EL SECRETO Y EL SILENCIO EN EL MASÓN
El ambiente secreto de que se rodea a la Masonería constituye, sin duda, para el que no es masón, la característica más notable de la Orden.
Para las personas ajenas a la Orden e inclusive para algunos masones la necesidad de semejante secreto ha sido puesta en tela de juicio, pues lo ven como un principio que no tiene sentido en plena era de las comunicaciones.
Este tema se presta a profundas reflexiones. Para ello dividiremos el estudio en dos aspectos, es decir, el del Secreto y el del Silencio. El primero es de aspecto externo y exotérico y el último es el interno o esotérico. El secreto o reserva es un recurso mundano de defensa relativamente fácil. Por el contrario, el silencio es esencialmente espiritual, y no tiene nada que ver con las conveniencias mundanales.
Existen muchas razones sencillas y obvias para que la Francmasonería guarde el secreto externo, pues, si bien hoy día ya no se nos persigue por nuestras ideas ni por nuestras opiniones filosóficas, conservamos, sin embargo, la tradición de épocas lejanas en que los que sustentaban opiniones o practicaban ritos que no eran ortodoxos debían guardar el más severo secreto y la más estricta reserva, si no querían poner sus vidas en peligro.
Los actos de naturaleza ritualista han de protegerse contra el menosprecio y las burlas de los profanos a fin de que las cosas preciosas y sagradas no sean execradas por quienes son demasiado ignorantes para comprender su naturaleza interna y su significación espiritual. Si no se tomara la medida de guardar las cosas en secreto es probable que los hermanos más débiles fueran incapaces de soportar el esfuerzo, y sucumbirían al ridículo; mientras que otros ante cualquier evento harían un derroche innecesario de energía para desviar las pullas de los ignorantes o las malevolencias dirigidas contra la Orden y sus procedimientos.
Existen otras razones poderosas de que se guarde el secreto masónico, entre las cuales destaca la de crear deliberadamente una atmósfera de misterio. El amor a lo misterioso es saludable y beneficioso si se dirige cuerdamente, pues no existe nadie por cínico que sea que no abrigue una secreta atracción hacia el misterio.
Una lección valiosísima que se desprende de la práctica del secreto y de la reserva es la del dominio de la lengua. Dícese que la lengua es el miembro más rebelde del cuerpo y el más difícil de dirigir, y, en verdad, que pocos hombres son capaces de conservar un secreto, ya sea éste grande o pequeño. Casi todos tienen propensión a las debilidades de la curiosidad, con cuyo defecto va unido íntimamente el deseo de saciar la curiosidad ajena, comunicando al prójimo lo que sería conveniente guardar en secreto
Si el francmasón no adquiriese en la Orden otra cosa que la capacidad de no decir cosas innecesarias y de conservar el dominio de la lengua, no habría gastado el tiempo en balde. No deben confiarse los grandes misterios a quien no sea capaz de guardar secretos sin importancia.
Autor desconocido
El ambiente secreto de que se rodea a la Masonería constituye, sin duda, para el que no es masón, la característica más notable de la Orden.
Para las personas ajenas a la Orden e inclusive para algunos masones la necesidad de semejante secreto ha sido puesta en tela de juicio, pues lo ven como un principio que no tiene sentido en plena era de las comunicaciones.
Este tema se presta a profundas reflexiones. Para ello dividiremos el estudio en dos aspectos, es decir, el del Secreto y el del Silencio. El primero es de aspecto externo y exotérico y el último es el interno o esotérico. El secreto o reserva es un recurso mundano de defensa relativamente fácil. Por el contrario, el silencio es esencialmente espiritual, y no tiene nada que ver con las conveniencias mundanales.
Existen muchas razones sencillas y obvias para que la Francmasonería guarde el secreto externo, pues, si bien hoy día ya no se nos persigue por nuestras ideas ni por nuestras opiniones filosóficas, conservamos, sin embargo, la tradición de épocas lejanas en que los que sustentaban opiniones o practicaban ritos que no eran ortodoxos debían guardar el más severo secreto y la más estricta reserva, si no querían poner sus vidas en peligro.
Los actos de naturaleza ritualista han de protegerse contra el menosprecio y las burlas de los profanos a fin de que las cosas preciosas y sagradas no sean execradas por quienes son demasiado ignorantes para comprender su naturaleza interna y su significación espiritual. Si no se tomara la medida de guardar las cosas en secreto es probable que los hermanos más débiles fueran incapaces de soportar el esfuerzo, y sucumbirían al ridículo; mientras que otros ante cualquier evento harían un derroche innecesario de energía para desviar las pullas de los ignorantes o las malevolencias dirigidas contra la Orden y sus procedimientos.
Existen otras razones poderosas de que se guarde el secreto masónico, entre las cuales destaca la de crear deliberadamente una atmósfera de misterio. El amor a lo misterioso es saludable y beneficioso si se dirige cuerdamente, pues no existe nadie por cínico que sea que no abrigue una secreta atracción hacia el misterio.
Una lección valiosísima que se desprende de la práctica del secreto y de la reserva es la del dominio de la lengua. Dícese que la lengua es el miembro más rebelde del cuerpo y el más difícil de dirigir, y, en verdad, que pocos hombres son capaces de conservar un secreto, ya sea éste grande o pequeño. Casi todos tienen propensión a las debilidades de la curiosidad, con cuyo defecto va unido íntimamente el deseo de saciar la curiosidad ajena, comunicando al prójimo lo que sería conveniente guardar en secreto
Si el francmasón no adquiriese en la Orden otra cosa que la capacidad de no decir cosas innecesarias y de conservar el dominio de la lengua, no habría gastado el tiempo en balde. No deben confiarse los grandes misterios a quien no sea capaz de guardar secretos sin importancia.
Autor desconocido