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Masonería y Dictadura

Conocemos muy bien que la Masonería como institución netamente democrática no puede condecirse con ningún régimen autoritario y que, por sostener una línea de pensamiento humanitaria, de buena voluntad y pregonar la armonía en el concierto de las naciones, han surgido de su seno grandes hombres que se destacaron en la función pública por su pensamiento ligado a las consignas de libertad, igualdad y fraternidad; consignas siempre vigentes que no serán desterradas y que cada H:. M:. guarda en su corazón como el más preciado de los tesoros, heredado desde los antiguos tiempos de la fundación de nuestra Augusta Institución.

Es por esto, que durante la última dictadura militar, la Masonería argentina fue también observada por el ojo escrutador castrense, caracterizado por una política de destrucción de toda alteridad capaz de sustentar valores filantrópicos, donde la tolerancia y el respeto sean la nota clave para la organización de una sociedad más justa y equitativa.

Sabemos que en aquellos tiempos, toda organización era considerada como un ámbito de posible conspiración contra el gobierno y ninguna estaba exenta de investigación, ya que puertas adentro podía suceder que se estuviese gestando alguna forma de revolución y que esto perjudicase a los oscuros intereses de un poder autoerigido que intentaba perpetuarse.

La reunión de tres o más personas en cualquier ámbito del quehacer ciudadano era tenida por los sectores castrenses, como un acto de dudosa filiación y, como bien sabemos, la investigación de todas las instituciones fue una tarea minuciosa, detallada en extremo, que llevó a la censura primero y luego a la muerte de miles de inocentes.

La Masonería debió replegarse sobre sí misma en una discreción muy superior a la que la caracteriza para no desaparecer; pero no por esto podemos decir que haya estado con su silencio a favor de un gobierno de facto. El silencio, muchas veces, es más eficaz que la palabra y con él mucho también se dice. Bajo un gobierno cuya meta no sólo era diezmar al enemigo de izquierda, sino que también era evangelizar por el temor vía la Iglesia, una institución que pregona el amor al prójimo, de librepensadores y por ende revolucionaria como lo es la Masonería, debía silenciar sus voces o perderlo todo. Es así, como en los años '70 y principios de los '80 el común de la gente no sabía qué hacían los masones, dónde estaban y para qué estaban. Pero las "fuerzas del orden" sí sabían de su existencia y también estipulaban que en sus talleres "algo" podía estar pasando.

El I.•. y P.•. H.•. Rolando M. Rivière, Gran Maestre por ese entonces, le confesó al escritor y V.•. H.•. Emilio J. Corbière, durante un reportaje que éste le hiciese, que hubo intentos de anular la personería legal de la Masonería en nuestro país por parte de los sectores castrenses (1), y estimo que sin lugar a dudas lo habrían logrado, si no se hubiesen "dedicado" tanto a otras instituciones que, evidentemente estas mentes enfermas de inquisición y deseos de exterminio de toda alteridad, consideraban más sospechosas, peligrosas y combativas.

Cuando un gobierno amenaza e infunde temor, impidiendo la libre expresión de sus ciudadanos, torturando, desapareciendo a miles y subsumiendo en la pauperización a grandes sectores sociales, para que sólo una selecta minoría congraciada con el poder y el clero esté a la cabeza de la dirigencia, la Masonería sabe observar, ser paciente y seguir su camino de luz. Porque todos sabemos que al aceptar con alegría y empeño la tarea de pulir la piedra bruta, estamos contribuyendo para generar una sociedad mejor, a liberar la mente humana de las viejas ataduras de la clasación, del racismo, del totalitarismo, del fundamentalismo religioso y de tantas otras tristemente célebres características que han dejado profundas heridas en la humanidad.

La Masonería no está exenta de las cuestiones sociopolíticas que aquejan a una nación, pero lo que se debe comprender, es que como institución nunca va a actuar de lleno, sino que son los QQ.•. HH.•. quienes por voluntad propia y movidos por un profundo sentido humanitario van a saber llevar adelante el noble trabajo de enseñar los valores éticos y morales que dignifiquen a la humanidad toda. Quizás alguien se pregunte por qué esto es así, exactamente por la característica democrática de la Masonería de no imponer ideología alguna, de carecer de línea política y religiosa y de respetar el pensamiento de cada uno de los QQ.•. HH.•. En el panal de abejas, todas aportan a diario con nuevo y fresco polen para producir miel; grata al paladar de los hombres y de los dioses. Sin embargo, cada abeja buscará de una flor en particular, tiene el libre albedrío de elegir a qué sabrá la miel y aún en la mezcla de polen de flores diversas, el sabor original será siempre delicioso. De la misma forma, en nuestra Augusta Institución, cada H.•. M.•. aporta con el fruto de su diaria cosecha, lleva lo mejor de sí para que el trabajo mancomunado sea enriquecedor. Nadie necesita levantar la voz e imponer su palabra por sobre los demás. Exactamente por esto, aún en los momentos más críticos, la Masonería carece de una única voz: sino que son las múltiples voces de los QQ.•. HH.•. las que se escuchan y que atraen por su claridad, que convencen por su dulzura y que logran destacarse por su conocimiento.

Como en el panal de abejas, donde el trabajo de convertir un sabor salvaje, como lo es el del polen, en un sabor exquisito se realiza para el bien general del panal, en Masonería trabajamos para el bien de la Orden y por lo tanto de la humanidad. El trabajo es silencioso, pero efectivo, desde el anonimato, pero reconocido, con conocimiento del por qué, pero no muchas veces entendido.

Entonces cuando se escucha decir que la Masonería no hizo nada durante la última dictadura militar: ¿es esto cierto? Que el trabajo masónico no le sea evidente al mundo exterior, no significa que no exista; existe, pero solo quien haya aprendido a leer entrelíneas el decurso de la historia argentina y evidencie que la Masonería a través de sus más destacados exponentes ha estado siempre presente, podrá darse cuenta que tras la discreción y el silencio masónicos hay ardua actividad como en el panal de abejas.

Violeta Paula Cappella

(1) La Masonería – Tomo II: Tradición y Revolución – Emilio J. Corbière - IX Epílogo ¿ Es posible una revolución masónica en el siglo XXI? Los aspectos populares de la francmasonería – La mujer en las sociedades masónicas – Nota 16 – pág. 345.

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