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Juan José Oyarzún: “NO SOMOS UN GRUPO SECRETO”

El Gran Maestro de la Masonería chilena tiende a la apertura de su orden. Antes se consideraba a los masones como un grupo secreto. Oyarzún quiere que se les considere “discretos”.

De los masones se puede decir mucho. Salvador Allende era masón. Augusto Pinochet bregó durante dos años para pertenecer a la orden. Claro, dicen que lo hizo cuando era teniente y cortejaba a la hija del entonces ministro del Interior, Osvaldo Hiriart. Luego, cuando dirigió los destinos de Chile, no los molestó. Pero los masones prefieren la democracia, aunque esté enferma, como declara su Gran Maestro, Juan José Oyarzún, el amigo de cincuenta años de Jorge Carvajal, su antecesor, pero al que igual echó de la masonería.

La masonería siempre se mantuvo como un grupo en la penumbra…
–Usted lo dijo.

Le agregaría, como un grupo secreto.
–Una sectocracia.

Pero usted ha pasado del hecho secreto a una actitud discreta.

–Claro, los tiempos han cambiado y la sociedad chilena ha cambiado también bastante en sus formas de pensar, en sus criterios y en sus escalas de valores. Me recuerdo que cuando fui elegido gobernador de rotario, en el año 1979, en la primera entrevista que me hizo un periodista de Valparaíso, me preguntó si yo era masón. Le respondí “quisiera serlo. Pero en todo caso, eso pertenece a mi vida privada”. Y ahí se acabó la conversación, porque en ese tiempo ése era el criterio imperante en la orden. Ahora las cosas han cambiado y yo me siento orgulloso de tratar de ser masón.

No entiendo eso. Usted es el Gran Maestro y me dice que trata de ser masón.
–Es que el masón es el hombre perfecto, y eso no existe. Así de simple. Nosotros tenemos el ideal de perfección, tanto del hombre como de la sociedad, y trabajamos para eso. Por eso le digo que el que diga que es masón se engaña, que se mire al espejo. Somos todos perfectibles. ¿Usted se cree perfecto?

No, sería insoportable.

–Es verdad. La sociedad ha cambiado y el criterio de la masonería tiene que cambiar. Por ejemplo, estamos celebrando el día del profesor. Antes eso se hacía en privado, en el sosiego del templo. Se invitaba a tal o cual profesor, se le imponía una medalla o se le entregaba un diploma.

Fuente: Arturo Castillo Vicencio
Articulo completo en edicion impresa. N° 3.332 del 5 al 18 de noviembre del 2007. Revista ERCILLA, actualidad informativa de Chile y del Mundo

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