Escribe Hno:. Joaquim Villalta
Terrassa, Barcelona
Ayer recibí un maravilloso regalo de un muy estimado y Querido Hermano. Un regalo muy especial por mi condición francmasónica y como músico.
Se trata de la obra de Bernard Muracciole, Barítono de la Ópera de París, titulada “Vous avez dit... Chansons Maçoniques” (1996, EDIMAF) , autor también de la publicación Chants Maçonniques des Hauts Grades (Editions Vega, 2008) y de las compilaciones CD's "275 ANS DE CHANTS MACONNIQUES" y "LES PLUS BEAUX CHANTS MACONNIQUES DE TOUS LES TEMPS" (EDIMAF).
Esta obra está compuesta por un pequeño libro referido a la forma concreta de Canción Masónica, tan en voga en los usos logiales del siglo XVIII hasta principios del XX (cayendo en desuso y olvido a medida que se impusieron los medios de reproducción como el gramófono y el magnetófono), sobrevolando con gracia su origen, el rol y el papel de Hermanos compositores, muchos de los cuales desarrollaron otro tipo más complejo compositivo sobre este tema en particular.
De entre la producción global de muchos Ilustres Hermanos músicos, un buen número de sus obras no catalogadas con este adjetivo calificativo, contienen sin duda elementos programáticos, simbólicos y conceptuales en los que los principios, simbólica y esencia de la Orden aparecen tanto estructural, armónica como formalmente, eso sí, no evidentes para aquellos intérpretes que desconocen los pormenores y características vitales de interacción que la francmasonería encierra.
Algunos intérpretes hemos indagado en este campo y, realmente, los hallazgos a nuestras investigaciones abren una nueva dimensión al hecho interpretativo en sí mismo y al mensaje que finalmente proyecta todo fenómeno musical aunque sea con otro tipo de lenguaje procedimental que escapa al meramente racional y que se hace latente mediante otro tipo de percepción sensorial. Basta analizar adecuadamente determinadas obras de Liszt, Mozart o Sibelius, por citar algunos, para abrir el interior del “cofre” y encontrar tesoros poco menos que desconocidos y sorprendentes.
Pero volvamos al tema de la Canción Masónica es sí misma, tal vez menos exigente desde un punto de vista estilístico, formal o interpretativo, pero cargada de la fuerza de esos cánticos que, como en las de otras cofradías de Compañeros, reforzaban sus lazos fraternos y emitían unos sencillos pero nítidos mensajes en sus letras.
La obra de Muracciole va acompañada de un CD grabado por el “Ensemble Instrumental et Vocal de la Muse Maçonne”. Este conjunto dirigido por Sylvain Meyniac, al frente de un equipo de investigadores y especialistas en música barroca intenta acercarnos a que imaginemos estos aires que normalmente nos han llegado como simples líneas melódicas. Su trabajo especializado en armonización, el uso de de instrumentos históricos de la época, han estado motivados no simplemente por la voluntad de recrear una reconstrucción histórico-musical o estética, sino por el deseo de hacernos llegar al público en general un panorama de aires poco o nunca grabados hasta el momento (muchos inéditos) buscando recrear la atmósfera propicia al placer, regocijo, al recogimiento, a la alegría y a la reflexión lo más fiel posible a la del XVIII.
Su obra nos aporta además las fuentes de las mismas, las letras de las canciones (cuyo análisis de por sí ya vale la pena ser estudiado paralelamente), así como una serie de partituras cuyo elemento temático vocal viene armonizado por un acompañamiento pianístico (o de tecla), fácil de convertir si llega la ocasión en una versión polifónica o de arreglo instrumental para pequeño grupo de cámara.
Una delicia, un “bocato di cardinale” para los amantes de la Columna de Armonía, los eruditos musicales e investigadores, los masones, y por qué no, el público en general.
Todos los que durante una Ceremonia masónica escuchan “en vivo” una Columna de Armonía, guardan un inolvidable y emocionante recuerdo (así como los HH.•. que alguna vez la hemos realizado como intérpretes, la recordamos con un matiz emocional y con una connotación muy especial que escapa a cualquier otra interpretación pública que hayamos ejecutado en cualquier otro foro convencional en concierto.
Dejamos pues para un posterior artículo, una continuación sobre el apasionante (y creo indisociable) tema de música y masonería, la Columna de Armonía y, como no, la propuesta de Muracciole sobre la “Chanson Maçonnique”.
Se trata de la obra de Bernard Muracciole, Barítono de la Ópera de París, titulada “Vous avez dit... Chansons Maçoniques” (1996, EDIMAF) , autor también de la publicación Chants Maçonniques des Hauts Grades (Editions Vega, 2008) y de las compilaciones CD's "275 ANS DE CHANTS MACONNIQUES" y "LES PLUS BEAUX CHANTS MACONNIQUES DE TOUS LES TEMPS" (EDIMAF).
Esta obra está compuesta por un pequeño libro referido a la forma concreta de Canción Masónica, tan en voga en los usos logiales del siglo XVIII hasta principios del XX (cayendo en desuso y olvido a medida que se impusieron los medios de reproducción como el gramófono y el magnetófono), sobrevolando con gracia su origen, el rol y el papel de Hermanos compositores, muchos de los cuales desarrollaron otro tipo más complejo compositivo sobre este tema en particular.
De entre la producción global de muchos Ilustres Hermanos músicos, un buen número de sus obras no catalogadas con este adjetivo calificativo, contienen sin duda elementos programáticos, simbólicos y conceptuales en los que los principios, simbólica y esencia de la Orden aparecen tanto estructural, armónica como formalmente, eso sí, no evidentes para aquellos intérpretes que desconocen los pormenores y características vitales de interacción que la francmasonería encierra.
Algunos intérpretes hemos indagado en este campo y, realmente, los hallazgos a nuestras investigaciones abren una nueva dimensión al hecho interpretativo en sí mismo y al mensaje que finalmente proyecta todo fenómeno musical aunque sea con otro tipo de lenguaje procedimental que escapa al meramente racional y que se hace latente mediante otro tipo de percepción sensorial. Basta analizar adecuadamente determinadas obras de Liszt, Mozart o Sibelius, por citar algunos, para abrir el interior del “cofre” y encontrar tesoros poco menos que desconocidos y sorprendentes.
Pero volvamos al tema de la Canción Masónica es sí misma, tal vez menos exigente desde un punto de vista estilístico, formal o interpretativo, pero cargada de la fuerza de esos cánticos que, como en las de otras cofradías de Compañeros, reforzaban sus lazos fraternos y emitían unos sencillos pero nítidos mensajes en sus letras.
La obra de Muracciole va acompañada de un CD grabado por el “Ensemble Instrumental et Vocal de la Muse Maçonne”. Este conjunto dirigido por Sylvain Meyniac, al frente de un equipo de investigadores y especialistas en música barroca intenta acercarnos a que imaginemos estos aires que normalmente nos han llegado como simples líneas melódicas. Su trabajo especializado en armonización, el uso de de instrumentos históricos de la época, han estado motivados no simplemente por la voluntad de recrear una reconstrucción histórico-musical o estética, sino por el deseo de hacernos llegar al público en general un panorama de aires poco o nunca grabados hasta el momento (muchos inéditos) buscando recrear la atmósfera propicia al placer, regocijo, al recogimiento, a la alegría y a la reflexión lo más fiel posible a la del XVIII.
Su obra nos aporta además las fuentes de las mismas, las letras de las canciones (cuyo análisis de por sí ya vale la pena ser estudiado paralelamente), así como una serie de partituras cuyo elemento temático vocal viene armonizado por un acompañamiento pianístico (o de tecla), fácil de convertir si llega la ocasión en una versión polifónica o de arreglo instrumental para pequeño grupo de cámara.
Una delicia, un “bocato di cardinale” para los amantes de la Columna de Armonía, los eruditos musicales e investigadores, los masones, y por qué no, el público en general.
Todos los que durante una Ceremonia masónica escuchan “en vivo” una Columna de Armonía, guardan un inolvidable y emocionante recuerdo (así como los HH.•. que alguna vez la hemos realizado como intérpretes, la recordamos con un matiz emocional y con una connotación muy especial que escapa a cualquier otra interpretación pública que hayamos ejecutado en cualquier otro foro convencional en concierto.
Dejamos pues para un posterior artículo, una continuación sobre el apasionante (y creo indisociable) tema de música y masonería, la Columna de Armonía y, como no, la propuesta de Muracciole sobre la “Chanson Maçonnique”.