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El idealismo en tiempos de mediocridad.


«Las palabras que revelan la verdad no son agradables
y las palabras agradables no dicen la Verdad»
Lao Tse (S. IV o III a.C.)

Escribe V:. H:.Ricardo E. Polo
Director Revista Hiram Abif
NOTA el tema que nos ocupará no es circunstancial, sino que se proyecta desde los albores mismos de la humanización de la especie. No cabe duda que las aperturas mentales han sido y son el elemento fundamental del progreso de la Humanidad. Sin ellas, la Historia demuestra los grandes retrocesos ocurridos en su decurso. La falta de apertura mental cimenta el poder de los déspotas, los tiranos, dictadores y fundamentalmente el imperio de los mediocres. Sin el pensamiento crítico no puede existir el Progreso. De allí que la decadencia conduzca a las cíclicas etapas en las que la vida se hace casi imposible, especialmente con una Humanidad que supera ya los 6.500 millones de habitantes... en un planeta con acotados recursos para la supervivencia... y en el que la superstición, la insolidaridad y los miserables egoísmos, producen la violencia que estamos padeciendo...
Hablaremos hoy del librepensamiento. Un término que en nuestro tiempo, está acotado en su ejercicio merced a los condicionamientos que la contemporaneidad ejerce sobre la práctica de esa libertad.

Primeramente, nos ajustémonos a la definición: el librepensamiento es la doctrina que reclama para la razón individual, independencia absoluta de todo dogma religioso o de todo criterio sobrenatural.

Ese reclamo deriva, naturalmente, del ejercicio pleno de la Libertad. Pero ¿qué entendemos los masones sobre ella?

Veamos lo que sostiene Gallatín Mackey en su «Enclopedia de la Masonería»: «La libertad se define como significación del estado de exención del control o poder de otro. Es la doctrina que los Masones deberían gozar con libertad inrestringible, y la circunstancia de ser libre en todos sus pensamientos y acciones...». Pero aclara Mackey que «Es evidente que la palabra libertad se usa en la Masonería en el sentido simbólico o metafísico, difiriendo de su significación ordinaria».

Habla, entonces, dando como ejemplo que en el uso masónico se observa en la aplicación de las palabras nacido libre u hombre libre, que se utilizan en su acepción legal y acostumbrada y se combina libertad con fervor y celo, como significativos de la idea simbólica.

En esto, Mackey cita a Gadicke, que en la palabra Freiheit, en su «Freimaurer-Lexicon», la define como: «Una palabra que con frecuencia la oímos entre nosotros, y que es restringida a la misma limitación como la libertad de la vida social.

En nuestras Asambleas no tenemos libertad de obrar como a cada uno le parece, pero somos o deberíamos ser, libres del dominio de la pasión, orgullo, prejuicios, y todas las otras locuras de la naturaleza humana. Somos libres del falso prestigio de que no necesitamos ser obedientes a las leyes». Y agrega que «...siendo de este modo, equivalente con la integridad».(1)

Hablamos entonces de valores, puesto que la integridad es cualidad de la persona recta, proba, intachable. Es decir, es reconocer, estimar el valor o mérito de algo o alguien. No obstante, recogemos una definición un tanto mas significativa, que es la que dice que el Valor es la realidad ideal por cuya participación las cosas adquieren cualidades que nos hacen estimarlas diversamente. Su jerarquización forma la escala de los valores: económicos, vitales, intelectuales, estéticos, éticos o religiosos y el juicio en el que se atribuye un valor de manera subjetiva.

Pero, fundamentalmente, todos esos postulados adquieren mayor significación para el progreso del Hombre, si el Derecho a ejercer la Libertad se deriva de una doctrina racional que imponga lo irrestricto de su ejercicio, sin otra limitación que el reconocimiento del Derecho de los otros.

Vivimos un Tiempo de avances tecnológicos en función de los cuales, se habla de «una mejor calidad de vida» para el Hombre. Pero es evidente que esa mejora en las condiciones de vida, no supone un mejor ejercicio de la libertad.

Si nos atenemos, entonces, a la libertad y su ejercicio, como un Derecho inalienable del Hombre, suponemos que a la «libertad de pensamiento» debiera considerársele como inmanente( 2). La vitalidad de tales conceptos tiene referencia en lo trascendente(3), porque el librepensamiento es el que permite y ha permitido e incluso permitirá, la liberación del Hombre de sus ataduras supersticiosas y el camino más transitable y apto para abocarse a la búsqueda de la Verdad. Y en eso, el masón debe constituirse en ejemplo.

La verdadera lucha contra la mentira, es la que se materializa contra los dogmas. Dice José Ingenieros en su obra «Las fuerzas morales», que «Los dogmatismos son coacciones, que los beneficiarios de la mentira hacen gravitar sobre nuestras conciencias» y apoya su afirmación en que «Las castas y las sectas imponen el sacrificio de algunas verdades o una limitación del libre examen».

He allí las paradigmáticas(4) afirmaciones de un pensador que alentaba su esperanza en aquellos que se sienten renovadores.

Y no cabe duda que el masón, precisamente por su condición de tal, por el uso irrestricto de la Razón y por ser un librepensador, debe ser, sin duda alguna, un renovador.

Dice el I:. y P:. H:. José Ingenieros, al respecto del renovador, que «Su obra y su ejemplo sobreviven en los siglos, acrecentando el patrimonio moral de la especie humana».

Pero ¿como podría un masón alcanzar tales ideales, declarándose a si mismo y a través de sus ideas, como un trabajador condicionado, limitado, aferrado a cualquier dogma? (5)

No cabe duda que la secularización(6) ha permitido al Hombre desarrollar sus potencialidades. «Todo progreso moral sostiene Ingenieros- es el triunfo de una verdad sobre una superstición». Pero tal actitud de compromiso tiene sus riesgos.

No es sencillo asumir el rol de librepensador. «En todos los tiempos y lugares -dice Ingenieros- el que expresa su verdad en voz alta, como la cree, lealmente, causa inquietud entre los que viven a la sombra de intereses creados». Y así sucede desde los más remotos tiempos. Desde el primitivismo del poder del más fuerte, o desde el poder del más fuerte cifrado en los dogmas.

Agrega el ilustre pensador refiriéndose a la cobardía moral, que «...la mayor de todas las cobardías consiste en callar la verdad para recoger las ventajas que ofrece la complicidad con la mentira...»

El librepensamiento ha permitido a la Humanidad salir del oscurantismo y la superstición, al precio de mucha sangre.

Sangre de los mártires como Servet y Giordano Bruno, la cicuta de Sócrates o la ejemplar rebeldía de Galileo. Y tantos otros que promovieron el Renacimiento o humanizaron el Conocimiento con la Enciclopedia. No resulta tan extraño que establecidos los parámetros de funcionalidad de algunas Instituciones, con los ideales expuestos en sus principios constitutivos, posteriores «reformas» se hayan ajustado al criterio dogmático que luego las condiciona. Pero esto no resultaría extraordinario, si no mediara el hecho de que sus integrantes acaten restricciones pero por «...vivir a la sombra de los intereses creados».

No hace mucho tiempo ha muerto en Buenos Aires, un Q:.H:. al que se homenajeó con una sencilla comunicación de su fallecimiento. Se acordó de él, el V:.M:. de una L:. que lo informó a través de un mensaje en la virtualidad de la Web(**). Pocos hoy saben del extinto. Pero él se hallaba en el ostracismo tras casi tres décadas, por haber renunciado a la complicidad con quienes vivían a «...la sombra de los intereses... » y por defender el honor y dignidad del H:. que esto escribe. Nunca fue reconocido su gesto, ni reparado el agravio. Y la esencia moral de este caso, es la persistencia del anatema infundado y miserable. Fue por la defensa del librepensamiento la causa de lo acontecido.

De allí que con el paso del tiempo, más que una ocasional disidencia, el hecho de persistir evidencia los enconos que dividen a los hombres.

Sin el librepensamiento resultará imposible restaurar la Esperanza o avizorar ese «Futuro mejor ante un actual imperfecto... », que inmortalizó Ingenieros al exaltar los valores de las «fuerzas morales».

En un tiempo de multitudes y demencias sociales, ocasionalmente surgen los renovadores. Y cuando estos reclaman su ubicación en la sociedad, existe una máquina imparable que los aplasta sin misericordia. Estas cosas no les ocurre tan solo a los revolucionarios, también abarca a quienes aspiran a reformar con moderación las cosas.

Consideraciones sobre ciencia y saber

Sostener que «...es absurda la noción de principios absolutos e invariables y no merece llamarse hombre de ciencia quien padezca esas supersticiones trascendentales de los antiguos teólogos y metafísicos»(7) es discutido hoy por HH:. que se sienten imbuidos de un misticismo cuasi teológico, derivado de algunas poco sutiles interpretaciones de los Landmark´s(8) que rigen la denominada «Regularidad» masónica.

Están inmersas hoy en la convivencia logial, dicotomías significativas.

La discusión sobre el dogmatismo que impera equivocadamente, se nutre de la sorda pugna entre racionalistas y creyentes. La ausencia de una clara definición sobre lo que es verdaderamente Masonería, se agota en el discurso comprometido con la dinámica de las corrientes imperantes.

Si a ello se suman las indefiniciones axiomáticas (en el sentido ideológico-institucional) o las definiciones circunstanciales postuladas por aquellos que ocupan los cargos representativos, advertimos la magnitud de la problemática que nos concierne hoy.

«Cuando la sabiduría deje de ser un deporte de epicúreos, podrá convertirse en fuerza moral de enaltecimiento humano »(10) Más allá de lo circunscripto del concepto, pues Ingenieros se refiere a la Ciencia, podemos extender la idea al hecho de que nuestra Orden aspira al ejemplo, como paradigma de conducta de sus miembros.

Pero si estos confunden el espíritu y la letra, a través de interpretaciones sobre los paradigmas fundamentales de la Hermandad, seguramente el mensaje trascendente deja de ser tal para sus proyecciones y se circunscribe al ámbito de consenso del sector que lo acepta.

Se hace necesario extrapolar(11) la afirmación relativa a que «El espíritu científico excluye todo principio de autoridad»(12).y condicionarla en este caso, a la realidad de nuestra Institución. Porque «Un sistema funcional compuesto de elementos variantes, no puede conciliarse con dogmas cuya invariancia se presume inaccesible a todo examen o crítica. El desenvolvimiento del saber, tiende a extinguir las verdades infalibles sustentadas en el principio de autoridad y reputadas inmutables»(13).

Tales «reflexiones» -si es que podemos llamarlas así- revelan la ausencia de una ponderación respecto de las normas y la necesidad de adecuarlas al devenir de los tiempos. De allí la evidencia de antinomias explicables, pero innecesarias en una Institución como la nuestra.

Todavía subsisten ciertas «limitaciones», para que el masón pueda expresar sus ideas fuera del ámbito propio. Y dentro de él, con una sutil imprudencia, para evitar colisionar con el status aferrado a las maximalistas interpretaciones de las Constituciones andersonianas.

El librepensamiento, cuestionado hoy debido a teístas o deístas, a dogmáticos landmarkianos(14) o simplemente a las diversas corrientes de pensamiento que han confundido el espíritu inquisitivo del masón, que es el que lo lleva a la búsqueda del Conocimiento discurriendo por conjeturas y señales, con la presunción de que existen verdades reveladas que deben acatarse.

Liberar al hombre de las «...cadenas misteriosas que son las más humillantes...» incrementa «...el sentimiento de responsabilidad moral frente a las contingencias de la vida». Ingenieros sostiene al respecto, que «Eliminar los temores que nacen de la superstición, devuelven a la humanidad su rango legítimo en la Naturaleza y desarrollan un bello sentimiento de serenidad ante la inestable armonía del Universo ». Tan idealistas conceptos morales, debieran motivar a los masones dedicados a la teología en sus trabajos, que no advierten que la masonería no acepta dogma alguno, ni constituye un sincretismo religioso.

De allí que el librepensamiento sea el ámbito mediante el cual se expongan los ideales. Sin ellos estaremos concibiendo obras muertas. Por eso podemos leer de aquél insigne masón, que «...un ideal, como fuerza viva, es la antítesis de un dogma muerto, difieren tanto como un ruiseñor que canta en la rama y su cadáver embalsamado en la vitrina de un museo». No creo que sea factible una imagen mejor, para describir lo perfectible.

Y en la continuidad del pensamiento del Q:.H:. José Ingenieros, arribamos a la magnífica y expresiva sentencia suya, que dice: «Toda moral idealista contiene una previsión del porvenir: Es su carácter esencial, llevar implícitos los conceptos de perfección contínua y de incesante devenir. Solo merecen el nombre de idealistas, los hombres que anhelan algún futuro mejor, contra un actual imperfecto». De allí que podamos comprender el llamado de un R:.G:.M:. de la Masonería Argentina, cuando exaltó los valores y virtudes de la Utopía instando a no claudicar de ella. (Aunque luego se mostró reacio a ser consecuente con sus palabras...)

Para aquellos QQ:.HH:. que se muestran proclives de incursionar en revelaciones, esoterismos, misticismos y doctrinas que se denominan Tradicionales y Primordiales, sin que se sepa a qué primordiales orígenes se alude, es posible mencionarles estos conceptos de Ingenieros: «Muy distinta es la escala de valores del tradicionalismo, simple doctrina de regresión al pasado, que en cada tiempo y lugar pretende poner trabas a todo lo que significa renovación o perfeccionamiento.

Cuando afirma que lo antiguo es mejor que lo presente, su oculta intención es sugerir que lo presente es mejor que lo futuro. En la vida social se resuelve en una acción de resistencia a la justicia y al progreso». Debiéramos mensurar el alcance de tales conceptos.

Pero, y esto es axiomático, el librepensamiento nos indica que «No existe un abstracto ideal con caracteres absolutos, mero concepto trascendente y eterno». En consecuencia: «La aspiración moral de lo mejor, no es privilegio exclusivo de ningún dogmatismo metafísico».

Hasta aquí nos hemos referido, asociándolos, a conceptos vertidos por un masón que ha sido un «maestro» de varias generaciones de jóvenes. Sus ideas sobre la ética y la moral y «las fuerzas» que ambos conceptos generan, podemos extrapolarlas a la condición del Maestro en nuestra Orden.

Veamos qué sostiene ese gran Maestro que fue Ingenieros al respecto: «En todo tiempo han merecido el nombre de Maestros los que supieron encender en los jóvenes el amor a la verdad y el deseo de investigarla por los caminos de la ciencia; pero fueron Maestros entre los maestros, los que trataron de ennoblecer ese amor y ese deseo, sugiriendo ideales adecuados a su medio y a su tiempo, para que la imaginación superase siempre a la realidad, remontándose hacia las cumbres inalcanzables de la perfección infinita».

Cuando analizamos la realidad institucional que puede observarse, despojados de hipocresías y condicionamientos, podemos comprender las ausencias entre columnas, las deserciones explicables, las decepciones comprensibles.

No se ejerce el librepensamiento en proporción a la doctrina, claramente expuesta en los Rituales, que no resulta necesario considerarla obsoleta, sino atenerse al sentido sugerente y orientador de su contenido.

En «Las fuerzas morales», Ingenieros sostiene que «...cada generación debe repensar la historia», porque piensa que los hombre envejecidos se la entregan corrompida. Pero previamente, sostuvo que «La historia sin sentido moral es una máquina de mezquindades; rebaja a los dignos, justificando a los miserables»

Para los QQ:.HH:. que propagan el respeto irrestricto a los Linderos que prohíben, o que retacean y condicionan el accionar propio; a los que niegan a la Masonería su acción revitalizante en la Historia y circunscriben su trabajo al individualismo ejemplar, podemos recordarles y con relación al «librepensamiento», esta exhortación que un Maestro masón, considerado hoy por los educadores como «perimido» o fuera de moda, brindo a la juventud: «Rinda culto la juventud de nuestros pueblos a los grandes hombres que lucharon por la emancipación política, por el ascenso ético, por la justicia social, manteniendo la continuidad del espíritu renovador en el curso de la historia. Nació la conciencia revolucionaria con el anhelo de la independencia, triunfó derribando el feudalismo colonial, fue enriquecida por la obra de pensadores y estadistas, renació en cada nueva generación y fue el núcleo de ideales sin cesar integrados por las minorías ilustradas. Ame la juventud ese pasado en marcha y subraye admirativamente sus valores en la historia de los pueblos nuevos. Pero solo será justa si al mismo tiempo reprueba a cuantos obstruyeron la obra secular, pues los que fueron ayer sus enemigos, lo son también hoy, y mañana lo serán por fuerza».

Señalemos, en este trabajo, la dicotomía reinante hoy entre estos conceptos idealistas y liminares en la historia de la Masonería, con los precarios conocimientos que las tendencias reducionistas e interpretativas de esa Historia, hacen en quienes poco la conocen.

La tendencia a «cuestionar o minimizar», e incluso tergiversar la participación de la Orden en las gestas revolucionarias que han transformado la Historia de la Humanidad desde el siglo XVIII; la tendencia a teologizar la doctrina masónica, incorporando a sus Rituales tanto el ceremonialismo como dogmas, revelaciones, la inmortalidad del alma o las creencias de divinidades antropomórficas, desvirtúa aquella «operatividad » constructiva, racional, civilizadora, protectora del débil y profundamente imbuida en incentivar el imperio de la justicia, el Orden sobre el Caos y luchar por la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. Resulta ocioso señalar, que debe ser reexaminada la estructura condicionante de aquellas normas que se impusieron en el siglo XVIII, debido a muy particulares circunstancias de tiempo y lugar. Que la Masonería no es especulativa desde 1717 y que si lo ha sido desde 1523, debido a lo postulado en la Asamblea de Masones de Paris de ese año. Y que la historia de la Masonería debe ser reescrita para evitar que las «bisagras» históricas, modifiquen su esencia civilizadora, revolucionaria(15) y progresista.

Entre las «libertades» más esenciales del hombre, del que resiste los embates de la costumbre y aspira al progreso y la perfección, está la del librepensamiento. Y más allá de su contexto, la libertad de expresión, sin la cual no sería posible transmitir el pensamiento.

Pero el librepensamiento, más allá de constituir un Derecho y en nuestro caso una obligación, depende también y creo que esencial y fundamentalmente, en el Derecho a la información veraz y sin censuras que, en estos tiempos de presuntas «globalizaciones», se ha convertido en desinformación, tergiversación, operaciones de prensa o «basura» mediática.

Para que los masones hagamos cierta la doctrina del librepensamiento, deberemos manifestar la certeza de no acatar el peligroso teorema de la innata inmoralidad humana.

Y no podemos menos que formular algunas reflexiones y consideraciones, respecto de tan importante derecho que posee el ser Humano y en especial en aquél que resulta Iniciado en los denominados «misterios» de la francmasonería.

A lo largo del tiempo en que el masón desarrolla sus actividades en la Orden, se va conformando una personalidad intelectiva que faculta a quien persevera en los «conocimientos » masónicos, tener conciencia y visión de un mundo que procura ser distinto del que nos toca vivir.

No se trata esto de una visión «idealista», del tipo Berkeliano, sino de una visión ideal que surge de la concepción masónica de lo que llamaríamos «...un mundo mejor, ante un actual imperfecto».

Sin cometer la indiscreción de revelar los dictados de nuestra doctrina en el R:. E:. A:. y A:., en cuyo seno es posible alcanzar el verdadero conocimiento de aquello a lo que la Masonería aspira dentro de la convivencia humana, podemos afirmar que una inmensa mayoría de QQ:.HH:. no capta con claridad las aspiraciones humanitarias, civilizadoras, paradigmáticas que original y doctrinariamente, procura en su accionar, nuestra Orden.

Resulta ser -y mi experiencia en lo masónico me lo indica-, que a lo largo del tiempo se van distorsionando los objetivos y desvirtuando los conceptos.

Para demostrarlo, puedo mencionar algunas alternativas que así lo producen, comenzando por los equívocos más conocidos, como son el sostener que la masonería puede «practicarse » y concentrarse en lo que denominamos «simbolismo », en la creencia que originalmente y dentro de los parámetros de la Masonería Operativa, solo tenían vigencia los tres Grados: Aprendiz, Compañero y Maestro.

Si bien es cierto que antes de la creación del Rito Escocés Antiguo y Aceptado la Masonería se estructuraba sobre esa base, lo que en realidad se produjo al crearse el Rito fue sistematizar doctrinariamente parámetros y paradigmas que ya existían en el orden filosófico y «especulativo» de los antiguos masones, que además de haberse asociado en razón de su profesión de «constructores», no circunscribían su «asociación» tan solo a la práctica del trabajo, la defensa de sus derechos o el «conocimiento» que los maestros arquitectos transmitían profesionalmente.

Resulta obvio historiar lo que sabemos respecto de las asociaciones de constructores, dentro de lo testimonial de su desenvolvimiento. Pero también resulta necesario advertir, que los contenidos de los grados del «filosofismo», tal como conocemos al R:. E:. A:. y A:., no son un «invento» de sus creadores o divulgadores.

Por el contrario, los Rituales de grado han pretendido sistematizar y concretar ideas, aspiraciones, doctrina y sus parámetros constitutivos, para alcanzar una sociedad civilizada, progresista, propagando la Ciencia y la filosofía dentro del ámbito de la Razón, como el único (sin sostenerlo como fundamentalismo) método de hallar la Verdad y a través de ella, la mayor comprensión sobre los grandes interrogantes de la mente humana.

La masonería tiene la particularidad de no minimizar o generalizar los enigmas que acucian al pensamiento del Hombre.

Resulte este ser un desinformado o una eminencia en el saber. Todos los hombres se plantean dudas y aceptan respuestas o las adoptan según su nivel intelectual y formativo.

Desde los albores del conocimiento, desde que el hombre despertó de las tinieblas del homínido, siempre lo han condicionado sus interrogantes e impulsado a develar los enigmas que su «comprensión» o ignorancia de las cosas, lo llevaron hacia la búsqueda de respuestas.

Y en el fondo de tal particularidad en su naturaleza, no cabe duda que la «libertad» con la que puede pensar o razonar, es lo que le ha permitido obtener respuestas. Eso, naturalmente, es el librepensamiento.

En uno de los Rituales del filosofismo, podemos leer algo sumamente significativo, que condensa sin fragilidades y expone claramente, el hecho cierto que explica el trabajo masónico en si mismo y que debe ser tomado como fundamento de si mismo.

Se expone así: «Nuestro lema dice: «Ordo ab chao», el «Orden sobre el Caos». Reina el desorden y la confusión en el mundo político y moral (aunque no se refiere el párrafo a un momento determinado de la Historia...). Los más audaces se hacen los más poderosos; adquieren los medios de intimidar o seducir a los incautos y crean la tiranía, el despotismo y la arbitrariedad que rigen hoy los destinos de todas las naciones que se tienen por más civilizadas. La Justicia se administra al antojo de los gobernantes, los advenedizos ocupan los puestos reservados para el talento y el saber; el oro oscurece el brillo de la inteligencia y es el único afán, el único móvil y objeto de las intrigas y execraciones: el mérito desaparece eclipsado por la falsa ciencia paniaguada, y la ley es el capricho del tirano. En los templos dominan el engaño, la astucia y la maldad».

Si nos atenemos a la época en que tales conceptos fueron vertidos (Siglo XVIII), estos términos parecerían estar explicados en el imperio de las monarquías y las convulsiones sociales de aquellos tiempos, pero si extrapolamos y ubicamos los conceptos aplicados, a nuestro tiempo, advertiremos que pudieron haber cambiado las formas, pero no ha cambiado el contenido.

Cual si estuviésemos viendo la realidad tras los parámetros de una radiografía, seguramente nos asombraremos de advertir que aquello de que «no hay nada nuevo bajo el sol...» se convierte en una verdad perfectamente demostrable.

En el Ritual que hemos mencionado, luego aparecen claros y precisos los siguientes conceptos: «Estúpidos sacerdotes que se dicen ministros del Eterno e intérpretes de su Ley, corrompen las costumbres con un dogma envilecedor; embrutecen a las masas con un culto tan torpe como ridículo; siembran el fanatismo y la superstición en el niño, la discordia en la familia y la inmoralidad en las naciones. Unos y otros se abrogan el derecho de dirigir las escuelas, los talleres, los gremios, los menores pasos del hombre; en todas partes están, todo lo revisan; y el Caos más espantoso ha invadido el Universo. De él nos proponemos sacar el Orden y destruyendo los abusos, aniquilando el Fanatismo y la Hipocresía, difundiendo la Luz... La Tarea es difícil, pero gloriosa y en tan espinoso camino nos favorece el impulso constante de la Naturaleza entera. Nuestra Institución está encarnada en el Progreso, fomenta la Evolución civilizadora en todo el Orbe y su triunfo es por ello seguro e inevitable».

Tal vez suceda que el vertiginoso y problemático convivir que nos atrapa en estos tiempos, haya hecho pensar a nuestros QQ:.HH:. e incluso al ciudadano común, que tales premisas carecen de motivación o resultan ajenas a nuestro tiempo. Tal es el estado de incertidumbre al que está sometida la Humanidad, que no parece advertir, en toda su magnitud, las tinieblas que oscurecen su vida cotidiana.

Tal vez ocurra por el poder de la mediática y al mismo tiempo la vertiginosidad de las acontecimientos mundiales, la dicotomía entre problemáticas distintas o la confusión reinante en materia socio-político-económica, que afectan y abruman al ciudadano en el planeta. Incluyendo, claro está, la multiplicidad de conflictos, intereses en pugna y la ahora reinventada colisión entre Occidente y Oriente, esta vez impulsada por el Imperio vs. el Islam, que parece remedar el tiempo de las Cruzadas...

Lo cierto es que los males que la Masonería ha combatido desde su origen, no solo no han sido erradicados sino que se incrementan a medida que las variables recrudecen y colisionan.

También ocurre que los factores de poder, dentro y fuera de las Instituciones, se conforman de acuerdo con el nivel de inteligencia y formación del ciudadano y además, con la inclinación a ejercerlos en demasía, acorde con el sentido de impunidad que reine en cada ámbito.

Sencillos principios y valores como el «saber», la «virtud» y la «verdad», pudieran iluminar las inteligencias del mundo.

Y en eso debe hallarnos la Masonería. En esa tarea, en ese esfuerzo personal que es deber del iniciado. Deberemos recordar siempre que «Todos los males de la Humanidad provienen de la defectuosa organización de las Instituciones».

Eso lo sostiene uno de nuestros Rituales que dice «...El hombre primitivo por instinto social se reunió en familias, tribus y naciones y el más sabio fue el jefe y el padre o patriarca de los asociados. Mas observando las ventajas y prerrogativas inherentes a la autoridad, se despertó la ambición y el más fuerte usurpó el poder de gobernar a la asociación y la oprimió imponiéndole su arbitraria voluntad a los demás. Pero el más astuto e hipócrita, para empujar aún a los más fuertes, se valió del temor a Dios, se dijo ministro suyo y en comunicación con él, le dio su ley y gobernó a su antojo».

Y ampliando aún más estos elementales pero certeros conceptos, que diagnostican el mal que transpone todos los tiempos, leamos lo que nuestro Ritual explica, al decir: «...De concierto unas veces y otras en guerras encarnizadas, agitando las masas ignorantes y envilecidas por su nefando influjo, ambos han explotado y explotan hoy día a los pueblos, manejándolos según su capricho, sus leyes envilecedoras y forjadas a su amaño para perpetuarlas en la superstición, el fanatismo y el embrutecimiento, creando sucesivamente la esclavitud del vencido, el despojo del acusado; la distinción de castas, el feudalismo, los calabozos; la fiscalización y la tiranía más espantosa, la Inquisición papal, en fin y cuantos males aquejan y han aquejado al género humano.

Pero en contra suya los filósofos, los francmasones, se han levantado dolientes por las miserias de la humanidad, para cortar los abusos, reparar las injusticias y castigar la iniquidad, reconquistando denodados los derechos del Hombre, hollados por los oligarcas y establecer en la Tierra el reinado de la Razón»

Las frecuentes discusiones relativas a tales conceptos, que se ven planteadas en el ámbito de nuestros talleres y ahora en las Listas Masónicas en la Web, evidencian como resultado, una desproporcionada realidad entre lo cierto y lo creído.

Muchos de nuestros QQ:.HH:. desconocen que el reinado de la Razón tiene fundamento en alcanzar la Redención Social, que bajo el nombre de Grande Obra constituye el objetivo de la Masonería.

Tal vez los excesivos compromisos con la pretendida «interpretación » de los símbolos, aparta al masón de la línea horizontal, al punto de no permitirle saber que su accionar se debe a «...la reivindicación de los derechos que da la Naturaleza al hombre, los cuales son inherentes a su ser.»

La evidente tendencia a la religiosidad impuesta por las Constituciones de Anderson y la proliferación actual de diversos conceptos religiosos que se intentan introducir en la temática masónica, han hecho olvidar que nuestros manuales señalan que «No precisamos la religión cristiana, ni la judaica, ni la mahometana, ni partido político alguno: ni los atacamos ni defendemos. Declaramos guerra eterna al Vicio y a la Maldad; tenemos por patria el Universo y por familia a la Humanidad, y con paciencia y constancia trabajamos incesantemente en modificar el organismo social presente, derribando piedra por piedra el monstruoso e informe edificio de los astutos y tiranos, estudiando sus arterías y depredaciones y las necesidades crecientes de los pueblos, hasta conseguir asentar en el mundo entero los principios que os hemos inculcado en las cámaras capitulares y concejiles, y que os habéis obligado a sostener y propagar haciéndonos apóstoles del Progreso».

No os asombréis, QQ:.HH:. que tal vez por vez primera estéis leyendo estos conceptos. No han sido «inventados» por este pensador masónico. Han sido escritos y publicados en nuestros Rituales. Son parte de la extensa y nunca limitada enseñanza doctrinaria y proposición elocuente de nuestro accionar.

A eso se debe la prédica constante de pensadores como José Ingenieros o luchadores como Francisco de Miranda o al Libertador, el general don José de San Martín. Ellos no dedicaban su tiempo a lucubraciones gatopardistas o a la acumulación de inexactitudes, como las que hemos leído por estos días. Resulta ser que en el anuncio de un Congreso Internacional Masónico, se dice que la «Masonería Moderna o especulativa se inició en Europa en 1717, junto con la fundación de la Gran Logia Unida de Inglaterra...». Siendo, como lo es, inexacto, al punto de que cualquier masón que tenga ante sus ojos ese texto y no conozca la Historia masónica, lo creerá a pie juntillas.

La «Masonería Moderna o Especulativa» nació en Londres en 1717 y no en Europa y la Gran Logia Unida de Inglaterra nació en 1813, con la Unión de las Grandes Logias habidas en Gran Bretaña.

Y es más. Un Vademécum publicado en Argentina por el año 1934 y editado por mi Logia Madre, Tolerancia N° 4, sostiene que «Las únicas cuatro Logias que había en Inglaterra en 1717 se reunieron el 7 de febrero en la taberna de «La Corona», de Londres, donde resolvieron unirse en una sola Gran Logia, de la cual se nombró Gran Maestro a Antonio Sayer, el día 24 de junio del mismo año».

Las Cuatro Logias que se mencionan no eran las únicas en Inglaterra, su unión fue para formar la «Gran Logia de Londres y Westminster», que fue considerada por la Gran Logia de York -en plena vigencia- declarándola «espuria» (en ese tiempo no existía la famosa Regularidad o Irregularidad) y varios de sus integrantes, entre ellos James Anderson, no eran Masones Iniciados. Estas no son «mis» afirmaciones, son hechos históricos que han sido sistemáticamente confundidos o tergiversados.

No hablaré de los anatemas y sambenitos con los que he sido «condecorado» por algunos de mis QQ:. HH:. He aprendido en estos últimos tiempos de investigador y estudioso, que la magnitud del desconocimiento sobre la Historia de la Masonería de los últimos Siglos es tal, que se cree a pie juntillas la versión actual de la leyenda de Hiram Abif y la construcción del Templo de Salomón, inventada por James Anderson y Desagulliers, ambos pastores calvinistas. Al redactar las Constituciones de 1723, sostienen una Historia que lleva el origen de la Masonería más allá de Adán y Eva e incluso, «anterior» al mundo...

Por eso la importancia del «librepensamiento». Así como el «libre examen» permitió a Lutero cuestionar las inexactitudes e invenciones de la clerecía católica, es un deber de cada masón imbuido de la mística del pensamiento doctrinario de la Masonería, muy anterior y no acotado a las Constituciones que hoy aparecen como dogmáticas, investigar a fondo en la Historia y orígenes de la Institución.

Hace unos días, en un encuentro con un Aprendiz recientemente iniciado, me enteré de que al preguntar cómo podría él «conocer» más sobre la Orden, se le dijo que se atuviera al Ritual de su grado, pues «...la lectura de otros tratados producirían en él la confusión»... En mis 40 años de membresía en la Orden, nunca escuché tamaño despropósito. De allí que pueda comprender, al menos, las inexactitudes que son repetidas en L:. y Talleres.

No puedo pormenorizar mi paso por distintas L:. de la Obediencia.

Debo reconocer que he conocido QQ:. HH:., algunos de los cuales los lloro por su ausencia, pero debo confesar que me he visto enfrentado con algunos que no me han perdonado estudiar, investigar y profundizar en el pensamiento masónico. E incluso con alguno que me ha difamado en el orden internacional, en las Listas Masónicas, llevando y trayendo chismes con la pretensión de descalificarme. Poca muestra de fraternidad, claro está.

En la actualidad cuento con Plancha de Pase y Quite y a plomo con el Tesoro de una Obediencia Regular. Por lo que ciertas calificaciones hacia mis actividades intelectuales, me excluyen de anatemas capciosos.

Prefiero seguir haciendo lo que hago, precisamente por sentirme «librepensador», que acatar controles o supervisiones de algunos «funcionarios» que creen saber y en realidad, no saben.

Lo que me preocupa si, es el hecho de que mis detractores impiden o retardan la circulación de mis trabajos de investigación Histórica, entre ellos el que se denomina «¿Es la Masonería una religión?», que constituye un meduloso análisis de las opiniones vertidas en la Universidad Complutense de Madrid, con los Cursos de Verano realizados en El Escorial y dirigidos por el jesuita José A. Ferrer Benimelli.

La participación en esos Cursos de destacadísimos historiadores, representantes de diversos credos e integrantes de Supremos Consejos de la Masonería, me permite establecer un lazo de seriedad en la temática desarrollada.

Por otra parte, las investigaciones que hemos realizado respecto de la Masonería Operativa y la existencia de la poco conocida pero no menos importante y trascendente Masonería Progresista Universal, Rito primitivo, originada en Florencia a través del gran masón que fuera Leonardo Da Vinci, con sus Academias de neto corte masónico, son ignoradas en nuestro ámbito con elocuente silencio.

Y sí «comentadas» nuestras proposiciones, a través de un significativo número de virus que recibimos en nuestro diario intercambio de mensajes por la Web.

Como «librepensador» tengo conciencia de los riesgos que se corren al luchar contra Tirios y Troyanos, incluyendo muy QQ:.HH:. cuyos consejos procuran convencerme de no «pelear contra molinos». Naturalmente que no soy ni me siento un Quijote. Pero me alcanzan los extremos de la Ley, esa que desestima al que crece, enloda al que piensa o anatematiza al que disiente.

Pero, también se que hasta la fecha, mis Trabajos no son refutados, ni mis afirmaciones constituyen motivo de Juicios masónicos.

Me asombra la falta de cuestionamientos a las inexactitudes.

Hay como cierto temor a indagar o al menos pareciera que ciertos conceptos pudieran ser dogmáticos, dentro de una Institución profundamente racionalista. Aunque debo confesar haber escuchado que «...ya no podemos ser racionalistas...» tal vez en mérito al auge de los misticismos, esoterismos, religiosidades, dogmatismos e incluso la admisión de «verdades reveladas», que con mayor frecuencia se incorporan al lenguaje masónico.

En el Vademecun mencionado precedentemente, hemos podido leer que «Los doctores Anderson y Desagulliers fueron los que perfeccionaron los antiguos métodos y constituciones.

A ellos se debe el hecho de que la Masonería sea libre y aceptada, fundada en la Leyenda de Hiram y el simbolismo del templo de Salomón»... Nada menos.

Leído así, de sopetón, pareciera ser legítimo lo dicho por el autor del Vademecum.

Pero... Sin embargo, se encuentra en discusión, incluso lo afirmado por Robert Gallatín Mackey en su Enciclopedia de la Masonería, en la que señala que los «antiguos documentos que mencionan ambos doctores..., no puede decirse que sean auténticos o legítimos, y algunos de los que fueron tomados en cuenta, curiosamente se «...quemaron o desaparecieron en un incendio en Londres...»

Y a mi entender y por si fuera poco, entre los antiguos documentos o manuscritos existentes al momento de su mención, no fue mencionado ni tenido en cuenta aquél que se denomina «Principios básicos de la Francmasonería Primitiva, aprobados en la Asamblea General de Francmasones que se reunió en Paris en 1523» y que constituye el más auténtico documento que perfila el quehacer masónico y la relación de la Masonería con el mundo que le toca vivir.

La afirmación de que la Masonería «sea libre y aceptada», en función de las Constituciones de Anderson o que se «funde» en la leyenda de Hiram y el «simbolismo» del templo de Salomón, también constituyen inexactitudes.

Porque lo de «...libres y aceptados masones» es más antiguo que las Constituciones de Anderson y lo de aceptados se refiere al ingreso a la Masonería (antes operativa) de los «nobles » de la monarquía británica, cuya «aceptación» se debió a la ingerencia monárquica en la orden a través de Anderson, imponiendo entre muchos otros, los famosos «Landmark´s» prohibiendo «hablar de política y de religión» en el seno de las Logias y haciendo hincapié en la sumisión del ciudadano al poder, tres limitaciones a la soberanía ciudadana, sencillamente impuestas por el poder despótico de la monarquía absolutista.

Y esto es nada, si consideramos la creencia general de que la Gran Logia Unida de Inglaterra, que hoy legitima la pureza de las Grandes Logias y Obediencias denominadas «Regulares », naciera simultáneamente con la Masonería Moderna o Especulativa, puesto que su existencia fue iniciada 86 años después, en 1813 y estableciendo luego, la denominada «Regularidad» en función de los Landmark´s de las Constituciones de 1723 y sus posteriores reformas.

Como podemos advertir, datos de importancia y trascendencia, cuyos errores formales y tergiversación de los verdaderos hechos ocurridos desde 1717, han ocasionado la enorme proliferación de Ritos y Obediencias que no hacen más que desunir a los masones, desvirtuar su doctrina y permitir esta suerte de inmovilismo que lleva a ralear las columnas de nuestros Talleres.

Resulta una pena inmensa que el «librepensamiento» se encuentre cuestionado; que el teologismo invada nuestras L:.; que los desencuentros entre HH:. estén ocasionados por misticismos incorporados por la galería al quehacer «especulativo » de la Orden, en la falsa creencia de que los antiguos masones operativos o los pertenecientes a la Masonería Progresista Universal, se dedicaban al casi mito de pulir la «piedra bruta», en su superlativo individualismo.

Aquellos antiguos masones fueron los que llevaron Luz a su tiempo, consolidaron la ciencia con su método cartesiano, hicieron de la filosofía una ciencia y no una mera especulación teológica dogmática, razonaron el mensaje bíblico sin considerarlo una «revelación» y procuraron elevar la condición Humana a la grandeza de la Naturaleza.

¿Estaremos nosotros complementando esa fuerza luminosa ofrecida por la Razón y utilizada por nuestros antepasados...?

Claro está que entendemos que NO. Nos resulta imperioso dedicar este editorial del N° 108 de nuestra Revista, para dedicarlo a publicar nuevamente este contenido, toda vez que a pesar del tiempo transcurrido la sintomatología de nuestros desencuentros persiste, sin que pareciese que alguien haya escuchado lo que sostenemos.

Tal vez ha sido una ilusión el pensar que nadie ha querido oponerse al contenido, puesto que nada hemos recibido en contrario. Pero lo que realmente entristece es que persistan los equívocos y que el «librepensamiento» esté cuestionado hoy por Tirios y Troyanos de afuera y de adentro, como si el término hubiera tenido significado en tiempos e la «Ilustración » y hoy fuese algo demodé, alimento de «idealistas» quedados en el tiempo.

Frente a la realidad que desdibuja la esencia misma de Libre Pensamiento y de la Libre expresión, ocasionada por la equívoca interpretación de lo que es la mentada «globalización», los peligros del oscurantismo son mas grandes que nunca, dado que hay como un viento mundial que pretende mercantilizar el conocimiento y aquellas libertades que son fundamentales para el Progreso de la Humanidad...

Notas del texto precedente

(1) Integridad: honradez, probidad, rectitud, moralidad, decencia, lealtad.
(2) Inmanente que es inherente a un ser o a un conjunto de seres, y no es el resultado de una acción exterior a ello.
(3) Trascendente: de gran importancia por sus probables consecuencias. Según el pensamiento filosófico de Kant (1724-1804), es el estudio que tiene por objeto las formas, principios o ideas a priori, en su necesaria relación con la experiencia. Que es una condición a priori y no un dato de la experiencia. En oposición a empírico.
(4) Paradigma: ejemplo que sirve de norma, esp. de una conjugación o declinación.
(5) Dogma: punto capital de un sistema, ciencia, doctrina o religión, proclamado como cierto e innegable. Que afirma como verdad inconcusa o como un hecho establecido, lo que es discutible.
(6) Secularización: fenómeno cultural caracterizado por la desaparición de los paradigmas mítico-religiosos.
(7) José Ingenieros, «Las Fuerzas Morales».
(8) de las Constituciones de Anderson de 1723 y sus reformas. (**) Se trata del M:. Q:. H:. Arno Leuch. G:. 31 del S:. C:.del R:.E:.A:. y A:. de la República Argentina, hoy en el O:. E:.
(9) axiomático: incontrovertible, evidente. Conjunto de definiciones, axiomas y postulados en que se basa una teoría científica.
(10) Idem Obra citada.
(11) Extrapolar: aplicar una cosa conocida [a otro dominio] para extraer consecuencias e hipótesis.
(12) Idem Obra citada.
(13) Idem Obra citada
(14) Revolución: cambio en la esencia o marcha habitual de las cosas. Esta es la acepción más correcta sobre el término, ya que los diccionarios se ocupan de distorsionar el término, relacionándolo con la violencia, el terror, lo turbulento, haciendo hincapié en los aspectos revulsivos del acontecer histórico. La revolución es un cambio, una necesidad histórica cuando la realidad factible de los cambios necesarios, resiste las posibilidades de llevarlos a cabo. Lamentablemente, las acepciones consignadas, generalmente son adversas a la legitimidad del Progreso por esa vía.
(15) Eufemismo derivado de «landmark», Lindero o límite.

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