Un masón de la antigüedad, que luego de haber muerto y permanecer mucho tiempo en el Eterno Oriente, y fue regresó reencarnando y descubrió que las enseñanzas masónicas eran erróneamente transmitidas por sus sucesores en esa época.
Como este masón era un individuo portador de una Gran Luz, logró recordar perfectamente su vida anterior, así como íntegros cada detalle de la profunda enseñanza mística de Nuestra Augusta Orden.
Sin embargo, cuando finalmente logró contactar con los masones de esa época, la mayoría de los masones no podían creer que se trataba de la reencarnación de un brillante hermano masón de tiempos pasados.
Pero luego, cuando con su luminosidad había convencido a algunos hermanos masones de que realmente había retornado, algunos dijeron: Que pueda retornar a nuestro siglo es mucho más interesante que sus ideas: ¿no lo creen así hermanos? se decian unos a otros.
Así que las enseñanzas del masón reencarnado no hizo en ellos ningún progreso, y solamente halló una deformación aún peor de sus ideas. Los masones que advirtieron que realmente era un hombre Luz en el Secreto Masónico dijeron: ¿No entiende usted hermano que lo más importante no es lo que nos dice, sino lo que nosotros creemos que nos dice? Usted, después de todo se ira de nuevo al Eterno Oriente.
Y los muchos masones continuaremos acomodando las enseñanzas de la Orden a su propia conveniencia y beneficio. Pero como siempre sucede unos pocos masones, digamos que los necesarios entendieron el mensaje del sabio masón y lo pusieron en practica, y así renovaron una vez más el propósito real de Nuestra Augusta Orden Masónica
