Este término tomó significado a partir de la raíz latina original para designar el impulso moderno (surgido durante el siglo de las luces) de los estados, organizaciones y personas para la independencia de las instituciones respecto al poder eclesiástico, el deseo de limitar la religión al ámbito privado, particular o colectivo, de las personas y permitir mejores condiciones para la convivencia de la diversidad religiosa, poniendo al Estado de árbitro y, como reglas del juego, los derechos humanos).
Un estado laico de esta forma pretende alcanzar una mejor convivencia al ordenar las actividades de los distintos credos, asegurando la igualdad de todos ante la ley, y en muchos casos sirviendo como herramienta para someter el sentimiento religioso, pretendiendo así anteponer los intereses generales de la sociedad civil sobre los intereses particulares.
En otros campos más específicos, por ejemplo la educación, se usa el término de educación laica cuando defiende la enseñanza pública o privada pero manteniendo la independencia de cualquier religión o creencia. En el siglo XIX francés la palabra laicización significó sobre todo el esfuerzo del estado por sustraer la educación al control de las órdenes religiosas, ofreciendo una escuela pública controlada exclusivamente por el estado igual para todos.
La Iglesia Católica se ha opuesto a esta visión del laicismo, pues considera que no garantiza la libertad religiosa y de culto de los católicos.
La Iglesia se acercó a las posiciones políticas más modernas, aproximándose a una renuncia al estado confesional, durante el Concilio Vaticano II y retrocediendo después a sus posiciones tradicionales. Acepta un régimen de separación del Estado, pero puntualiza que esta "separación" no implica la renuncia a exigir que las leyes se amolden a sus posiciones doctrinales en los países que considera católicos, allí donde los bautizados son mayoría, en los que exige una posición especial. La Iglesia Católica distingue actualmente entre un estado laico, que reconoce la autonomía mutua de la Iglesia y el estado en sus respectivas esferas, y el estado laicista, que se resiste a la tutela espiritual del estado por la Iglesia.
Un estado laico de esta forma pretende alcanzar una mejor convivencia al ordenar las actividades de los distintos credos, asegurando la igualdad de todos ante la ley, y en muchos casos sirviendo como herramienta para someter el sentimiento religioso, pretendiendo así anteponer los intereses generales de la sociedad civil sobre los intereses particulares.
En otros campos más específicos, por ejemplo la educación, se usa el término de educación laica cuando defiende la enseñanza pública o privada pero manteniendo la independencia de cualquier religión o creencia. En el siglo XIX francés la palabra laicización significó sobre todo el esfuerzo del estado por sustraer la educación al control de las órdenes religiosas, ofreciendo una escuela pública controlada exclusivamente por el estado igual para todos.
La Iglesia Católica se ha opuesto a esta visión del laicismo, pues considera que no garantiza la libertad religiosa y de culto de los católicos.
La Iglesia se acercó a las posiciones políticas más modernas, aproximándose a una renuncia al estado confesional, durante el Concilio Vaticano II y retrocediendo después a sus posiciones tradicionales. Acepta un régimen de separación del Estado, pero puntualiza que esta "separación" no implica la renuncia a exigir que las leyes se amolden a sus posiciones doctrinales en los países que considera católicos, allí donde los bautizados son mayoría, en los que exige una posición especial. La Iglesia Católica distingue actualmente entre un estado laico, que reconoce la autonomía mutua de la Iglesia y el estado en sus respectivas esferas, y el estado laicista, que se resiste a la tutela espiritual del estado por la Iglesia.