Escribe Ana Julia Faya, Ottawa, Canadá
Las logias, templos masónicos, y otras sociedades secretas, siempre han despertado la curiosidad del ser humano, desde mucho antes de que la novela y film El Código Da Vinci despertaran la actual ola de interés en este antiguo fenómeno internacional. En Santiago de las Vegas, hubo varias logias, entre ellas una de origen criollo que hoy nos describe Ana Julia Faya.
La Orden de los Caballeros de la Luz en
Santiago de las Vegas
Una de las logias de la Orden de los Caballeros de la Luz en Cuba era "Optimismo" No. 10, en el Santiago de las Vegas de los años 40 y 50 que yo recuerdo.
La Orden es una organización fraternal, secreta, de ingreso selectivo --como la masonería, o los Odd Fellows--, que cuenta hoy con más de 100 años. Sus fundadores dejaron huellas profundas de amor a Cuba y recios valores éticos en esa institución.
Se dice que surgió en 1873 entre los cubanos residentes en Estados Unidos que habían salido de Cuba durante el dominio colonial español. Se considera que es la única orden fraternal de verdaderas raíces cubanas, ya que los masones y los Odd Fellows, aunque muy expandidos en Cuba también, son órdenes de carácter universal. Al constituirse la República en 1902, la Orden se desarrolló con rapidez y llegó a contar con más de 100 logias en todo el país.
La Orden Caballeros de la Luz (a la derecha, en 1929) admitía logias para hombres, para mujeres, niños y niñas, y en Santiago hubo de los cuatro grupos: Estaba la logia Optimismo para hombres, y además la logia de las Sacerdotisas del Hogar para mujeres, de Hijos de la Luz para jovencitos y de Esperanzas del Hogar para jovencitas. La Orden llegó a contar también con logias en Baluarte y Calabazar. Las de Santiago realizaban sus sesiones semanales en el mismo edificio sito en la calle 6 entre 5 y 7. Allí se leían pensamientos de José Martí o aforismos de José de la Luz y Caballero. Allí guardaban sus libros y actas, estandartes, collarines, mandiles y atributos para la realización de sus sesiones. Allí oficiaban bodas u otras celebraciones de sus miembros y sus familias.
La selección de sus integrantes, de los hermanos o hermanas, se hacía teniendo en cuenta la integridad ética de los individuos, no su mayor o menor posesión de bienes. Era su decencia, su voluntad de ayudar a otros y a la sociedad lo que primaba en el otorgamiento de la membresía; de ahí que confluyeran en las logias de Santiago individuos de diversas capas de la población. Sus acciones eran de carácter benéfico, encaminadas a la expansión de la cultura nacional y local, al mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos, y de ayuda mutua entre sus miembros.
En las sesiones de la logia, fueran estas las de hombres, mujeres o las infantiles, siempre había un punto en el Orden del Día dedicado a velar por los enfermos, o por situaciones domésticas críticas de algunos de sus miembros. A partir de su disposición individual, determinados hermanos o hermanas recibían mandato de ayudar y su cumplimiento se revisaba en la sesión siguiente. Una de las contribuciones de las logias a la sociedad santiaguera fue la instalación, frente al local donde se reunían, de la Cocina Gratuita Mariano Monteresi. Aportes de ciudadanos e instituciones santiagueras, mediante cuotas mensuales auto asignadas y fiscalizadas con rigor, permitieron que niños de familias de escasos ingresos recibieran almuerzos diarios gratuitos durante años, así como cenas especiales y regalos en Navidad u otras fechas de significación. La Cocina Gratuita funcionaba bajo la supervisión voluntaria de las Sacerdotisas del Hogar, quienes cuidaban del menú, la higiene y el orden en aquel comedor con largas mesas de granito rojo reluciente.
Miembros de las logias de hombres y mujeres de Santiago fueron muy activos en el municipio, como evidenció la contribución de muchos a la edificación del Monumento a los Tabaqueros o la reinauguración del hospital, y la participación en desfiles por el 20 de Mayo o con motivo del natalicio de José Martí, junto a otras instituciones y los escolares. También las logias colaboraban entre sí y con otras organizaciones del pueblo, como era el caso de la recolección anual de libros en el Parque Viejo, auspiciada por la Biblioteca Más Luz para incrementar sus fondos. Era esta una actividad a la que se sumó siempre la logia masónica “Los Templarios”, junto a todas las logias de la localidad.
Aquellos santiagueros, a veces de forma anónima, nos enseñaron del decoro y el amor al otro, fieles al espíritu de los cubanos fundadores de los Caballeros de la Luz.