propios: surgen las académicas, femeninas, militares, navales, itinerantes, políticas, mixtas, etc. Es el período de mayor esplendor especulativo de la Orden, en el cual se adoptan (o se contribuye con su fortalecimiento) las ideas liberales, y la libertad de pensamiento y de conciencia, que han sido su orgullo, hasta que llegan los anglosajones, desde principios del siglo XIX, con sus pretensiones de instaurar un pensamiento único.
Mientras tanto, en Inglaterra, en el año de 1760, la Gran Logia de Londres, acogiendo la propuesta de William Preston, lleva a cabo otra reforma a la utilería de las Logias que sería fuente de agrias discusiones entre los Masones del mundo entero hasta nuestros tiempos: adopta como una de las luces de los Talleres a la Biblia.
En la Masonería Operativa no se encuentran vestigios de que se trabajara frente a la Biblia ni de cara a un Libro de la Ley Sagrada. Ni siquiera se le utilizaba al momento de prestar el juramento de ingreso. En cambio, sí se encuentran referencias documentales acerca de la dotación de las Logias con un Libro de la Ley, el cual contenía los Antiguos Deberes y las reglas los Old Charges sobre los que prestaban su juramento los Francmasones Operativos. Es decir algo más secular e irreligioso.
Ni en las Constituciones de Anderson de 1723, ni en las reformas de 1738, se menciona algo sobre la presencia de un Libro Sagrado en las Logias. En los altares de los Francmasones Operativos solo se encontraban los útiles de trabajo: la regla, la escuadra y el compás. Estas eran sus luces y se constituían en herramientas indispensables para las reuniones.
El historiador O. Wirth, afirma con acierto que la Biblia conserve todo su prestigio ante aquellos espíritus religiosos que buscan en ella la palabra de Dios, haciéndola, a la par, la guía infalible de su fe; pero semejante veneración está muy lejos de poder imponerse racionalmente y constituye una característica anglosajona de la que no participan las razas latinas. Los Masones anglosajones quisieron tener su Masonería particular y renunciaron al universalismo proclamado en 1723. No hay respuesta cierta. Pero no debemos los Masones prolongar por más tiempo el uso de un libro y un concepto que no nos pertenece.
En las postrimerías del siglo XVIII, la Masonería inglesa viviría una experiencia que marcaría sus destinos para siempre, así como su relación con la Masonería extranjera. La estela de la Revolución Francesa de 1789, llevó al Parlamento de Londres a la aprobación de una serie de leyes dirigidas a contener las ideas libertarias y antimonárquicas francesas, así como a los sindicatos, clubes políticos y organizaciones subversivas. De acuerdo con información oficial del Gran Oriente de Francia en ese país funcionaban en 1789 cerca de 3.000 Logias Masónicas que agrupaban a un poco más de 30.000 Masones, lo cual para la época era un número importante. En 1799, el Parlamento británico prohibió terminantemente las reuniones de aquellos grupos que requirieran a sus miembros tomar un juramento o una obligación, entre ellos la Masonería. Para conjurar el peligro de extinción, Earl de Moira (Gran Maestro de la Gran Logia de Londres) y el Duque de Athol (Gran Maestro de la Gran Logia de Inglaterra) usaron su cercanía con la nobleza y la aristocracia inglesa y visitaron al primer ministro (William Pitt, que no era Masón) para explicarle que la Masonería era partidaria de la ley y de la autoridad legalmente constituida y que se dedicaba al trabajo caritativo. Consecuentemente, la Masonería fue eximida de los términos de la ley mencionada a condición de que cada secretaría de las Logias, una vez al año, aportara a la autoridad local la lista de sus miembros junto con sus edades, profesiones y direcciones.
Esa disposición que continuó vigente hasta 1967, en que fue rescindida por el Parlamento, obligó a la Masonería inglesa a no ser progresista, servir a los intereses del imperio británico, apoyar la monarquía, mantener buenas relaciones con la iglesia Anglicana, y a distanciarse de la Masonería que propugna por la libertad, la igualdad y la fraternidad, cuyo eje conceptual se sitúa en los avatares de la Revolución Francesa y la independencia de las colonias americanas.
Desde entonces en el Reino Unido ha existido desconfianza hacia los Masones ya que consideran los súbditos británicos que podrían estar actuando en asuntos públicos en desarrollo de acuerdos secretos. Esta circunstancia siempre ha sido una piedra en el zapato para los Masones que ocupan cargos oficiales.
Recientemente, y con un gran despliegue, el periódico inglés The Times, en su edición del día 6 de abril de 2006, publicaba la noticia de que el Tribunal Supremo de la Gran Bretaña, por intermedio del juez Timothy Newman, determinó el día anterior en una sentencia histórica, que la Masonería no provoca colusión de poderes en la toma de decisiones. Para el magistrado británico, aquellos Masones que ejerzan funciones públicas no deben dejar de tomar decisiones cuando traten casos en que se vean involucrados otros Masones y además negó que los mecanismos discretos de ese grupo sean una influencia negativa para la sociedad, afirmando en el veredicto que La Masonería no es una religión y aunque sus miembros se llaman entre ellos Hermanos Masones., están sujetos a las leyes y principios británicos.
Es de esperar que este fallo del Tribunal Supremo de la Gran Bretaña le otorgue mayor margen político y social a los Masones ingleses para hacer los cambios urgentes que se le exigen y que ya son comunes en otras latitudes.
Pero, en realidad ¿en qué ocupaban las Tenidas esos Masones de principios del siglo XVIII en los que no existían ni los manuales de Lavagnini, ni las enciclopedias de Lorenzo Frau Abrines y Albert Gallatín Mckey, ni las publicaciones de André Cassard, ni se habían inventado los Ritos, ni la Biblia estaba frente a ellos, ni nadie hablaba de Hiram, ni se usaban espadas con actitudes caballerescas?
Los Libros de Actas conservados hasta la fecha nos muestran que las Planchas presentadas, incluso por los aprendices tratan de las ideas en boga entre los pensadores de principios del siglo XVIII: la felicidad, la virtud, la sociabilidad, y nada se menciona sobre el templo de Jerusalén o el caso de Hiram.
Habrá que esperar hasta la segunda mitad del siglo XVIII, en Francia, y la multiplicación de los altos grados para ver la llegada a la Orden de varias corrientes esotéricas, así como la versión que sostiene que la Masonería Moderna desciende de la Orden de los Templarios que asoló y desangró la Palestina del siglo XII en nombre de la cristiandad occidental europea dirigida por el Papa católico, como hoy también lo hace el ejército americano para apropiarse de la riqueza de los pueblos del Medio Oriente, a costa de ahogar en su propia sangre a sus legítimos propietarios.
La irrupción de los denominados Altos Grados correspondientes al Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que es el más difundido geográficamente por el mundo, podemos situarla (permitiéndonos cierta licencia porque el tema es materia de discusión) a partir de los dos célebres discursos, escritos con muy dudoso rigor histórico, por el Caballero de Ramsay, que introdujo lo que podríamos llamar la Hipótesis Templaría, la cual resultó ser mucho más atractiva para la nobleza del siglo XVIII que el carácter burgués de las antiguas Corporaciones de Oficio.
El primero de estos dos discursos fue pronunciado en 1736 en la Logia parisina St. Thomas No. 1, que es la primera fundada en Francia por nobles ingleses en 1725. El segundo, en 1737, lo leyó ante una asamblea general de la Orden francesa.

Dentro del sistema de 33 Grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado tienen un claro matiz Templario los Grados 18, 25, 26, 27 y 30, e influencias visibles los Grados 16, 17, 29 y 32. En total 9 Grados de 33, lo que representa cerca del 30% de su contenido.

LOS RITOS

La efervescencia creativa del siglo XVIII trajo también consigo una organización del método Masónico que no había existido antes. La aceleración en el crecimiento del número de las Logias y del de los Masones, sobre todo en Francia, España y Alemania, llevó a los Talleres a hombres provenientes de muy diversas extracciones ideológicas, que van desde las metafísicas hasta las racionales.
En Francia, los partidarios de la familia real escocesa de los Estuardo, desplazados del trono inglés por los Hannover, y emigrados a París, fueron los grandes impulsadores de los llamados Altos Grados. Masónicos. De hecho, a las Logias en que se practicaban se les comenzó a conocer como escocesas y correspondían a lo que hoy denominamos, dentro del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Logias de Perfección.
Para ser admitido en una de esas Logias Escocesas, en la segunda mitad del siglo XVIII se requería no solo ser miembro activo de una Logia simbólica, sino además haber ocupado, por lo menos, uno de sus tres cargos principales.
Por la circunstancia particular de que tradicionalmente los Maestros Masones Escoceses acostumbraban usar el color rojo, este color pasó a ser el de las Logias Escocesas, y como los Maestros ingleses se decoraban con un cordón azul se fue generalizando la denominación de Logias Azules para las que se ocupaban de los tres primeros Grados simbólicos. La costumbre ha llegado hasta el siglo XXI.
Pero a la vez que se distinguió a las logias por colores, también llegaron miembros con diferentes creencias, misticismos y corrientes esotéricas, de esta forma llegaron a la Orden los Rosacruces, los que afirmaban descender de los Templarios, los que venían de pelear con los curas, los netamente racionales, los platónicos, los pitagóricos, los de la Cábala, los dionisíacos, los herederos de los Misterios de Isis y Osiris del antiguo Egipto, los iluminados, los alquimistas, los hugonotes, los teósofos, los ateos, los deístas, los teístas, los agnósticos, y un largo etcétera.
Lo cierto es que ninguna de estas corrientes de opiniones y de creencias o no creencias, sobre la mortalidad o inmortalidad de la vida, o sobre la existencia de un alma que sobrevive a la muerte biofísica, o sobre una figura suprema creadora, controladora y/o reguladora del universo, nace y surge de la Masonería, sino que llegan a ella tardíamente como por aluvión, y se le incorporan como un afluente lo hace a un río.
La forma en que la Masonería del siglo XVIII solucionó las diferencias conceptuales de sus miembros, en medio de este maremagnum ideológico, fue estructurando espontáneamente sistemas de Grados, más o menos eclécticos, con contenidos diferentes a los tres que acababa de concebir, cada uno con una orientación específica y un encadenamiento particular.
Poco a poco, estos Grados, y sus sistemas, se fueron juntando hasta que finalmente se nuclearon en asociaciones denominadas Ritos, con diferentes extensiones. Existen, y han existido desde entonces, Ritos de 3, 5, 7, 9, 33, 99 Grados, etc.
El término Rito deriva etimológicamente de la palabra latina Ritus, que designaba un formalismo o algo convencional. Desde la antigüedad existían algunas prácticas a las que se le imponía que fueran realizadas solemnemente con el fin de que se grabaran en la imaginación. Los gobernantes procuraban la repetición de gestos, coros, signos, símbolos, palabras, canciones, etc., para crear acondicionamientos uniformes en la realización de prácticas colectivas denominadas Ritos.
En la historia se conocen ritos religiosos, jurídicos, militares, familiares, morales, etc., entre otros: La Masonería no escaparía a esta disciplina.
Un Rito, para ser eficaz en la transmisión de una influencia, debe contener fórmulas y procesos vivénciales que den ritmo y armonía, así como consistencia, permanencia, unidad, pertinencia y particularización, además de condiciones y experiencias grupales sensitivas.
La Masonería, desde mediados de la década de los 30 del siglo XVIII, hasta los días de hoy, concibió una gran cantidad de Ritos con el fin de atender unas determinadas circunstancias históricas y sociales, o interiorizar en su seno diversas corrientes metafísicas, políticas, monacales, laicas y caballerescas en boga entre la clase alta de la época, la cual las introdujo a la Orden al ingresar masivamente a las Logias. Había más alcurnia para los Masones, si la Orden descendía de los Templarios, y anteriormente de los misterios del antiguo Egipto, que si fuera una derivación de los prosaicos gremios de albañiles y constructores.
El Rito Masónico es el conjunto sistemático de ceremonias y entrelazamientos de concepciones. Ellos han variado de acuerdo con un período histórico, una connotación, un objetivo y una temática, considerados por sus practicantes.
De los Ritos que llegan al siglo XXI, los más difundidos en el mundo, son el Escocés Antiguo y Aceptado, el de York, el Francés, el Francés Moderno, el Schröeder, el de MemphisMizraim, el de Adonhiram, el Emulation, el de los Caballeros de Oriente y el de Heredom. Igualmente existen Ritos nacionales como el Brasilero, el Ecléctico Lusitano y el Mexicano. Algunos de estos Ritos poseen variaciones menores y/o adaptaciones geográficas y culturales. También existen muchas Grandes Logias que sostienen que no practican ningún Rito.
Sin embargo, los Ritos más practicados hoy en día, teniendo en cuenta el número de Masones que lo observan, son el de York y el Emulation, los cuales se mantienen focalizados en el mundo anglosajón. No obstante, el más difundido geográficamente en el planeta es el Escocés Antiguo y Aceptado.
Los Ritos distintivos de las dos Obediencias simbólicas más emblemáticas de la Orden desde el siglo XVIII son:
Gran Logia Unida de Inglaterra: Practica el Rito Emulation (Rito de la Emulación) estructurado en 1816 y 1823, que es el oficial desde entonces y tiene la característica de que solo fue publicado por escrito en el año 1969. Antes de esa fecha debía observarse de memoria. Según el ex Presidente de CLIPSAS y ex Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica de España, Javier Otaola este Rito representa una corriente practicista muy del gusto anglosajón, influida por las iglesias Reformadas y el humanismo filantrópico individualista.
Gran Oriente de Francia: Practica oficialmente el Rito Francés, llamado Francés Moderno desde principios del siglo XIX. Fue estructurado inicialmente desde los años 1740, codificado y adoptado en 1786 e impreso en 1801. En la segunda mitad de los años decimonónicos, así como en 1935 fue reformado dos veces, al igual que en 1970, cuando se le simplificaron las pruebas y los viajes. Este Rito es el más antiguo de Europa continental. El mismo J. Otaola afirma que es una corriente racionalista que aproxima a la ciencia y al progreso a través de distintas fases: la espiritualista (Newton, Goethe...), la racionalista crítica (Kant), la positivista (Comte), que se van imbricando sucesivamente.

Capítulo 16

EL MANDIL Y SUS MODIFICACIONES

El Mandil que usaban los Masones, sobre el que no existen dudas de su uso a partir de los trabajadores de la construcción en la Edad Media y el Renacimiento, estaba elaborado con la piel de un animal, probablemente de oveja, y era lo bastante grande como para cubrir al Masón de pies a cabeza. Una correa de cuero alrededor del cuello lo sostenía y a la altura de la cintura otra permitía atarlo al cuerpo. Aunque el uso de este Mandil rústico continuó por muchos siglos, el Mandil tejido y adornado usado por los Masones modernos es comparativamente reciente. Data del siglo XVIII.
Probablemente, la primera referencia oficial a la vestimenta Masónica se encuentra en la séptima cláusula de las Regulaciones Generales sancionada por la Gran Logia de Londres en 1721, pero hay que aclarar que allí no se mencionan Mandiles específicamente.
Las representaciones más lejanas en la Masonería moderna se encuentran en un grabado de Antony Sayer, primer Gran Maestro de la Gran Logia de Londres en 1717, y en la ilustración del frontispicio del primer libro de las Constituciones de 1723, elaborado por John Pine. En el primero, solamente la parte superior del Mandil es visible, y se observa levantada una especie de babeta. En el segundo caso un ayudante está portando unos Mandiles grandes que tienen unas tiras largas que parecen ser de cuero y capaces de cubrir a un hombre del pecho a los tobillos. El modo de atarse de estos Mandiles es el de los Masones operativos, método que continuó incluso cuando eran elaborados de seda y/o de lino.
El uso del Mandil de cuero no desapareció tan fácilmente, a pesar de la utilización de materiales más suaves posiblemente a partir de 1740 sobrevivió hasta por lo menos 1811. La evidencia de esto es la referencia al Mandil encontrada en las actas de la Gran Logia de Londres del 17 de marzo de 1731: el Gran Maestro y los guardias de las Logias particulares pueden alinear sus Mandiles de cuero blancos con la seda blanca, y pueden colgar sus joyas en las cintas blancas sobre sus cuellos. Esta regulación fue repetida en la reforma constitucional inglesa de 1738 y en sus siguientes ediciones, incluida la de Noorthouck (1784), que era la anterior a la de 1815.
No hay consenso sobre cuándo los Mandiles largos comenzaron a dejar de usarse, pero debió ser en la década de los 30 del siglo XVIII, a juzgar por las láminas y retratos de la época. Al principio la babeta aparece en las ilustraciones colocada hacia arriba pero pronto esta costumbre varió. La babeta fue cortada o usada hacia abajo.
Sin embargo, es evidente que en los primeros tiempos de la Masonería moderna los Mandiles fueron diseñados para ser usados con la babeta hacia arriba, para que esta fuera sujetada por medio de un ojal a un botón cosido en la capa o el chaleco. Muchos de estos viejos Mandiles tienen un ojal en la babeta, pero parece haber existido una tendencia entre los Masones más importantes a usar la babeta hacia abajo o a dispensarla por completo.
En Francia, los Compañeros llevaban la babeta flexible y al parecer abrochada a la chaqueta (L.Ordre des Francos Maçons Trahi, 1745, pág., 116, y Les Francomaçons Ecrasés, 1747, pág. 221). En el acta de la ceremonia de Posesión de la Logia Parisina Salomón en Toda Su Gloria, en 1766, el Venerable Maestro consignó: .... el Gran Maestro deshizo el ala flexible de mi Mandil que estaba atado a uno de los botones de mi chaleco, y me dijo que en calidad de Venerable Maestro, yo estaba en libertad de permitir que se cayera....
A partir de 1731 el Mandil comenzó a asumir una forma más cortesana. El cuero fue reemplazado por telas: seda, satén, terciopelo, lino y gamuza más suave. La babeta, adquirió una forma triangular o semicircular.
La parte inferior del Mandil fue cortada con cuidado, las esquinas fueron arregladas generalmente para dar igualmente una forma semicircular, y las correas de cuero fueron desplazadas por las cintas.
Algunos Masones Modernos, oponiéndose al Mandil de trabajo de los operarios, introdujeron un nuevo modo de usarlos: al revés, la pieza más grande se la sujetaban al abdomen y la babeta se ubicaba hacia abajo, para dejar claro que no eran Masones Operativos. Esta usanza duró poco.
Muchos de los Mandiles tejidos, bordados y pintados eran hechos en casa, y adornados con diseños simbólicos. A partir de 1760 aparecieron los Mandiles impresos y grabados, muchos de ellos eran coloreados posteriormente a mano.
La tendencia a adornar los Mandiles Masónicos con diseños simbólicos comenzó en los 1730 y entre 1740 y 1790 esta práctica llegó a ser muy común. La tinta india, la pintura y el bordado fueron utilizados comúnmente para esta ornamentación. Los diseños más populares incluyeron generalmente un ojo, dos columnas, el mosaico y el compás.
En 1892 H. Rylands, miembro de la Logia de Investigación Quatuor Coronati No. 2076, jurisdiccionada a la Gran Logia Unida e Inglaterra, publicó en Ars Quatuor Coronatorum un ensayo resumiendo así la situación: Al rededor de 1784 se presentó una gran reducción del tamaño del Mandil, había existido durante mucho tiempo una laxitud considerable al respecto, y no había ninguna disposición acerca de su uniformidad. Siempre y cuando el material fuera blanco, su frente se permitió que se adornara con un gran número de símbolos, a veces no Masónicos, con tal de que no se coincidiera con las insignias y distintivos de los Grandes Oficiales, que utilizaban un ribete púrpura en sus Mandiles. El tamaño se había reducido cada vez más haciéndose más pequeño, estaba absolutamente dentro de la creatividad de cada Masón el inventar para sí casi cualquier Mandil que le satisficiera.
En el Reino Unido, entre los Antiguos se convirtió en una práctica común dibujar o pintar en sus Mandiles los emblemas de su Gran Logia, y en las vestimentas de los Modernos se adoptó la misma costumbre; de hecho, estos hicieron gala de mayor libertad en los diseños y el uso de adornos que sus rivales. La situación llegó a tal extremo que el 2 de septiembre de 1772, el Gran Maestro de Londres prescribió que es de público conocimiento que varios Hermanos han aparecido últimamente en público con el cordón y la franja de oro, junto con muchos adornos en sus Mandiles, lo cual es contrario a la dignidad, la propiedad y las antiguas costumbres de la Orden, por lo que resuelvo y pido que en el futuro ningún Hermano, excepto las Grandes Dignidades, aparecerá con cordón de oro, franja de oro, bordado de oro, o cualquier material que se asemeje al oro, en sus vestimentas u ornamentos Masónicos. Esta medida solo afectó la utilización del oro pero no prescribió la uniformidad del diseño.
Al extenderse la Orden por todos los continentes y florecer numerosos Ritos y formas de Masonería, fueron apareciendo muchas clases de Mandiles, aunque todos del tipo pequeño que se impuso a lo largo del siglo XVIII. Hoy los encontramos cuadrados y redondeados, de fondo azul, verde, blanco, amarillo, morado, etc.; con una joya distintiva del cargo que se ocupa en la Logia o con la decoración propia de un Grado; con la babeta hacia arriba o abajo. Algunos son simplemente decorativos (poseen cintas, borlas, rebordes coloreados, flecos, rosetones, paisajes, lentejuelas), y otros muestran que sus dueños ostentan una gran vanidad. También se pueden obtener a través de almacenes especializados, comerciantes minoristas, mandados a elaborar y por Internet en tiendas virtuales.
De todos modos, hay consenso de que el Mandil es emblema de trabajo.

Capítulo 17

LA LIBERTAD DE CONSCIENCIA Y LA AUTONOMÍA

El diferendo entre las dos Grandes Logias inglesas (Gran Logia de Inglaterra fundada en la ciudad de York en 1705, y la Gran Logia de Londres fundada en Londres en 1717), se prolonga hasta 1813, en que se unen para dar lugar a la Gran Logia Unida de Inglaterra. En esta ocasión la nueva Obediencia hace reformas a las Constituciones de Anderson tornándolas más deístas.
Lo siguiente que hacen los ingleses, es pretender que toda la Masonería mundial acate lo que ellos acuerden, y acepten de paso su primacía jerárquica sustentados en la falsedad de que la Gran Logia de Londres fue la primera en instalarse en la historia. Derecho de primogenitura, del que nadie en la Masonería había oído hablar hasta entonces.
Como es natural, esta pretensión solo prospera entre aquellos que tenían un interés particular en subordinarse a la Gran Logia Unida de Inglaterra; entonces Londres procede a agraviar y descalificar a la Masonería que se practica en la Europa Continental, principalmente la Masonería política de Francia y la aristocrática alemana, por no sujetarse a sus dictados.
Desde entonces, las diferencias conceptuales políticas alrededor de temas muy sensibles para el imperio Británico como son la defensa que hace la Masonería francesa del ideal de la República, de la democracia liberal y de la laicidad, van creando distancia entre las dos Masonerías a lado y lado del Canal de la Mancha. Finalmente, las relaciones son rotas abruptamente por la Gran Logia Unida de Inglaterra al aprobar el Gran Oriente de Francia en 1877 un viraje radical de su Constitución hacia la libertad de conciencia, profundizado en 1884 con el cambio de sus rituales. En ambas oportunidades se aprobó que fuera opcional la creencia en Dios y en la inmortalidad del alma por parte de los Masones, así como el uso de la Biblia en las Tenidas, y la invocación al Gran Arquitecto del Universo.
El nuevo texto constitucional francés rezaba: “La Masonería tiene por principios la absoluta libertad de conciencia y la solidaridad humana. No excluye a nadie por razón de su credo”.
A partir del rompimiento, la Gran Logia Unida de Inglaterra organizó todo un sistema discriminatorio internacional de reconocimientos y regularidades que ha llegado hasta hoy.
Ya en este tema de la libertad de conciencia, conviene detenerse un poco, por la trascendencia que reviste para el desarrollo de la Orden, en las palabras del Pastor protestante Federico Desmons al proponer a la Asamblea General del Gran Oriente de Francia llevada a cabo en París en 1877, la supresión de la obligatoriedad de la creencia en Dios:
Pedimos la supresión de esta fórmula porque si es embarazosa para la Veneratura y para las Logias, no lo es menos para los profanos que, animados de sinceros deseos de formar parte de nuestra grande y bella Institución, generosa y progresista, se ven detenidos por esta barrera dogmática que su conciencia no les permite saltar.
Pedimos la supresión de esta fórmula porque nos parece extra, inútil y extraña al objeto que persigue la Masonería. Cuando una sociedad de sabios se reúne para estudiar una cuestión científica ¿se siente obligada a poner en la base de sus Estatutos una fórmula teológica cualquiera? No, esto no se hace. Los sabios estudian la ciencia independientemente de toda idea dogmática o religiosa. ¿Por qué no se debe hacer lo mismo en Masonería? ¿Es que su campo no es bastante vasto, su dominio lo suficientemente extenso, para que no le sea necesario poner pie sobre terreno que no sea el suyo?
Dejemos a los teólogos el cuidado de discutir los dogmas, dejemos a las Iglesias autoritarias al cuidado de formular sus Syllabus, pero que la Masonería quede en lo que debe ser, es decir, en una Institución abierta a todos los progresos, a todas las ideas morales elevadas, a todas las inspiraciones amplias y liberales. Que no descienda jamás a la arena ardiente de las discusiones teológicas que no han aportado jamás, creedme lo que os digo, más que turbulencias y persecuciones. ¡Que se guarde muy bien la Masonería de querer ser una Iglesia, un Concilio, un Sínodo, porque todas las Iglesias, todos los Concilios, todos los Sínodos han sido violentos y perseguidores! Y esto por haber querido tener siempre el dogma como base. El dogma que por su naturaleza es esencialmente inquisidor e intolerante.
Que la Masonería, pues, se cierna majestuosa por encima de todas estas cuestiones de sectas o iglesias, que domine en toda su altura las discusiones, que permanezca siendo el vasto abrigo siempre cubierto a todos los espíritus generosos y valientes, a todos los investigadores de la verdad, concienzudos y desinteresados, a todas las víctimas, en fin, del despotismo y la intolerancia.
La Resolución del Gran Oriente de Francia, en realidad fue el resultado de una larga discusión que comenzó cuando ella misma cambió su Constitución en 1849 para establecer, como requisito para ser admitido en la Masonería, la creencia del candidato en Dios y en la inmortalidad del alma.
Se suele citar como punto de partida final para la aprobación de la reforma constitucional de 1877 la siguiente anécdota, que narra así el historiador Masón Eugenn Lennnhoff:
En 1875, el obispo Dupanloup solicitó la baja en la Academia, en protesta por la elección del eminente positivista Littré, autor del Diccionario Etimológico, y solicitó ingresar al Gran Oriente de Francia. Preguntado antes de la iniciación si creía en Dios, respondió:
Un sabio de la antigüedad, a quien un rey preguntó lo mismo, reflexionó durante muchos días, y nunca se sentía capacitado para responder. Yo os ruego que tampoco de mí exijáis afirmación ni negación.
La ciencia no niega una Causa primordial, porque no halla en parte alguna nada que la niegue ni la demuestre. Todo saber es relativo. Cada vez hallamos nuevas esencias y leyes primordiales cuyo profundísimo fondo desconocemos.
Quien resueltamente diga que no es creyente ni ateo, no hace sino demostrar su incomprensión del problema del origen y fin de las cosas.
Dos años más tarde el Gran Oriente suprimió la fórmula del Gran Arquitecto del Universo.
El clérigo protestante Desmons había defendido la proposición encaminada a esta supresión, alegando la necesidad de que el principio de la libertad de conciencia quedase expresado tan claramente como fuese posible. Esto tuvo efecto mediante esta fórmula.
El Pastor protestante Frederic Desmons también propuso en 1869, en una Convención del Gran Oriente de Francia, la Iniciación femenina siendo rechazada por el máximo cuerpo legislativo de esa Obediencia, el Consejo de la Orden. No obstante, a partir de esa fecha se tomó la costumbre de invitar a mujeres conferencistas a sus instalaciones, entre ellas a la prestigiosa periodista Maria Desraime en 1868 a hablar sobre los derechos de la mujer, quien el 14 de enero de 1882 sería Iniciada en la Logia Librepenseurs de la ciudad de Pecq, Francia, jurisdiccionada por entonces a la Gran Logia Simbólica Escocesa.
Cuando en la Convención de 1877 Frederic Desmons fue elegido Gran Maestro del Gran Oriente de Francia, olvidó su iniciativa de 1869 sobre las damas y se concentró en profundizar la laicización de la Masonería Francesa.
Un ejemplo actual del pensamiento Masónico contrario, lo trae la Revista D¨FRENTE, de Guatemala, en la que aparece una entrevista, concedida por Carlos Sandoval Cardona, Gran Maestro de la Gran Logia de Guatemala, dentro del marco de la reunión de la Conferencia Masónica Americana (CMI) celebrada del 5 al 9 de abril de 2006 en Tegucigalpa, en la que afirma en términos absolutos que uno de los principios básicos de la Masonería es creer en Dios y en la inmortalidad del alma, agregando piadosamente a continuación: Yo, por ejemplo, soy católico, y devoto del Señor de Esquipulas.
Dicho sea solo de paso, y a manera de información, el Señor de Esquipulas es el nombre como se conoce comúnmente al Santo Cristo Negro de Esquipulas, un doloroso crucifijo milagroso del siglo XVI, objeto de peregrinaciones y turismo religioso, que según la tradición, de la noche a la mañana, apareció completamente oscuro, gracias a un milagro que hizo Dios para complacer a sus hijos del pueblo de Esquipulas, situado a 220 kilómetros de Tegucigalpa en la parte suroriental del departamento de Chiquimula, República de Guatemala, cerca de la frontera con Honduras.
Aquí encontramos una constante del paisaje Masónico internacional: cada Masonería se parece al país en donde está situada ya que está necesariamente permeada por los valores fuertes de la cultura local.
La decisión de la Gran Logia Unida de Inglaterra de romper relaciones con el Gran Oriente de Francia, se encuentra enmarcada dentro del gobierno conservador de Victoria I, Reina de Gran Bretaña e Irlanda (18371901) y Emperatriz de la India (18761901), y sus intereses imperiales de relacionamiento con las castas reinantes y religiosas europeas.
En efecto, la elección de Albert Edward, príncipe de Gales (posteriormente Rey Edward VII) como Gran Maestro en 1874 le dio gran ímpetu a la Masonería inglesa. El príncipe desde muy temprano entendió el enorme beneficio que podía reportarle al imperio una institución que como la Masonería podía nuclear las clases dirigentes de las colonias. Aparecía regularmente en público, tanto en Inglaterra como en sus viajes al exterior, como Gran Maestro al colocar las piedras de la fundación de edificios, puentes, astilleros e iglesias, con ceremonial Masónico. Su presencia aseguró publicidad a la Orden y los informes de las reuniones Masónicas en todos los niveles, aparecían regularmente en la prensa nacional, local y extranjera. La Masonería estaba constantemente ante la mirada pública y los Masones eran conocidos en sus comunidades como personas caritativas. En 1814 la Gran Logia contaba con 637 Logias y en 1901, cuando el príncipe Albert renunció a la Gran Maestría para convertirse en Rey, poseía 2,850, extendidas principalmente en las colonias británicas y en países en donde vivía un número importante de ingleses. Como Argentina, por ejemplo.
Naturalmente, el heredero de la corona no podía aparecer en público presidiendo una institución que asumía como consustancial de ella la libertad de conciencia y la defensa de la república. Los alcances reales de la decisión de abrir el pórtico a los no creyentes y los ímpetus libertarios de los Masones franceses acusados de reicidas seguían sin armonizar con el complejo ajedrez geopolítico de la era victoriana. La solución fue declararlos irregulares y solo establecer relaciones con las Grandes Logias que aceptaran su potestad reglamentadora.

Capítulo 18

LAS LOGIAS PRINCE HALL DE NEGROS EN EE.UU.

Mientras en Europa la Masonería inglesa y francesa, discutían alrededor de los intereses imperiales, el republicanismo, la laicidad y la libertad de conciencia, en la Masonería de los Estados Unidos de América, se presenta una tendencia segregacionista que representa una vergüenza de la Orden.
A finales del siglo XVIII, Prince Hall, un Masón de raza negra, fundó una Logia, en Boston, con Carta Patente expedida por la Gran Logia de Inglaterra, que representó la materialización del sueño de la incorporación sistemática de hombres de color libres a la Orden en el hemisferio occidental. Era un gran paso en el largo y doloroso camino de la lucha por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos.
Esta iniciativa no gustó a los Masones anglosajones de los Estados Unidos, en especial a los de los Estados esclavistas sureños. A medida que el fenómeno de la segregación racial se profundizaba en la Unión, las Grandes Logias de blancos hacían eco de la discriminación. Entonces, por reacción, se crearon las Grandes Logias de negros una por cada estado de la Unión, se titulan Prince Hall, en honor a su fundador, y trabajan independientemente.
El polo de la segregación racial de los Masones norteamericanos, en el siglo XIX y gran parte del XX, se ubicó en la ciudad de Charleston, en el estado de Carolina del Sur, uno de los puertos de mayor actividad del sureste de Estados Unidos. Charleston había contado con un pasado de riquezas y de lujo en el siglo XVIII, pero a partir de 1800, su economía se había concentrado en los cultivos de algodón, y la mano de obra negra esclava era el pilar de su economía agrícola.
El 31 de mayo de 1801, en Charleston, se creó el Supreme Council, 33°, Ancient and Accepted Scottish Rite of Freemasonry, Southern Jurisdiction, United State of America, con sede actual en el 1733, NW, de la ciudad de Washington, D. C. 20009 . 3103, el cual pasa hoy por ser el más antiguo en existencia. La calidad simultánea de sus integrantes de ciudadanos sureños, hacendistas y Masones, hizo que para la Masonería la segregación racial fuera una posición natural e institucional, a lo largo de toda esa centuria y parte de la siguiente.
Fueron hechos distintivos de esta infamia los siguientes:
a) En 1843, en el importante puerto de Baltimore, en el Estado de Maryland, con la intención de excluir de la Masonería a las Grandes Logias Prince Hall, se aprobó la, Doctrina Americana, mediante la cual no podrían funcionar dos Grandes Logias en un mismo estado. En consecuencia la Masonería Prince Hall se declaraba irregular y las visitas a sus Talleres prohibidas.
b) Se prohibió la iniciación de negros en las Grandes Logias regulares de Norteamérica;
c) Albert Pike, el Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33o para la Jurisdicción Sur de los Estados Unidos, durante 32 años, desde 1859 hasta 1891 cuando murió a los 82 años de edad, Albert Pike, redactó el manual de procedimiento del Ku Klux Klan.
d) El Supremo Consejo del Grado 33o para la Jurisdicción Sur de los Estados Unidos y gran parte de las Grandes Logias de blancos de la Unión, apoyaron al Ku Klux Klan públicamente hasta la década de los 50 del siglo XX, y aún hoy el 80% de ellas no tienen relaciones con las Grandes Logias Prince Hall.
e) El Supremo Consejo para el Distrito Sur de los Estados Unidos, y gran parte de las Grandes Logias de blancos de la Unión coadyuvaron para que la Suprema Corte promulgara en 1896 la decisión del caso Plessy Vs. Ferguson, la cual se reputa como el soporte legal y jurídico de la segregación en la Unión.
En el caso Plessy Vs. Ferguson el asunto que se discutió era la determinación de si se le podía pedir a los negros que abordaran un vagón de ferrocarril distinto al de los blancos. La Suprema Corte expresó con ocho votos a favor y uno en contra claramente el principio separado pero igual como la base para conservar la práctica. El caso envió la señal de que la costumbre de tratar a negros y blancos de manera diferente no se interrumpiría. El magistrado John Marshall Harlan, manifestó su desacuerdo argumentando que la Constitución es daltónica.
Casi 60 años después, en 1954, la Suprema Corte cambió de parecer. En el caso Brown, el máximo tribunal constitucional de los Estados Unidos sostuvo que las escuelas públicas que practicaban la segregación racial violaban de manera deliberada la cláusula de protección igualitaria de la Decimocuarta Enmienda. El acontecimiento que motivó esta nueva decisión de la Suprema Corte se presentó en 1948, en Topeka, Kansas.
En septiembre de ese año, el pastor Oliver Brown trató de inscribir a su pequeña hija Linda en un colegio localizado a unas pocas cuadras de su casa, recibiendo como respuesta la negación del cupo por ser de raza negra. Como quiera que la separación entre blancos y negros era completamente ajustada a la ley desde 1896, el pastor Brown debió inscribir a su hija en una escuela para negros ubicada a cinco millas de distancia de su residencia. Pero, no conforme, demandó y ganó el caso el 17 de mayo de 1954.
Aunque en esta nueva decisión, la Suprema Corte no se pronunció sobre la segregación racial en los restaurantes, parques, baños públicos, etc., y solo se limitó a abolirla en las escuelas, sí sostuvo que la segregación practicada en 21 estados era inconstitucional, lo cual en la práctica echó por tierra la decisión del caso Plessy Vs. Ferguson de 1896.
La visión del Magistrado Harlan de 1896 respecto a la Constitución quedaba reivindicada, y aunque el fallo de 1954 solo se refería de manera directa a las escuelas de la ciudad de Topeka, Kansas, el principio que expresaba llegaba a cada escuela pública de la nación. Además de esto, el caso debilitó la segregación en todos los empeños gubernamentales y colocó a la nación en un nuevo rumbo respecto a tratar a todos los ciudadanos por igual.
Hoy la Masonería Prince Hall de Estados Unidos cuenta con cerca de 500,000 miembros activos, que aún no son medidos en los censos elaborados por los Masones norteamericanos blancos, a pesar de que poseen medio centenar de Grandes Logias, que agrupan cerca de 4,500 Logias.
Entre los Masones Prince Hall destacados en los Estados Unidos podemos contar a Martin Luther King, clérigo y premio Nobel de la Paz, y uno de los principales líderes del movimiento para la defensa de los derechos civiles e importante defensor de la resistencia no violenta a la represión racial en USA. Igualmente se distinguen Alexander T. Augusta, el primer afroamericano que dirigió un hospital en los Estados Unidos; Marion Barry, ex alcalde de Washington, D.C.; Henry Blair, el primer negro en recibir una patente de marca americana; Nathaniel Nat King Cole, conocido cantante de talla internacional; Martin R. Delany, primer Negro en matricularse en Harvard y el primero en alcanzar una alta graduación en el Ejército Norteamericano; Duke Ellington, cantante y director de orquesta; Alex Haley, escritor; Jesse Jackson, respetado pacifista y líder político; Don King, promotor de Boxeo; Lewis Howard Latimer, inventor del filamento del carbón para la luz; Daniel Hale Williams, primer cirujano en realizar una cirugía de corazón abierto, y Sugar Ray Robinson, campeón de Boxeo de peso pesado; entre muchos otros.
En la Masonería anglosajona, y en la estructura de valores de los anglosajones de los Estados Unidos, existen fuertes razones de racismo y conservadurismo, muy enraizadas, que no permiten mayor espacio para la adopción de decisiones históricas, y que en vez de corregir desafueros han extendido la exclusión hacia los Masones latinos inmigrantes de Norteamérica, sin distingos de si son regulares o no. Y ni hablar de la discriminación de género.

Capítulo 19

LOS LANDMARKS

A mediados del siglo XIX, también en los Estados Unidos, se inicia una marcada tendencia, entre los estudiosos, para definir los exactos límites del fenómeno de la Masonería, es decir aquellas premisas que de no cumplirse cambiarían la naturaleza y esencia de la Orden. El ejercicio intelectual consistía en establecer a ciencia cierta cuáles son esos linderos (Landmarks) de los que se hablaba de manera abstracta en muchos documentos escritos después de las Constituciones de Anderson.
La primera lista de Landmarks que se redactó en la historia contaba dieciséis y corresponde a la publicada por Robert Morris, de la Gran Logia de Minnesota, en su obra Jurisprudencia Masónica, en el año 1856. Antes de esa fecha no se conoce listado alguno.
Características de los Landmarks
. Esencialidad: Que denota que se trata de unas reglas que contienen valores culturales, sociales, éticos, jurídicos y políticos que expresan lo fundamental de la institución Masónica.
. Preexistencia: Indica que siendo derivado de la propia naturaleza de la Masonería no necesitan ni para su existencia, ni para su vigencia de las codificaciones o normas positivas de la institución, por ello no requieren estar escritos ni codificados.
. Son subordinantes: Ya que son regla superior o principal con importantes consecuencias en el sistema jurídico de la Orden Masónica, por cuanto significan las directrices inmodificables del mismo y la dinámica cohesión del conjunto de constituciones, estatutos y reglamentos Masónicos que le están sujetos haciendo de ese ordenamiento jurídico un cuerpo lógico y racional.
. Universalidad: Señala su referencia general a las actividades, finalidades y razón de ser de la institución Masónica, porque los antiguos límites proceden de una apreciación objetiva e institucional y constituyen una preceptiva común de la denominada Masonería universal.
. Inmutabilidad: Expresa la condición de permanencia que poseen los Landmarks en cuanto cumplen una misión garantizadora y de preservación de la esencia de la Masonería; si se alteran estos antiguos límites se tendrían consecuencias graves en la naturaleza de la institución Masónica que se transformaría en otra cosa, dejaría de ser lo que ha sido, es, y seguirá siendo.
Funciones de los Landmarks.
Tiene que ver con las tareas que cumplen dentro de la organización del sistema jurídico y que son básicamente:
. Función fundamentadora: Indiscutiblemente cualquier actividad, obra, proyecto o misión que se contemple dentro de la organización Masónica debe ser fundada en los Landmarks para que surja en consonancia con la realidad esencial de la Masonería y no en contravía de esta, sustentándose en sus valores.
. Función interpretadora: Estos principios constituyen referencias ineludibles y valiosas guías en el entendimiento y fijación del alcance y límites de las reglas escritas o de los antiguos usos que constituyen la doctrina Masónica. La labor hermenéutica o de interpretación es una tarea permanente de los aplicadores de la ley Masónica.
. Función integradora: Permite solucionar bajo la recta orientación de sus luces, todas aquellas situaciones en las cuales se evidencia la ausencia de una normatividad reguladora, que se requiera para resolver una situación concreta. Jurídicamente se habla de los vacíos legales que se desprenden de la innegable realidad que en la dinámica de las instituciones sociales rebasa permanentemente la ley escrita.
. Función reguladora: En este sentido los Landmarks al contener los principios fundamentales hacen posible, junto con la utilización de otras reglas lógico racionales, la construcción de mecanismos de regulación no previstos en el derecho positivo. Solución que de esta forma será acorde, conforme y correspondiente con un sistema general de derecho Masónico presidido jerárquicamente por los antiguos límites.
. Función limitadora: Constituye una importante tarea de fijación de linderos, que permiten establecer con propiedad aquello que le es de su naturaleza a la orden Masónica y aquello que rebasándola queda por fuera y le es ajeno. No se podría por vía de ejemplo, en la elaboración de una constitución, estatuto o reglamento, crearse una norma que riñera con algún Landmark, por ejemplo que estableciera, violando el principio de la igualdad de los seres humanos, alguna forma de discriminación de género o raza o contra algún grupo de personas.
Son muchos los autores y las Grandes Logias que han intentado redactar o adoptar un listado de Landmarks verdaderos, y resultaría muy extenso relacionarlos. También muchas Grandes Logias, entre ellas la Gran Logia Unida de Inglaterra, descartan el que se pueda hacer una lista de ellos y no consideran válida ninguna de las que se han intentado.
A manera de ilustración de lo que puede ser una experiencia académica Masónica interesante y esclarecedora, se puede empezar el estudio con los siguientes listados, los cuales solo tienen el mérito de haber sido redactados por Masonólogos destacados. Muchos de estos Landmarks son evidentemente falsos a la luz de la historia de la Orden, a pesar de que gozan de un importante acatamiento dentro de la Masonería Regular.

A) Según Roscar Pound los Landmarks son siete:

1. Creencia en Dios.
2. Creencia en la inmortalidad del alma.
3. Un libro de la ley como parte indispensable del ajuar de cada Logia.
4. La leyenda del tercer grado.
5. Secreto.
6. El simbolismo del arte de la construcción.
7. Que el Masón ha de ser hombre libre y de edad viril.

B) Según Alexander Bacon los Landmarks son tres:

1. La creencia en Dios y en la inmortalidad del alma como elemento religioso de la Masonería.
2. Un código basado en las enseñanzas de las Sagradas Escrituras, como elemento moral de la Masonería.
3. La división de la Masonería en solo 3 Grados. La Logia es fuente de todo gobierno Masónico. La suprema autoridad reside en las Logias que establecen su propio gobierno como elemento democrático de la Masonería.

C) Según A.S. McBride los Landmarks son doce, agrupados en cuatros segmentos, cada uno de tres acápites:

Usos que distinguen el mundo Masónico del profano:

a. La manera de reconocerse sus miembros.
b. La reserva de las reuniones de las Logias.
c. La calificación de los candidatos.

Usos que marcan los grados de Masonería:

a. Un modo secreto de reconocerse los miembros de un mismo Grado y distinguirse de los Grados superiores.
b. Las reservas de las reuniones de un Grado respecto de los miembros de un Grado inferior.
c. Las condiciones requeridas para la exaltación de un Grado a otro.

Usos que marcan las diversas ceremonias:

a. Los puntos principales en la apertura de los trabajos.
b. Los principales puntos de la iniciación, afiliación y exaltación.
c. Los principales puntos de la consagración, instalación, primera piedra y servicio fúnebre.

Usos que marcan las facultades y deberes de los oficiales, los derechos de los oficiales y los derechos y deberes de los miembros:

a. Facultades y deberes del Gran Maestro y los Grandes Oficiales de la Gran Logia.
b. Las facultades y deberes del Venerable y oficiales de una Logia.
c. Derechos y deberes de los miembros sin cargo.

D) Según John Simond los Landmarks son quince:

1. Creer en la existencia de un ser supremo y en la inmortalidad del alma.
2. La ley moral, que entre otras cosas prescribe la caridad, la honradez, laboriosidad, templanza, es la regla y guía de todo Masón.
3. Respeto y obediencia a la ley civil del país y a los estatutos y reglamentos Masónicos de la jurisdicción en que el Masón resida.
4. El candidato ha de ser libre de nacimiento, mayor de edad y sano al solicitar su ingreso a la Orden.
5. Los modos y medios de reconocimiento y los ritos de los tres grados de la antigua Orden Masónica.
6. No apelación contra la decisión del Venerable Maestro o del Vigilante que lo sustituya.
7. Nadie podrá ser elegido Venerable Maestro de una Logia regular sin haber desempeñado durante un año el cargo de Vigilante.
8. El Masón recién iniciado no solo es miembro de la Logia que lo inició sino que también es miembro de toda la familia Masónica y por tanto tiene el derecho de visitar Masónicamente todas las Logias excepto cuando la visita amenace perturbar la armonía o interrumpir los trabajos de la Logia que se propone visitar.
9. La prerrogativa del Gran Maestro de presidir toda reunión Masónica dentro del territorio de su jurisdicción y de conferir grados a primera vista en una Logia regular y otorgar licencia para formar nuevas Logias.
10. Nadie podrá ser iniciado en Masonería sino en una Logia regular debidamente reunida, después de la solicitud del candidato aceptado unánimemente por balotaje, excepto cuando lo inicie a primera vista el Gran Maestro.
11. La votación por bolas debe ser rigurosamente secreta.
12. Una Logia no puede procesar a su Venerable.
13. Todo Masón está sujeto a las leyes y reglamentos de la jurisdicción en que resida aunque sea miembro de una Logia de otra jurisdicción.
14. Toda Logia tiene derecho de estar representada en la Gran Logia y de instruir a sus representantes.
15. El general propósito y organización de la Masonería, tal como la heredamos de nuestros antepasados, hemos de conservarla intacta y transmitirla en perpetuidad a nuestros sucesores.

E) Según Albert Mckey los Landmarks son veinticinco:

1) Nuestros modos de conocimiento son inalterables.
2) La Masonería se divide únicamente en tres Grados: Aprendiz, Compañero y Maestro Masón.
3) La leyenda del Tercer Grado es inalterable.
4) El gobierno supremo de la fraternidad está presidido por un oficial llamado Gran Maestro, electo entre los miembros de la Orden.
5) Es una prerrogativa del Gran Maestro presidir cualquiera Asamblea Masónica.
6) Es prerrogativa del Gran Maestro conceder dispensa de intersticios para conferir grados en cualquier tiempo incompleto.
7) Es prerrogativa del Gran Maestro conceder dispensas para abrir o mantener Logias.
8) Es prerrogativa del Gran Maestro hacer Masones a la vista.
9) Todos los Maestros Masones tienen la obligación de congregarse en Logias.
10) El Gobierno de la Fraternidad, cuando se congrega en Logias, se ejerce por un Venerable Maestro y dos Vigilantes.
11) Es deber de todas las Logias cuando se congregan, estar protegidas de toda indiscreción de profanos.
l2) Todo Masón tiene derecho a ser representado y a dar instrucciones a su representante, en las Asambleas de las que forme parte.
13) Todo Masón puede apelar a la Gran Logia de las decisiones de sus Hermanos congregados en Logias.
14) Todo Masón en uso pleno de sus derechos, puede visitar cualquier Logia regular.
15) Ningún visitante desconocido puede penetrar en las Logias sin ser cuidadosamente retejado.
16) Ninguna Logia puede intervenir en los negocios de otras Logias.
17) Todo Masón está bajo el dominio de las Leyes y reglamentos de la jurisdicción en que resida, aunque no sea miembro de las Logias de la Obediencia.
18) Las mujeres, los cojos, los lisiados, los esclavos, los mutilados, los menores de edad y los ancianos no pueden ser iniciados.
19) Es ineludible, para todo Masón la creencia en la existencia de un principio creador o de Dios.
20) Todo Masón debe creer en la resurrección a una vida futura.
21) Un libro de la Ley, no debe faltar nunca en una Logia cuando trabaja.
22) Todos los Masones son iguales.
23) La Masonería es una sociedad secreta.
24) La Masonería ha sido fundada como ciencia especulativa sobre un arte operativo, tomando simbólicamente los usos de este arte.
25) Ninguno de estos Landmarks podrá ser cambiado nunca en lo más mínimo.

Capítulo 20

LA REGULARIDAD

En realidad, el término Regular proviene del latín Regularis, que a su vez deriva de la palabra Regula, que significaba regla, y se emplea para toda asociación que desde la temprana Edad Media se constituyó a partir de una Regla o reglamento inicial.
A ese tipo de asociaciones unidas por una Regla en común se les denomina Orden, y las Órdenes que se mantienen fieles a esa Regla se conocen como Regulares. La historia ha conocido las de tipo monásticas, místicas, militares, mendicantes, de caballería y Masónicas, entre muchas otras.
Históricamente, la Regularidad es un concepto más que todo religioso, cuyo origen documentado parece derivarse de los Preceptos (Praeceptum) promulgados por San Agustín en el Monasterio de Hipona en el año 397. Posteriormente las más importantes para la cristiandad serán las Reglas de San Basilio, Obispo de Cesarea, las de Pacomio en Egipto, las de los Cuatro Padres de la Abadía de Lérins, en el siglo V, y la de San Benito reconocida en el año 816 en el Concilio de Aquisgrán.
Luego, en los Concilios de Letrán de 1123, 1139, 1179 y 1215, la iglesia Católica unificará las Reglas a partir de las de San Agustín, San Benito y San Basilio, a las que se añadirán la Regla de San Francisco de Asís en 1223. Únicamente los Jesuitas no respetaron esta disposición obteniendo un reconocimiento posterior para su Regla.
En conclusión: una asociación se constituye como una Orden, cuando posee una Regla, y, entonces, se dice que esa Orden es Regular por cuanto se ajusta a sus disposiciones fundacionales, que en el caso de la Masonería serían los Landmarks. Y aquí vuelve y surge una gran confusión inoperante. Para no ir muy lejos, desde el año 1000 de nuestra era hasta 1723, en que se expiden las Constituciones de Anderson, los Masones y sus antecesores constructores tuvieron más de 15 reglamentos conocidos, sin contar los que destruyó el mismo Anderson. Cada escuela de arquitectura, cada corporación de albañiles, fueran alemanas, italianas, inglesas, portuguesas o francesas, tenían su propio Reglamento interno a partir del cual se habían constituido y se podrían definir como Regulares.
El punto crítico se presenta cuando en el siglo XIX a unos Masones ilustres se les dio por redactar los que ellos creían que debían ser los Landmarks correctos para todos los Masones del mundo. Y ahí ardió Troya. Todavía una parte de las Grandes Logias Regulares de Latinoamérica, bajo la influencia de las Grandes Logias Anglosajonas de Estados Unidos, no han podido quitarse de encima los 25 que redactó Albert Gallatín Mckey en 1864 en los Estados Unidos, a pesar de su anacronismo manifiesto y su inconveniencia evidente. Lo curioso del caso es que, como hemos visto, la Gran Logia Unida de Inglaterra no tiene incorporado a su normatividad ningún listado de Landmarks; para ellos las únicas normas para evaluar si una Gran Logia es Regular o no son sus ocho puntos de 1929, con las reformas de 1989. Y punto. Es más, como hemos visto en páginas anteriores, en su última redacción de 1989 aclara expresamente que los Antiguos Landmarks y los usos son lo mismo.
Los defensores del status quo, basados en el listado de Mckey, sostienen contra toda evidencia que cada uno de sus 25 mandamientos redactados como Landmarks son de una antigüedad incontestable; lo cual es una falsedad que no resiste el más ligero análisis histórico. Por ejemplo: No solo existe amplia y suficiente documentación que prueba que en las viejas Logias Operativas trabajaban lisiados, cojos, ancianos, mutilados y mujeres, sino que la misma existencia de un funcionario denominado Gran Maestro se da por primera vez en 1717 como consecuencia de la fundación espuria de la Gran Logia de Londres; antes de esa fecha, y desde 1598, al dirigente o líder de una Federación de Logias se le denominaba Vigilante General y para ese entonces solo existían los Grados de Aprendiz y Compañero. Es más, nadie en la Masonería escenificaba la leyenda de Hiram.
La leyenda de Hiram solo llega a la Masonería a mediados del siglo XVIII; no existen menciones a la muerte de Hiram, como parte del ritual Masónico, en documentos anteriores a esta centuria; y se atribuye a un monje benedictino del siglo IX llamado Walafrid Strabón su redacción en la forma que la conocemos, tomando como base las tradiciones hebreas del Antiguo Testamento (1 Reyes 5; 2 Crónicas 3).
La historia, como ciencia, progresa. De continuo surgen nuevas investigaciones cuyas hipótesis se contraponen a veces con la visión romántica de nuestros orígenes. Y no es una decisión fácil elegir entre el análisis científico y la magia de las leyendas en instituciones que como la Masonería descansan sobre las profundas raíces sicólogas del rito.
No obstante lo anterior, las Grandes Logias que giran alrededor de las decisiones inglesas sostienen que la “Regla” a seguir para la definición de una Gran Logia como Regular es la observancia de los ocho puntos de Londres de 1929 y sus modificaciones de 1989, recogidos en las diversas confederaciones regulares.
Es una confusión sobre la que no se pronuncian oficialmente las Grandes Logias Regulares y sobre la que existe una especie de pacto tácito de no cuestionar formalmente por prudencia, y para no colocar en peligro la tan preciada Regularidad. Sobra mencionar que este tema está proscrito de las conclusiones de las reuniones de la CMI, a pesar de que cuando ocasionalmente algún asistente lo trae a colación corre el peligro de que le contesten como lo hicieron a un Gran Maestro Regular de Colombia en el año 2003: Hermano, yo creo que usted se equivocó de Masonería.
Entonces tenemos, para resumir, que los verdaderos Landmarks modernos, cuya no observación total o parcial desune a los Masones son los ocho puntos en mención. De ninguna antigüedad incontestable se trata. Solo eso: un requisito diplomático de relacionamiento promulgado unilateralmente por una Gran Logia monárquica, dogmática y conservadora que ha utilizado a la Masonería como un instrumento más de la política colonial del imperio británico.
Lo paradójico del caso, es que aún desapareciendo el interés geopolítico de hacer uso de la Masonería para nuclear la clase dirigente local colaboracionista de las colonias, el concepto de Regularidad sobrevive en las relaciones diplomáticas interpotenciales a partir del desconocimiento general de su origen y sentido real, y/o los conflictos internos Masónicos que se viven en cada país.
En el idioma castellano se entiende por “regularidad” la exacta observancia de una Regla, entendida ésta como la ley o el precepto universal que debe observar un cuerpo religioso.
Pero para la Masonería no es lo más adecuado, al menos en forma generalizada, que se le atribuya la posesión de una Regla, sino que debemos considerar los distintos Linderos, término propio de constructores para referirse a las marcas de separación entre lo Masónico y lo profano; y también las Declaraciones de Principios, Constituciones y Estatutos, documentos más acordes con la época actual y con organizaciones democráticas.
En esta perspectiva, un análisis detenido nos lleva a concluir que no existe una norma superior única que rija la Masonería, sino normas superiores de cada Rito y Obediencia, de lo que constituyen ejemplos: los Landmarks de la Masonería inglesa, aparentemente inspirados en la Constitución de Anderson de 1723, con sus reformas conservadoras de 1738, concretados en las normas de reconocimiento de 1929 y su actualización de 1989; los Antiguos Linderos del Rito Primitivo de Francia, emitidos en París en 1523 y reformados en Londres en 1651; las Grandes Constituciones de 1786 y sus reformas del Convento de Lausana de 1875, de la Confederación de Supremos Consejos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado; los Cinco Principios de 1825 que constituyen los Antiguos Límites del Rito Nacional Mexicano; y las Declaraciones de Principios, Constituciones y Estatutos de todas las obediencias que han establecido a estos documentos como su ley Masónica suprema.
Es comprensible que la Masonería inglesa, que tuvo como antecedente formativo unos gremios-cofradías católicos y que se caracteriza por su religiosidad, entienda la regularidad en la forma tradicional religiosa y que, debido a la naturaleza del sistema jurídico inglés, no haya coincidencia exacta de cuál es el contenido de la Regla a seguir y por tanto, la Gran Logia Unida de Inglaterra se haya visto obligada a emitir unas Normas de Reconocimiento que pretenden incorporar lo fundamental de lo que, en criterio de ésta obediencia, ella abarca. (...)
Sobre todo en tierra francesa, el histórico Gran Oriente de Francia ha velado por su soberanía y por tanto le han tenido sin cuidado las posibles descalificaciones inglesas por su forma de entender, practicar y regular la Masonería, sin que por esto deje de ser regular, es decir sujeta a una “Regla”, pero a su propia Regla, que no ha sido otorgada o heredada, sino libre y democráticamente acordada y actualizada, es decir, su Constitución.
Sin embargo, tanto la forma inglesa como la francesa de entender la Masonería se han extendido por el mundo. La primera lo ha hecho por medio de “Patentes”, rezago de unas costumbres monárquicas que nos vienen de épocas en las que los derechos, entre ellos el de libre asociación, no eran reconocidos como inherentes a la calidad humana, sino que se adquirían por concesión graciosa de monarcas y poderosos. La segunda ha surgido de forma más natural y no siempre debido a la influencia francesa, sino en ejercicio de la soberanía de cada potencia.
Cuando lo que priman son las patentes y las actitudes imperialistas y coloniales, una sola potencia impone a las otras su forma de ver las cosas; pero cuando prima la libertad y el respeto, surgen las organizaciones internacionales en que cada potencia integrante actúa en igualdad de condiciones que las demás y entre todas buscan líneas de entendimiento común.
Un caso paradigmático que ilustra esta forma de concebir una soberanía Masónica libre de ingerencias foráneas lo ofrecen los cinco puntos que rigen el Rito Nacional Mexicano, aprobados el 22 de agosto de 1825. Ellos son:
1) El Rito Nacional Mexicano es libre e independiente como la nación mexicana;
2) El Rito Nacional Mexicano consta de un Supremo Gran Oriente y de una Gran Logia, bajo cédulas propias y legalizadas;
3) Los grados simbólicos serán tres (Aprendiz, Compañero y Maestro); y los altos grados serán seis con las denominaciones que después se adoptaron de Maestro Aprobado, Caballero del Secreto, Caballero del Águila Mexicana, Perfecto Artífice, Gran Juez y Gran Inspector de la Orden;
4) En cada estado de la República se instalaría una Gran Logia compuesta por lo menos de 5 logias; y
5) Se trabajará por el mejoramiento del hombre y sus virtudes, en aras de la sabiduría, la concordia y la fraternidad.
En desarrollo de esta iniciativa, la primera Gran Logia Nacional Mexicana se instaló el 26 de marzo de 1826, con el nombre de La Luz, conformada por cinco Logias: La Anahuacense, Igualdad, Despreocupación Indiana, Luz Mexicana y la Logia Independencia, en la que fue iniciado Benito Juárez.

Capítulo 21

GRANDES RASGOS DE LA MASONERÍA DE HOY

Tres son las concepciones Masónicas que desde el siglo XIX se diferencian según las condiciones de implantación, la historia y la religión dominante de la población en que se desarrollan. Ellas determinar las relaciones interobedenciales y los criterios para determinar la Regularidad. Las podemos agrupar de la siguiente manera:
a) La de los países escandinavos y Prusia, en donde la Masonería es cristiana protestante y conservadora;
b) La del Reino Unido y los países angloparlantes, sea la de Masones blancos o la de negros, en donde está considerada como una institución filantrópica y caritativa que afirma reunir a creyentes de diferentes confesiones, aunque en la práctica hay muy pocos que no son cristianos. En este grupo, se destaca el amor al país y la devoción a sus ideales que profesan los estadounidenses y el apoyo de los ingleses a los intereses del imperio británico; y
c) La de Europa continental y la inicial de América Latina, en donde la Orden se ubica en las huellas de la Revolución Francesa, la independencia de las naciones americanas, la referencia a los Derechos Humanos, la exigencia opcional en la creencia en un Dios y en la inmortalidad del alma, y una opción laica y progresista, sobre todo en los países de mayoría católica, que la hostilidad de la iglesia Católica ha ayudado a fortalecer. Este sector de la Orden, posee valores más universales que los dos anteriores, por eso ha sido el más permeado por el ingreso de la mujer.
Naturalmente, este cuadro es esquemático, y en la práctica varias concepciones pueden coexistir en una misma Gran Logia.
A grandes rasgos, cada grupo se mueve como placas tectónicas en la Masonería, y todos a la vez enfrentan con diferentes respuestas la llegada masiva de la mujer a la Orden.
Para citar un solo caso: el Gran Oriente Latinoamericano GOLA en una reunión de su Gran Consejo de la Orden celebrada en mayo de 2004, dejó de definirse como una Obediencia mixta para en lo sucesivo hacerlo como una Gran Logia de personas. Indiscutiblemente es una respuesta que la sociedad actual admira y respeta más que la teoría que sostiene que la Masonería es una Orden conformada exclusivamente por hombres, en donde las mujeres solo pueden adelantar obras benéficas de apoyo.
Esto hay algo crucial, porque la forma como perciba el mundo contemporáneo a la Masonería, dependen las posibilidades de que ella progrese. Si esas calificaciones son favorables, crece significativamente la probabilidad de contar con más y mejores aspirantes. Si no, el futuro se hace más difícil de prever.
Algo muy parecido se puede afirmar de las tendencias esotéricas y racionales que coexisten al interior de la Orden. Algunas personas que vienen de contextos intelectuales y académicos de preocupaciones sociales y métodos científicos se han quedado mudos al iniciarse en una Logia mística cuyos trabajos se mueven alrededor de las antiguas tradiciones egipcias, rosacruces, órficas, pitagóricas, cabalísticas, etc. Igualmente, Masones con inclinaciones esotéricas se la pasan renegando porque la Masonería no se dedica enteramente a estos trabajos iniciáticos y se distrae con asuntos de interés social que consideran impropios de los estudios tradicionales. Esta amalgama es difícil de entender para un extraño a la Orden, pero no para los Masones que conviven con ellas sin mayores problemas fraternales. Algunos aprenden a convivir dentro de la Orden con esa parte inesperada de la Masonería y otros simplemente optan por retirarse buscando otros campos más afines con lo suyo en la sociedad civil.
Se deben evaluar seriamente muchas de las obras que efusivamente se recomiendan a los aprendices. Una cosa es enseñar los contenidos de los símbolos y la forma subjetiva en que deben ser interpretados de acuerdo a una particular conformación sicológica e intelectual, en desarrollo del método de construcción Masónica; y otra muy distinta es leer los famosos Manuales de Magister, que aportan poco acerca de lo fundamental para un Masón, como es la libertad de pensamiento y de conciencia, la autonomía personal, la tolerancia frente a lo que es sensatamente tolerable, el combate activo contra el mal, el uso de la razón y la educación del intelecto.
Los proselitismos ideológicos, políticos, metafísicos, teosóficos, tradicionalistas, esotéricos, místicos, cabalísticos, pitagóricos, órficos, dionisianos, religiosos, teológicos, o de cualquier otra índole, corresponden a otros espacios más específicos de adoctrinamiento.
Lo realmente Masónico es el punto de encuentro neutral y respetuoso de personas que piensen y tengan (o no tengan) creencias distintas, y es lo que permite enriquecerse con el contacto con lo diferente. Esta es la virtud que diferencia el método de construcción Masónico del rol del mismo ciudadano en otras sociedades filantrópicas, organizaciones no gubernamentales (ONG), clubes de servicios, tertulias, etc.
De todos modos, lo históricamente comprobado, es que la asociación que se crea en Londres en 1717 tiene una vocación enteramente secular. Las Constituciones de Anderson no poseen ninguna referencia esotérica ni en ellas se habla de Iniciación.

Capítulo 22

LA CUESTIÓN DEL GÉNERO EN LA MASONERÍA

El siglo XX presencia un acontecimiento importante al interior de la Orden: la mujer se incorpora de lleno a los trabajos de la Masonería Especulativa en igualdad de condiciones con el hombre. Aunque el fenómeno no era nuevo, ya que existe antecedentes importantes en la Masonería Especulativa desde el siglo XVIII, especialmente en Francia y España. Y contaba con precedentes innegables de 6 siglos de antigüedad en la Masonería Operativa. El Manuscrito Regio de 1380 menciona las características, la fuerza y la difusión.
En el Perú la masonería femenina ya trabajaba desde 1879 siendo figura importante la masona Clorinda Mattos de Turner, quién dirigía el semanario “El Perú Ilustrado”, que tuvo un serio revés por la publicación del relato Magdala del escritor brasileño Henrique Coelho Netto (23-VIII-1890), considerado sacrílego, fue causa de que el arzobispo de Lima Manuel Antonio Bandini prohibiera bajo pena de pecado mortal la lectura, venta y difusión de El Perú Ilustrado. Aunque Clorinda Matto alegó que el relato había sido publicado sin su consentimiento. La Iglesia inició una campaña en su contra, que ocultaba el motivo real del enfado: la publicación un año antes de la novela Aves sin nido, en la que se hacía denuncia de la corrupción del clero. Finalmente, tras ser excomulgada, el 11 de julio de 1891 Matto presentó su renuncia para que se levantase la censura eclesiástica contra el semanario, algunos estudiosos masones afirman que la cuestión de fondo fue que Clorinda era masón y la iglesia por entonces tenía un sentimiento anti masón muy exacerbado.
En Europa el detonante de esta adaptación de la Masonería a las nuevas condiciones sociales, lo constituyó la iniciación de la prestigiosa periodista y feminista Marie Desraime en la Logia Los Librepensadores de Perq, ubicada en Perq, una pequeña ciudad cerca de París, Francia, el 14 de enero de 1882. Cuatro meses después, ante la polémica desatada por la novedad se le suspendía la calidad de Masona. Ante esto, Marie Desraime de 68 años de edad con la colaboración del Dr. George Martín, médico y consejero municipal de París por el Radicalismo, de 48 años, fundó el 4 de abril de 1893, la Orden Masónica Mixta Internacional El Derecho Humano, que hoy cuenta con cerca de 30.000 miembros pertenecientes a casi 2.000 Logias, en 75 países de todos los continentes; y que por otra parte, ha generado casi un millón de Masones y Masonas partidarios de la mixticidad trabajando sin problemas en múltiples Obediencias mixtas y femeninas, en los principales Ritos Masónicos.
La primera Gran Logia de mujeres creada en el mundo lo fue la Gran Logia Femenina de Rumania, en 1922, y la segunda, la Gran Logias Femenina de Francia en 1945, de mucha mayor proyección y actividad internacional, por lo que suele encontrarse en la literatura histórica de la Orden que la francesa fue la pionera.
La Logia Los Librepensadores de Perq, era una de las doce Logias que se retiraron del Gran Oriente de Francia el 8 de agosto de 1880 para fundar la Gran Logia Simbólica Escocesa.
Inicialmente redactó sus reglamentos de tal forma que permitieran la iniciación de mujeres, pero al no ser autorizados estos Reglamentos por su Obediencia, en un acto de rebeldía decidió iniciar a Marie Desraime, cambiando para siempre el rumbo de la Masonería.
La Orden Masónica Mixta Internacional El Derecho Humano, deja a opción de sus Logias jurisdiccionadas el trabajar: A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo y/o Al Progreso de la Humanidad, y se declara respetuosa del laicismo y de todas las creencias relativas a la eternidad o no eternidad de la vida, aclarando que sus miembros buscan ante todo, concretar en la Tierra y para todos los humanos el máximo desarrollo moral e intelectual. Igualmente han elevado a mandato constitucional el que los principios y el método de trabajo adoptado son los de las Grandes Constituciones de 1786, revisadas por la convención de los nueve Supremos Consejos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado que fueron representados en Lausana, Suiza, el 22 de septiembre de 1875 (Orden Masónica Mixta Internacional El Derecho Humano. Constitución Internacional, Arts. 3 a 8, 2002).
En la cúspide de la estructura organizacional de la Orden Masónica Mixta Internacional El Derecho Humano, se encuentra el Supremo Consejo de Soberanos Grandes Inspectores Generales de la Orden Masónica Mixta Internacional, El Derecho Humano fundado el 11 de mayo de 1899, integrado por Masones y Masonas poseedores del Grado 33° del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, por un dignatario con el título de Muy Ilustre Presidente Gran Maestre de la Orden y también Muy Poderoso Soberano Gran Comendador.
Las Logias no se federan en Grandes Logias, sino en Jurisdicciones, bajo la dirección de un Delegado del Supremo Consejo, si se da la circunstancia de que trabajen, en un mismo país, por lo menos dos Logias y 20 Maestros Masones. Pero si laboran en una misma nación un mínimo de cinco Logias Simbólicas con cien miembros entonces se constituye una Federación.
En 1902 se fundó la primera Logia del Derecho Humano en Gran Bretaña, en 1903 en los Estados Unidos y en 1919 en Latinoamérica.
El impacto de la incorporación masiva de la mujer a la Orden a partir de la iniciativa de Perq ha sido tal, que, un siglo después, en pleno siglo XXI, muchas Grandes Logias y Grandes Orientes masculinos aún no se sobreponen, ni aceptan la realidad de un hecho que ya está consumado.
¿Qué decir de la Masonería mixta, que está presente en más de 60 países del mundo? ¿Y de la femenina, que actúa como por espejo y no admite a los hombres? De la existencia actual de estas Grandes Logias femeninas, y de Logias independientes o jurisdiccionadas a ellas, que así discriminan a los hombres, existen datos ciertos en las siguientes 42 naciones: Francia, Inglaterra, Bélgica, Suiza, España, Luxemburgo, Letonia, Lituania, República Checa, Italia, Polonia, Rusia, Rumania, Bulgaria, Serbia, Líbano, Alemania, Grecia, Hungría, Turquía, Portugal, Isla Mauricio, Marruecos, Togo, Camerún, Costa de Marfil, Gabón, Congo, Benin, Senegal, Guadalupe, Martinica, Venezuela, Brasil, Puerto Rico, Haití, México, Chile, Perú, Bolivia, Estados Unidos y Canadá. Ninguna de ellas de adopción y la mayoría practicando el Rito Escocés Antiguo y Aceptado en primer lugar, y el Rito Francés en segundo.
Para facilitar la propagación de la tendencia femenina en el mundo se ha dispuesto por parte de algunas Grandes Logias Femeninas el mecanismo de crear Logias llamadas Itinerantes que viajan al lugar en que existen mujeres con deseos de ingresar a la Orden, las inician, les aumentan el Salario, las Exaltan, y cuando existe la posibilidad de Levantar las Columnas de una Logia Justa y Perfecta, lo hacen bajo su jurisdicción. Luego esperan que el nuevo Taller crezca, les ayudan a crear dos o más Talleres, para finalmente fundar una nueva Gran Logia Femenina. Entre las más activas en esta política, parece estar la Logia Rosa de los Vientos, creada en París el 12 de marzo de 1978, bajo los auspicios de la Gran Logia Femenina de Francia, que se dedica a la iniciación de mujeres en todo el planeta.
El impulso de la Masonería Femenina es tan fuerte, que en solo la década de los 70 del siglo XX se levantaron las Columnas de 76 Logias de este estilo en el territorio de Francia, y al cerrar el año 2005 la principal Obediencia Femenina francesa contaba con 11.500 Masonas activas, un guarismo cuatro veces superior al del total de los Masones que ostenta Colombia, y mayor que el del número de Masones de los 5 países independizados por Simón Bolívar.
En París, en el año 1982, las Grandes Logias Femeninas de Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Portugal, Suiza y Grecia, crearon el Centro de Enlace Internacional de la Masonería Femenina (Centre de Liaison International de la Masonnerie Femenine CLIMAF), el cual se ha venido reuniendo puntualmente cada dos años, aumentando siempre el número de Grandes Logias participantes. En la fecha de su fundación CLIMAF acordó que su objetivo sería el de .... crear para las Obediencias miembros un espacio de reflexión y de acción común para promover los valores de la Francmasonería universal..
De las Masonas que han sido orgullo de la Orden y han prestado sus luces a la humanidad, podemos destacar en el siglo XIX a la escritora francesa y defensora de los derechos de los trabajadores y la igualdad de la mujer Flora Tristán, y a la anarquista y heroína del pueblo de París Louise Michel; en el siglo XX se distinguen con luz propia la franco americana cantante, bailarina, defensora de los derechos civiles de los negros y miembro de la resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial, Josephine Baker, así como el primer latinoamericano en recibir el Premio Nobel de Literatura, la chilena Gabriela Mistral.

Capítulo 23

LA MASONERÍA Y LAS OPCIONES SEXUALES

El día 9 de septiembre del año 2006 la Agencia France Press (AFP) anuncio a todos sus abonados del mundo entero, la celebración de la Gran Logia Femenina de Francia (GLFF), para el Reconocimiento Conyugal de una pareja de lesbianas. En esta ocasión la Masona, profesora de unos sesenta de años de edad, declaraba a la agencia noticiosa que “Hacemos esto porque este gesto tiene alcance político, para aproximarnos la igualdad de los derechos, sin ninguna exclusiva” añadiendo a continuación que “No hay persecución o exclusión en la GLFF, pero no hay posición al respecto y nuestra idea busca que la pareja homosexual sea normalizada”.
A la ceremonia asistieron gran cantidad de Masones y Masonas de otras Grandes Logias y Grandes Orientes que con su presencia ratificaron un contenido más incluyente que el tradicional para la libertad y el respecto a las diferencias.
Aunque la noticia sorprendió por lo novedoso del tema, colocó sobre el tapete el viejo tabú de la Orden de la existencia de homosexuales de ambos sexos en sus columnas. Ya desde hacía un año y motivada por múltiples discusiones al respecto, la misma GLFF había aprobado una reforma constitucional para que las parejas de lesbianas pudieran participar en estas clases de ceremonias sin ningún problema.
La verdad es que siempre han existido Masones homosexuales. La Orden se enorgullece en público de la calidad de Masón de Federico II, Rey de Prusia, a quien se le atribuye la redacción de las Grandes Constituciones por las que se rige el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, a pesar de su inocultable conducta homosexual. Igualmente, se honran los Masones de haber contado en de sus filas a homosexuales de la talla de Leonardo da Vinci y Oscar Wilde, entre muchos otros. Sin contar, con que en cada Gran Logia se dice en voz baja la condición de gay de algunos de sus miembros.
Pero en Francia la Masonería ha llevado más lejos la tolerancia frente a los gays y las lesbianas. Allí existe desde hace varios años una asociación denominada Los Hijos de Cambaceres (Les Enfants de Cambacérès) integrada por homosexuales de ambos géneros que pertenecen a diferentes Grandes Logias, la cual honra la memoria del Masón homosexual Jean Jacques Regis de Cambaceres, (1753 . 1824), Duque de Parma, Archiduque del Imperio, segundo cónsul de la República francesa, después del 18 de brumario, de 1799 a 1804, miembro de la Academia de Francia, jurisconsulto destacado y de los autores principales del Código Civil Napoleónico al cual además le redactó su prólogo.
Jean Jacques Regis de Cambaceres, en su vida Masónica desempeñó la dignidad de Gran Maestro Adjunto del Gran Oriente de Francia desde 1806 hasta 1815, periodo en el cual se crearon 1.200 bajo su influencia, y además fue miembro del Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
Los Hijos de Cambaceres, en su página web (http://www.cambaceres.net/) manifiestan que esa agrupación es: Una fraternidad Masónica interobedencial que brinda un espacio de libertad de expresión y de oportunidades para los Masones y Masonas gays y lesbianas en Francia. Ella trabaja sobre diferentes reflexiones con el fin de promover sus ideas de progreso y de tolerancia.
Después de varios años, un grupo de Masones ha buscado un lugar para que, en plena libertad de expresión, puedan abordar un tema que toca sus propias vidas privadas y que no pueden expresar sin dificultad en sus respectivas Logias: el homosexualismo..

Capítulo 24

DECLARACIÓN DES ENFANTS DE CAMBACERES

Hace algunos años, cada día más y más, masones y masonas estaban en la búsqueda de un lugar de intercambios y de palabra, donde pudieran exponer lo que ellos y ellas viven de más personal en lo privado y de lo cual no podían hablar sin dificultad en las logias, es decir, de la homosexualidad.
Sea que, la organización interna de las obediencias no está concebida para tratar de otra cosa que temas simbólicos y en ese caso la homosexualidad no es un tema posible, o bien, las obediencias practican un ostracismo de manera larvada cuando se trata justamente de abordar esta cuestión.
El mundo profano ha cambiado mucho en este sentido en los últimos años y no teme hablar de ello de manera muy clara. El ciudadano ha sido, y sigue siendo, bien informado de los debates sobre el PACS, la homo-parentalidad y todos aquellos temas que interesan a los homosexuales.
Al interior de las Obediencias, el silencio pesa sobre estos temas como si fueran un tabú todavía. Desde los comienzos de la masonería especulativa, muchos hermanos y más tarde las hermanas han sido también homosexuales. De nada sirve negarlo. Al contrario, la masonería puede y debe sentirse orgullosa que hermanos y hermanas hayan podido combatir por las libertades y la tolerancia, lo que representaba a veces un riesgo para sus propias vidas.

Masones y masonas son hoy en día miembros activos en las organizaciones de lucha contre el Sida y esto prueba que sus compromisos personales son tan importantes como los espirituales y esto va de acuerdo con el juramento dado a la entrada en masonería. De esta manera ellos y ellas practican a un alto nivel la virtud masónica, que los rituales definen diciendo, preferir a todo la Justicia y la Verdad. Esto muestra la luminosa Victoria sobre las tinieblas de la ignorancia y la exclusión.
Este espacio requerido por hermanos y hermanas fue creado en 1999 al exterior de la Obediencias. Se trata de la Fraternal “ Los Hijos de Cambacérès “.
Jean-Jacques Régis de Cambacérès era Arquicanciller del Imperio, Administrador General y después, Gran Maestro-Teniente del Gran Oriente de Francia, Soberano Gran Comendador del Supremo Concejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Gran Maestro de los Caballeros Benefactores de la Ciudad Santa e igualmente redactor del Código Napoleón. Habiendo escogido esta figura emblemática, que intervino por la despenalización de la homosexualidad e hizo que dejara de ser considerada como un delito a través de las sucesivas publicaciones del código civil, y es así que hemos querido rendir un homenaje a este maravilloso Hermano que nunca ocultó su homosexualidad y que representa un modelo para los masones del mundo entero.
Nuestra fraternal, la primera de este género en el mundo, está compuesta de hermanos y hermanas de diferentes Obediencias, que decidieron no quedarse atrás en la sociedad civil y reunirse mensualmente para hablar libremente entre ellos y ellas de temas que nunca son abordados en sus talleres respectivos. La fraternal posee un comité de diez miembros y una carta que contiene exigencias éticas, similares a las de todas las Obediencias, en lo que se refiere al funcionamiento de este tipo de estructuras inter-obedienciales.
Les Enfants de Cambacérès se enriquece de valores de tolerancia y progreso, de elevación de espíritu y de espiritualidad, que se reciben al comienzo en las Logias y que hoy rinden honor a las formas modernas y tradicionales de la masonería. Estamos así orgullosos de ser los depositarios y herederos.
En nuestras reuniones mensuales, recibimos intelectuales, hombres y mujeres de la política, periodistas, magistrados, responsables asociativos, que aceptan de compartir con nosotros diversas ideas, con el fin de luchar contre la calamidad que es la homofobia.
Nuestra fraternal había funcionado de manera muy confidencial hasta el día en que una revista reveló nuestra existencia, con términos elogiosos, lo que provocó que nos hallamos encontrado involuntariamente frente al punto de mira mediático.
Teniendo en cuenta nuestra identidad doblemente minoritaria (puesto que nosotros escogimos la masonería, mientras que la homosexualidad fué involuntaria pero finalmente asumida) nosotros formamos igualmente un laboratorio de ideas que mezclamos de manera original. Reflexionamos sobre conceptos nuevos, a los que nuestras Obediencias deberán confrontarse en razón de la evolución de las costumbres y los comportamientos del mundo profano en el cual ellas escogen sus futuros miembros.
Más concretamente. ¿Cómo explicar a hermanos y hermanas que la homofobía representa una forma de racismo y como tal, no debería existir dentro de un Orden que implora la tolerancia? Puede una Logia rechazar la entrada en masonería a un profano que contrató por ejemplo un PACS y de esta manera la Obediencia desobedece a las leyes de la República, mientras que durante une ceremonia de iniciación, la misma Obediencia declara a sus miembros someterse a sus leyes? Nosotros sabemos que ciertas Logias han rechazado profanos por esa razón. Sabemos también, y ciertas experiencias lo han mostrado, que la homosexualidad ha sido un obstáculo para el acceso al Veneralato y a responsabilidades dentro de las Obediencias, como si ser diferente fuera sinónimo de deshonor para el Taller o el Orden entero. El ejemplo de Jean-Jacques Régis de Cambacéres nos permite afirmar que ser homosexual no impide en nada el hecho de asumir importantes responsabilidades.
Sin embargo, algunos hermanos y hermanas se sienten aislados dentro de sus Logias, a pesar de haber esperado encontrar allí Fraternidad y Tolerancia. Que decepción al constatar que los principios de la masonería parecen no ser que vanas palabras, de los cuales parecen satisfacerse ciertos Talleres incapaces de hacer buen uso de ellos, en caso de homofobia latente o claramente expresa. El desamparo de ciertos masones deja de ser una simple idea y se vuelve una dura realidad.
Estamos convencidos, y es todo el interés que tiene nuestra asociación (llamada “fraternal” justamente) y ahora podéis entender mejor su razón de ser para una comunidad que ha pagado y sigue pagando caro su propia existencia, desde los campos de concentración, hasta la hecatombe del Sida.
Sin duda alguna, tenemos aquí una manera original para que Hermanos y Hermanas de buena voluntad puedan contribuir a la construcción del edificio masónico, y que su calidad de Universal no sea usurpada, estando así en completo acuerdo con la citación sobre la masonería que ahora os proponemos (fue sacada de la página internet de un obediencia francesa): “¿Qué caracteriza el universalismo de la masonería? Es la expresión de nuestro “saber ser” que aparta los prejuicios y la intolerancia, que reconoce y recibe al "otro" cualquiera que sean sus particularidades espirituales, culturales y sociales, pues lo importante es que sencillamente sea un Hermano”

Autor:
Herbert
herberthore1@hotmail.com

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