Sus campañas fueron decisivas para las independencias de Argentina, Chile y Perú. Es una pieza fundamental en la construcción de nuestra identidad nacional.
El General José de San Martín, el Libertador de Indoamerica, es reconocido en nuestro país como el “Padre de la Patria”; en Perú, se lo recuerda libertador de aquel país, con los títulos de “Fundador de la Libertad del Perú”, “Fundador de la República” y “Generalísimo de las Armas”. En Chile su ejército lo destacó con el grado de Capitán General.
Pero más allá de su gesta libertadora, San Martín es una pieza fundamental en la construcción de nuestra identidad nacional. Bartolomé Mitre, a través de su monumental Historia de San Martín, y Ricardo Rojas con su Santo de la Espada, forjaron la imagen del héroe. Y, a partir de su célebre figura y heroico proceder, se construye esa gran narración que nos explica como país, es decir, junto con el héroe nacional nace la Nación Argentina.
Por eso, homenajear su vida es recordar ese relato que escuchamos en los actos escolares de nuestra infancia, esa gran narración que nos conformó como comunidad y que nos guió en un camino hacia una patria justa, libre y soberana.
La vida del Libertador
San Martín nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, que en aquél momento formaba parte del Virreynato del Río de la Plata. Cuando tenía 5 años, viajó a España con su familia, porque su padre había sido destinado a Málaga.
Empezó sus estudios en el Real Seminario de Nobles de Madrid y en la Escuela de Temporalidades de Málaga en 1786. Más tarde entró en el ejército e hizo su carrera militar en el Regimiento de Murcia. Combatió en el norte de África y contra la dominación napoleónica de España, participando en las batallas de Bailén y La Albuera.
Con 34 años, en 1812, alcanzó el grado de Teniente Coronel y, tras una escala en Londres, partió a Buenos Aires, en donde se le encomendó la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo (que hoy lleva su nombre), el que logró el triunfo en el Combate de San Lorenzo.
Más tarde se le encomendó la jefatura del Ejército del Norte, en reemplazo del General Manuel Belgrano. Entonces concibió su plan de emancipación sudamericana, comprendiendo que el triunfo patriota sólo se consolidaría al eliminar los núcleos realistas en el continente.
Nombrado gobernador de Cuyo, con sede en la ciudad de Mendoza, puso en marcha su proyecto: tras organizar al Ejército de los Andes cruzó con la cordillera del mismo nombre y lideró la liberación de Chile, en las batallas de Chacabuco y Maipú. Utilizando una flota organizada en Chile, atacó el centro del poder español en Sudamérica, la ciudad de Lima, declarando la independencia del Perú en 1821. Poco después se encontró en Guayaquil con Simón Bolívar, y tras una breve entrevista le cedió su ejército y la meta de finalizar la liberación del Perú. San Martín partió hacia Europa, donde murió el 17 de agosto de 1850.
Junto con Bolívar es considerado el libertador de Sudamérica de la colonización española. En la Argentina se lo considera el principal héroe y prócer nacional.
Murió en Boulogne-sur-Mer, Francia, 17 de agosto de 1850.
Controversia
Existen dos teorías en torno a la supuesta filiación masónica del general San Martín. Si bien distintos historiadores afirman que en ningún momento entró en una logia masónica regularmente constituida, hay otros que sugieren pruebas que demostrarían lo contrario.
Los primeros argumentan que la totalidad de las logias con las que mantuvo contacto a lo largo de su vida, principalmente la Lautaro, no eran estrictamente masónicas, sino que habrían sido sólo grupos revolucionarios que tomaron como base de su organización elementos y símbolos masónicos que serían funcionales a su carácter de sociedad secreta.
Los otros, sin embargo, argumentan que existen documentos que afirman que se trataría de una logia operativa, no en el sentido literalmente constructivo como es el caso de las cofradías medievales, sino que ostentaba objetivos revolucionarios.