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Es sabido que se ha atribuido a Bacon la creación de un personaje, William Shakespeare, cuyo avatar humano no parece responder a las características de alguien capaz de escribir Hamlet. No es el menor de los prodigios que sus fans le atribuyen en dichas páginas.
Por otro lado, como otros pensadores que, a lo largo del siglo diecisiete, acudieron a la figura de Salomón para expresar sus ideas sobre el conocimiento y la fe (véase el Tratado teológico-político de Espinosa), Bacon describió, en La nueva Atlántida, una Casa de Salomón cuyos científicos encarnaban ese perfecto equilibrio entre ciencia y fe al que acaso aspiraban los hombres que crearon la Gran Logia de Inglaterra. No ha hecho falta más a los fans Sir Francis para atribuirle también la invención de la francmasonería.
Y de ahí la peregrina sección de Sirfrancis.org titulada Shakespeare, creador de la francmasoneria, que, lamentablemente, sólo está disponible en inglés, y que recomendamos encarecidamente a aquellos HH.·. que conozcan, como suele decirse, la lengua de Shakespeare: seguro que pasarán un buen rato indagando en las supuestas claves masónicas de La tempestad.