por Mariano Mogni
Con más de 200 años, la masonería vive una nueva etapa en  Argentina. Las logias tratan de dejar atrás los prejuicios y conviven con la  modernidad. "No somos cerrados, pero tenemos discreción", dice la máxima  autoridad de los masones en Argentina.
Ética, tolerancia, crecimiento personal, filantropía, familia. Libertad,  igualdad, fraternidad. Esas son las líneas de acción, las bases de sustentación,  los objetivos de los integrantes de la Gran Logia Argentina de Libres y  Aceptados Masones, una agrupación que, con algo más de 200 años de existencia y  6 mil integrantes activos, comenzó hace muchos menos a salir de la oscuridad  para iniciar un lento proceso de visibilización. 
En los últimos tiempos,  el misterio por descubrir los mecanismos de funcionamiento interno de las logias  masónicas fue uno de los temas más recurrentes de libros, películas o series de  televisión. 
El híper exitoso escritor estadounidense Dan Brown masificó la temática con la publicación de los  libros “Angeles y Demonios”, “El Código Da Vinci” o “El  Símbolo Perdido”. Las dos primeras obras fueron llevadas al cine poco  tiempo después de la letra impresa. Los Illuminati, los caballeros templarios, los protectores de  grandes misterios y tesoros, todos integran los hilos conductores de las historias.  
Códigos ocultos,  secretos milenarios guardados por años, enigmas sólo conocidos por los  privilegiados miembros. Todo lo que cruce a las logias masónicas está rodeado  por un halo de misterio. 
Pero los masones reniegan de las fábulas de  Hollywood y de toda forma de arte que tome a  la masonería como tema: “Son ficciones y lo tomamos como eso, una ficción. No  nos representa en lo más mínimo”, aclara a Notio Angel Jorge Clavero,  la máxima autoridad, el Gran Maestre de la Gran Logia Argentina de Libres y  Aceptados Masones. 
De la colonia al prime time de la TV
Las dos últimas  producciones de ficción de la televisión argentina que pelean el rating del  horario central tienen a las logias como una de las líneas argumentales. 
En “El Elegido” (Telefé), el protagonista (Pablo Echarri) tiene  un encuentro con el Gran Maestre de una logia que cambia el curso de la  historia, mientras que “Herederos de una venganza” (Canal 13) trata  sobre un pueblo controlado por una familia  que integra una logia misteriosa. 
Clavero insiste: "Son ficciones y no  nos representan". 
Pero la historia de la masonería en Argentina es mucho  más rica y se extiende a través del tiempo. Según los registros de la Gran Logia  Argentina, la historia de la hermandad en Buenos Aires se remonta a fines del  siglo XVIII. 
La primera agrupación organizada de la hoy ciudad es la  “Logia Independencia”, cuyos inicios se remontan al año 1795. Sin embargo, las  intrincadas modificaciones de las organizaciones determinan que la fecha  fundacional de la masonería argentina es el 11 de diciembre de 1857 cuando se  constituyó la Gran Logia. 
Los masones argentinos, el mundo  moderno y el universo 2.0
Siglos de invisibilidad y misterio  rodean a los masones. Desde la Edad Media cuando, relata Clavero, se iniciaron  las logias entre los albañiles y constructores, la masonería transcurrió tiempos complejos  para con el “mundo exterior”. 
Pero Clavero se ocupa de humanizar a  quienes integran la comunidad y a despejar las sombras que durante años los acompañaron. 
Aunque los  prejuicios sobre la masonería son variados y siguen existiendo. Para muchos, es  una sociedad elitista, separatista, de gente culta, de clase alta y  rica. Para  otros, es gente que cultiva ritos satánicos, antirreligiosos, una sociedad  oculta y peligrosa. 
“No somos una sociedad ni secreta ni cerrada. No  hace falta ser rico ni tener dinero. Al contrario. Puede entrar cualquiera que  desee y lo solicite. Lo que sí, mantenemos la discreción”, explica Clavero. 
Existen 6 mil masones activos en Argentina. Un mismo número se retiró de  las logias por diversos motivos aunque la condición de masón no se pierde. “Se  puede volver cuando se quiera”, dice Clavero. 
La iniciación es la clave.  En rigor, los requisitos que se les exigen a lo postulantes en la web oficial de  la Gran Logia son: “Ser hombre libre y de buenas costumbres (libertad para  expresar sus sentimientos); tener una edad mínima de 21 años; o de 18, si es  hijo de masón; poseer inteligencia y cultura necesaria para comprender y  practicar las virtudes masónicas (aquí sí entraría el perfil más misterioso de  las logias, en el que el postulante deberá “introducirse en los misterios de la  Orden y sus alegorías y signos”); contar con medios de subsistencia para  sufragar sus necesidades, las de los miembros de su familia y/o personas que  tuviera a su cargo (según la web de la entidad, el aporte de los integrantes no  supera la cuota mensual de una organización de caridad)”. 
Por otra  parte, existen masones con diversas creencias religiosas. Pero el Vaticano tiene  una histórica disputa con la masonería. Algunos miembros de la Iglesia Católica  consideran que las logias son satanistas. 
Alejado de los prejuicios,  para el Gran Maestre, los masones, los “hermanos” como se llaman entre sí a los  miembros de las logias, son gente común que integra la sociedad con el objetivo  de que cada miembro fomente y desarrolle sus valores personales. 
Si bien  la apertura es amplia, todavía resta, por  ejemplo, que las mujeres se integren a las logias, un dato no menor. Clavero le  explicó a Notio que el ingreso de las mujeres a los grupos “es un tema  que se discute hace tiempo” pero al que todavía no se pudo encontrar una  resolución. 
Según el Gran Maestre, “en un futuro” la masonería podría  abrirle las puertas al sexo femenino. 
Además, la asociación comenzó una  etapa de ingreso en la comunidad educativa con la firma de varios convenios con  entidades educativas para la realización de cátedras de “Libre Pensamiento”. 
Para Clavero, la educación y la formación son dos de las principales  bases de la Gran Logia. “Encontramos muy buena recepción entre los alumnos”,  comenta en diálogo con Notio. Aunque, confiesa que todavía queda un  largo camino para que “ser masón” sea un término frecuente y aceptado sin  prejuicios. 
Por otra parte, los integrantes de las logias tampoco  reniegan de los avances tecnológicos. “Todos tenemos celulares, todos usamos la tecnología. Pero lógicamente,  cuando nos juntamos, apagamos todo”, explica Clavero. 
Desde que Clavero  es el máximo responsable de la entidad, procuró inciar un proceso de  comunicación y modernización con el objetivo de integrar a la Gran Logia con la  sociedad. De hecho, publican gacetillas de prensa, utilizan herramientas de  Internet y comenzaron una política de atender  a los medios de comunicación como nunca antes. Hasta los nuevos postulantes  pueden enviar la solicitud de ingreso por correo electrónico.  
Con el dinero de los miembros
Las logias  funcionan con el aporte de los integrantes. Clavero le dijo a Notio que  cada “hermano” paga una cuota mensual “similar a la de cualquier club de barrio”  que oscila entre los 80 y 100 pesos. 
“No recibimos ningún tipo de  subsidio de nadie”, aclara el Gran Maestre. 
Los temas operativos de la  asociación se manejan con el dinero de los socios, pero puede haber aportes  mayores de los iniciados si se deben enfrentar gastos más importantes, señala el  mayor responsable de la logia. 
Personajes ilustres y la  política
La historia argentina está cruzada por la masonería.  Personalidades tales como Bartolomé Mitre o Bernardino Rivadavia fueron  integrantes. La Logia Lautaro fue uno de los  instrumentos creados por José de San Martín para lograr la independencia  latinoamericana. Allí lo acompañaron Carlos María de Alvear, Tomás Guido y  Nicolás Rodríguez Peña, entre otros masones. 
Es más, la masonería aportó  siete presidentes iniciados y catorce vices: los propios Mitre y Rivadavia,  Justo José de Urquiza, Domingo Faustino Sarmiento, Carlos Pellegrini, José  Figueroa Alcorta e Hipólito Yrigoyen son algunos. 
Si bien la sede de la  Gran Logia se adorna con cuadros de los masones pasados, Clavero sostiene que la  política argentina estuvo, está y estará vinculada a la masonería y  viceversa.
“En las reuniones hablamos de política, pero no de política  partidaria”, dice Clavero. 
Los dichos del Gran Maestre dejan margen para  pensar que en el actual abanico político hay integrantes de la masonería. 
Nombres, no. La discreción seguirá siendo la clave.
Fuente: NOTIO(Argentina)



