En esta oportunidad fue para celebrar y rendir homenaje a los hijos de los hermanos jurisdiccionados y conmemorando el DIA de la JUVENTUD.
En nombre del R:.H:. Ricardo Alférez V:.M:. de la B:.R:.L:.S:. "Piedra Blanca de la Perfección" Nº 98 del valle de Tacna- Perú, bajo los auspicios de la M:.R:. Gran Logia del Sur del Perú, el discurso de orden estuvo a cargo del R:.H:. RAÚL RAMÍREZ LENGUA.
HOMENAJE a la JUVENTUD
Entonces. . .¿por qué los niños escuchan siempre? “No hagas esto”, “ni aquello”, “no vuelvas a hacer lo mismo porque te juro que no se que te voy a hacer”, “no me busques” etc., etc..
Ustedes niños, jóvenes deben comprender. . .que todo esto se lo decimos por que les tenemos mucho cariño. . .y no queremos que cometan errores, deseamos que aprendan lo mejor, pretendemos que no desperdicien su tiempo. Ahora la vida es un vértigo, muy rápido; existe mucho más competencia que antes. . .y queremos que Ustedes Nuestros Hijos, sean los mejores, pero ¿cuándo?, cuando sean grandes o ahora…y la respuesta es ahora, la edad no importa.
La edad. ¿Cuál es la mejor edad de un hombre, para madurar? Los calendarios, los relojes, las arrugas, las canas, las burbujas del champagne de cada Noche Buena tejen edades extrañas o benevolentes, que no coinciden con las fechas del cuerpo.
Hay hombres eternamente niños. Otros, perpetuos adolescentes. Muchos no llegan nunca a la madurez. Hay a quienes les sorprende la vejez, embriagados todavía en el vértigo de la frivolidad: tratando de apurar la vida a grandes sorbos, en la búsqueda de lo que ya nunca volverán a ser, sentir o creer.
Lo ideal es alcanzar ese equilibrio llamado madurez, en cada una de las épocas de su vida: ¡qué magnífica la madurez de un niño plenamente niño!. Otros no lo logran nunca. Por el contrario, qué espléndida la niñez, o la adolescencia, si se aprende a ser responsable en mérito a su edad; es decir, un joven que vive la misma edad de su juventud, disfrutando el presente, la convierte en la llave más segura de su formación. Saber expresar el amor y generosidad oportunamente a cualquier edad otorga una simpatía tierna y siempre juvenil. El respeto recíproco entre padres e hijos, confiere la capacidad a los hijos para que sean dueños de sus triunfos y fracasos, sin ningún temor a su futuro.
Consejos:
- La vida no es justa, acostúmbrate a ello.
- Creer en uno mismo es el primer paso para lograr lo que anhelamos.
- ¿Qué es indispensable para triunfar?… Querer hacerlo.
- Antes de que nacieras, tus padres no eran tan “aburridos” como son ahora. Ellos empezaron a serlo por pagar tus gastos, limpiar la casa, lavar tu ropa y escucharte hablar acerca de la nueva onda en la que quieres estar. Así que, antes que te pongas a luchar contra el “mundo contaminado” por la generación de tus padres, inicia el camino limpiando las cosas de tu propia vida; empezando por tu habitación.
- Si metes la pata, no es culpa de tus padres, así que no rabies por tus errores: aprende de ellos.
- Si no has encontrado lo que buscas, no hay más remedio que seguir buscando, pero, no creas que vales más por que haz comprado, cosas iguales a la “manada”.
- Busca en el deporte, la música o las artes un aliado para alejarte de los vicios y las malas compañías.
- Una lágrima, oculta los más variados sentimientos, no te avergüences de llorar; si ello te hace re-encontrar contigo mismo y con la dirección que buscas en tu vida.
- Si piensas que tu profesor es duro, espera a que tengas un jefe. Ese sí que no tendrá vocación de enseñanza ni la paciencia requerida.
- La constancia, la confianza en tí mismo y la disciplina, te hacen alcanzar cualquier meta.
- Las verdaderas amistades no necesitan lugar, tiempo ni espacio.
- Sólo rechazan a los amigos, aquellos que no son capaces de tolerarse a sí mismos, para aceptarte, aprende a valorar los conocimientos, la valentía, la rectitud moral, que creen progreso, a partir de tus decisiones.
- Con frecuencia buscamos en los demás, lo que nosotros no somos capaces de dar.
- Tener la razón no siempre te hace feliz.
- Quién realmente tiene la razón, no necesita que se la den.
- Cuando seas mayor, la vida no se divide en semestres. No tendrás vacaciones de verano largas en lugares lejanos y muy pocos jefes se interesarán en ayudarte a que te encuentres a ti mismo. Todo esto tendrás que hacerlo, tú solo -si lo deseas- y en tu tiempo libre.
- Sé amable con los “nerds” (los más aplicados de tu clase). Hay muchas probabilidades de que termines trabajando para uno de ellos.
El saco de carbón
Un día, Jaimito entró a su casa dando patadas en el suelo y gritando muy molesto. Su padre, lo llamó. Jaimito lo siguió, diciendo en forma irritada:
- Papá, ¡Te juro que tengo mucha rabia! Pedrito no debió hacer lo que hizo conmigo.
Por eso, le deseo todo el mal del mundo, ¡Tengo ganas de que se muera!
Su padre, un hombre simple, pero lleno de sabiduría, escuchaba con calma al hijo quien continuaba diciendo:
- Imagínate que el estúpido de Pedrito me humilló frente a mis amigos. ¡No acepto eso!. Me gustaría que él se enfermara para que no pudiera ir más a la escuela.
El padre siguió escuchando y se dirigió hacia una esquina del garaje de la casa, de donde tomó un saco lleno de carbón el cual llevó hasta el final del jardín y le propuso: - ¿Ves aquella camisa blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que es Pedrito y cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal pensamiento que va dirigido a él. Tírale todo el carbón que hay en el saco, hasta el último pedazo. Después yo regreso para ver como quedó. El niño lo tomó como un juego y comenzó a lanzar los carbones pero como la tendedera estaba lejos, pocos de ellos acertaron la camisa. Cuando, el padre regresó y le preguntó: - Hijo ¿Qué tal te sientes?
- Cansado pero alegre, dijo Jaimito; pero solo le dí a la camisa, con pocos pedazos de carbón. El padre tomó al niño de la mano y le dijo: - Ven conmigo quiero mostrarte algo.
Lo colocó frente a un espejo que le permite ver todo su cuerpo. ¡Qué susto!
Jaimito, estaba todo negro y sólo se le veían los dientes y los ojos. En ese momento el padre dijo: - Hijo, como pudiste observar la camisa quedó un poco sucia pero no es comparable a lo sucio que quedaste tú. El mal que deseamos a otros se nos devuelve y multiplica en nosotros. Por más que querramos o podamos perturbar la vida de alguien con nuestros pensamientos, los residuos y la suciedad, siempre queda más en nosotros mismos. Ten mucho cuidado con tus pensamientos porque ellos se transforman en palabras. Ten mucho cuidado con tus palabras porque ellas se transforman en acciones. Ten mucho cuidado con tus acciones porque ellas se transforman en hábitos. Ten mucho cuidado con tus hábitos porque ellos moldean tu carácter. Y ten mucho cuidado con tu carácter porque de él dependerá tu destino...