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DE LA LIBERTAD

Por: Uriel Valls, P.·. M.·.

QQ.·. HH.·. VV.·. MM.·.

Si miramos cualquier diccionario o enciclopedia nos dará una definición más bien simplista, pero que si la analizamos con detenimiento nos aclarará una serie de principios de los que podremos partir para estudiar esta palabra desde el punto de vista masónico, del termino Libertad; veamos una de sus acepciones: “Estado de los ciudadanos cuyos derechos y privilegios protege una comunidad civil organizada (libertad civil); de los que participan de la vida pública y fiscalizan a su gobierno (libertad política), o de los que son libres de todo lo que no se opone a las leyes ni a las buenas costumbres (libertad individual)”.[1]

La palabra libertad proviene etimológicamente hablando, del latín libertas y del griego eleucería, que designan la condición del hombre libre, que no es esclavo y, por tanto, capaz de aceptar responsabilidades.

La libertad es un concepto muy elaborado dentro de la filosofía y de la teología, sobre todo de la escolástica. Se ha entendido como:

1. Posibilidad de elección.
2. Como acto voluntario.
3. Como espontaneidad.
4. Como indeterminación.
5. Como ausencia de interferencia o coacción.
6. Como liberación frente a algo y liberación para algo.
7. Finalmente, como realización de una necesidad.

El concepto de libertad es sumamente complejo, ya que puede referirse a diferentes esferas de libertad: libertad personal, pública, política, social, religiosa, moral, de expresión, de acción, de asociación. Todas estas libertades entran dentro de una clasificación más amplia de libertad de querer y libertad de hacer.

Cuando leemos en uno de los Landmarks de la Masonería que uno de los requisitos para el ingreso en la misma es: “…ser libre y de buenas costumbres”, lo primero que se nos viene a la mente es la idea de esclavitud, de hecho así era cuando se redactaron en 1717; ningún esclavo podía ser masón, pero ¿qué sentido tiene eso hoy en día cuando, al menos en teoría, no existen los esclavos? La respuesta es bien sencilla, la de cualquier ciudadano que se adapta a la descripción que hemos tomado del diccionario al principio de este capítulo y que además, no es esclavo o se deja dominar por ningún tipo de vicios: alcohol, tabaco, drogas, juego, personas, ideas preconcebidas, etc.

El masón debe ser un hombre libre en el amplio sentido de la palabra, pero sobre todo debe ser libre de mente, tener la capacidad de discernir entre el bien y el mal, no dar por cierto algo presumiendo que por su procedencia “tiene que ser verdadero”.

Una de las causas por las que la Francmasonería ha sufrido más persecuciones es precisamente por predicar y practicar la libertad de pensamiento y de conciencia, por no creer en algo porque sí simplemente, si eso no hubiese sido de esa forma la ciencia, entre otras, no habría evolucionado como lo ha hecho hasta ahora. Una persona libre es difícil de manipular y de someter, por lo que se transforma en algo molesto para las dictaduras y tiranías, sean del símbolo que sean, y que hay que eliminar. Pero no todo es así de fácil, pues libertad y libertinaje comparten frontera y no es tan fácil saber donde termina una y donde comienza otro, y eso es una de las primeras cosas que hay que enseñar al neófito, al Aprendiz Masón recién iniciado y que debe quedarle lo suficientemente claro para que le marque una trayectoria concreta de acción, la cual ha de guiar sus pasos durante el resto de su vida.

Antes de tomar una decisión se ha de sopesar todos los pros y los contras que esta acarreará, pues aunque siempre estamos a tiempo de rectificar, a veces es muy difícil restaurar el perjuicio que hayamos podido causar, bien a nosotros mismos, bien a un tercero o bien a la colectividad, por ello es imprescindible adquirir la capacidad de reflexionar, de meditar, de ver en lugar de mirar y, sobre todo, de darnos cuenta de que no estamos solos, de que todo aquello que hagamos, digamos, e incluso omitamos hacer o decir, puede causar un efecto muchas veces difícil de prever incluso por nosotros mismos.

Es algo sabido por todos que existe el Derecho Natural, es decir, una serie de normas de comportamiento no escritas, o escritas por Algo o Alguien, en nuestra consciencia, que nos dice qué está bien y qué esta mal; eso nos puede servir de base para tratar el tema de la Libertad, pero para eso es necesario el ser sincero con uno mismo, no intentar buscar excusas para auto engañarnos. Lógicamente estamos hablando de personas normales intelectual y psíquicamente.

En muchas ocasiones tomamos una decisión o ejecutamos una acción, después de habernos auto convencido de que es la correcta con el fin de obtener un beneficio, bien de orden moral, profesional, económico, etc., y puede darse el caso incluso de que terminemos por convencernos “realmente" de que la decisión que hemos tomado sea la correcta y/o adecuada en ese momento.

En el Cristianismo así como en otras muchas religiones, se dice que Dios es omnisciente, es decir, que lo sabe, conoce y ve todo, de hecho uno de nuestros símbolos es el Ojo dentro del Triángulo, eso nos quiere indicar que el Verdadero Dios habita en nuestra consciencia y en todo momento “sabe” lo que estamos pensando o queriendo hacer por lo que es imposible ocultárselo; una vez que somos conscientes de este hecho es prácticamente imposible actuar equivocadamente de manera involuntaria, desde este punto de vista es como se debe contemplar a la Libertad en el contexto masónico, donde dicho concepto es cuasi asimilable al de Justicia.

El concepto de libertad tiene una incidencia particular en el ámbito de lo religioso. De ahí que haya sido estudiada de manera particular dentro de la filosofía y teología escolásticas. Se trata de conjugar la libertad del hombre con la omnipotencia y omnisciencia de Dios. Si Dios lo puede todo, y lo ordena todo, y lo sabe todo, ¿qué espacio de libertad queda al hombre? El libre albedrío, del que hablaremos más tarde, como capacidad de elegir entre el bien y el mal queda totalmente anulado por un determinismo absoluto. La libertad queda seriamente comprometida.

El problema se aumenta y complica a la hora de pensar en el destino futuro del hombre. El hombre no sería más que un simple ejecutor de un plan trazado de antemano. La predestinación del hombre se impone como lógica consecuencia del concepto de Dios.

En el mundo de las religiones se han dado distintas soluciones al problema:

· Libertad del hombre responsable.
· Negación de la libertad frente a la acción omnipotente de Dios.
· Determinismo fatalista: el hombre nada puede hacer frente al designio eterno de Dios sobre él.
· Aceptación del orden del mundo contingente frente a lo absoluto y a lo no condicionado (panteísmo).
[2]

No debe entenderse esta exposición en un entorno religioso, ya que como sabemos la Masonería no es una religión ni propaga ninguna creencia y mucho menos una fe con lo que eso comporta; la forma adecuada de entenderlo es como una parte de la formación y posterior puesta en practica que todo masón debe realizar en su aprendizaje dentro de la Orden si es que desea avanzar como Individuo tanto a nivel personal como colectivo. No olvidemos que el ser humano es gregario por naturaleza, que vive en sociedad y que debe tener presente esto siempre en su forma de actuar y comportarse.

No todos los masones veremos el término Libertad desde el mismo prisma; unos lo haremos desde el religioso, otros desde el moral, otros desde el ético, pero a fin de cuentas el resultado es siempre el mismo: el respeto propio, el respeto a los demás y el respeto a la colectividad.

Esto nos trae a la memoria las tres preguntas que nos efectúan en el Gabinete de Reflexión durante la Ceremonia de nuestra Iniciación: ¿Qué le debe el Hombre a Dios, a sus Semejantes y a sí mismo?; como vemos absolutamente nada es gratuito en cada uno de los Símbolos o Rituales de la Francmasonería, lógicamente y en función de lo que hemos dicho un poco más arriba, cada uno contestará de manera diferente a estas tres preguntas cruciales, según el concepto que tenga del Gran Arquitecto del Universo, pero hemos de tener bien presente que la respuesta a estas tres preguntas será lo que nos marque nuestra posterior pauta de comportamiento como Persona y como Ciudadano, miembro de una colectividad y de una Sociedad Filantrópica e Iniciática como es la Masonería.

Vamos a intentar definir donde se encuentra el límite entre Libertad y libertinaje, así como donde termina nuestra libertad y donde empieza la del prójimo, cosa no siempre fácil de determinar.

Ya hemos visto anteriormente lo que podemos definir por Libertad, aunque esa palabra significa mucho más de lo que puede describirse con palabras, pues para un masón debe ser algo semejante a un sentimiento, algo que nace del corazón o del cerebro, según los casos particulares de cada uno; veamos ahora lo que entendemos por libertinaje y para ello recurriremos en principio al diccionario: “Desenfreno en la conducta. Falta de respeto a la religión o a las leyes”.

De las dos definiciones nos quedaremos con la segunda la cual se adapta mejor a nuestro enfoque del concepto. La sociedad, o mejor dicho, el conjunto de individuos que la componen, deben adaptarse y acatar un conjunto de normas que facilitan el correcto funcionamiento de la misma y que, en las democracias, han sido dictadas o regladas por ellos mismos; se trata de las leyes civiles y religiosas -aunque estas últimas están basadas en el Derecho Natural- y que deben ser iguales para todos los individuos que forman una determinada colectividad. Si este extremo lo contemplamos exclusivamente desde un prisma laico, el único requisito es el de acatar las leyes y normas que rigen el entorno en que nos desenvolvemos, léase sociedad, trabajo, vivienda, familia, etc., si además lo miramos desde un punto religioso, a estas normas y leyes deberemos añadir las particulares de la religión que libremente habremos adoptado y que solo nos obligan a nosotros y a nuestras relaciones particulares con los demás.

Como vemos no es tan difícil comprender el concepto de Libertad, lo verdaderamente difícil es llevarlo a cabo, pues para ello debemos rechazar una serie de estímulos tanto interiores como exteriores que nos “bombardean”: envidia, codicia, avaricia, estatus social, egoísmo, soberbia, falta de civismo y educación, respeto a los demás, etc., esos estímulos negativos son los que un masón debe intentar pulir ya que son precisamente esos junto con la intolerancia, el fanatismo y la incultura lo que hace que la piedra sea bruta en lugar de cúbica. Aunque no debemos pasar por alto que tanto a un intolerante, como a un fanático lo que le hace ser así es la falta de respeto a la libertad de sus semejantes.

No podemos terminar esta Plancha sin hacer una breve mención a un tema estrechamente relacionado con la Libertad: el libre albedrío. Lo podemos definir como la capacidad del ser humano de optar por una acción o por otra. El libre albedrío es nota característica del ser espiritual, manifestada en la conciencia de libertad, pero de una libertad bien entendida y correcta, ya que en caso contrario caería en el libertinaje o en el delito, por no mencionar el pecado, ya que eso es privativo de la moral del sujeto.

También podemos definir al libre albedrío como algo aceptado por ciertas escuelas espiritualistas en general, como una facultad consciente[3]de la voluntad del ser humano para disponer o dirigir libremente sus actos o elegir, de acuerdo a su grado de evolución, la acción correcta o la incorrecta, el bien o el mal, etc.

Por todo lo dicho anteriormente, es fácil comprender por qué la Libertad es la clave principal en la que se funda la Masonería: Libertad para ingresar en la misma, Libertad para elegir esta filosofía determinada de vida, Libertad para desprendernos de los lazos –psicológicos en la mayoría de los casos- que nos atan a una vida material, Libertad para respetar las opciones del resto de los seres humanos aunque estas difieran de las nuestras, Libertad, en resumen, para desear y querer SER LIBRE.

Es cuanto, Sevilla Mayo 5999 V.·. L.·.

[1] 3ª acepción de la palabra tomada del diccionario enciclopédico LEXIS 22 Edic.1982.

[2] Panteísmo: creencia o teoría filosófico-religiosa según la cual existe una única sustancia o naturaleza, es decir, un único ser existente por sí, absoluto, eterno, infinito e impersonal.

[3] Estamos viendo a lo largo del presente trabajo que empleamos unas veces la palabra conciencia y otras consciencia, creemos necesario dar una breve aclaración sobre dichos términos:
Conciencia: es la cualidad, propiedad o actividad íntima del espíritu humano o la psiquis para reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta, al percibir y aquilatar las imágenes y sensaciones del medio ambiente, que le son transmitidas por los órganos sensoriales y el cerebro. Puede decirse que la conciencia espiritual o moral es el proceso por el cual el espíritu siente la verdadera responsabilidad emánente de los actos que voluntariamente realiza.
Consciencia: es la faculta por la que el individuo sabe perfectamente, siente, piensa, quiere y ejecuta sus actos con plena conciencia de lo que está haciendo y del alcance real que esos actos tendrán.

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