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Por qué practicar el Rito Francés Moderno


Por el H:. Joaquim Villalta
Terrassa, Barcelona
En su artículo publicado con este título (RFM en “Círculo Lectura y Conocimiento”, reedición 2007), el H.•. Louis Negrel va más allá de la aparentemente obvia pregunta: por qué “practicar” la francmasonería. Digo aparentemente porque su obviedad, por desgracia, puede verse sumida en la más profunda de las amnesias, y la venda caída levitar “mágicamente” a su lugar pre-iniciático inicial. Pero este tema es otro bien distinto que merece una y miles de reflexiones para realizar en otra ocasión y contexto, aunque tal vez irresoluble.

Negrel propone una reflexión en otro plano cualitativo, cuyas conclusiones tras sus ejemplos “nutricionistas” comparto en su práctica totalidad y que modestamente intentaré transcribir en lo posible.

La utilización, frecuentemente balbuceante, del lenguaje simbólico, la práctica de un Rito, y la referencia constante a los conceptos de Orden, Tradición e Iniciación, suelen marcarnos profundamente con el paso de los años.

El paso inducido por estas prácticas y estos conceptos nos conduce a buscar los itinerarios más adecuados a nosotros mismos, aquellos que permiten reducir sin cesar, hasta su desaparición, la diferencia existente al principio entre las prácticas rituales y nuestra vivencia.

Estos itinerarios, balizados por nuestros diferentes Ritos, constituyen otras tantas vías convergentes al Centro. Estas diversas vías permiten a cada buscador, después de un tiempo más o menos largo, elegir su camino.

Esta elección es de una importancia primordial, ya que de ella dependerá nuestro equilibrio, primer paso hacia nuestra Realización. La elección juiciosa del Rito participa de nuestro equilibrio espiritual, del mismo modo que una sana alimentación participa de nuestro equilibrio físico.

Nuestra elección en este último caso se muestra evidente sobre productos naturales, lentamente madurados al Sol, ante otros dudosos híbridos, cultivados con luz artificial altamente enriquecidos con productos químicos, frutos de investigaciones de algún agrónomo con malas innovaciones.

El jardín masónico es pródigo en productos sanos y naturales, cultivados desde numerosas generaciones por jardineros cuidadosos tanto en evitar su desnaturalización como su degeneración. A nosotros nos incumbe elegirlos libremente.

Si nuestro apetito es grande podremos consumir diversos, evitando tal vez así el riesgo de las carencias, aunque sin abusar de las mezclas intempestivas generadoras de confusiones.

Entre los productos del jardín salidos de plantas vigorosas y no habiendo sufrido hibridaciones por azar, situaría el Rito Francés Moderno.

No es suficiente con que un producto sea de buena cepa o ganadería, es necesario que también le convenga al consumidor, donde radica el gusto y por tanto la subjetividad. Bajo mi punto de vista, Tres características del RFM hacen de éste un producto a mi gusto, y justifican por sí mismas su práctica: su Sobriedad, su Rigor y su Coherencia.

La Sobriedad: el Rito evita los discursos didácticos largos que fuerzan al masón a ingerir la explicación ya hecha de tal frase del ritual o tal símbolo. El corpus Iniciático de cada grado está puesto a disposición de cada hermano quien queda libre en su reflexión. Un ejemplo de ello son los concisos comentarios que siguen a cada viaje en las recepciones de los distintos Grados.

Esta sobriedad permite, entre otras cosas, aprehender la riqueza del Rito puesto que empuja a la búsqueda, y no permite aposentarse bajo conceptos ya dados.

El Rigor: en la forma, elemento indispensable para realizar la puesta “en el Orden” de los Hermanos, quienes deben, para que la Logia sea, cambiar de espacio-tiempo pasando a través del “agujero negro” de la Apertura de los Trabajos.

Este rigor se explicita en cada acto del Masón en Logia. La repetición por tres veces de cada anuncio ritma y regulariza el desarrollo de los Trabajos, evita toda prisa, y por tanto contribuye a “vencer nuestras pasiones y someter nuestras voluntades”.

La lectura tras la apertura en cada grado de las instrucciones por preguntas y respuestas, precediendo aquellas del grado al que está consagrado el orden del día, permite situarse con respecto a ese grado. Estas aperturas e instrucciones sucesivas aseguran sin hiato el ascenso al Templo; colaboran para poner al Masón en el estado conveniente para el Trabajo, y no son por ello sentidas como “alargamientos”.

Hay que decir también, que los HH.•. se consideran totalmente implicados y no viven estas frases del ritual como una concesión a los buenos usos. La honestidad que debe presidir todos nuestros actos debería, si este fuera el caso, llevarnos a abandonar la práctica del Rito antes que dar a través de nuestras actitudes una imagen perjudicial para su buena conservación

La Coherencia: El conflicto generado por la presencia simultanea de elementos contradictorios solo puede engendrar el desorden. Es importante por tanto, que en el primer lugar para nuestro avance en la Realización presida la práctica de un Rito coherente. No se trata aquí de razonar por comparación o de procesar cualquier forma ritual sea la que sea; tan sólo hacer notar algunos puntos simples que marcan la coherencia del progreso en el Rito Francés Moderno.

Las instrucciones del Primer Grado excluyen todo comentario sobre los utensilios haciendo de este Grado lo que no debería dejar de ser: un tiempo de inventario interior, de meditación y preparación.

Las instrucciones del Grado de Compañero restituyen a éste el lugar eminente que le corresponde como tal, consagrándole a lo esencial: el Conocimiento de la letra G y la contemplación de la Estrella Flamígera.

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