Eloy Alfaro y la Constituyente
Por Kintto Lucas
FENIXnews(02.12.2007). Hace más de un siglo que quieren matar a Eloy Alfaro ¿Pero murió Alfaro alguna vez, en alguna parte? ¿Salió del mundo suyo-nuestro? ¿Dejó de soñar con un Ecuador más igual? ¿Olvidó el sonido y la luz de las palabras el Viejo Luchador?
Por Kintto Lucas
FENIXnews(02.12.2007). Hace más de un siglo que quieren matar a Eloy Alfaro ¿Pero murió Alfaro alguna vez, en alguna parte? ¿Salió del mundo suyo-nuestro? ¿Dejó de soñar con un Ecuador más igual? ¿Olvidó el sonido y la luz de las palabras el Viejo Luchador?
Las palabras y las acciones de Eloy Alfaro son, a veces, como imágenes escondidas en la memoria. La memoria es como un laberinto por donde siguen caminando los recuerdos de su vida. Los recuerdos como las palabras de Eloy Alfaro, estuvieron presos en ese laberinto de la memoria. Pero rebeldes al fin y al cabo lograron liberarse una y otra vez, y nos sirven además para mantener viva la imagen de quienes iniciaron el camino, de quienes marcaron hitos fundamentales en ese camino, como el Viejo Luchador, muerto de muchas veces en el camino, pero siempre vivo, siempre reconstruyendo el camino, siempre dando un lugar primordial al pueblo en ese camino.
“La Libertad, no se implora como un favor, se conquista como un atributo eminente al bienestar de la comunidad”, decía Eloy Alfaro en una esquina de la historia y luego agregaba: “Afrontemos pues resueltamente los peligros y luchemos por nuestros derechos y libertades hasta organizar una honrada administración del pueblo¨.
Afrontar los peligros y luchar por los derechos y libertades para establecer un gobierno del pueblo, significaba también liberar al pueblo de las cadenas políticas, económicas y religiosas. Y quería decir además darle a ese pueblo la posibilidad de llegar a la educación, que era y es algo así como el primer paso a la igualdad. Y para dar el primer paso a la educación del pueblo, para dar el primer paso a la igualdad, había que liberar la educación y desterrar las sombras que la mantenían presa. Y para desterrar esas sombras era necesario hacer vivir el concepto de laicidad, construir y reconstruirlo en el camino...
El 1 de octubre de 1869 inaugura el colegio "Bolívar" de Tulcán, en 1907 la Escuela de Artes y Oficios, el 11 de junio de 1897 el Instituto Nacional "Mejía", el 20 de octubre de 1900 la Escuela de Bellas Artes de Quito, el 14 de febrero de 1901 el Colegio Normal Manuela Cañizares; el 25 de mayo de 1901 el Colegio Normal Juan Montalvo, el 10 de agosto de 1901 el Colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil y el Colegio Militar Eloy Alfaro.
Para los masones la “laicidad es un marco de relación en el que los ciudadanos y ciudadanas pueden entenderse desde la diversidad pero en igualdad y, por lo tanto, construir una sociedad mejor”. La laicidad es garantía de respeto al semejante y de ciudadanía en la pluralidad, o dicho de otra manera la laicidad es factor de democracia, de participación, de unidad en la diversidad, de interculturalidad. La laicidad es el colectivo construyendo un camino más igual, y el camino
Desde la interculturalidad, la laicidad puede y debe generar las condiciones para que los ecuatorianos y ecuatorianas decidan por sí mismos en un marco de dignidad, y participen en la construcción de un país más justo.
El chileno Enrique Silva dice que el nacimiento del laicismo está marcado por la necesidad de evitar que el manejo de la sociedad, a través del Estado, quedara sumido bajo arbitrio confesional. Quienes enarbolaron por primera vez las banderas del laicismo lo hicieron respondiendo a la urgencia de impedir que la cuestión social fuera sometida por la visión dogmática. Y el propio nombre del laicismo obedece a subrayar la calidad laica, sin conexiones con instituciones religiosas, que debían tener aquellos que manejaban las cuestiones públicas.
“Desde las luchas que se iniciaron allá por la segunda mitad del siglo XIX, hemos recorrido largo trecho. Sin embargo, el atractivo del poder obnubila constantemente a quienes, por abrazar una fe, creen poseer la verdad, y desean ejercer la influencia religiosa sobre las sociedades”, comenta Silva. Por su parte el Presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, decía en una ponencia presentada ante la Gran Logia de la Masonería del Uruguay en 2005 que se va contra el laicismo “cuando se impone a la gente”, pero también ”cuando se priva a la gente de acceder al conocimiento y a toda la información disponible".
Años antes, en agosto de 1971 en la Gran Logia de Colombia, otro masón y socialista, el ex presidente chileno Salvador Allende decía que “los hombres sin ideas arraigadas y sin principios, son como las embarcaciones, que perdido el timón, encallan en los arrecifes”, y agregaba que no pedería el timón de sus “principios masónicos”.
Además reivindicaba la necesidad de que los pueblos deben “vivir el contenido de palabras tan significativas y que constituyen la tríada de los fundamentos masónicos: Fraternidad, igualdad y libertad”.
“Hemos sostenido que no puede haber igualdad cuando unos pocos lo tienen todo y tantos no tienen nada. Pensamos que no puede haber fraternidad cuando la explotación del hombre por el hombre es la característica de un régimen o de un sistema. Porque la libertad abstracta debe dar paso a la libertad concreta. Por eso hemos luchado. Sabemos que es dura la tarea y tenemos conciencia de que cada país tiene su propia realidad, su propia modalidad, su propia historia, su propia idiosincrasia. Y respetamos por cierto las características que dan perfil propio a cada nación del mundo y con mayor razón a las de este Continente. Pero sabemos también, y a la plenitud de conciencia, que estas naciones emergieron rompiendo el correaje por el esfuerzo solitario de hombres que nacieron en distintas tierras, que tenían banderas diferentes, pero que se unieron bajo la misma bandera ideal, para hacer posible una América independiente y unida. La historia nos enseña que unas pocas Logias irregulares, como las Lautarinas, fueron la semilla y la simiente de las luchas emancipadoras”, argumentaba Salvador Allende.
La integración suramericana que se viene gestando desde hace algún tiempo y que ha comenzado a profundizarse con la instalación de algunos gobiernos progresistas en América del Sur, puede ser un factor de unidad real de los pueblos, si se basa en el laicismo, en la interculturalidad. La integración no es de forma sino de espíritu y propósitos, decía el libertador y masón Simón Bolívar, y está íntimamente ligada a la construcción de un Nuevo Ser latinoamericano. Un ser dueño de sí mismo, capaz de conducir su propio destino como señalara el revolucionario independentista uruguayo José Artigas. La integración es como la imagen de estos luchadores, y junto a ellos está Eloy Alfaro.
Hugo Noboa, médico y luchador social, asegura en un análisis sobre el Viejo Luchador, que en el país las ideas de independencia nacional, libertad de pensamiento y expresión, tolerancia política y religiosa, laicismo, son caminos trazados desde la guerra de la independencia, que alcanzan su expresión más alta en el gobierno de Eloy Alfaro.
“Sin embargo, aun en el presente podemos decir que siguen constituyendo una utopía. Dicho de otra manera, todavía no ha entrado en plena vigencia el Estado secular. Si bien, el liberalismo logró consolidar viejas aspiraciones como la abolición de la inquisición y de instituciones feudales como el concertaje,.además de otras conquistas como la escuela pública o la libertad de imprenta, en materia de democracia no pudo o no pretendió cambios más importantes”, asegura Hugo Noboa.
Durante mucho tiempo se han repetido por diversos rincones del país los homenajes al Viejo Luchador. Se han hecho estatuas también. Y seguramente él, desde el Oriente Eterno estuvo agradecido. Pero también seguramente no se deslumbró con eso, es demasiado humilde para querer y gozar con homenajes o estatuas, muchas de las cuales son solo eso, sin contenido. Eloy Alfaro está más allá de los homenajes y de las estatuas, es parte del sueño ecuatoriano y latinoamericano, y los homenajes casi siempre son enemigos de los sueños.
Sin embargo, el homenaje que se brida ahora en Ciudad Alfaro al Viejo Luchador, y el mausoleo que se construyó para mantener su memoria viva, va unido a la instalación de una Asamblea Constituyente que debe trazar el camino para hacer del Ecuador un país más equitativo. Alfaro está ahí, al lado de la Constituyente, recordando con su presencia a los asambleístas que no pueden hacer una Constitución más, como la del 98 o la propuesta del CONESUP (Consejo Nacional de Educación Superior), sino que están obligados a elaborar una Constitución de ruptura y aprobar las leyes que garanticen esa ruptura, cualquier otra cosa sería un fracaso. Una Constitución que no sea transformadora sería una afrenta al Viejo Luchador. Una Constitución de ruptura será el mejor homenaje.
“La Libertad, no se implora como un favor, se conquista como un atributo eminente al bienestar de la comunidad”, decía Eloy Alfaro en una esquina de la historia y luego agregaba: “Afrontemos pues resueltamente los peligros y luchemos por nuestros derechos y libertades hasta organizar una honrada administración del pueblo¨.
Afrontar los peligros y luchar por los derechos y libertades para establecer un gobierno del pueblo, significaba también liberar al pueblo de las cadenas políticas, económicas y religiosas. Y quería decir además darle a ese pueblo la posibilidad de llegar a la educación, que era y es algo así como el primer paso a la igualdad. Y para dar el primer paso a la educación del pueblo, para dar el primer paso a la igualdad, había que liberar la educación y desterrar las sombras que la mantenían presa. Y para desterrar esas sombras era necesario hacer vivir el concepto de laicidad, construir y reconstruirlo en el camino...
El 1 de octubre de 1869 inaugura el colegio "Bolívar" de Tulcán, en 1907 la Escuela de Artes y Oficios, el 11 de junio de 1897 el Instituto Nacional "Mejía", el 20 de octubre de 1900 la Escuela de Bellas Artes de Quito, el 14 de febrero de 1901 el Colegio Normal Manuela Cañizares; el 25 de mayo de 1901 el Colegio Normal Juan Montalvo, el 10 de agosto de 1901 el Colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil y el Colegio Militar Eloy Alfaro.
Para los masones la “laicidad es un marco de relación en el que los ciudadanos y ciudadanas pueden entenderse desde la diversidad pero en igualdad y, por lo tanto, construir una sociedad mejor”. La laicidad es garantía de respeto al semejante y de ciudadanía en la pluralidad, o dicho de otra manera la laicidad es factor de democracia, de participación, de unidad en la diversidad, de interculturalidad. La laicidad es el colectivo construyendo un camino más igual, y el camino
Desde la interculturalidad, la laicidad puede y debe generar las condiciones para que los ecuatorianos y ecuatorianas decidan por sí mismos en un marco de dignidad, y participen en la construcción de un país más justo.
El chileno Enrique Silva dice que el nacimiento del laicismo está marcado por la necesidad de evitar que el manejo de la sociedad, a través del Estado, quedara sumido bajo arbitrio confesional. Quienes enarbolaron por primera vez las banderas del laicismo lo hicieron respondiendo a la urgencia de impedir que la cuestión social fuera sometida por la visión dogmática. Y el propio nombre del laicismo obedece a subrayar la calidad laica, sin conexiones con instituciones religiosas, que debían tener aquellos que manejaban las cuestiones públicas.
“Desde las luchas que se iniciaron allá por la segunda mitad del siglo XIX, hemos recorrido largo trecho. Sin embargo, el atractivo del poder obnubila constantemente a quienes, por abrazar una fe, creen poseer la verdad, y desean ejercer la influencia religiosa sobre las sociedades”, comenta Silva. Por su parte el Presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, decía en una ponencia presentada ante la Gran Logia de la Masonería del Uruguay en 2005 que se va contra el laicismo “cuando se impone a la gente”, pero también ”cuando se priva a la gente de acceder al conocimiento y a toda la información disponible".
Años antes, en agosto de 1971 en la Gran Logia de Colombia, otro masón y socialista, el ex presidente chileno Salvador Allende decía que “los hombres sin ideas arraigadas y sin principios, son como las embarcaciones, que perdido el timón, encallan en los arrecifes”, y agregaba que no pedería el timón de sus “principios masónicos”.
Además reivindicaba la necesidad de que los pueblos deben “vivir el contenido de palabras tan significativas y que constituyen la tríada de los fundamentos masónicos: Fraternidad, igualdad y libertad”.
“Hemos sostenido que no puede haber igualdad cuando unos pocos lo tienen todo y tantos no tienen nada. Pensamos que no puede haber fraternidad cuando la explotación del hombre por el hombre es la característica de un régimen o de un sistema. Porque la libertad abstracta debe dar paso a la libertad concreta. Por eso hemos luchado. Sabemos que es dura la tarea y tenemos conciencia de que cada país tiene su propia realidad, su propia modalidad, su propia historia, su propia idiosincrasia. Y respetamos por cierto las características que dan perfil propio a cada nación del mundo y con mayor razón a las de este Continente. Pero sabemos también, y a la plenitud de conciencia, que estas naciones emergieron rompiendo el correaje por el esfuerzo solitario de hombres que nacieron en distintas tierras, que tenían banderas diferentes, pero que se unieron bajo la misma bandera ideal, para hacer posible una América independiente y unida. La historia nos enseña que unas pocas Logias irregulares, como las Lautarinas, fueron la semilla y la simiente de las luchas emancipadoras”, argumentaba Salvador Allende.
La integración suramericana que se viene gestando desde hace algún tiempo y que ha comenzado a profundizarse con la instalación de algunos gobiernos progresistas en América del Sur, puede ser un factor de unidad real de los pueblos, si se basa en el laicismo, en la interculturalidad. La integración no es de forma sino de espíritu y propósitos, decía el libertador y masón Simón Bolívar, y está íntimamente ligada a la construcción de un Nuevo Ser latinoamericano. Un ser dueño de sí mismo, capaz de conducir su propio destino como señalara el revolucionario independentista uruguayo José Artigas. La integración es como la imagen de estos luchadores, y junto a ellos está Eloy Alfaro.
Hugo Noboa, médico y luchador social, asegura en un análisis sobre el Viejo Luchador, que en el país las ideas de independencia nacional, libertad de pensamiento y expresión, tolerancia política y religiosa, laicismo, son caminos trazados desde la guerra de la independencia, que alcanzan su expresión más alta en el gobierno de Eloy Alfaro.
“Sin embargo, aun en el presente podemos decir que siguen constituyendo una utopía. Dicho de otra manera, todavía no ha entrado en plena vigencia el Estado secular. Si bien, el liberalismo logró consolidar viejas aspiraciones como la abolición de la inquisición y de instituciones feudales como el concertaje,.además de otras conquistas como la escuela pública o la libertad de imprenta, en materia de democracia no pudo o no pretendió cambios más importantes”, asegura Hugo Noboa.
Durante mucho tiempo se han repetido por diversos rincones del país los homenajes al Viejo Luchador. Se han hecho estatuas también. Y seguramente él, desde el Oriente Eterno estuvo agradecido. Pero también seguramente no se deslumbró con eso, es demasiado humilde para querer y gozar con homenajes o estatuas, muchas de las cuales son solo eso, sin contenido. Eloy Alfaro está más allá de los homenajes y de las estatuas, es parte del sueño ecuatoriano y latinoamericano, y los homenajes casi siempre son enemigos de los sueños.
Sin embargo, el homenaje que se brida ahora en Ciudad Alfaro al Viejo Luchador, y el mausoleo que se construyó para mantener su memoria viva, va unido a la instalación de una Asamblea Constituyente que debe trazar el camino para hacer del Ecuador un país más equitativo. Alfaro está ahí, al lado de la Constituyente, recordando con su presencia a los asambleístas que no pueden hacer una Constitución más, como la del 98 o la propuesta del CONESUP (Consejo Nacional de Educación Superior), sino que están obligados a elaborar una Constitución de ruptura y aprobar las leyes que garanticen esa ruptura, cualquier otra cosa sería un fracaso. Una Constitución que no sea transformadora sería una afrenta al Viejo Luchador. Una Constitución de ruptura será el mejor homenaje.



