Por Augusta Foss-Heindel
Muchas informaciones erróneas se han publicado acerca del origen de la Fraternidad Rosacruz. Para esclarecer, este asunto, vamos a narrar detalladamente cómo y cuándo Max Heindel se encontró con los Hermanos Mayores y recibió su iniciación. Emplearemos además sus propias palabras para que el relato resulte más fehaciente.
Durante el verano de 1905, el exceso de trabajo y su intensísimo deseo de obtener conocimientos espirituales, fueron causa de que Max Heindel cayera seriamente enfermo en Los Angeles, sufriendo un ataque cardíaco, que durante meses lo tuvo en estado desesperante. Una gran parte del tiempo que duró esta enfermedad, lo pasó fuera del cuerpo físico, trabajando, y buscando la verdad en los planos invisibles.
Se hallaba en la mayor pobreza; hubo días en este período de su vida en que le faltó hasta el pan, y en algunas ocasiones estuvo durante dos días seguidos sin probar bocado. A pesar de ello, continuó buscando sabiduría, y en cuanto se lo permitió su salud, dio conferencias para difundir la ciencia astrológica.
En mayo de 1906, su trabajo fue interrumpido en San Francisco por el gran temblor de tierra, y entonces se fue a Seattle y al es de un norte del país, para continuar sus disertaciones.
Después curso de conferencias se vio obligado otra vez a pasar una temporada en un hospital, a causa de otro ataque cardíaco.
En 1907, dando conferencias en Minesota, fue visitado por una amiga que desde hacía meses le instigaba a ir a Berlín, para encontrarse allí con una persona que era un extraordinario conferenciante y profesor. Esta amiga insistió mucho en que fuese a Alemania, y llegó, en su afán, hasta ofrecerle pagar todos sus gastos, y al fin, logró que aceptara.
Una vez en Alemania, Max Heindel asistió a las conferencias y clases del referido profesor, pero al poco tiempo se dio cuenta de que esta persona no podía ofrecerle gran cosa, y que lo que enseñaba no era nuevo para él. Defraudado en sus esperanzas, compró su pasaje de vuelta a América. Cuando volvió a su habitación muy desalentado, comprendiendo que había abandonado un trabajo importante en América para correr detrás de una, vana ilusión, un Hermano Mayor de la Orden Rosacruz, uno de los Hierofantes de los Misterios Menores, se presentó a él y le ofreció comunicarle aquellas enseñanzas que él anhelaba, a condición de guardar el secreto. Durante años, Max Heindel había buscado y rogado a Dios que le dejase encontrar algo que pudiese apaciguar el ansia de conocimiento de su alma en este mundo. Pero a pesar de haber sufrido de este modo y de haber conocido el vehemente deseo de su corazón, él no pudo dar esta promesa al, Hermano Mayor y se negó a aceptar cualquier enseñanza que él no estuviese autorizado para trasmitir luego a sus hermanos ansiosos también de sabiduría. El instructor se marchó.
¿Puede el lector figurarse lo que debe lógicamente sentir un hombre hambriento que durante días no ha probado bocado, al ver a una persona que le ofrece un pedazo de pan, y antes de poder probarlo, se marcha y se lo lleva? Esto, poco más o menos, sucedió a Max Heindel. Su desencanto fue intenso al ver que había hecho un tan largo viaje para encontrarse con alguien que, según la promesa hecha por su amigo, era un Iniciado, resultando luego ser toda pura ilusión.
Cuando el Instructor abandonó la estancia, Max Heindel se quedó durante horas presa de gran perplejidad, y pasó después varios días muy triste, considerando que ahora tenía que volver a América y empezar de nuevo su trabajo donde lo había dejado, después de haber perdido inútilmente tiempo y dinero. Sorpresivamente, el Instructor apareció otra vez en su habitación y le anunció a Max Heindel que había salido vencedor de la prueba, añadiendo que de haber aceptado el primer ofrecimiento. es decir, de no revelar a nadie estas enseñanzas, él no habría vuelto. Le dijo también que el candidato elegido al principio, que había recibido la enseñanza de los Hermanos Mayores durante siete años y que, por casualidad, era el mismo que ellos habían empleado para atraer a Max Heindel a Berlín por mediación de su amiga, había fracasado en la prueba en el año 1905. Le expresó además, que él, Max Heindel, había sido ya observado por los Hermanos Mayores durante varios años y escogido como candidato más apto en caso del posible fracaso del primero.
Además, le manifestó que las enseñanzas deberían ser publicadas antes del fin de la primera década del siglo, es decir, antes de fines de diciembre de 1909.
En esta última entrevista con el Instructor, éste le indicó cómo llegar al Templo Rosacruz que existe cerca de Berlín. En este templo se quedó Max Heindel más de un mes en comunicación directa con los Hermanos Mayores y bajo su instrucción personal, recibiendo así la mayor parte de las enseñanzas contenidas en el Concepto Rosacruz del Cosmos. El primer manuscrito de este libro, que fue escrito mientras Max Heindel estaba en el templo, según indicación del instructor, no era más que un bosquejo. La pesada atmósfera psíquica de Alemania era particularmente adaptada a la comunicación de pensamientos místicos con la conciencia del candidato, y se le dijo que las 350 páginas del manuscrito que acababa de escribir no le satisfarían cuando llegase a la atmósfera eléctrica de América, y que él entonces desearía escribir nuevamente todo el libro. En su gran entusiasmo, él no quiso creerlo en un principio, imaginándose haber recibido un mensaje maravillosamente completo; pero la predicción de los Hermanos Mayores resultó ser verdad.
Después de haber pasado algunas semanas en la ciudad de Nueva York, se dio cuenta de que, en efecto, era así. El estilo de redacción del manuscrito, entonces no le agradó. y, por consiguiente, se dispuso a escribirlo otra vez de nuevo.
Alquiló una habitación barata en el séptimo piso de una casa de vecindad, y durante el verano excesivamente caluroso del año 1908 estuvo sentado día por día en su cuarto desde las siete de la mañana hasta las nueve o diez de la noche, sin siquiera salir a la calle para almorzar. Con un vaso de leche y unos bizcochos se quedaba trabajando hasta la noche, y luego salía para cenar, generalmente nada más que legumbres. Después de un paseo por las calles calurosas de Nueva York, volvía a casa para trabajar aún hasta media noche. Cuando el calor se hizo demasiado intenso, se fue a la ciudad de Búfalo, donde terminó el trabajo en septiembre del mismo año.
El nuevo problema que entonces se le planteó era saber cómo publicar el libro y dónde encontrar los fondos para ello. Después de los grandes calores se marchó a Columbus, en Ohio, donde empezó a dar conferencias y lecciones, y donde la señora Rath-Merrill, con su hija, le ayudaron para dibujar los diagramas. En esta ciudad pasó varios meses con buena suerte, dando lecciones y conferencias y luego fundó allí el primer Centro Rosacruz. Se fue luego a Seattle, donde tenía numerosos amigos desde el año 1906, esperando lograr que alguno de ellos le ayudara para imprimir el libro. Y, en efecto, el señor Patterson fue este amigo, que no solamente le ayudó para encontrar un editor, sino que, siendo él mismo impresor, le pudo dar muy buenos consejos para la organización de la venta.
Antes de imprimirse el Concepto Rosacruz del Cosmos, Max Heindel empezó a divulgar las enseñanzas recibidas por medio de conferencias apropiadas, y después de cada una de ellas distribuía gratuitamente copias mimeográficas de una serie de veinte lecciones sobre la Interpretación Esotérica del Cristianismo, o, como luego, se le ha denominado, Cristianismo Rosacruz. Empezando por la primera conferencia, "El Enigma de la Vida y de la Muerte", él daba a cada uno de los asistentes un ejemplar para llevárselo y estudiarlo. Estas copias las sacaba con su máquina por la noche después de las conferencias. Con un pequeño martillo y unos clavos en su bolsillo, y sus cartones-anuncios bajo el brazo, andaba muchos kilómetros todos los días para colocar estos avisos donde pudieran ser vistos por mucha gente.Escribía sus artículos en los periódicos y él mismo los ponía en manos de sus editores, los que, algunas veces estaban muy mal dispuestos para la publicación de estas nuevas enseñanzas. Sin embargo, gracias a su encanto personal, él podía generalmente ganarlos para su causa, Y algunas veces obtuvo una página entera, propaganda que siempre le valió un numeroso público. Después de haber dado veinte conferencias en Columbus, Seattle, North Yakima y Portland, llevó el manuscrito del Concepto Rosacruz del Cosmos, y las veinte conferencias a Chicago, donde todo se publicó por fin.
Citaremos las propias palabras de Max Heindel respecto a su trabajo en Chicago: "el Concepto Rosacruz del Cosmos fue publicado en noviembre de 1909, unas cinco semanas antes del final de la primera década del siglo. Unos amigos habían editado el manuscrito original, pero, naturalmente, yo tuve que repasarlo antes de darlo a la imprenta; luego corregí las pruebas y lo leí después otra vez para asegurarme de que todos los errores estaban rectificados. Hice otra lectura cuando la composición fue dividida en páginas, y di instrucciones a los grabadores y al impresor respecto a la colocación de los grabados. Me solía levantar a las seis, trabajando hasta las doce de la noche, venciendo mil dificultades y teniendo que soportar el ruído horroroso de las calles de Chicago, algunas veces hasta el extremo límite de mi energía nerviosa. Pero pude vencerlo todo y añadir varios detalles interesantes al libro. Sin embargo, sin la asistencia eficaz de los Hermanos Mayores yo seguramente hubiese sucumbido. Era obra de ellos, y ellos me sacaron a flote; pero, estuve casi completamente agotado cuando todo quedó ultimado".
Casi toda la edición de la obra, con excepción de algunos centenares de ejemplares, fue depositada en casa de una mujer que estaba al frente de una empresa editorial. Debiendo bastante dinero, esta mujer, se valía de los ejemplares de la edición del Concepto Rosacruz del Cosmos, depositada en su domicilio, para enviarlos como pago de lo que debía a los editores. Y, cuando más tarde, Max Heindel pidió que le enviasen más ejemplares, resultó que la primera edición de dos mil ejemplares estaba agotada. Al dirigirse después a esta mujer para que le enviase fondos, Max Heindel recibió tan solo una carta llena de insultos. Para quitarse la deuda de encima, la mujer se declaró en quiebra.
De este modo, se impuso la impresión de una segunda edición, a la cual fue añadido un índice de sesenta páginas. Parece que la pérdida de las dos terceras partes de la edición primera, hubiera debido resultar una calamidad para un hombre de escasos medios financieros; pero fue todo lo contrario. Resultó ser un hecho providencial, porque la mujer en cuestión había estado en relación con el movimiento Nuevo Pensamiento y asociaciones teosóficas durante varios años, y había sido su proveedora de libros, que sabía procurarse de grandes casas editoriales. No pudiendo pagar su deuda de otro modo, ella instigó a estas casas a que aceptasen el Concepto Rosacruz del Cosmos, obra hasta entonces muy poco conocida, promoviendo así una demanda que era un buen medio para la difusión de las enseñanzas rosacruces en muchas partes del mundo. Después de haber establecido Centros de Estudios de la Fraternidad en Columbus, North Yakirna, Seattle y Portland, Max Heindel volvió a los Ángeles en diciembre de 1909 para iniciar su trabajo allí. Para continuar el relato es necesario que la autora del presente escrito haga constar su propia intervención. Antes de abandonar Max Heindel la ciudad de Los Ángeles por primera vez, entre los años 1898 y 1906, la autora, que era entonces la señorita Augusta Foss, y Max Heindel, habían sido íntimos amigas pasando mucho tiempo junto estudiando astrología y asuntos similares. Cuando Max Heindel volvió a Los Ángeles, en 1909, con las enseñanzas rosacruces, la autora encontró en el Concepto Rosacruz del Cosmos precisamente lo que había buscado durante años. Esto dio satisfacción a su más íntimo anhelo. Era el alimento del que su alma estaba hambrienta. Enseguida empezó ella a trabajar con intensidad, y ayudó a Max Heindel dando conferencia y clases. Con tres conferencias públicas por semana, él llegaba a llenar una gran sala que contenía mil personas. En el año 1910, sin embargo, su salud no le permitió seguir. Entonces la autora continuó las clases de Max Heindel, teniendo hasta 120 alumnos en el curso de astrología. Un poco después, él cayó gravemente enfermo del corazón, y cuando estuvo en el hospital ya casi a punto de morir, tuvo una experiencia extraordinaria. He aquí sus propias palabras: "En la noche del 9 de abril de 1910, cuando la Luna Nueva estaba en Aries, mi Instructor apareció en mi habitación y me dijo que aquella noche había comenzado una nueva década, y que en los venideros diez años yo tendría el privilegio de dar al mundo una ciencia de curar tal como se describirá luego, y una panacea espiritual, de la cual hablaré ahora. La Fraternidad facilitará ayuda para la gran obra".
Muchas informaciones erróneas se han publicado acerca del origen de la Fraternidad Rosacruz. Para esclarecer, este asunto, vamos a narrar detalladamente cómo y cuándo Max Heindel se encontró con los Hermanos Mayores y recibió su iniciación. Emplearemos además sus propias palabras para que el relato resulte más fehaciente.
Durante el verano de 1905, el exceso de trabajo y su intensísimo deseo de obtener conocimientos espirituales, fueron causa de que Max Heindel cayera seriamente enfermo en Los Angeles, sufriendo un ataque cardíaco, que durante meses lo tuvo en estado desesperante. Una gran parte del tiempo que duró esta enfermedad, lo pasó fuera del cuerpo físico, trabajando, y buscando la verdad en los planos invisibles.
Se hallaba en la mayor pobreza; hubo días en este período de su vida en que le faltó hasta el pan, y en algunas ocasiones estuvo durante dos días seguidos sin probar bocado. A pesar de ello, continuó buscando sabiduría, y en cuanto se lo permitió su salud, dio conferencias para difundir la ciencia astrológica.
En mayo de 1906, su trabajo fue interrumpido en San Francisco por el gran temblor de tierra, y entonces se fue a Seattle y al es de un norte del país, para continuar sus disertaciones.
Después curso de conferencias se vio obligado otra vez a pasar una temporada en un hospital, a causa de otro ataque cardíaco.
En 1907, dando conferencias en Minesota, fue visitado por una amiga que desde hacía meses le instigaba a ir a Berlín, para encontrarse allí con una persona que era un extraordinario conferenciante y profesor. Esta amiga insistió mucho en que fuese a Alemania, y llegó, en su afán, hasta ofrecerle pagar todos sus gastos, y al fin, logró que aceptara.
Una vez en Alemania, Max Heindel asistió a las conferencias y clases del referido profesor, pero al poco tiempo se dio cuenta de que esta persona no podía ofrecerle gran cosa, y que lo que enseñaba no era nuevo para él. Defraudado en sus esperanzas, compró su pasaje de vuelta a América. Cuando volvió a su habitación muy desalentado, comprendiendo que había abandonado un trabajo importante en América para correr detrás de una, vana ilusión, un Hermano Mayor de la Orden Rosacruz, uno de los Hierofantes de los Misterios Menores, se presentó a él y le ofreció comunicarle aquellas enseñanzas que él anhelaba, a condición de guardar el secreto. Durante años, Max Heindel había buscado y rogado a Dios que le dejase encontrar algo que pudiese apaciguar el ansia de conocimiento de su alma en este mundo. Pero a pesar de haber sufrido de este modo y de haber conocido el vehemente deseo de su corazón, él no pudo dar esta promesa al, Hermano Mayor y se negó a aceptar cualquier enseñanza que él no estuviese autorizado para trasmitir luego a sus hermanos ansiosos también de sabiduría. El instructor se marchó.
¿Puede el lector figurarse lo que debe lógicamente sentir un hombre hambriento que durante días no ha probado bocado, al ver a una persona que le ofrece un pedazo de pan, y antes de poder probarlo, se marcha y se lo lleva? Esto, poco más o menos, sucedió a Max Heindel. Su desencanto fue intenso al ver que había hecho un tan largo viaje para encontrarse con alguien que, según la promesa hecha por su amigo, era un Iniciado, resultando luego ser toda pura ilusión.
Cuando el Instructor abandonó la estancia, Max Heindel se quedó durante horas presa de gran perplejidad, y pasó después varios días muy triste, considerando que ahora tenía que volver a América y empezar de nuevo su trabajo donde lo había dejado, después de haber perdido inútilmente tiempo y dinero. Sorpresivamente, el Instructor apareció otra vez en su habitación y le anunció a Max Heindel que había salido vencedor de la prueba, añadiendo que de haber aceptado el primer ofrecimiento. es decir, de no revelar a nadie estas enseñanzas, él no habría vuelto. Le dijo también que el candidato elegido al principio, que había recibido la enseñanza de los Hermanos Mayores durante siete años y que, por casualidad, era el mismo que ellos habían empleado para atraer a Max Heindel a Berlín por mediación de su amiga, había fracasado en la prueba en el año 1905. Le expresó además, que él, Max Heindel, había sido ya observado por los Hermanos Mayores durante varios años y escogido como candidato más apto en caso del posible fracaso del primero.
Además, le manifestó que las enseñanzas deberían ser publicadas antes del fin de la primera década del siglo, es decir, antes de fines de diciembre de 1909.
En esta última entrevista con el Instructor, éste le indicó cómo llegar al Templo Rosacruz que existe cerca de Berlín. En este templo se quedó Max Heindel más de un mes en comunicación directa con los Hermanos Mayores y bajo su instrucción personal, recibiendo así la mayor parte de las enseñanzas contenidas en el Concepto Rosacruz del Cosmos. El primer manuscrito de este libro, que fue escrito mientras Max Heindel estaba en el templo, según indicación del instructor, no era más que un bosquejo. La pesada atmósfera psíquica de Alemania era particularmente adaptada a la comunicación de pensamientos místicos con la conciencia del candidato, y se le dijo que las 350 páginas del manuscrito que acababa de escribir no le satisfarían cuando llegase a la atmósfera eléctrica de América, y que él entonces desearía escribir nuevamente todo el libro. En su gran entusiasmo, él no quiso creerlo en un principio, imaginándose haber recibido un mensaje maravillosamente completo; pero la predicción de los Hermanos Mayores resultó ser verdad.
Después de haber pasado algunas semanas en la ciudad de Nueva York, se dio cuenta de que, en efecto, era así. El estilo de redacción del manuscrito, entonces no le agradó. y, por consiguiente, se dispuso a escribirlo otra vez de nuevo.
Alquiló una habitación barata en el séptimo piso de una casa de vecindad, y durante el verano excesivamente caluroso del año 1908 estuvo sentado día por día en su cuarto desde las siete de la mañana hasta las nueve o diez de la noche, sin siquiera salir a la calle para almorzar. Con un vaso de leche y unos bizcochos se quedaba trabajando hasta la noche, y luego salía para cenar, generalmente nada más que legumbres. Después de un paseo por las calles calurosas de Nueva York, volvía a casa para trabajar aún hasta media noche. Cuando el calor se hizo demasiado intenso, se fue a la ciudad de Búfalo, donde terminó el trabajo en septiembre del mismo año.
El nuevo problema que entonces se le planteó era saber cómo publicar el libro y dónde encontrar los fondos para ello. Después de los grandes calores se marchó a Columbus, en Ohio, donde empezó a dar conferencias y lecciones, y donde la señora Rath-Merrill, con su hija, le ayudaron para dibujar los diagramas. En esta ciudad pasó varios meses con buena suerte, dando lecciones y conferencias y luego fundó allí el primer Centro Rosacruz. Se fue luego a Seattle, donde tenía numerosos amigos desde el año 1906, esperando lograr que alguno de ellos le ayudara para imprimir el libro. Y, en efecto, el señor Patterson fue este amigo, que no solamente le ayudó para encontrar un editor, sino que, siendo él mismo impresor, le pudo dar muy buenos consejos para la organización de la venta.
Antes de imprimirse el Concepto Rosacruz del Cosmos, Max Heindel empezó a divulgar las enseñanzas recibidas por medio de conferencias apropiadas, y después de cada una de ellas distribuía gratuitamente copias mimeográficas de una serie de veinte lecciones sobre la Interpretación Esotérica del Cristianismo, o, como luego, se le ha denominado, Cristianismo Rosacruz. Empezando por la primera conferencia, "El Enigma de la Vida y de la Muerte", él daba a cada uno de los asistentes un ejemplar para llevárselo y estudiarlo. Estas copias las sacaba con su máquina por la noche después de las conferencias. Con un pequeño martillo y unos clavos en su bolsillo, y sus cartones-anuncios bajo el brazo, andaba muchos kilómetros todos los días para colocar estos avisos donde pudieran ser vistos por mucha gente.Escribía sus artículos en los periódicos y él mismo los ponía en manos de sus editores, los que, algunas veces estaban muy mal dispuestos para la publicación de estas nuevas enseñanzas. Sin embargo, gracias a su encanto personal, él podía generalmente ganarlos para su causa, Y algunas veces obtuvo una página entera, propaganda que siempre le valió un numeroso público. Después de haber dado veinte conferencias en Columbus, Seattle, North Yakima y Portland, llevó el manuscrito del Concepto Rosacruz del Cosmos, y las veinte conferencias a Chicago, donde todo se publicó por fin.
Citaremos las propias palabras de Max Heindel respecto a su trabajo en Chicago: "el Concepto Rosacruz del Cosmos fue publicado en noviembre de 1909, unas cinco semanas antes del final de la primera década del siglo. Unos amigos habían editado el manuscrito original, pero, naturalmente, yo tuve que repasarlo antes de darlo a la imprenta; luego corregí las pruebas y lo leí después otra vez para asegurarme de que todos los errores estaban rectificados. Hice otra lectura cuando la composición fue dividida en páginas, y di instrucciones a los grabadores y al impresor respecto a la colocación de los grabados. Me solía levantar a las seis, trabajando hasta las doce de la noche, venciendo mil dificultades y teniendo que soportar el ruído horroroso de las calles de Chicago, algunas veces hasta el extremo límite de mi energía nerviosa. Pero pude vencerlo todo y añadir varios detalles interesantes al libro. Sin embargo, sin la asistencia eficaz de los Hermanos Mayores yo seguramente hubiese sucumbido. Era obra de ellos, y ellos me sacaron a flote; pero, estuve casi completamente agotado cuando todo quedó ultimado".
Casi toda la edición de la obra, con excepción de algunos centenares de ejemplares, fue depositada en casa de una mujer que estaba al frente de una empresa editorial. Debiendo bastante dinero, esta mujer, se valía de los ejemplares de la edición del Concepto Rosacruz del Cosmos, depositada en su domicilio, para enviarlos como pago de lo que debía a los editores. Y, cuando más tarde, Max Heindel pidió que le enviasen más ejemplares, resultó que la primera edición de dos mil ejemplares estaba agotada. Al dirigirse después a esta mujer para que le enviase fondos, Max Heindel recibió tan solo una carta llena de insultos. Para quitarse la deuda de encima, la mujer se declaró en quiebra.
De este modo, se impuso la impresión de una segunda edición, a la cual fue añadido un índice de sesenta páginas. Parece que la pérdida de las dos terceras partes de la edición primera, hubiera debido resultar una calamidad para un hombre de escasos medios financieros; pero fue todo lo contrario. Resultó ser un hecho providencial, porque la mujer en cuestión había estado en relación con el movimiento Nuevo Pensamiento y asociaciones teosóficas durante varios años, y había sido su proveedora de libros, que sabía procurarse de grandes casas editoriales. No pudiendo pagar su deuda de otro modo, ella instigó a estas casas a que aceptasen el Concepto Rosacruz del Cosmos, obra hasta entonces muy poco conocida, promoviendo así una demanda que era un buen medio para la difusión de las enseñanzas rosacruces en muchas partes del mundo. Después de haber establecido Centros de Estudios de la Fraternidad en Columbus, North Yakirna, Seattle y Portland, Max Heindel volvió a los Ángeles en diciembre de 1909 para iniciar su trabajo allí. Para continuar el relato es necesario que la autora del presente escrito haga constar su propia intervención. Antes de abandonar Max Heindel la ciudad de Los Ángeles por primera vez, entre los años 1898 y 1906, la autora, que era entonces la señorita Augusta Foss, y Max Heindel, habían sido íntimos amigas pasando mucho tiempo junto estudiando astrología y asuntos similares. Cuando Max Heindel volvió a Los Ángeles, en 1909, con las enseñanzas rosacruces, la autora encontró en el Concepto Rosacruz del Cosmos precisamente lo que había buscado durante años. Esto dio satisfacción a su más íntimo anhelo. Era el alimento del que su alma estaba hambrienta. Enseguida empezó ella a trabajar con intensidad, y ayudó a Max Heindel dando conferencia y clases. Con tres conferencias públicas por semana, él llegaba a llenar una gran sala que contenía mil personas. En el año 1910, sin embargo, su salud no le permitió seguir. Entonces la autora continuó las clases de Max Heindel, teniendo hasta 120 alumnos en el curso de astrología. Un poco después, él cayó gravemente enfermo del corazón, y cuando estuvo en el hospital ya casi a punto de morir, tuvo una experiencia extraordinaria. He aquí sus propias palabras: "En la noche del 9 de abril de 1910, cuando la Luna Nueva estaba en Aries, mi Instructor apareció en mi habitación y me dijo que aquella noche había comenzado una nueva década, y que en los venideros diez años yo tendría el privilegio de dar al mundo una ciencia de curar tal como se describirá luego, y una panacea espiritual, de la cual hablaré ahora. La Fraternidad facilitará ayuda para la gran obra".