Bartholomeeusen pone los puntos sobre la íes y aclara que la masonería no es contraria a la religión pero sí al dogmatismo, y que la imposición de una moral es una constante religiosa que es ciertamente incompatible con los ideales masónicos.
¿Ideales?, se pregunta el diario. ¿Qué ideales? ¿En qué consiste la masonería? Y el Gran Maestro da con una fórmula que no sé si encuentro gratificante o inquietante: la masonería, dice, “es el resultado de una sedimentación, de una experimentación que remonta a dos o tres siglos. Ha crecido por evoluciones, se trata, casi, de darwinismo intelectual“.
Una interesante descripción, que sin duda resultará llamativa para todos aquellos que se hayan acercado a la masonería en busca de un sistema de pensamiento y se hayan encontrado con lo propio de una asociación adogmática: un crisol de ideas, algunas más favorecidas que otras según las corrientes del tiempo. Pero ahí está la belleza del Opus Nigrum…