La sala de meditación.
Foto: RICARD CUGAT
- La ciudad cuenta con 2.000 masones practicantes distribuidos en cuatro logias
UN RECORRIDO POR LA CIUDAD OCULTA
ROSARIO FONTOVA
BARCELONA
La sociedad secreta de la masonería ha tenido una notable implantación en Barcelona a pesar, incluso, de la inquina de Franco, cuya obsesiva policía llegó a abrir expediente hasta al presidente Roosevelt. Más discreto que secreto, el club reúne en Barcelona a unos 2.000 masones (en el resto de España hay otros 2.000) que se agrupan en cuatro logias, una de ellas femenina. Una nueva guía de la masonería, Passejades per la Barcelona maçònica, escrita por Xavi Casinos y editada por el ayuntamiento, plantea un recorrido por los lugares donde los signos de la sociedad se revelan al no iniciado, no sin un halo de misterio.
Un grupo de Amics de la Fundació Miró siguió la ruta a pie, guiados por Casinos, en busca del compás y la escuadra, el emblema universal de la masonería (maçon y mason significan en francés e inglés albañil). El máster acelerado comienza en la Biblioteca Arús del paseo de Sant Joan, el legado de un librepensador y masón al que invita a entrar una versión reducida de la estatua de la Libertad. Entre las paredes tapizadas de libros sobre el movimiento obrero, el anarquismo y la masonería se exhiben algunos mandiles de masón, pequeños delantales blancos que identifican con ribetes de color los distintos grados del hermano y que se usan en sus ceremonias privadas.
Policías en la puerta
La biblioteca, que estuvo cerrada entre 1940 y 1967, se salvó milagrosamente del odio del franquismo hacia los masones. Alguien de muy arriba medió para que dos policías hicieran guardia en la puerta. Abel Pascual, uno de los visitantes, lleva consigo el expediente masónico de su abuelo, Joan Ventosa, militante de la Lliga, que fue conseller de la Generalitat y que murió exiliado en México, donde siguió practicando.
Casinos ha rastreado masones desde la Casa Blanca a Hollywood. Fueron masones Arthur Conan Doyle (creador de Sherlock Holmes), el presidente Lincoln, los fundadores de Chrysler, Ford y Citroën, el dueño de Toblerone (parece que no es casual la forma triangular del chocolate), el fundador de la Cruz Roja y hasta John Wayne. En su pesquisa, Casinos incluso ha cazado la foto de un indio de un western ¡con un mandil de masón! Y aunque se trata de una hipótesis, una acuarela de la biblioteca exhibe un escudo con los colores del Fútbol Club Barcelona, los mismos que tenía la logia Avant. A falta de confirmación, Casinos aporta la teoría de que un pariente de Joan Gamper formaba parte de esa logia, la misma a la que pertenecía Rossend Arús, y se inspiró en sus colores blaugrana.
La ruta prosigue ante la fachada del Castell dels Tres Dragons (Museu de Ciències Naturals), el convento de Sant Agustí y la catedral, donde se detectan signos visibles de la masonería. En la calle de Portaferrisa, 11, sobre un dintel, figura un grupo escultórico donde dos niños sostienen una paleta y un compás. En la calle de Avinyó, junto a un portalón de madera, el portero automático tiene junto a uno de los timbres un signo en clave con tres puntos. Se trata de la Gran Logia Simbólica Española, que se encuentra en el mismo edificio donde estuvo la Logia Lealtad a la que perteneció Lluís Companys.
Fundada en 1980, la sala principal de la Gran Logia luce un interiorismo masónico: el suelo en forma de damero, paredes tapizadas de rojo y el techo pintado como una bóveda celeste. El anfitrión es Jordi Farrerons, gran maestro de la logia, para quien la masonería "es un método activo de crecimiento personal". En sus sesiones no se habla de política partidista y se defienden los ideales de la revolución francesa. Un cuartito negro y estrecho como un armario aguarda lleno de símbolos al aspirante a masón. Si supera la prueba será iniciado en una ceremonia privada donde se usan espadas y antifaces, agua y fuego.
Como remate a la intensa jornada, Casinos conduce al grupo a los porches de Xifré. Allí se halla el restaurante Set Portes, fundado en 1838. Quizá los comensales que degustan sus típicas paellas ignoren que el suelo en damero blanco y negro o las franjas de cerámica que representan hojas de acacia son antiguos símbolos masónicos.