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Cuando el GODF abandona el GADU (II)


Hacer desaparecer de los rituales, en cada grado simbólico, las distintas fórmulas temiendo que tuvieran un acentuado carácter dogmático exclusivamente religioso ".

Hay pocas cosas que decir sobre estos rituales de 1879. “El Gran Colegio de los Ritos, cumplió esta misión en sus sesiones del 3 y del 4 de mayo. Su trabajo principalmente consistió en hacer desaparecer de los rituales, en cada grado simbólico, las fórmulas que tenían un carácter dogmático, o exclusivamente religioso”. Efectivamente, éstos textos reproducen, en parte, los de Murat.

Digamos que se limitó simplemente a suprimir las expresiones “Dios” o “GADLU” allí donde figuraban, a menudo en una pura función de buscar y reemplazar, sin más. 

Desaparece del ritual del primer grado, la cuestión sobre los “Deberes hacia Dios”, o el arrodillamiento en el momento de la consagración del Venerable, lo cual se convierte en una formula más prosaica, lo mismo sucede con el tema de la “Mesa del VM y de los dos vigilantes"; o la definición del tres (3) donde todo el significado era trinitairo; San Juan desaparece, pero se mantiene el sentido bíblico de los “tres golpes” que se dan a la puerta del Templo. 

Menos importante son las modificaciones introducidas en los otros dos grados simbólicos, restantes. La explicación de la letra G en el grado de Compañero se lace más laica, al igual que desaparece la invocación a Dios en la señal de honor del grado de Maestro.

No se cuestiona por tanto a los dignatarios, tanto del Consejo de Orden como del Gran Colegio, que fueran esencialmente conservadores, de lo contrario las decisiones conventuales de 1877 les habría llevado a buen seguro que a las mazmorras. Fue necesaria una fuerte presión de las Logias, sobre todo de aquellas muy sensibles en Convento de 1878, al cual el Gran Maestre pierde la dirección de la Obediencia tras, “someterse” a la decisión de éste, para que todo tenga éxito. Pero aún así la medida se considera escasa, ya que los nuevos rituales conservaban la parte fundamental de las tradiciones masónicas, y especialmente se mantenían las pruebas ya que otro lado no aparecía por ninguna parte en los nuevos textos, el espíritu positivista que muchos hermanos querían que apareciera con toda claridad en los rituales. Por ello se se comprende la decepción “del ala progresista” del Gran Oriente de Francia, ante tales situaciones.

De todas las maneras su trabajo como oposición se cristalizó en el transcurso mismo del Convento de 1879, con el tema de las “pruebas”. A partir del 8 de septiembre, mientras que el Gran Maestre San Juan, acababa de presentar los nuevos textos, se depositun debate al efecto. Hubopor tanto un compromiso, sin conclusión clara, entre el hermano Jouaust (de Rennes) que afirmaba que las pruebas no pertenecían a la Masonería primitiva, y que le parecían a menudo ridículas, y el hermano Rousselle que hacía hincapié en la necesidad de la enseñanza simbólica que comportaban 

El día 12, el mismo Jouaust y Pernelle pidieron su derogación, el segundo llegó incluso a reclamar que se suprimiera el artículo II de la Constitución (para evitar las iniciaciones-relámpago, como en el caso del mariscal Magnan que había recibido los 33º grados en un día) y que lleva de hecho un efecto “nulo ya que no puede eximirse de las pruebas graduadas fijadas por el ritual masónico”.

El debate fue vivo, y muy señalado por intervenciones favorables a la tradición expuestas por los hermanos Costero, Rousselle, Ménard y Monnereau, mientras que Décembre-A1lonier reclamaban la “libertad” para cada logia, y Didrot pedía la devolución de la cuestión al estudio de los talleres. 

La cuestión se animó cuando Jouaust afirmó que las pruebas “eran suprimidas en París por un acuerdo de los Venerables, y por una aprobación tácita del Consejo de la Orden”, afirmación que fue inmediatamente contradicha.

Por último hay que decir que los conservadores triunfaron y el Convento votó un texto de Bordier que de San Juan había aprobado: El Convento, consideraba una parte de la supresión de las pruebas y los viajes simbólicos, que afectaba al carácter mismo de la Masonería. Pero sobre la mesa del Consejo estaba la petición de la logia “Unión y Perseverancia”, al Oriente de de París, pidiendo que “los tres viajes simbólicos de la iniciación masónica “fueran suprimidos y sustituidos por una instrucción histórica hecha por el el Venerable o por el Orador, lo cual recuerda la idea que pudo inspirar sus autores y la razón de su supresión”. 

Entre1850 a 1885, la cuestión de las “pruebas” vuelve de nuevo a estar constantemente en el orden del día de los Conventos y en deliberaciones del Consejo, pero la mayoría sigue siendo fiel a la posición de 1879. El ritual seguirá siendo conforme a la tradición, pero con las menciones deístas excluidas de éste. Pero, en dicha fecha, el Gran Oriente de Francia sufre un cambio político: el Presidente del Consejo de la Orden, Charles Cousin, que había sucedido a San Juan muerto en 1882, “convencido ferryste”, renuncia al primer mallete bajo la presión de los radicales que se han convertido en ese momento en mayoritarios en el seno del Consejo. Colfavru, primero y luego Desmons le relevarán en la sucesión.

Los acontecimientos que siguen, están en la lógica de la eliminación de Cousin. El Convento de 1885 suprimió de las Constituciones la fórmula que había conseguido mantener San Juan en 1877: “La Francmasonería no excluye nadie por sus creencias. En la elevada esfera donde se coloca, respeta la fe religiosa y las opiniones políticas de cada uno de sus miembros”. Pero paradójicamente, mantenía el comentario del artículo I que “autorizaba todas las prácticas de culto”, cuyo texto desaparecería en 1904, tras una intervención de Lafferre, para ser sustituido por la formulación actual, recordando de esta manera los principios de 1877.

La ideología lógica del Gran Oriente de Francia había querido dejar morir el Gran Colegio de Ritos, en su bonita muerte,

Dimitiendo de la Presidencia, Cousin renuncia también a sus funciones de Gran Comendador del Gran Colegio de Ritos , y, sin dimitir expresamente, la mayoría de los dignatarios lo siguieron en su jubilación, en ese mismo Convento, se contaban con no más que tres miembros en actividad real. Además, muchos Capítulos y Consejos no eran de ninguna manera favorables a la evolución de la cual eran testigos, y el hermano Hubert, director de la influyente la Revista Cadena de Unión, era su intérprete, lo cual hacía de buen grado. 

La ideología lógica del Gran Oriente de Francia había querido dejar morir al Colegio de Ritos en su bonita muerte, pero una serie de hermanos, incluido Louis PoulIe, magistrado en Amiens, que ya había presidido al Gran Colegio en 1883-84 y Charles Fontainas, abogado en París, que debía presidirlo en 1899-1901, creían en la utilidad de un “Senado” y no querían dejar el monopolio de los altos grados al Supremo Consejo del Rito Escocés. Por ello, a partir del 13 de abril de 1885, Poulle, primer Teniente Gran Comendador, informó al Consejo de la situación, pero, después de haber oído a Caubet y a Fontainas, el Consejo “se suspende para resolver”. Se esperaba al Convento.

El Convento se consagró esencialmente a la reforma del Reglamento General y los artículos 222-247, relativos a los talleres de Altos Grados, los caules presentaban a éstos como estrechamente unidos al Consejo del Orden, y retiraban de hecho todo el poder del Gran Colegio quitándole el título de “Supremo Consejo” y dejándole tan solo un papel consultivo.

Después del voto de estos artículos y basándose en ellos, el Consejo pidió al Convento la autorización para disolver el Gran Colegio, y que una delegación limitada en el tiempo a seis meses permitiera reconstituirlo (23 de octubre). El decreto de 31 ponía pues fin a los poderes del antiguo Consejo y designaba para formar la nueva estructura con ocho Hermanos con el Grado 33º en ejercicio, y admitía en en el cargo honorario a Blanche, Cousín y Cammas, así como otros dos masones de Edimburgo, que seguían siendo fieles al principio relaciones con el G.O a pesar del exclusivismo anglosajón.

El decreto se votó, a pesar de las reservas de los FF. Sergent y Francolín. El 6 de enero de 1886, se instalaba al nuevo organismo. Poulle volvía a ser Gran Comendador, Masse y Fontainas, eran nombrados tenientes y Amiable , Gran Orador. “Los tres miembros honorarios rechazaron su nombramiento, y. Hubert, pasa formaba parte del Gran Colegio, aunque desde 1883 había comunicado por carta del 22 de diciembre, su “desaprobación” y de su deseo de retirarse.

Francolín y Hubert alegaban que el Convento y el Consejo se habían excedido en sus poderes y que no correspondía al sentir de las asambleas “de Maestros", de disolver un Taller superior a su grado, aún menos de reclutar a Hermanos del grado 33º. Por ello, el Consejo, en su larga “circular n° l” de 1886, relativa a las modificaciones del Reglamento, intentaba justificar su actitud como consecuencia de una situación que no había querido: el número de miembros activos (es decir, según el nuevo artículo 229, poseyendo el grado 33º grado, y viviendo la Francia continental y teniendo una actividad real en un Taller) se había convertido en inferior a 9 (nuevo artículo 222), y por tanto era necesario reconstituir al “personal” del Gran Colegio , lo que la Asamblea General tenía el derecho hacer. Por otra parte se excluyeron ellos mismos, los “que no reconocían esa autoridad”. 

Se podrá discutir eternamente sobre la validez de este “golpe de Estado masónico, pero así fueron los hechos…

En cualquier caso, el terreno estaba libre para una reforma ritual completa la cual reclamaban un buen número de talleres. En el Convento de 1885, aún aumentaron más las peticiones de poder llevar acabo esa reforma. La logia la “Repúblique Democrátique”, al Oriente de París, reclamaba que se adjuntara a las “cuestiones de Orden: el tema ¿Qué es un ciudadano dentro de la República””, “Los Démophiles”, al Oriente de Tours, afirmaban que “el progreso en todas las cosas se acentuaba cada vez más, y que la Masonería había permanecido en un largo retraso en cuanto a las mejoras y el perfeccionamientos realizados desde una serie de años atrás, y que esto había dañado a su prosperidad, y que ello no destacaba a los ojos de los masones serios” y proponían una “ayuda” con el fin de que se modificara rituales y catecismos, dotados con un precio. 

Por otra parte citabaa la circular n°1 y precisaba que el Gran Colegio o “será… muy útil auxiliar al Consejo del Orden para la elaboración de nuevos rituales y Cuadernos de instrucción”.

Louis Amiable

La nueva mayoría tenía pues todos los poderes. No se puede acusarlos deno haber hecho las cosas con mucha seriedad, y de hacer todo lo posible para que estos nuevos rituales fueran la expresión exacta de la ideología dominante en el pueblo masónico, y es precisamente Louis Amiable, quien fue la clave maestra de toda esta empresa.

Louis Amiable es hoy uno de los grandes olvidados hoy, y en nuestro sentido e idea creemos que no lo merece. Sobre todo recayó sobre él todo el estudio sobre la Logia parisiense de las Nueve Hermanas (Neuf Soeurs) , bien documentada - ya que tuvo en sus manos los documentos originales de la Logia, desaparecidos desde hacía tiempo y que reaparecen de vez en cuando entre los libreros de viejo-, pero demasiado orientada toda la documentación en la justificación mítica de una Masonería “de las Luces”, como laboratorio de las ideas revolucionarias. 

Es también (Amiable) el autor de un buen estudio sobre la magistratura y la Masonería bajo el Antiguo Régimen, en la cual pone en evidencia “la importancia del personal parlamentario en las Logias del siglo XIII, pero sin lograr las conclusiones que se imponían, sobre las concepciones políticas de los “robins” de los tiempos.

En cualquier caso, se trataba de un hermano erudito, humanista y buen jurista – que terminaría su carrera como consejero del Tribunal de Aix-en-Provence. Su vida es una novela un tanto aventurera . Republicano bajo el Imperio, se exilia y se refugia en Constantinopla donde conoció la Masonería. Hizo fortuna a la vez que entra en el Derecho y en el comercio antes de volver a entrar a Francia en 1871, como militar se situó en el ala izquierda del Partido Radical y en masonería se situaba en la tendencia “positivista”. Su nombramiento como miembro del Gran Colegio de Ritos y su elección como Gran Orador iban a darle los medios para realizar su “grand obra”.

Efectivamente, después de la “reforma” del Gran Colegio , todo se desarrolló e muy rápidamente. 

A partir de la sesión de instalación, el 6 de enero de 1886, el Gran Colegio pidió que el Consejo del Orden enviara una circular para las cuestiones de las reformas del ritual. Las respuestas de las Logias se transmitirían en dichas respuesta al Gran Colegio que informaría y prepararía una nueva redacción. Sería así mismo para los rituales de 18. al 30e, pero no había que presentar tales textos al Convento del GODF. El día 11, el Consejo de la Orden dio el visto bueno sobre este procedimiento: “El Gran Colegio pide al Consejo de la Orden que enviara a las Logias de la Federación una circular que las invitara a formular por escrito sus observaciones y sus propuestas para la revisión de sus rituales. El 13 de febrero, se envió una circular en este sentido a las logias.

El texto de la circular firmada por e Colfavru “el Presidente del Consejo de la Orden” y de Poulle y Amiable como Secretarios (no mencionaban sus funciones en el Gran Colegio) es precisa, y da prueba muy claramente de la orientación que los nuevos dignatarios pretendían dar al ritual. 

El trabajo de revisión no estuvo completo, y existió una corriente de opinión en el sentido de una nueva revisión. Había logias que se manifestaron en el Congreso Regional del Oeste y en Convento. El Gran Colegio se pronunció en el mismo sentido. 

Los talleres deberían en primer lugar decidir si había que modificar o no los Cuadernos de los grados simbólicos, teniendo en cuenta el hecho de las modificaciones constitucionales y reglamentarias votadas a las Asambleas Generales de Francmasones de 1884 y 1885, donde aparecen diversa modificaciones rituales. Si la logia decide que hay revisión, las logias deberán presentar sus propuestas. 

La circular hace hincapié en el problema de las “pruebas” e invita las logias a demostrar “un espíritu progresista y un celo encendido”, conservando al mismo tiempo en la institución su “carácter a la vez tradicional y universal”. El texto hace hincapié en el hecho de que en ninguna parte un masón o ninguna logia deben ser desoídas y que las respuestas debían llegar al GODF antes del 1 de junio.

Fueron al menos un centenar de logias las que respondieron, algunas de las cuales eran “forcloses”. Si se creen los informes posteriores, seis de entre ellas se pronunciaron contra toda revisión, y cinco en favor de una revisión de detalle, el resto eran favorables a una modificación más o menos amplia. 

Tres Talleres, “Le Progres” y “L´Etoile Polaire” al Oriente de Paris , “La Bienfaisance Chalennaisee”, al oriente de Châlons-sur-Marne habían hecho imprimir sus informes. Las dos primeras concluyeron en una revisión relativamente moderada haciendo hincapié sobre todo, en la necesaria desaparición de las pruebas físicas en los grados dos “simbólicos”, el tercero era más importante porque era la primera obra de uno de los pensadores más conocidos de la Masonería contemporánea: Oswald Wirth.

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