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La vigencia simbólica de un héroe

A doscientos años de su nacimiento, la figura de José de San Martín sigue despertando pasiones. La vigencia de su ideario político se verifica en los múltiples ensayos que se publican año tras año merced al trabajo de historiadores que vuelven, desde distintas perspectivas, a releer las acciones del Libertador. 

En diálogo con MDZ, Beatriz Bragoni –doctora en Historia, investigadora independiente del CONICET, titular de la cátedra Historia de las instituciones argentinas y autora de numerosos trabajos de investigación, explica las claves de la vigencia de San Martín, detalla cuáles han sido los usos simbólicos del programa sanmartiniano a lo largo de la historia argentina y opina acerca de cuáles son los elementos que un político moderno podría tomar del héroe de la Independencia.

- ¿Cuál es la vigencia de la figura de San Martín?
- Creo que la vigencia de San Martín es múltiple. Una es la vigencia historiográfica, que es justamente una de las más cautivantes porque lo que revela la biografía militar y política de San Martín es su capacidad como personaje ubicado en un momento histórico que fue una bisagra. Ese relevante momento revolucionario, cuando se funda la nueva manera de hacer política en la tradición occidental. Él percibió ese clivaje histórico y asumió un rol activo en ese proceso. Un rol activo en función de lo que tenía a su alcance que era el oficio militar y un rol político que tenía que ver con un despertar libertario que impugnaba el antiguo régimen, el despotismo, en beneficio de las libertades de los pueblos. Esta vocación, San Martín la pone a pone a prueba con lo que tenía a su alcance, su formación en el Ejército Real y en las guerras napoleónicas, y la decisión política de abandonar esa estructura militar tradicional para vincularse con los grupos liberales muy promovidos por la masonería en ese momento, y llegar al Río de la Plata que estaba viviendo un proceso revolucionario. Esa vigencia historiográfica es relevante porque hoy tiene una particular relectura ya que estamos frente a la celebración del bicentenario de las independencias hispanoamericanas. Esto impacta tanto en el ámbito académico como en el ámbito político, porque en la mayoría de los instituciones académicas y culturales de los países hispanoamericanos, inclusive en España, están trabajando en pos de este momento celebratorio continental. 

- ¿Cuáles son los aspectos básicos sobre los que se relee a San Martín? 
- En el tema de lo simbólico obviamente San Martín corona el panteón de los héroes nacionales. Está en la cúspide de la pirámide heroica y esto es una construcción cultural, historiográfica y política. Y ese proceso de construcción se produjo a lo largo del tiempo. Obviamente, sus contemporáneos no podían valorarlo. La generación de la Independencia tuvo el éxito de comenzar una empresa liberadora pero sufrió el fracaso político de no dejar órdenes políticos estables y duraderos. Podemos decir, que esa generación dio la libertad, pero no dejó comunidades políticas estables. El yugo imperial se rompió, pero tuvieron dificultades para darle continuidad. Esto va a ser el gran problema de América Latina durante todo el Siglo XIX. Por lo tanto, para los contemporáneos de San Martín era muy difícil rescatar la figura sanmartiniana en esos momentos. Pero fue la lírica guerrera y patriótica de los años de la revolución y de la independencia le da ya un lugar relevante a San Martín. Hay unos textos maravillosos, incluso una obra de teatro, donde ya se lo celebra como héroe. El teatro va a ser justamente un elemento importantísimo en la pedagogía patriótica que impulsa a San Martín en ese clima cultural extremadamente político, tanto en Buenos Aires como en Mendoza. También en Lima el teatro va a dar la posibilidad de representar comportamientos virtuosos y ese virtuosismo debería acompañar la formación de la ciudadanía. Esto respondía a una cosmovisión ciudadana por la que ellos bregaban. 

- ¿Cómo funcionó San Martín como símbolo?
- La carga simbólica está presente en el proceso sanmartiniano, pero sus contemporáneos no pudieron construir cabalmente una imagen heroica. Esa imagen heroica va a ser producto de un proceso posterior, sobre todo después de su muerte en 1850. Y su figura va a empezar a ser rescatada no tanto del lado argentino, sino que va a ser Benjamín Vicuña McKenna en Santiago de Chile quien se ocupe de su dimensión política e institucional, pues el quien hace erigir una estatua ecuestre en los años ´50. Después en Buenos Aires, en 1862, también se erige una estatua ecuestre y ese carácter ya monumental que está exhibiendo la figura de San Martín va a ser coronado en 1880 cuando sus restos son repatriados de Francia y sea el mismo Sarmiento el encargado de hacer un discurso enfático a raíz de este hecho. Que los restos de San Martín estuvieran depositados en la Catedral de Buenos Aires marcaba una tendencia que luego Ricardo Rojas se encargó de consagrar. Con este recorrido trato de señalar que esa monumentalidad de la figura sanmartiniana está acompañada de una esclerotización de una imagen. Ahí tanto la literatura como la historiografía y la política tienen un papel relevante. 

- ¿Cuál fue el papel de Bartolomé Mitre en esta construcción simbólica?
- En 1867 Mitre que había historiado la revolución rioplatense a través de la figura de Manuel Belgrano y que había registrado diferentes ejercicios de escritura en torno a la biografía y la política del Río de la Plata, se concentra en San Martín. ¿Y por qué lo hace? Porque San Martín le permitía a Mitre bosquejar y presentar la revolución rioplatense en un contexto de excepcionalidad en relación a las otras revoluciones hispanoamericanas. Las revoluciones hispanoamericanas se habían disparado a partir de 1810 hacia 1814 habían sido sometidas. Caracas, Bogotá, Quito, Santiago de Chile habían sucumbido. La única que no había sucumbida a las fuerzas realistas había sido la revolución de Buenos Aires y que después alcanzó una dimensión más amplia a nivel territorial. Mitre, a través de la figura de San Martín hace un ejercicio de escritura muy exitoso, desde la narrativa y desde la representación de la historia argentina clásica. San Martín se convierte en un instrumento de una revolución que traspasó sus fronteras y que estaba destinada de antemano a tener una dimensión continental. 

- ¿Cómo ha sido usada la figura de San Martín a través de los discursos políticos en estos últimos 150 años?
- Lo primero que habría que decir es que el patricio cuenta la historia y escribe la historiografía de la formación de los estados nacionales desde una cierta perspectiva pragmática. Mitre y Vicente Fidel López se dan cuenta de la potencialidad que tiene el pasado y lo mítico como factor coaligante de sensibilidades colectivas. Renán decía que “la construcción de una nación es un ejercicio arbitrario de olvidos y recuerdos”. Acá hay que decir que la historia ocupa un lugar relevante en todos los procesos de construcción estatal en el Siglo XIX. Argentina no fue una excepción y Mitre tampoco lo fue. Todos los países tuvieron sus padres fundadores historiográficos y en todos los casos política, historia y Estado van juntos. El tema es la transformación que esta construcción heroica ha ido teniendo. El tema sanmartiniano, por ejemplo, va a tener un vigor muy particular para los sectores militaristas. Pero creo que todas esas concepciones y las del Siglo XX hicieron y hacen diferentes usos o se enrolan dentro de ideas que para la historiografía profesional de hoy está superado. Por ejemplo, eso de tomar partido por el pasado, en función de que el pasado tiene una relativa autonomía y que no es un ámbito para salir a verificar cuáles son los problemas del presente. Si bien no hay indagación histórica que no tenga que ver con una pregunta del presente, el pasado tiene su especificidad. El trabajo del historiador es transitar ese difícil límite entre lo posible y lo imaginario. Hay quienes afirman que el historiador debe tener una imaginación poderosa ya que el pasado, porque como dice Hobsbawm, “el pasado es como otro país” y lo que debe hacer es imaginar una sociedad que no conoció, de la que solamente le quedan pruebas.

- A propósito de esa imaginación poderosa, ¿qué es lo que podría tomar un político moderno del paradigma sanmartiniano?
- Lo digo como conjetura. Un político moderno podría tomar la sensibilidad y la lucidez de San Martín para interpretar a su época. Un gran historiador francés como Marc Bloch decía que “los hijos no se parecen tanto a sus padres como a su tiempo”. La correcta interpretación de la época es algo recomendable tanto para un político como para cualquier persona que tome decisiones. También me parece interesante destacar la capacidad de negociación de San Martín como una virtud de la cual aprender. El ver la negociación como algo inherente a la política y no como algo ajeno a ella. Creo que en la cultura política argentina está pensado como una instancia no esperable, como que la negociación no es posible y esto ha introducido severos problemas. Por el hecho de pensar la política como una sola manera de pensarla cuando en realidad la política supone procesos de negociación y de conflicto. Creo que San Martín demuestra un ejercicio político muy adaptable a los contextos que le tocaron sin abandonar sus objetivos. Él sabía que estaba haciendo la historia, se daba cuenta de que era un momento de bisagra política, de construcción, radicalmente distinto de cuando había nacido. Y tuvo la capacidad de darse de cuenta. 

- ¿Por qué creés que San Martín fue el ganador del programa El gen argentino?
- Tengo varias opiniones respectos de ese programa. Creo que la historia, el pasado, empezó a ocupar un lugar muy distinto a partir de la crisis de 2001, y eso también responde a un clima, a algo que nos pasa en cuanto a salir a buscar en el pasado las responsabilidades que no se están dispuestas a asumir en el presente. En la cultura política argentina hay una tendencia a creer en una excepcionalidad, a pensar que las cosas no van bien porque hay alguien que se encarga de conspirar, de atentar constantemente contra una vida nacional que podría ser distinta si los malos no fueran tan malos. Es un mecanismo muy justificatorio. Más allá del excelente papel de Terragno en la defensa de San Martín, creo que ganó San Martín porque el exitoso es San Martín, no Belgrano. San Martín no sólo es un modelo exitoso, sino que la sostenida pedagogía patriótica lo ubica a él como el “padre de la Patria” a lo que se suma otro ingrediente importante como es la necesidad de mucha de creer que fue un héroe.

FUENTE: Link permanente: http://www.mdzol.com/mdz/nota/64583

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