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12 de Octubre de 1.307, COMENZABA LA IGNOMINIA CONTRA LA HERMANDAD DE DIOS


Fue en un día como ayer, nefasto y triste día, 12 de Octubre de 1.307. Cuando se inicio la conjura del ESTADO E IGLESIA. Asistían los "Templarios" a los funerales de la Condesa de Valois, quizás sabedores de lo que les esperaba, porque eran muchos los que debían favores a la Orden. Al dia siguiente todos los Templarios de Francia son encarcelados la sorpresa es tan brutal que ninguna comandancia opone resistencia. Solo una docena de caballeros consiguen escapar. Nogaret en persona procederá al arresto de Jacques de Molay y de 144 Templarios.

Pretendieron acabar con la Orden, con su historia, con sus señas. No pudieron, ya que no solamente su historia continuó hasta nuestros días, sino que además, empezó la leyenda.

Dicen que el tiempo pone a cada uno en su sitio, y así ha sido, tanto el Hermano Jacques de Molay como el resto de Hermanos criminalmente asesinados unos, tenazmente perseguidos otros, tienen su lugar en la historia como lo que fueron, como lo que realmente fueron y que la Iglesia ha dado a conocer por fin en la actualidad, liberándolos de toda culpa, mientras que el criminal y asesino rey francés Felipe IV y el simoniaco y cobarde Papa Clemente V tienen el suyo como cobardes criminales a los que la ambición y el deshonor los llevó a la mayor de las ignominias, asesinar en nombre del Hijo del YHWH, y precisamente a sus más fieles soldados, a la Blanca Milicia, aquella que ni en esos momentos osaron enfrentarse a quien al representar a Dios en la Tierra debían obediencia plena.

A buen seguro Dios, en su Justicia, siempre mantuvo a los Caballeros Templarios, a la milicia de su Hijo, a su diestra, y hoy, aniversario del día que empezó la persecución de nuestros Hermanos, me gustaría no condenar, a aquellos que los llevaron a la muerte, pero no puedo, antes bien, si pido, independientemente de la oración por el alma y el eterno descanso que a buen seguro Dios les habrá concedido, otra para que la Iglesia, independientemente de haber publicado la sentencia absolutoria reconozca abiertamente a la Orden y/o eleve a los altares a Fr. Jacques de Molay y al resto de Hermanos como mártires que fueron, sufriendo tortura, prisión y muerte por Amor al G:.A:.D:.U:.

Creo que ya ha hecho Justicia, esa Justicia Divina a la que, según la leyenda, apeló el Gran Maestre antes de entregar su alma al Creador. Ahora, aunque tarde, al reconocer su absolución, le corresponde a la Iglesia subir a los altares que les corresponde a los que tanto la amaron y por ella, injustamente, murieron.

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