Por Iván Herrera Michel. 33º
En la ciudad Palestina de Jerusalén, en el año 1118, nueve franceses crearon una asociación religiosa y militar denominada inicialmente Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (Pauperes Conmilitones Christi), conocida para la posteridad como Caballeros Templarios o Caballeros del Templo de Salomón (Milites Templi Salomonis), o simplemente: Los Templarios.
Las intenciones iniciales de los fundadores se podrían resumir en dos:
a) El Pontífice Juan VIII en el siglo IX había dispuesto que aquellos caballeros que murieran en batalla luchando contra loa herejes y creyentes de religiones diferentes al cristianismo quedarían limpios de pecados y se considerarían iguales a los mártires cristianos, y
b) La creencia de que en oriente existían grandes riquezas que podrían ser fácilmente arrebatadas a sus propietarios a quienes lícitamente podían asesinar por ser fieles de otra religión.
Entonces, vemos como en realidad los Templarios eran hombres del medioevo, que unían a un exarcebado fanatismo cristiano una ambición desmedida, que con el tiempo adquirieron un inmenso poder y grandes riquezas, gracias a uno de los mayores derramamientos de sangre de la historia humana, y no caballeros altruistas poseedores de un elevado sentimiento intelectual o espiritual.
Una vez consolidada, la Orden del Temple se dedicó al saqueo indiscriminado en el medio oriente y para el año 1170 sus inversiones y propiedades se extendían a territorios que hoy pertenecen a Francia, Alemania, Reino Unido, España y Portugal, lo cual unido a sus cada vez mayores privilegios enriquecían enormemente sus arcas.
Para 1220 la Orden del Temple era la organización privada más grande del mundo desde el aspecto militar hasta el económico. Poseía cerca de 10.000 encomiendas, unos 60 castillos y fortalezas, una flota naval en el mediterráneo y otra en el Atlántico, y un tesoro impresionante que le permitía hacer prestamos impagables a los reyes europeos, quienes terminaban otorgándole la administración económica de sus reinos para paliar deudas crónicas.
El poder de los Templarios era inmenso, por ejemplo, el Maestre de la Orden en Inglaterra ocupaba una plaza en el parlamento como primer Barón del reino, y ella estaba exenta de impuestos. Además fueron pioneros en el concepto de facilidad de pagos en la asignación de créditos para el desarrollo y la expansión comercial, actuaban como fideicomisarios de fondos y propiedades que se dejaban en su custodia, emitían cartas de crédito, etc. Igualmente los Templarios estaban libres de pagar peajes y sus barcos exentos de registro. Naturalmente, una estructura de costos económica, una mercado monopolizado, y una posición política dominante inhibía la competencia y garantizaba altos márgenes de utilidad.
En cuanto al origen escocés de la corriente Masónica que albergó en Francia a los precursores del R:. E:. A:. y A:. se debe hacer una necesaria precisión, ya que en rigor histórico la teoría que relaciona los comienzos remotos de la Orden con la inmigración de Templarios acaudalados provenientes de Europa continental que venían huyendo de la iglesia Católica en el siglo XIV carece de solidez, y se la debemos al deseo del Caballero Andrés de Ramsay de brindarle a la Masonería un linaje ilustre que atrajera a los nobles y burgueses franceses del siglo XVIII. Hipótesis que esbozó en dos discursos pronunciados el veinte de marzo de 1736 en la Logia Parisina St. Thomas N° 1 y en 1737 ante una Asamblea General de la Orden en Francia.
En esos discursos del Caballero de Ramsay, el párrafo que enlaza los antiguos misterios del medio oriente con los Templarios y Gran Bretaña es del siguiente tenor:
“Después de los grandes reveses de las guerras sagradas, la decadencia de las armadas cristianas, y el triunfo de Bendocdor Sultán de Egipto durante la octava y última cruzada, el hijo de Enrique III de Inglaterra, el gran príncipe Eduardo, viendo que ya no había seguridad para sus hermanos Masones en Tierra santa quiso que todos lo acompañaran cuando las tropas cristianas se retiraron y esta colonia de adeptos se estableció así en Inglaterra. Puesto que este príncipe estaba dotado de todas las cualidades del espíritu y del corazón que forman a los héroes, amó las bellas artes y sobre todo nuestra gran ciencia. Estando en el trono, se declaró Gran Maestro de la Orden, le otorgó varios privilegios y franquicias, y desde entonces los miembros de nuestra cofradía tomaron el nombre de Francmasones. Desde esta época Gran Bretaña se convirtió en la sede de la ciencia arcana, en la conservadora de nuestros dogmas y en la depositaria de todos nuestros secretos.”
El Sultán de Egipto a que se refiere Ramsay es Saladino (Al-Nāsir Salāh ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb) quien arrebató Palestina a los invasores Cruzados devolviéndola a sus legitimos dueños, los árabes. Saladino para esaépoca obstentaba los títulos de Sultan de Egipto, Siria, Palestina, así como de zonas de Arabia, Yemen, Libia y Mesopotamia.
Dante Alighieri, en su famosa obra La Divina Comedia, en el acápite Infierno, Canto IV, verso 129, ubica a Saladino en el Limbo al lado de Sócrates, Aristóteles, Homero y Ovidio, quienes tampoco podían entrar al Paraíso por no estar bautizados. Pero no hay que preocuparse, por que el sábado 20 de abril del año 2007, la Comisión Teológica Internacional de la Iglesia Católica decidió eliminar el concepto de limbo, el lugar donde según la tradición iban a parar los que morían sin ser bautizados.
Desafortunadamente, y a pesar de que ha sido propagado con convicción, lo afirmado por Ramsay no resiste el más mínimo análisis histórico.
En lo legendario del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, los Masones después de haber construido el Templo de Salomón y de protegerlo de generación en generación incorporaron sus saberes a los Templarios en la Palestina de la Edad Media, y a su vez estos a la caída de su Orden se refugiaron en Escocia de donde viene el apelativo de “Escocés”. Pero de este relato no existe una sola fuente seria que sostenga su veracidad.
El hecho histórico es que al decretarse la persecución en la Europa católica muchos Templarios viajaron vía Irlanda a Escocia y se unieron a los que estaban allí. Escocia en esos años se encontraba bajo el mando del Rey Robert Bruce quien se a la sazón estaba excomulgado por el Papa y dirigía una guerra de independencia nacional, cultural y étnica contra Eduardo I de Inglaterra. Naturalmente, los conocimientos militares y las tácticas que le podía aportar el mejor, más disciplinado y mejor equipado ejército de occidente eran bien recibidos.
Se barajan diversas hipótesis sobre la participación de un nutrido grupo de templarios, que huidos del papa, lucharon en las filas escocesas en la decisiva batalla de Bannockburn el 24 de junio de 1314. Sorprendentemente un pequeño ejército de 6.500 soldados derrotó a uno compuesto por más de 20.000. Pero de ahí a ser esta inmigración un entronque entre Salomón y los Masones hay una distancia grande.
De nuevo no debe perderse de vista que la Iniciación en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado invita al Masón a recorrer de manera didáctica el camino de las grandes tradiciones de occidente gracias a la puesta en escena del ritual, de tal forma que un nuevo Grado puede ser la ocasión para descubrir, en ampliada comprensión del rigor histórico, el contexto cultural que acompaña a lo legendario a lo cual lo litúrgico hace referencia. Cabe aclarar, que tomamos la expresión Iniciación en los términos que lo define René Guenon, es decir, como la “transmisión de una influencia intelectual”.
Sin embargo, la razón funcional del éxito de la versión de Ramsay estriba en que para la época se había difundido en los Países europeos una imagen romántica de la Orden del Temple que en gran medida ha recogido el R:. E:. A:. y A:., sobre todo en lo relacionado con un ideal caballeresco de su imaginario que se observa en el uso de la espada, las formulas juramentales, las marchas, las palabras, etc. Ramsay se inventó con éxito una argumentación en medio de la rápida evolución de las ideas del siglo XVIII en la que el local de la Logia de constructores se convirtió en un Templo filosófico al servicio de una versión optimista del mundo en el que los hombres se reúnen en fraternidad y libertad, bajo el signo de la igualdad.
Según el Manuscrito de Strasburgo de 1760 cuando Jacques de Molay, Gran Maestre de la Orden del Temple, se dio cuenta de la suerte que le esperaba mandó a llamar al Conde de Beaujeu, en quien confiaba enteramente, “para conservar y perpetuar los sublimes conocimientos y los principios de la Orden” y luego de juramentarlo junto con otros nueve caballeros instituyeron un Rito. A la muerte del Conde de Beaujeu el Gran Maestrazgo recayó en el Conde de Aumont quien se refugió en Escocia.
Uno de los interrogantes que ha vertido ríos de tintas entre los historiadores se refiere a la razón por la que una Orden compuesta por 15.000 lanceros, 35.000 Sargentos, implantada en todos los reinos de la cristiandad, que disponía de un enorme ingreso económico anual, que no la controlaba sino ligeramente el Papa que la tenía como su principal fuente de ingreso y protección armada, se dejó aniquilar sin desenvainar una espada.
Una hipótesis muy difundida sostiene que occidente vio con buenos ojos cuando un grupo pequeño de franceses se organizó para cuidar las rutas que usaron los invasores europeos (cruzados) en su afán de quedarse con las riquezas de los árabes, que poco o nada les importó cuando los cobros por esta protección, las riquezas robadas a los locales, el tráfico de reliquias y esclavos, las matanzas, las limpiezas étnicas, etc., convirtió a aquel puñado de hombres en la poderosa y temida Orden del Temple.
El problema surgió cuando, a la caída de los estados latinos invasores de Palestina en el año 1291, los Templarios se apoderaron de reinos, tierras, castillos y rentas de los empobrecidos nobles europeos, amparados en una fuerte milicia y en una exagerada influencia en la Iglesia Católica.
Ambas fuerzas, la “divina” del clero y la económica de la Orden del Templo, atenazaron a la sociedad feudal de los siglos XII a XIV. Para sus contemporáneos estos monjes militares no eran más que una Orden demasiado orgullosa y demasiado rica. Para la época, la Orden del Temple compró la isla de Chipre y pagó el cuantioso rescate que se exigía por la persona del Rey Luis IX de Francia luego de haber caído prisionero en el desastre militar de la séptima cruzada. Esta circunstancia, les disparará el poder omnímodo sobre Francia que le acarrearía su fin.
En realidad, la del Temple no fue la única Orden que concilia la vida militar con la monacal en el marco de las sangrientas expediciones de conquista que emprendió occidente contra los pueblos palestinos en los siglos XI, XII y XIII. También tuvieron mucha importancia las de los Hospitalarios, Calatrava, Avis, Santiago, Alcántara, Montesa, Cristo y Teutónica. Al subir al trono francés el nieto de Luis IX, Felipe IV, El Hermoso, en el año 1285, encuentra que las finanzas del reino estaban en muy mal estado mientras que las mayores fuentes de ingreso eran de propiedad de los lombardos, los judíos y los templarios. Estos últimos, incluso custodiaban y gestionaban el tesoro real en Francia.
Al caer Acre en Palestina, el 18 de mayo de 1291, ante las fuerzas de liberación árabes y acabarse la invasión militar europea en el medio oriente, los Templarios perdieron la razón por la que fueron fundados y trataron de crear un principado independiente propio en la región del Languedoc que pertenece aún a Francia, en el sur, a orillas del Mediterráneo.
Cuando Felipe IV, en desarrollo de su política de recuperación del control y saneamiento de la hacienda real impone tributos a las inmensas riquezas que poseían la Iglesia y los Templarios en Francia, el Papa Bonifacio VIII, declaró, para no pagarlos, la supremacía del poder espiritual sobre el poder temporal y la superioridad del Papa sobre los reyes, mediante la promulgación de la bula Unam Sanctam.
Es a partir de este conflicto de poder con el papado cuando Felipe intriga contra el Papa, y a su muerte hace elegir sumos pontífices católicos a dos franceses amigos: Benedicto XI en 1303 y Clemente V en 1305. En asocio con el Papa Clemente V, el 13 de octubre de 1307, gracias a una operación policial maestra preparada con el mayor secreto detiene simultáneamente a todos los Templarios de Francia por “violentas suposiciones y sospechas” y apresa a 600 de sus miembros quemando en la hoguera a algunos de sus máximos dignatarios.
En medio del pánico, el resto se esconde, apostata o sale huyendo con las riquezas que tiene a la mano, frente a la sed de venganza de sus víctimas y la ambición de otros que los veían indefensos y sin la todopoderosa protección del Papa y los nobles.
Muchos llegarían a las altas tierras de Escocia. Posteriormente, en el Concilio de Vienne de 1312, Clemente V suprime, al parecer a instancias de Clemente V, la Orden del Temple con la Bula Vox In Excelso, y por medio de otra Bula Ad Providam, confía sus bienes a la Orden de los Hospitalarios. Finalmente, el 11 de marzo de 1314 son quemados vivos Jacques de Molay y Godofredo de Charnay, máximos jerarcas de los Templarios. Los Hospitalarios reciben en 1312 la cuantiosa fortuna de la abolida Orden del Temple salvo los de la península ibérica, donde la Orden de Montesa, fundada en el reino de Valencia y aprobada en 1317, y la Orden de Cristo, fundada en Portugal y aprobada en 1319, son las sucesoras legítimas de los Templarios.
Principalmente, cuatro animadversiones dejaron sin respaldo a los Templarios y posibilitaron su catastrófica desaparición:
1) Los reyes estaban cansados de que un ejército privado que no controlaban, que manejaba el tesoro real y al que había que pagarles por protección se paseara libre y amenazadoramente por sus territorios;
2) El clero no veía con satisfacción los privilegios de que gozaban y hacían alarde;
3) La nobleza estaba descontenta por que les tenían hipotecada gran parte de sus bienes inmuebles y rentas con prestamos onerosos, que finalmente producía su ruina y la pérdida de reinos y tierras;
4) El estado llano no estaba de acuerdo conque estuvieran por encima de la Ley ni con sus abusos cotidianos. Aún se conservan muchas trovas y canciones populares del Siglo XIV que se refieren a los problemas ocasionados por la forma de beber de los Templarios. ”Beber como un Templario” fue una expresión muy propagada durante varios siglos para indicar los excesos con el alcohol de aiguien. Es ecir, lo que hoy la ciencia médica llama alcoholismo.
En 1981 el Vaticano ordenó organizar una lista de aquellas organizaciones que sostenían ser herederas de los Templarios. La sorpresa fue grande pues la lista llegó a cuatrocientos nombres, pero ninguna de esas asociaciones ha podido probar con evidencias serias su filiación con la Orden del Templo.
Ahora bien: ¿Lanzó de verdad Jacques de Molay una terrible maldición emplazando al Papa y al rey de Francia “a comparecer en el curso de un año ante el tribunal de Dios”?.
Nadie ha podido probarlo, pero la muerte de Clemente V en Roquemaure el 20 de abril de 1314 y luego la de Felipe el Hermoso el 29 de noviembre del mismo año en Fontainebleau turbaron los espíritus. La leyenda y el mito se apoderaron de la historia de los Templarios y suministraron los ingredientes necesarios para el florecimiento de un esoterismo que algunos piensan lo más arcano posible. De nada de ello hay pruebas concretas, y los historiadores científicos se inclinan a sostener que no hubo ningún secreto en esa Orden regida por una regla estricta, lo cual no excluía por supuesto las desviaciones individuales.
Tampoco se ha encontrado grandes tesoros ocultos entre esos banqueros perspicaces y arrojados soldados. Para los franceses, Felipe IV pasaría a la historia como el gobernante que transformó una Francia feudal en una monarquía moderna en donde la autoridad del Rey se impone a todos y que instauró un impuesto nacional sobre todo el reino. Además saneó las finanzas y amplió su territorio notablemente.
Refiriéndose al tema del origen escocés de la Orden Masónica, John Hamill afirma en un ensayo denominado “Teorías Acerca del Origen de la Francmasonería”:
(...) “También se ha buscado en otras organizaciones el origen de la Francmasonería. Una teoría ahora descartada pero que conservó credibilidad por largo tiempo veía en la Francmasonería la descendiente directa de los Caballeros Templarios medievales. Se afirmó que, luego de la supresión de la Orden de los Templarios y de la muerte de Jacques de Molay, su último Gran Maestro, en 1314, un grupo de caballeros escapó a Escocia. Una vez allí se reunieron en el misterioso Monte Heredom cerca de Kilwinning y, temerosos de ulteriores persecuciones se transformaron en Francmasones convirtiendo los supuestos secretos de los Templarios en los secretos de la Francmasonería.”
“Desafortunadamente para los partidarios de esta teoría el misterioso Monte de Heredom no existe (aunque habría de constituirse en un elemento central de numerosos grados adicionales inventados en la Francia del siglo XVIII). Tampoco es verídico que los Templarios hubieran sido perseguidos en Escocia. Formaron, por el contrario, parte de la vida política y religiosa de Escocia hasta la Reforma, siendo el Prior de Torpichen (el principal Priorato Templario de Escocia), por derecho propio, uno de los Lores Espirituales del gobierno escocés.”
“Sin embargo, la leyenda escocesa siguió ejerciendo su atracción romántica. El reverendo Dr. George Oliver declaró que poseía un manuscrito del siglo XVIII el cual se refería a lo que él denominó el Rito de Bouillon, un ritual de los tres Grados Azules en el cual se le informaba a los recipiendarios que ellos eran descendientes de los Templarios.”
“El manuscrito de Oliver se conoce solamente en copias que datan del siglo XIX y un examen de su contenido muestra un ritual altamente desarrollado para los tres Grados Azules, el cual incorpora muchos de los cambios y adiciones rituales realizados después de la unión de las dos Grandes Logias inglesas en 1813.”
Por lo tanto, debemos situar el marco temporal del R:. E:. A:. y A:. solamente a partir del siglo XVIII en Francia.
Por otra parte, la introducción de la versión del origen Templario – escocés de la Masonería no sería el único aporte del Caballero De Ramsay. De acuerdo con el autor Ángel María de Lera en “La Masonería que Vuelve”, Ramsay sostiene que la Orden debe ocuparse de temas como los de la república democrática como sistema ideal de gobierno, el cosmopolitismo ideológico y el sentimiento patriótico como base para "la formación de una nación espiritual y de un pueblo nuevo."
La versión templaría de Ramsay se produce en un cruce de coyunturas históricas en el que la tradición de los antecedentes templarios de los Estuardos que recogía la vecindad entre los constructores y algunas ordenes en Escocia que se repuntaban como descendientes de la del Temple facilitaban el enlace con las ideas románticas en boga.
Estas ideas crean un cisma al interior de la Masonería francesa, que solo culminaría en 1773 cuando se escinde en la Gran Logia Nacional de Francia y el Gran Oriente de Francia.
De todos modos, la hipótesis se incorporo al cuerpo doctrinal de la Masonería de tal forma que en 1919 en Estados Unidos se crea la Orden Jacques de Molay en honor del Maestre del Temple, que aún existe con mucho dinamismo, para preparar jóvenes entre los 14 y los 21 años de edad para ser buenos ciudadanos de esa nación.
En la ciudad Palestina de Jerusalén, en el año 1118, nueve franceses crearon una asociación religiosa y militar denominada inicialmente Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (Pauperes Conmilitones Christi), conocida para la posteridad como Caballeros Templarios o Caballeros del Templo de Salomón (Milites Templi Salomonis), o simplemente: Los Templarios.
Las intenciones iniciales de los fundadores se podrían resumir en dos:
a) El Pontífice Juan VIII en el siglo IX había dispuesto que aquellos caballeros que murieran en batalla luchando contra loa herejes y creyentes de religiones diferentes al cristianismo quedarían limpios de pecados y se considerarían iguales a los mártires cristianos, y
b) La creencia de que en oriente existían grandes riquezas que podrían ser fácilmente arrebatadas a sus propietarios a quienes lícitamente podían asesinar por ser fieles de otra religión.
Entonces, vemos como en realidad los Templarios eran hombres del medioevo, que unían a un exarcebado fanatismo cristiano una ambición desmedida, que con el tiempo adquirieron un inmenso poder y grandes riquezas, gracias a uno de los mayores derramamientos de sangre de la historia humana, y no caballeros altruistas poseedores de un elevado sentimiento intelectual o espiritual.
Una vez consolidada, la Orden del Temple se dedicó al saqueo indiscriminado en el medio oriente y para el año 1170 sus inversiones y propiedades se extendían a territorios que hoy pertenecen a Francia, Alemania, Reino Unido, España y Portugal, lo cual unido a sus cada vez mayores privilegios enriquecían enormemente sus arcas.
Para 1220 la Orden del Temple era la organización privada más grande del mundo desde el aspecto militar hasta el económico. Poseía cerca de 10.000 encomiendas, unos 60 castillos y fortalezas, una flota naval en el mediterráneo y otra en el Atlántico, y un tesoro impresionante que le permitía hacer prestamos impagables a los reyes europeos, quienes terminaban otorgándole la administración económica de sus reinos para paliar deudas crónicas.
El poder de los Templarios era inmenso, por ejemplo, el Maestre de la Orden en Inglaterra ocupaba una plaza en el parlamento como primer Barón del reino, y ella estaba exenta de impuestos. Además fueron pioneros en el concepto de facilidad de pagos en la asignación de créditos para el desarrollo y la expansión comercial, actuaban como fideicomisarios de fondos y propiedades que se dejaban en su custodia, emitían cartas de crédito, etc. Igualmente los Templarios estaban libres de pagar peajes y sus barcos exentos de registro. Naturalmente, una estructura de costos económica, una mercado monopolizado, y una posición política dominante inhibía la competencia y garantizaba altos márgenes de utilidad.
En cuanto al origen escocés de la corriente Masónica que albergó en Francia a los precursores del R:. E:. A:. y A:. se debe hacer una necesaria precisión, ya que en rigor histórico la teoría que relaciona los comienzos remotos de la Orden con la inmigración de Templarios acaudalados provenientes de Europa continental que venían huyendo de la iglesia Católica en el siglo XIV carece de solidez, y se la debemos al deseo del Caballero Andrés de Ramsay de brindarle a la Masonería un linaje ilustre que atrajera a los nobles y burgueses franceses del siglo XVIII. Hipótesis que esbozó en dos discursos pronunciados el veinte de marzo de 1736 en la Logia Parisina St. Thomas N° 1 y en 1737 ante una Asamblea General de la Orden en Francia.
En esos discursos del Caballero de Ramsay, el párrafo que enlaza los antiguos misterios del medio oriente con los Templarios y Gran Bretaña es del siguiente tenor:
“Después de los grandes reveses de las guerras sagradas, la decadencia de las armadas cristianas, y el triunfo de Bendocdor Sultán de Egipto durante la octava y última cruzada, el hijo de Enrique III de Inglaterra, el gran príncipe Eduardo, viendo que ya no había seguridad para sus hermanos Masones en Tierra santa quiso que todos lo acompañaran cuando las tropas cristianas se retiraron y esta colonia de adeptos se estableció así en Inglaterra. Puesto que este príncipe estaba dotado de todas las cualidades del espíritu y del corazón que forman a los héroes, amó las bellas artes y sobre todo nuestra gran ciencia. Estando en el trono, se declaró Gran Maestro de la Orden, le otorgó varios privilegios y franquicias, y desde entonces los miembros de nuestra cofradía tomaron el nombre de Francmasones. Desde esta época Gran Bretaña se convirtió en la sede de la ciencia arcana, en la conservadora de nuestros dogmas y en la depositaria de todos nuestros secretos.”
El Sultán de Egipto a que se refiere Ramsay es Saladino (Al-Nāsir Salāh ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb) quien arrebató Palestina a los invasores Cruzados devolviéndola a sus legitimos dueños, los árabes. Saladino para esaépoca obstentaba los títulos de Sultan de Egipto, Siria, Palestina, así como de zonas de Arabia, Yemen, Libia y Mesopotamia.
Dante Alighieri, en su famosa obra La Divina Comedia, en el acápite Infierno, Canto IV, verso 129, ubica a Saladino en el Limbo al lado de Sócrates, Aristóteles, Homero y Ovidio, quienes tampoco podían entrar al Paraíso por no estar bautizados. Pero no hay que preocuparse, por que el sábado 20 de abril del año 2007, la Comisión Teológica Internacional de la Iglesia Católica decidió eliminar el concepto de limbo, el lugar donde según la tradición iban a parar los que morían sin ser bautizados.
Desafortunadamente, y a pesar de que ha sido propagado con convicción, lo afirmado por Ramsay no resiste el más mínimo análisis histórico.
En lo legendario del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, los Masones después de haber construido el Templo de Salomón y de protegerlo de generación en generación incorporaron sus saberes a los Templarios en la Palestina de la Edad Media, y a su vez estos a la caída de su Orden se refugiaron en Escocia de donde viene el apelativo de “Escocés”. Pero de este relato no existe una sola fuente seria que sostenga su veracidad.
El hecho histórico es que al decretarse la persecución en la Europa católica muchos Templarios viajaron vía Irlanda a Escocia y se unieron a los que estaban allí. Escocia en esos años se encontraba bajo el mando del Rey Robert Bruce quien se a la sazón estaba excomulgado por el Papa y dirigía una guerra de independencia nacional, cultural y étnica contra Eduardo I de Inglaterra. Naturalmente, los conocimientos militares y las tácticas que le podía aportar el mejor, más disciplinado y mejor equipado ejército de occidente eran bien recibidos.
Se barajan diversas hipótesis sobre la participación de un nutrido grupo de templarios, que huidos del papa, lucharon en las filas escocesas en la decisiva batalla de Bannockburn el 24 de junio de 1314. Sorprendentemente un pequeño ejército de 6.500 soldados derrotó a uno compuesto por más de 20.000. Pero de ahí a ser esta inmigración un entronque entre Salomón y los Masones hay una distancia grande.
De nuevo no debe perderse de vista que la Iniciación en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado invita al Masón a recorrer de manera didáctica el camino de las grandes tradiciones de occidente gracias a la puesta en escena del ritual, de tal forma que un nuevo Grado puede ser la ocasión para descubrir, en ampliada comprensión del rigor histórico, el contexto cultural que acompaña a lo legendario a lo cual lo litúrgico hace referencia. Cabe aclarar, que tomamos la expresión Iniciación en los términos que lo define René Guenon, es decir, como la “transmisión de una influencia intelectual”.
Sin embargo, la razón funcional del éxito de la versión de Ramsay estriba en que para la época se había difundido en los Países europeos una imagen romántica de la Orden del Temple que en gran medida ha recogido el R:. E:. A:. y A:., sobre todo en lo relacionado con un ideal caballeresco de su imaginario que se observa en el uso de la espada, las formulas juramentales, las marchas, las palabras, etc. Ramsay se inventó con éxito una argumentación en medio de la rápida evolución de las ideas del siglo XVIII en la que el local de la Logia de constructores se convirtió en un Templo filosófico al servicio de una versión optimista del mundo en el que los hombres se reúnen en fraternidad y libertad, bajo el signo de la igualdad.
Según el Manuscrito de Strasburgo de 1760 cuando Jacques de Molay, Gran Maestre de la Orden del Temple, se dio cuenta de la suerte que le esperaba mandó a llamar al Conde de Beaujeu, en quien confiaba enteramente, “para conservar y perpetuar los sublimes conocimientos y los principios de la Orden” y luego de juramentarlo junto con otros nueve caballeros instituyeron un Rito. A la muerte del Conde de Beaujeu el Gran Maestrazgo recayó en el Conde de Aumont quien se refugió en Escocia.
Uno de los interrogantes que ha vertido ríos de tintas entre los historiadores se refiere a la razón por la que una Orden compuesta por 15.000 lanceros, 35.000 Sargentos, implantada en todos los reinos de la cristiandad, que disponía de un enorme ingreso económico anual, que no la controlaba sino ligeramente el Papa que la tenía como su principal fuente de ingreso y protección armada, se dejó aniquilar sin desenvainar una espada.
Una hipótesis muy difundida sostiene que occidente vio con buenos ojos cuando un grupo pequeño de franceses se organizó para cuidar las rutas que usaron los invasores europeos (cruzados) en su afán de quedarse con las riquezas de los árabes, que poco o nada les importó cuando los cobros por esta protección, las riquezas robadas a los locales, el tráfico de reliquias y esclavos, las matanzas, las limpiezas étnicas, etc., convirtió a aquel puñado de hombres en la poderosa y temida Orden del Temple.
El problema surgió cuando, a la caída de los estados latinos invasores de Palestina en el año 1291, los Templarios se apoderaron de reinos, tierras, castillos y rentas de los empobrecidos nobles europeos, amparados en una fuerte milicia y en una exagerada influencia en la Iglesia Católica.
Ambas fuerzas, la “divina” del clero y la económica de la Orden del Templo, atenazaron a la sociedad feudal de los siglos XII a XIV. Para sus contemporáneos estos monjes militares no eran más que una Orden demasiado orgullosa y demasiado rica. Para la época, la Orden del Temple compró la isla de Chipre y pagó el cuantioso rescate que se exigía por la persona del Rey Luis IX de Francia luego de haber caído prisionero en el desastre militar de la séptima cruzada. Esta circunstancia, les disparará el poder omnímodo sobre Francia que le acarrearía su fin.
En realidad, la del Temple no fue la única Orden que concilia la vida militar con la monacal en el marco de las sangrientas expediciones de conquista que emprendió occidente contra los pueblos palestinos en los siglos XI, XII y XIII. También tuvieron mucha importancia las de los Hospitalarios, Calatrava, Avis, Santiago, Alcántara, Montesa, Cristo y Teutónica. Al subir al trono francés el nieto de Luis IX, Felipe IV, El Hermoso, en el año 1285, encuentra que las finanzas del reino estaban en muy mal estado mientras que las mayores fuentes de ingreso eran de propiedad de los lombardos, los judíos y los templarios. Estos últimos, incluso custodiaban y gestionaban el tesoro real en Francia.
Al caer Acre en Palestina, el 18 de mayo de 1291, ante las fuerzas de liberación árabes y acabarse la invasión militar europea en el medio oriente, los Templarios perdieron la razón por la que fueron fundados y trataron de crear un principado independiente propio en la región del Languedoc que pertenece aún a Francia, en el sur, a orillas del Mediterráneo.
Cuando Felipe IV, en desarrollo de su política de recuperación del control y saneamiento de la hacienda real impone tributos a las inmensas riquezas que poseían la Iglesia y los Templarios en Francia, el Papa Bonifacio VIII, declaró, para no pagarlos, la supremacía del poder espiritual sobre el poder temporal y la superioridad del Papa sobre los reyes, mediante la promulgación de la bula Unam Sanctam.
Es a partir de este conflicto de poder con el papado cuando Felipe intriga contra el Papa, y a su muerte hace elegir sumos pontífices católicos a dos franceses amigos: Benedicto XI en 1303 y Clemente V en 1305. En asocio con el Papa Clemente V, el 13 de octubre de 1307, gracias a una operación policial maestra preparada con el mayor secreto detiene simultáneamente a todos los Templarios de Francia por “violentas suposiciones y sospechas” y apresa a 600 de sus miembros quemando en la hoguera a algunos de sus máximos dignatarios.
En medio del pánico, el resto se esconde, apostata o sale huyendo con las riquezas que tiene a la mano, frente a la sed de venganza de sus víctimas y la ambición de otros que los veían indefensos y sin la todopoderosa protección del Papa y los nobles.
Muchos llegarían a las altas tierras de Escocia. Posteriormente, en el Concilio de Vienne de 1312, Clemente V suprime, al parecer a instancias de Clemente V, la Orden del Temple con la Bula Vox In Excelso, y por medio de otra Bula Ad Providam, confía sus bienes a la Orden de los Hospitalarios. Finalmente, el 11 de marzo de 1314 son quemados vivos Jacques de Molay y Godofredo de Charnay, máximos jerarcas de los Templarios. Los Hospitalarios reciben en 1312 la cuantiosa fortuna de la abolida Orden del Temple salvo los de la península ibérica, donde la Orden de Montesa, fundada en el reino de Valencia y aprobada en 1317, y la Orden de Cristo, fundada en Portugal y aprobada en 1319, son las sucesoras legítimas de los Templarios.
Principalmente, cuatro animadversiones dejaron sin respaldo a los Templarios y posibilitaron su catastrófica desaparición:
1) Los reyes estaban cansados de que un ejército privado que no controlaban, que manejaba el tesoro real y al que había que pagarles por protección se paseara libre y amenazadoramente por sus territorios;
2) El clero no veía con satisfacción los privilegios de que gozaban y hacían alarde;
3) La nobleza estaba descontenta por que les tenían hipotecada gran parte de sus bienes inmuebles y rentas con prestamos onerosos, que finalmente producía su ruina y la pérdida de reinos y tierras;
4) El estado llano no estaba de acuerdo conque estuvieran por encima de la Ley ni con sus abusos cotidianos. Aún se conservan muchas trovas y canciones populares del Siglo XIV que se refieren a los problemas ocasionados por la forma de beber de los Templarios. ”Beber como un Templario” fue una expresión muy propagada durante varios siglos para indicar los excesos con el alcohol de aiguien. Es ecir, lo que hoy la ciencia médica llama alcoholismo.
En 1981 el Vaticano ordenó organizar una lista de aquellas organizaciones que sostenían ser herederas de los Templarios. La sorpresa fue grande pues la lista llegó a cuatrocientos nombres, pero ninguna de esas asociaciones ha podido probar con evidencias serias su filiación con la Orden del Templo.
Ahora bien: ¿Lanzó de verdad Jacques de Molay una terrible maldición emplazando al Papa y al rey de Francia “a comparecer en el curso de un año ante el tribunal de Dios”?.
Nadie ha podido probarlo, pero la muerte de Clemente V en Roquemaure el 20 de abril de 1314 y luego la de Felipe el Hermoso el 29 de noviembre del mismo año en Fontainebleau turbaron los espíritus. La leyenda y el mito se apoderaron de la historia de los Templarios y suministraron los ingredientes necesarios para el florecimiento de un esoterismo que algunos piensan lo más arcano posible. De nada de ello hay pruebas concretas, y los historiadores científicos se inclinan a sostener que no hubo ningún secreto en esa Orden regida por una regla estricta, lo cual no excluía por supuesto las desviaciones individuales.
Tampoco se ha encontrado grandes tesoros ocultos entre esos banqueros perspicaces y arrojados soldados. Para los franceses, Felipe IV pasaría a la historia como el gobernante que transformó una Francia feudal en una monarquía moderna en donde la autoridad del Rey se impone a todos y que instauró un impuesto nacional sobre todo el reino. Además saneó las finanzas y amplió su territorio notablemente.
Refiriéndose al tema del origen escocés de la Orden Masónica, John Hamill afirma en un ensayo denominado “Teorías Acerca del Origen de la Francmasonería”:
(...) “También se ha buscado en otras organizaciones el origen de la Francmasonería. Una teoría ahora descartada pero que conservó credibilidad por largo tiempo veía en la Francmasonería la descendiente directa de los Caballeros Templarios medievales. Se afirmó que, luego de la supresión de la Orden de los Templarios y de la muerte de Jacques de Molay, su último Gran Maestro, en 1314, un grupo de caballeros escapó a Escocia. Una vez allí se reunieron en el misterioso Monte Heredom cerca de Kilwinning y, temerosos de ulteriores persecuciones se transformaron en Francmasones convirtiendo los supuestos secretos de los Templarios en los secretos de la Francmasonería.”
“Desafortunadamente para los partidarios de esta teoría el misterioso Monte de Heredom no existe (aunque habría de constituirse en un elemento central de numerosos grados adicionales inventados en la Francia del siglo XVIII). Tampoco es verídico que los Templarios hubieran sido perseguidos en Escocia. Formaron, por el contrario, parte de la vida política y religiosa de Escocia hasta la Reforma, siendo el Prior de Torpichen (el principal Priorato Templario de Escocia), por derecho propio, uno de los Lores Espirituales del gobierno escocés.”
“Sin embargo, la leyenda escocesa siguió ejerciendo su atracción romántica. El reverendo Dr. George Oliver declaró que poseía un manuscrito del siglo XVIII el cual se refería a lo que él denominó el Rito de Bouillon, un ritual de los tres Grados Azules en el cual se le informaba a los recipiendarios que ellos eran descendientes de los Templarios.”
“El manuscrito de Oliver se conoce solamente en copias que datan del siglo XIX y un examen de su contenido muestra un ritual altamente desarrollado para los tres Grados Azules, el cual incorpora muchos de los cambios y adiciones rituales realizados después de la unión de las dos Grandes Logias inglesas en 1813.”
Por lo tanto, debemos situar el marco temporal del R:. E:. A:. y A:. solamente a partir del siglo XVIII en Francia.
Por otra parte, la introducción de la versión del origen Templario – escocés de la Masonería no sería el único aporte del Caballero De Ramsay. De acuerdo con el autor Ángel María de Lera en “La Masonería que Vuelve”, Ramsay sostiene que la Orden debe ocuparse de temas como los de la república democrática como sistema ideal de gobierno, el cosmopolitismo ideológico y el sentimiento patriótico como base para "la formación de una nación espiritual y de un pueblo nuevo."
La versión templaría de Ramsay se produce en un cruce de coyunturas históricas en el que la tradición de los antecedentes templarios de los Estuardos que recogía la vecindad entre los constructores y algunas ordenes en Escocia que se repuntaban como descendientes de la del Temple facilitaban el enlace con las ideas románticas en boga.
Estas ideas crean un cisma al interior de la Masonería francesa, que solo culminaría en 1773 cuando se escinde en la Gran Logia Nacional de Francia y el Gran Oriente de Francia.
De todos modos, la hipótesis se incorporo al cuerpo doctrinal de la Masonería de tal forma que en 1919 en Estados Unidos se crea la Orden Jacques de Molay en honor del Maestre del Temple, que aún existe con mucho dinamismo, para preparar jóvenes entre los 14 y los 21 años de edad para ser buenos ciudadanos de esa nación.