[De la novela As de Espadas]
-… “El pensamiento, la reflexión, la elaboración intelectual me son necesarios para mi equilibrio personal y para el mismo goce de la vida. Para mí es importante, trascendente, este espacio de la logia en el que periódicamente nos reunimos para compartir los frutos del trabajo de esclarecimiento que, cada uno de nosotros y nosotras, lleva adelante, intentando llegar a ser cada uno, en plenitud, el que es, como mejor posibilidad de sí mismo. He dicho”.
Cuando acabó de leer estas palabras, Javier Arrien levantó la vista del papel que sostenía con sus manos enguantadas, paseando la mirada sobre el auditorio en un involuntario gesto de vanidad, y concluyó:
- Recibid queridos hermanos y hermanas mi triple abrazo fraternal y el Beso de la Paz.
El suave golpeteo de las manos enguantadas sobre los mandiles tradujo el simbólico aplauso de la concurrencia.
El Venerable Maestro dijo:
- Maestro de Ceremonias sírvase acompañar al hermano a su lugar entre columnas.
- ¡Armonía!
Sonó una música pausada y rítmica, propicia para una deambulación litúrgica. El Venerable Maestro dejó que la armonía prosiguiera durante unos minutos. Los hermanos y hermanas de la Respetable Logia Goethe número 26 al Oriente de Bilbao, constituida bajo el lema “Llega a ser el que eres”, se mantuvieron en un reflexivo y deleitado silencio, dejando resonar en sus oídos las palabras que habían escuchado. O simplemente dejándose llevar por las ensoñaciones a las que era propicia la música y el lugar.
Todos los asistentes, ellos y ellas, iban vestidos con trajes de tonos oscuros, que contrastaban con el blanco de sus guantes y de sus mandiles ribeteados de rojo como prescribía el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
Desde el Oriente de la logia -la parte más iluminada del recinto-, el ojo triangulado del Gran Arquitecto del Universo actuaba de testigo silencioso y enigmático.
El Venerable Maestro golpeó con su pesado mallete de cantero y dijo:
- ¡Que la palabra circule entre las columnas!
-… “El pensamiento, la reflexión, la elaboración intelectual me son necesarios para mi equilibrio personal y para el mismo goce de la vida. Para mí es importante, trascendente, este espacio de la logia en el que periódicamente nos reunimos para compartir los frutos del trabajo de esclarecimiento que, cada uno de nosotros y nosotras, lleva adelante, intentando llegar a ser cada uno, en plenitud, el que es, como mejor posibilidad de sí mismo. He dicho”.
Cuando acabó de leer estas palabras, Javier Arrien levantó la vista del papel que sostenía con sus manos enguantadas, paseando la mirada sobre el auditorio en un involuntario gesto de vanidad, y concluyó:
- Recibid queridos hermanos y hermanas mi triple abrazo fraternal y el Beso de la Paz.
El suave golpeteo de las manos enguantadas sobre los mandiles tradujo el simbólico aplauso de la concurrencia.
El Venerable Maestro dijo:
- Maestro de Ceremonias sírvase acompañar al hermano a su lugar entre columnas.
- ¡Armonía!
Sonó una música pausada y rítmica, propicia para una deambulación litúrgica. El Venerable Maestro dejó que la armonía prosiguiera durante unos minutos. Los hermanos y hermanas de la Respetable Logia Goethe número 26 al Oriente de Bilbao, constituida bajo el lema “Llega a ser el que eres”, se mantuvieron en un reflexivo y deleitado silencio, dejando resonar en sus oídos las palabras que habían escuchado. O simplemente dejándose llevar por las ensoñaciones a las que era propicia la música y el lugar.
Todos los asistentes, ellos y ellas, iban vestidos con trajes de tonos oscuros, que contrastaban con el blanco de sus guantes y de sus mandiles ribeteados de rojo como prescribía el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
Desde el Oriente de la logia -la parte más iluminada del recinto-, el ojo triangulado del Gran Arquitecto del Universo actuaba de testigo silencioso y enigmático.
El Venerable Maestro golpeó con su pesado mallete de cantero y dijo:
- ¡Que la palabra circule entre las columnas!
Fuente: Archivos de Javier Otaola.