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ESPIRITUALIDAD Y MISTICA MASONICA

(ANTIGUOS CONTRA MODERNOS & ESPIRITUALISTAS CONTRA RACIONALISTAS - PARTE 1ª)

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Escribe Víctor Guerra, MM.:.

Escuchaba no hace mucho el postcad del Blog Arte Real un tema que me interesó y que me conectó de nuevo con una vieja exposición sobre la presencia espiritual o la mística en la masonería, tema que nos tiene a la mayoría de los masones preocupados, sobre manera a aquellos que nos situamos en el área de masonería laica y adogmática.

Esa presencia de la mística o la espiritualidad masónica, que en ocasiones en Europa es muy sibilina y no tan clara y definida, y que hayamos sobremanera en alero de la “regularidad” , intento racionalizarla y encuadrarla para darle su justa mediad, de ahí esta larga reflexión al respecto

Como bien explicaba Alain Bauer, ex Gran Maestre del GODF. “El espiritualismo designa toda una doctrina que reconoce la autonomía y la superioridad del espíritu sobre la materia”. Si partimos de aquí las cosas están claras, si hablamos de “regularidad” pues podríamos decir que esta es una de sus máximas, sin embargo la cuestión empieza a complicarse cuando hablamos de masonerías “liberales o adogmáticas” [yo las llamaría esotéricas o las metería en el saco de las masonería bíblicas, sin más] que renuncia o se separan de la “regularidad” pero cuando analizamos sus textos y filosofías vemos que en ellas perviven muchos rasgos de los que dicen renunciar

Lo antedicho lo enlazo con lo expuesto por un Hermano que ejerce de Orador de una antigua logia del Gran Orient de France, que me exponía las diferencias esenciales de los Ritos y su funcionalidad, en cuyos parámetros, según su exposición: el REAA, facilitaba el crecimiento espiritual, y el RF el crecimiento filosófico.

Y esto que estoy apuntando tiene todo un colofón con un documento que el Derecho Humano (DH) en España publicaba, un texto- marco, producto de la refundición del trabajo de sus logias en España, en el que se viene a fijar la posición Obediencial sobre los dos pilares en que se asienta el trabajo logia u Obedencial del Derecho Humano (DH), aunque hay que decir que no solo es patrimonio suyo sino que lo observamos en otras Obediencias, y los dos temas centrales de este trabajo masónico son el Esoterismo y Hermetismo.

Está claro a la vista de lo expuesto y soslayado que volvemos a toparnos con las divergencias habidas entre los “Antiguos y Modernos” , lo cual dio pie a caminos masónicos distintos, por un lado la masonería de “los Antiguos” conformada a partir de 1738, que dará paso a una masonería asentada en una fuerte doctrina deísta y trascendente; y por otro lado tendríamos la masonería de 1717 la de “los Modernos” que permitió desarrollar una masonería intitulada como los Hijos de la Razón, asentada la Royal Society y más tarde sobre el basamento de Las Luces.

Esta divergencia para unos, o esa desviación para otros, se puede observar a la luz del artículo 1º Las Constituciones de Anderson de 1723, y el que luego se va a fijar en 1738 sobre casi todo el orbe masónico, que tendrá toda una reafirmación y que se consolidará como “frontispicio masónico “regular” con la versión definitiva de 1813.

Es a partir de estos momentos y actos, a partir de los cuales se van a conformar dos mundos que van tomar una dirección totalmente contrapuesta, y cuyo resultado final será la falta de encuentro, por mucho que la querella se rompiera con el acto de conciliación en 1813, pero las esencias no tanto pragmáticas, sino las filosóficas y conceptuales estaban sembradas y llegan hasta nuestros días, por mucho que la colaboración y el entendimiento individual se dé entre Hermanos; y ello es debido a que estamos ante dos concepciones de un trabajo, radicalmente antagónico.

Por tanto a raíz, de estas cuestiones ya expuestas de la divergencia de 1717 y 1738 y de las que se irán derivando a lo largo de los siglos con el flujo de corrientes que se dan, y se irán sumando y asumiendo, de forma muy diferente en cada masonería, dándoles un perfil muy concreto y definitorio; de los cuales participan muchas otras masonerías, y por tanto no sería bueno hablar de masonerías “regulares” o “liberales , sino que habrá que calificar las corrientes de otro modo ya que se dan muchos parámetros que se entremezclan y están presentes en una u otra corriente masónica, y por tanto es muy difícil reducirlas a tan estrechas definiciones de masonerías.

Dicho esto, es claro que tenemos por un lado una gran masonería la denominada “Regular” que se vincula por antonomasia a la filosofía de los “Antiguos” y por tanto se enraíza y profundiza en el campo “operativo” buscando las raíces más espirituales y fuertemente deístas de los gremios, participando del concepto de una búsqueda de la esencia cultural antigua, y hasta religiosa, todo ello a veces bajo un formato un tanto subliminal, [más en las masonerías dichas liberales o adogmáticas que participan de estas esencias]

Esta condición de permanente búsqueda la traspasa a su propia práctica, y cuyas querencias se pueden observar en ese gusto por la tradición arquitectónica, por el gusto monacal, por la admiración hacia las antiguas guildas y cofradías, y finalmente por una clara adhesión a la cuestión religiosa y espiritual del hermetismo y el naturismo. En este campo podemos localizar a la masonería denominada “regular” y dogmática, pero también a una parte de la adogmatica.

Rasgos y esencias en los que participarían la masonería “bíblica” y también la que se puede considerar como “esotérica” (DH. GLSE, GLFF) en las cuales perviven muchos rasgos prestados de esa primigenia masonería que se fundamente en la filosofía de los “Antiguos”.

Rasgos que tal vez no se ven tan claros como en la masonería “dogmaticas” tal vez porque se hayan un tanto desdibujados, pero que conforman rasgos esenciales de su filosofía y que observamos a poco que rasquemos en lo pátina “moderna” en la que se envuelven, como ejemplo de ello podemos tomar el documento que ha elaborado el DH de España hace unos meses y en él comprobamos, que significar a tal Obediencia como “adogmática o liberal” tal vez se deba más a su vocación y opción por la mixtidad, que sus esencias filosóficas ya que hace un canto al Hermetismo y el Esoterismo, concepciones en la que se enraíza, y además son las que en parte dan carta de identidad a la masonería deísta o “regular”.

Lo cual crea no pocas contradicciones a una buena parte de sus adeptos, sobremanera a ciertos masones liberales que aspiran a que sus Obediencias y Logias se desmarquen de dicho marchamos, y además crean problemas importantes contradicciones a aquellos otros librepensadores que están en el seno de la membresía masónica “regular” y olvidan, [si hacemos caso de los trabajos masónicos y de todo el corpus teórico que envuelve a la filosofía de la “regularidad” ] de querer estar en permanente armonía con el “anonimato tradicional del gremio de los masones operativos”, y a partir de ese implícito reconocimiento se desarrollará toda una hermenéutica masónica que deviene en una fuerte presencia del simbolismo como fuente de inspiración y de trabajo, y es más suma a ello otras concepciones y parámetros que la hacen ser considerada como dogmática. Cuestión asumida por la “regularidad”, pero peor digerida por la Obediencias que participan de esta cena mística.

Digamos que esa masonería, “regular” se encarna en la filosofía de los Antiguos, y su piedra basal y angular es la GLUI y las masonerías “regulares” que constituyen las Grandes Logias del Mundo “Regular” que se anclan en un operativismo aristocrático en tanto que consideran a los masones operativos como auténticos obreros embarcados en la “demarche” de las enseñanzas antiguas, y por tanto se enfatizan ellos mismos como una masonería elitista y altamente espiritualista, donde la gran Obra no es la sociedad sino el individuo.

Es un masonería con un fuerte sentido de interiorización y hasta podríamos calificar de prepotente sacralidad, llegando a expresar que estaríamos ante una masonería profundamente espiritual, y como tal , práctica una cultura del Espíritu, cuya idea central la ocupa el Gran Arquitecto del Universo, lo que les lleva a inscribirse en una lógica en la cual el Espíritu lo es todo.

Siendo atrevidos, y alguna vez lo he oído en boca de algún Hermano “regular, pero también en boca de algún ex -Gran Maestre “Liberal y adogmático, se podría concluir que estamos hablando de un francmasonería que se constituye como una nueva mística occidental, con independencia de que siempre se indica y haya un gran esfuerzo en remarcar la cuestión de que la masonería no es una religión, lo cual no niega, que visto desde una perspectiva moderna, todo ello lo veamos y percibamos como una mística masónica, y al fin y al cabo, se presenta como una mística del Conocimiento y del Espíritu.

Tomando como punto de partida la filosofía de los “Antiguos” se ha desarrollado una masonería basada en los vértices del triángulo masónico que vertebran a la “regularidad”: el Gran Arquitecto del Universo, el Espíritu y la Tradición, y cuyos adheridos se constituyen en una élite masónica, y digamos que en una aristocracia, ética e iniciática.

Por ello no debería extrañarnos que en dichas Obediencias hubiera una cabal y absoluta defensa del silencio, que no solo abarca a los Aprendices, que en suma no son “nada” en si mismos, ya que se habla por ellos, puesto que no constituyen parte del corpus, en tanto que se les considera “como iniciables”, pero no solo eso , sino que se reducen las intervenciones en el tiempo, o tener que ceñir las temáticas a lo que se considera “ trabajo masónico”[ tal como me exponía un Hermano del GOdF, porque yo me refería a temas profanos en la Tenida], es a tenor de todo ello, en lo ritual y en lo circunstancial, lo que se podría diagnosticar como una masonería que “ no está inserta en una cultura de la palabra”.

Puede considerarse un atrevimiento tal aseveración, pero he de decir que tal cuestión la defiende la ortodoxia “Regular” ya que se parte de que la palabra, está de algún modo en logia, y más en algunos Ritos que en otros, restringida.

Tampoco podemos decir que dicha masonería se inserte en la cultura del dialogo, “ ya que el machacón lindero de la Tradición de mirar al VM durante todas las intervenciones y no a la logia que nos escucha, tal y como está establecido en la masonería regular , y otros aditamentos, que contaminan otras prácticas rituales, tal y como me recordaba un Hermano de un logia liberal del GOdF, pues eso, “ que mirase al VM y no moviese la mano libre para ayudar y dar expresión al discurso”, nos demuestran que no se está en la cultura de la discusión ya que prohíben los debates religiosos y políticos, y por tanto diríamos que estamos ante una práctica masónica que se sitúa en la cultura del monologo y la reflexión interior, el del crecimiento personal como base del desarrollo, lo cual por otra parte ayuda a crear ese climax que se persigue, de una aristocracia de corte caballeresco, marcial y fuertemente reglada, exenta de igualitarismo y de democracia, donde el universo no es un azar, y donde la jerarquización y el orden cerrado es su esencia junto con la veneración al Gran Obrero del Mundo: el GADU.

Puede parecer fuerte el que se diga que no se está en la cultura del dialogo, pero los pensadores más atrevidos de la ortodoxia masónica así lo exponen.

Ese gran triángulo de esencias tangibles e intangibles se construyen, no en la logia, sino en el Templo, sus otros dos vértices lo constituyen el “Espíritu y el Conocimiento”, y por tanto ello confluye, según la filosofía masónica “regular”, en un espacio, en una palabra y un tiempo que están basados en la sacralidad. Un tiempo una palabra y que se desarrollan en un espacio sagrado: EL TEMPLO diseñado por David, dirigido por Salomón y realizado por Hiram y cuyos referentes se van a encontrar en la Biblia, tanto en la Crónica de los Reyes, como en el Evangelio esotérico de San Juan;

Dicho libro estará siempre presente en la logia que es uno de los símbolos fundadores de la sacralidad mística y de de la trascendencia espiritual, que conforma el espíritu masónico, del que hablamos. Y que se consolida en base al triple cerramiento sobre si mismo, por su guardadas puertas, por su sentido de la coaptación, por la palabra y los signos, que en la regularidad se acentúan al máximo con el objetivo de lograr voluntariamente la paz y el silencio; ” el silencio es lo sagrado, lo profano es el ruido; y tanto es así, que hay quienes consideran a la masonería regular como la gran Escuela del Silencio. Vasto tema este que nos llevaría hablar de la Obra y de la Logia y del Templo.

Sin embargo no es menos cierto que parte de estos símbolos e inmanencias están presentes, y viven en algunas otras masonerías , como sucede con la Gran Logia Simbólica, o el Derecho Humano, que sustituyen en ocasiones el libro sagrado por un libro blanco, lo cual lleva a algunos autores defensores de la regularidad a calificarlos de una solución de cretinismo en tanto que dejan, tal sustitución sin la substancia de un corpus simbólico transcendente, cuando en realidad están bebiendo de fuentes conceptuales idénticas, como por ejemplo el Templo que es considerado por casi todos como ”el fruto del reencuentro el Conocimiento de los hombres y lo Trascendente, entre el plano humano y plano divino . Lo divino se revela en lo humano, y lo humano se eleva a divino, y el templo por tanto se transfigura en un lugar de trasmutación de la metanoia de la transfiguración del hombre”.

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