Buenos Aires, 13 de Diciembre de 2008 e.·. v.·.
En el contexto de las instituciones que agrupan a los hombres, y con cuyo concurso ha sido posible la evolución de la humanidad hacia un destino universal de superación, la Masonería es una de las que con más efectividad ha sostenido sus principios humanistas, sin vaciar de ese contenido ideal ninguno de sus actos efectuados en consecuencia.
Sin dejar ni por un día de hacer honor a esa integridad ética, la Masonería en nuestro país, a través de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones cumple hoy legalmente 151 años de vida. Hoy conmemoramos ese acontecimiento y resulta necesario y gratificante hacer un balance existencial de lo actuado por nuestra Institución, pero recalcando que si algo distingue nuestra trayectoria es la declarada vocación constructiva de estos 151 años.
Igual que en la arquitectura de los signos góticos, los signos masónicos se hallan estampados en todo lo que enorgullece a los argentinos. Los pilares dinámicos del país político, cultural y económico que existió en los años de esplendor, descubren fácilmente la mentalidad y la acción de nuestros talleres de ideas.
No decimos que somos los únicos proveedores de hombres con cualidades para el país, pero reivindicamos que la Independencia Nacional, la Organización Constitucional y el rápido despegue que llevo a la Argentina a colocarse entre los diez primeros países del mundo, correspondieron a etapas en que los masones más distinguidos, sin sectarismo ni afán de predominio, sencillamente prodigaron su saber, su prudencia y su laboriosidad en la construcción jurídica y productiva de la Nación, pasando muy especialmente por lo educativo y espiritual.
También es de destacar que con los regímenes totalitarios de distinto tinte y signo, la obra de la Masonería, ejecutada a través de sus más lúcidos integrantes, es atacada sistemáticamente y junto con ella se destruyen las Instituciones republicanas, la economía productiva, el magnífico esfuerzo pedagógico que había abolido el analfabetismo y los derechos del espíritu a manifestarse libre de ataduras e imposiciones.
Hasta aquí a grandes rasgos lo actuado por nuestra Institución en el decurso de la historia de nuestro país, como así también en el mundo Pero analicemos brevemente el por qué de la presencia de la Masonería. Porque la Masonería enseña a los hombres a pensar. Porque actuar y luchar es importante, pero por sobre todo está el “saber pensar”. El hombre que es capaz de pensar, que ha adquirido la actitud de reflexionar, está emancipado de presiones políticas, filosóficas ó religiosas y es capaz de formar su propio juicio de las cosas. Y a eso apunta la Masonería: a aprender a pensar.
La Masonería busca, trata de conducir a sus miembros por los más esquivos senderos de las inquietudes y el pensamiento humano, plantea la antítesis entre lo dogmático y lo agnóstico, analiza el ser, trata la evolución, analiza las grandes incógnitas de la metafísica y va escudriñando las profundidades de las concepciones morales, sociales y éticas, que tanto perturban y apasionan al espíritu humano.
Estas orientaciones, tal como las propicia la Masonería, la conducen a la búsqueda de la verdad, y para ello, tiene que transitar apoyada por la razón, la ciencia y la cultura por senderos diversos a las afirmaciones filosóficas. Es así como el masón, hombre libre, moral y axiológico pueda acceder a la búsqueda de respuestas sobre el misterio del universo, el por qué del origen de la vida y la razón de por qué existe lo que existe, tal como nos parece verlo.
Esta posición lleva al masón a un constante filosofar, acumulando vivencias e hipótesis que acrecientan su saber, pero sin posesionarse de algo que resuelva definitivamente sus incógnitas. Su única materia prima es el hombre, y conforme pueda ir puliendo afiladas aristas, así será la calidad intrínseca de la obra.
El ideario masónico es más que una escuela filosófica, es una escuela de filosofar, muy distinta en ciertos aspectos a las escuelas convencionales. Pero para dar idea de su conformación, mencionaré algunas particularidades que la definen.
Su sistema ideológico no es estático, se adapta a las revoluciones del pensamiento y a la evolución de la cultura y de la ciencia.
Su forma de actuar no da margen ni cabida para consignas ni obediencia ciega ni órdenes imperativas.
Prima en sus debates y en sus análisis, los problemas del ser, del conocer y del valer.
Son estas algunas de las características del accionar masónico que permiten el libre examen, la crítica, la duda metódica. Como vemos se aparta la Masonería de una escuela filosófica convencional para colocarse en su condición de iniciática, humanista, filantrópica, y por sobre todo de búsqueda de la verdad.
No es dogmática, ni escéptica, ni atea, ni deísta, ni teísta, en su carácter institucional combina la duda metódica con las luces de la razón y los postulados de la ciencia abrevando de la ética de las primeras culturas, de los símbolos y alegorías de las antiguas asociaciones de constructores, de los maravillosos pensadores griegos que elevaron la dignificación del hombre hasta transformarlo en un ideal, en las doctrinas espiritualistas, naturalistas e idealistas de los grandes clásicos, del Iluminismo inglés, de los Enciclopedistas y del Renacimiento la Masonería abrevo su pasión por el libre examen, el laicismo y por el universalismo humanista. Se identifica con el Siglo de Las Luces, cuna de la democracia, el liberalismo y las nuevas concepciones de la justicia, la educación del pueblo y el ejercicio real de la ciudadanía.
Hoy ya estamos casi terminando de transitar la primera década del siglo XXI y en este mundo globalizado, asistimos a una sucesión de acontecimientos que en nada favorecen al ciudadano, que debilitan su participación social y hacen cada día más vulnerables las conquistas sociales logradas a través de los siglos, sumado a ello las xenofobias y fundamentalismos de todo tipo.
En sociedades donde hasta se merca con las ideas, donde al ciudadano se lo quiere reducir simplemente a la condición de consumidor, quitándole su condición de protagonista social, se levanta la Masonería para su defensa.
Como Institución axiológica, que somos, sostenemos el valor progreso que es muy caro a nuestra idiosincrasia, definiéndolo como una idea compleja que intentamos realizar, aunque no ya el progreso material ó técnico del que también participamos, pero por sobre todo el progreso moral, que es la asignatura pendiente de la humanidad.
Y para ese logro los masones, siempre creyendo en el hombre y su dignidad seguimos trabajando contra las desigualdades entre los hombres, contra todo tipo de discriminación, y por la defensa irrestricta de los derechos humanos.
Para trabajar en esto ya estamos creando un “Observatorio de la Ciudadanía” desde donde los masones junto a distintas organizaciones sociales y a través de tareas interdisciplinarias seguiremos trabajando y estudiando todo lo que sea de mejor aplicación en materia de políticas públicas en favor del ciudadano.
Pero entendemos los masones que hay otro factor que ha distorsionado y lesionado al ciudadano, cual es el deterioro de su educación. Si los masones fuimos los impulsores en el siglo diecinueve de la Ley 1420 de educación laica gratuita y obligatoria, si creamos el ambiente propicio en el inconsciente colectivo de los estudiantes para que se gestara la Reforma Universitaria de 1918, con su glorioso manifiesto impulsado por Deodoro Roca, para poner la Universidad al servicio del pueblo. Hoy debemos seguir con esa conducta e insistir en recuperar una educación pública que contenga los valores de igualdad y universalidad en los cuatro niveles, y como nos recomienda el masón ecuatoriano Milton Luna Tamayo “tenemos que llegar a conseguir que el espacio para la educación sea privilegiado, tenemos que ubicar la educación en el centro de las políticas públicas, lo que provocara la recolocación del ser humano en las agendas nacionales y ayudara a desmontar las políticas centradas en el mercado y a construir con fuerza política un modelo de desarrollo humano” Pero aquí debemos agregar el ideal laico que sostiene la Masonería, porque el masón considera que el hombre laico es aquel del pueblo a quien ninguna prerrogativa distingue ni eleva por encima de los demás, ni el papel de director de conciencia ni el poder para decir e imponer lo que conviene creer.
Es como un símbolo de igualdad, una igualdad basada en la libertad de conciencia reconocida como primaria en el hombre.
El laicismo pretende formar hombres con una moral universal una moral que una y no que separe, que permita el librepensamiento, la tolerancia y la fraternidad entre los seres humanos.
El laicismo considera que ninguna religión ó concepción política tiene antecedentes históricos que le permitan creerse poseedores de condiciones para educar a los niños dentro de una moral universal sin dejos de parcialidad y propende a una enseñanza moral que no es contraria a dios, ni atea ni materialista, por el contrario, profundamente espiritual, porque propende a crear en el educando una moral por convicción nacida desde lo profundo de la conciencia y de la mente por convencimiento propio.
Además entendemos que el laicismo es el mecanismo idóneo para el desarrollo y el Progreso porque garantiza gobiernos civiles apoyados por decisiones políticas de un pueblo elector, porque respeta la decisión individual de los ciudadanos, porque evita la confrontación entre grupos políticos y religiosos y por sobre todo porque permite un desarrollo social armónico con estricto respeto a los derechos humanos. En esto los masones trabajamos a través del ”Observatorio del Laicismo” y del Instituto Laico de Estudios Contemporáneos, conjuntamente con todas las masonerías latinoamericanas.
Amigos que nos acompañan, hermanos todos, la Masonería en la lúcida serenidad de sus talleres de ideas y de trabajo sigue laboriosamente trabajando para lograr un ciudadano responsable, con capacidad de discernir y pensar sin ataduras dogmáticas, porque somos sabedores que sin ello no lograremos consolidar la República como estructura de gobierno y la Democracia como estilo de vida.
Fieles a nuestra rica herencia de constructores, seguimos como en todos los tiempos confiando en el hombre y en la necesidad de su trascendencia.
Esta antigua fraternidad, de la que nos enorgullecemos de pertenecer, que es escuela de moral y cátedra de librepensamiento, siempre estará presente en la vida de las sociedades, sustentando los valores éticos que son su piedra angular.