Por José Ramón González Chávez
M:. M:. y M:. L:. D:. L:. O:.
33°, I:. y P:. G:. I:. G:. D:. L:. O:.
Or:. de México, D. F
En este mundo post moderno (hay quien dice que ya dejó de serlo para convertirse en hiper moderno) todas las ideas que teníamos del universo, la realidad, el ser humano, su entorno, se están transformando radicalmente. Ahora el universo y ano es infinito, ni único, menos perfecto. El vacío ya no es vacío, la nada no es nada sino prácticamente todo (la materia oscura es aprox. 95% del universo conocible). Hay riesgos de que tampoco sea eterno, pues si la masa es mayor a la gravedad nuestro universo acabara por extinguirse, congelado.
Hoy se pone en duda la expansión del universo, se ha descubierto queel universo es 4 mil millones de años más joven de lo que se pensaba; que hay estrellas que van a mayor velocidad que otras, independientemente de la distancia que tienen respecto del centro de su galaxia y del supuesto "núcleo" del Big Bang. De hecho hay estrellas más viejas que el universo lo cual pone a tambalear esa teoría que se creía insuperable.
Al contrario de lo que se pensaba hace apenas unas décadas, la posibilidad de vida inteligente en otro lugar es cada vez más remota, haciendo que desde el punto de vista científico y filosófico renazca la idea de la visión egocéntrica del universo desde una nueva(?) perspectiva.
En este contexto, la Masonería lejos de convertirse -como muchos lo quisieran- en galimatías o quimera y ser condenada a la extinción, al contrario, no solo mantiene vigente su esencia sino que renueva su ser como organización iniciática, en tanto que promotora del Sagrado Arte de la Construcción, que es ante todo y primero que nada, la de si mismo, como condición para construir una mejor humanidad, más libre, más justa, más racional, mas afable, más creativa, en suma, más humana y con ello más divina.
Con esos principios tan claros y esos fines tan precisos, la Masonería brilla en toda su majestad, como celosa guardiana del Secreto iniciático y a la vez -en extraña paradoja- como pródigo manantial de Sabiduría, esa que no nos da ninguna universidad, ninguna institución de beneficencia, ningún circulo de amantes de la filosofía, ninguna organización humanista o ecologista profanas.
En efecto, la Masonería es una manera de adquirir Conciencia, esto es, de conocer y comprender lo que nos rodea, para así volvernos uno con él, mejorándolo en la medida en que nosotros nos volvemos mejores y sólo mediante la congruencia entre nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestros actos, y su armonización con los principios y fines de la Orden, conquistar la trascendencia material.
La Ignorancia, la Hipocresía, la Ambición, nuestros enemigos eternos, pretenderán siempre ganarnos la batalla, desde el clero, desde el gobierno, desde los medios, desde nuestros propios fantasmas y telarañas. Pero siempre nuestra voluntad y nuestro talento, aunados a nuestras demás herramientas nos harán salir airosos de las pruebas que impone nuestra realidad.
Para un ser humano Libre y de Buen Modo de Vivir, que hace del pensar, sentir y actuar por sí mismo una forma de ver y vivir la vida, ninguna utilidad tienen las alharacas, ni las inmolaciones, ni las marchas y manifestaciones, ni las guerras. En medio de las tempestades, de las ventiscas, de los ríos embravecidos, de los ruidos de las armas mortales, de la hoguera de lo efímero y banal, los constructores de si mismos y de la humanidad sabemos y asumimos que la verdadera Revolución comienza al morir en el seno de la Tierra y emprender en cuerpo y alma, de manera individual y colectiva, la Travesía interior que nos lleve a descubrir nuestra Joya oculta, en cuyo centro mora nuestro gran Secreto. Guardemos Silencio como buenos aprendices y escuchemos a nuestro Maestro Interior, el guiará nuestro camino.
Saludos Fraternales
