Por el Q:.H:.A:. Dr. Carlos Novoa
canolimd@yahoo.com
Al fin llegó el tan ansiado día de mi iniciación, mi corazón palpitaba apresuradamente tratando de que el tiempo transcurriera mas rápido y poder descubrir la magia que se presentaría en tan ansiada ceremonia llena de misterio que llenaba de inquietud mi alma entera.
Fui recibido por unos señores correcta y elegantemente vestidos, quienes con mucha amabilidad me invitaron a encerrar mi alma en la oscuridad de un cuarto, el cual estaba lleno de objetos que inspiraban una mixtura de miedo e inquietud, lo cual sorpresivamente me llevó a pensar en todas aquellas cosas que profanamente se habían dicho o había pensado sobre este ritual; cuando me sorprendí pensando en ellas, mi corazón se llenó de alivio al descubrir que tenía mis ideales, valores y convicciones muy bien definidos, y con una ligera sonrisa en mis labios me puse a examinar todas y cada una de las cosas que allí se encontraban, tratando de buscar la verdad, de adelantarme a los hechos y descubrir que era lo que esta ceremonia encerraba o en que consistía verdaderamente. Luego de revisar profundamente una y otra vez dichos objetos y hasta memorizar las escrituras que allí se hallaban, concluí que era en vano tratar de adelantarme a los hechos y que el tiempo se encargaría de que descubra los misterios encerrados en este ritual, así como que efectivamente no estaba allí por querer saber en que consistía la masonería, sino que estaba allí por que siempre he sido una persona que busca llegar a la verdad y sabía que la masonería me permitiría llegar al fondo de las cosas para así poder comprender el significado de ellas, desarrollándome personalmente y como ese granito de arena que soy en la humanidad, corresponderle para que ésta sea cada día mejor. Este pensamiento fue interrumpido por el ingreso de un hombre que con los mismos envidiables modales me invito a despojarme de todo lo que en la vida profana había obtenido para convertirme en un pordiosero que vestido de harapos ruega por saciar su hambre de verdad y sabiduría, así como su sed de superación y perfeccionamiento; posteriormente literalmente me quede ciego, y fui guiado por una voz mucho más amable y confiable que las demás hacia otro ambiente, no podía ver absolutamente nada de lo que en el mundo externo ocurría, solo estaba yo, mi mente y mi alma en el momento de máxima atención de mi vida, puesto que, aunque no veía nada, trataba de exaltar mis otros sentidos con la única finalidad que no se escapara ni un solo detalle que pueda hacer de mi una persona mejor y me haga digno de ver la luz y conocer la verdad.
Se me invitó a golpear tres veces una puerta que inmediatamente se me abrió, y con gran felicidad sentí que me estaban esperando, pero grande fue mi sorpresa cuando preguntaron hostilmente quien era yo y que quería allí; posteriormente se volvió a cerrar la puerta y unos minutos después se abrió ya invitándome a pasar, guiado o conducido diría yo, por un hombre que con voz y actitud amenazante pregunto por mi y por mis intensiones; sin embargo se podía percibir un calor intenso, que me indicaba que cada vez estaba mas cerca de la luz, que era lo mas importante para mi en esos momentos, por lo que comprendí todas esas actitudes hostiles de los custodiadores de una luz tan intensa como es la luz de la verdad.
Posteriormente se me presentó minuciosamente ante varias personas que me recibían con una actitud entre agresiva y amable, que me hacía sentir un temor que no distraía mis cuatro sentidos restantes, ansioso de detalles en mi favor; hasta que se me preguntó si estaba dispuesto a presentar un juramento para poder acceder a los beneficios de la francmasonería, pero como acceder a prestar un juramento si en realidad no sabía de que se trataba, pensé; sin embargo, como si me leyeran la mente, se me aclaró que dicho juramento era compatible con mis principios y convicciones, además estaba respaldado por el sublime hecho de ver la luz y conocer la verdad, así que sin pensarlo más, accedí a ello y juré guardar fielmente los secretos y misterios pertenecientes a los antiguos, libres y aceptados masones que me fueran confiados, sellando mi juramento con mis labios sobre el V:. de la L:. S:. convirtiéndome inmediatamente en un A:. M:. digno de ver la luz, la cual instantáneamente se me concedió, así como se me enseñó todos los secretos y misterios que como A:. M:. debía conocer, los cuales fueron marcados en mi como con metal incandescente para hacerlos imborrables e irrenunciables.
Dichas marcas hicieron de mi un A:. M:. y se me proclamó y reconoció como tal, y mientras esto sucedía pensaba en el hecho de haber visto la luz, pero con desilusión caí en cuenta que se me había otorgado tanto y sin embargo esto no me había hecho conocer la verdad, y concluí que mis H:. me habían permitido ver la luz intensa de la verdad, la cual me mostraba el camino hacia ella, pero que solo la conocería trabajando arduamente labrando mi piedra bruta, piedra que jamás estará completamente pulida, pero que con esfuerzo y dedicación llegaré a pulir tanto que me permitirá cada día estar más cerca de la tan ansiada verdad, perfeccionándome constantemente para que junto con las otras piedras pulidas de mis demás H:. lleguemos a formar algún día una sociedad justa, perfecta y regular.
Esta fue mi iniciación en la francmasonería, que no fue la misma que tuvieron mis demás Q:. y R:. H:., pues esta fue la iniciación en mi corazón y que ahora con mucho orgullo y amor fraternal les comento esperando poder contribuir en algo al labrado de la piedra bruta de todos y cada uno de nosotros, brindándoles de la manera más humilde, los mas profundos sentimientos en el corazón de un profano cand:.; pues es bien sabido Q:. y R:. H:. que cada día aprendemos algo y sorprendentemente nos damos cuenta que a veces nuestros H:. menores son nuestros mejores maestros, pues se convierten en fuente de experiencias que por el pasar del tiempo tal vez hemos olvidado.
V:.A:.H:.
Fuente: Masones@gruposyahoo.com
MI INICIACIÓN EN MI CORAZÓN
miércoles, mayo 16, 2007