Por Luis Ferreira Ramos
Yo crecí en un hogar masónico.
Mi madre quería bautizarme, pero acordaron no hacerlo, respetando la tradición paterna.
Muchas veces fuimos a reuniones masónicas y a fiestas otorgadas por los Hermanos de la Logia Surcos, adonde asistía papá a las reuniones semanales de los martes.
Fiestas con los Hermanos masones.
Vienen muchas fiestas a la memoria, pero creo que la que se lleva el premio a la extravagancia, fue la del casamiento de la hija de Juan Severi.
Me acuerdo que cuando Juan Severi atendía el teléfono decía: "Instituto Vitivinícola Yan Severí." Mi mamá lo imitaba con una mezcla de acento entre judío y francés. Era muy cómico.
El Hermano Severi tenía dos tanques de 200 litros cada uno, en el techo de su quinta, ubicada detrás del Cerro de Montevideo. Conectó la cañería del agua caliente directamente a un tanque, y el agua fría al otro. Llenó un tanque con vino tinto y el otro con vino blanco.
¡Hasta de la manguera del jardín salía vino!
Yo, niño de 6 o 7 años, recuerdo que cuando me ensucié, me lavaron las manos con vino tinto, pues la única agua que había era la del hielo al derretirse en los tachos donde se enfriaban los refrescos.
La fiesta comenzó un sábado al mediodía y terminó recién el domingo de tardecita, cuando nos fuímos los últimos invitados.
¡Esa sí que fue una fiesta!
Fiestas en la Logia
Al comenzar las reuniones luego de anochecido, era muy común que los hermanos culminaran una reunión, yendo a cenar todos juntos.
Me acuerdo una vez, que vinieron de Canelones a visitarnos a casa, el matrimonio constituído por mis queridos tíos Mito y Lila.
Como era martes, papá y el tío Mito se fueron a la Logia, dejando a la tía Lila en casa, haciendo tertulia con mi mamá y yo, que tendría unos 9 años en esa época.
Al término de la tenida masónica, se fueron a cenar, donde libaron copiosamente, quedando todo el mundo bastante "adobadito".
Los Hermanos con vehículos, oficiaban de taxímetro para todos los Hermanos que no lo tuvieran. Papá y el tío Mito se metieron en uno, y cuando preguntaron a cada uno el destino que querían, dijo el tío Mito:
- "A mí me dejan en la Estación de Ferrocarril que me tengo que tomar el tren para Canelones."
Así que allá se fue en el tren, pero con la comida y el vino haciendo efecto, se pasó de la estación de Canelones, y cuando se despertó, estaba en Florida.
Al no haber más trenes hasta el otro día, no tuvo más remedio que dormir en un banco de la plaza floridense. Cuando se levantó con el amanecer y los gallos, tomó el tren de vuelta para Canelones.
Recién cuando entró en su casa, se asombró de que no hubiera nadie... y allí fue cuando se acordó que... ¡SE HABÍA OLVIDADO DE SU ESPOSA EN MONTEVIDEO!
Ni corto ni perezoso, le mandó un telegrama a la tía Lila que decía:
"Te adoro, voy a buscarte. Firmado: Mito"
Mi mamá me contaba que aún pasados varios años de este episodio, cada vez que se lo recordaban a la tía Lila, ¡volvía a pelearse con el tío Mito!, tal y como si hubiera sucedido el día anterior.
Asistí varias veces a reuniones familiares en la Logia Surcos.
Los Hermanos mantenían su reunión a puertas cerradas primero, y luego, abrían la Logia para que entraran los familiares a participar de la reunión.
Lógicamente, le preguntaba a papá el propósito y objetivo de las reuniones, pero la respuesta era siempre la misma: "Es un secreto y no te lo puedo decir".
Misterios de la Masonería
La Masonería entonces, fue todo un misterio para mí, aunque crecí entre Masones, y fui primo, hijo, sobrino, nieto y bisnieto de Masones.
La Masonería entonces, fue todo un misterio para mí, aunque crecí entre Masones, y fui primo, hijo, sobrino, nieto y bisnieto de Masones.
Nadie se olvida de mi bisabuelo, Amaro Ferreira Ramos, quien obtuviera el máximo grado masónico, Grado 33 y Gran Portaestandarte.
Nadie fuera de la Masonería sabe lo que es eso, pero forma parte de los logros vivenciales del Abuelito Amaro.
La Hermandad Masónica
A pesar de todos sus misterios, era muy edificante observar la verdadera amistad con la que se trataban los "Hermanos", todavía más para mí, que no tuve hermanos, dado que soy hijo único.
Parecería que la única hermandad que me era dable conocer, era la Hermandad virtual que otorga la Masonería.
Sin embargo, tuvo que fallecer papá, para que yo me diera cuenta de que todavía me faltaba por conocer esa faceta suya.
Así es que tratando de conocer más a mi familia, me presenté a la Logia de Deerfield Beach, en Florida, donde me aceptaron como Aprendiz.
Organizaciones paralelas
Los Shriners son organizaciones de beneficencia, cuyos integrantes son masones.
Una de las tareas más conocidas de estas organizaciones, son el servicio voluntario y gratuito de transporte de niños enfermos desde y hacia Hospitales especializados para su tratamiento e internación.
Estas organizaciones paralelas, son muy divertidas, pero la condición primaria para pertenecer a ellas, es ser Masón.
Tuve ocasión de participar de varias reuniones del Mahi Shrine, junto a otros Hermanos.
Quizás la más interesante fue el encuentro de todos los Shrines de Estados Unidos, que tuvo lugar en Baltimore en 2005.
En ese entonces intentamos establecer "The Fraternal Cigar Company". Un negocio en el cual permitíamos a cada Shrine establecer su propio Logotipo en los habanos, simultáneamente donando parte de la ganancia a los Hospitales de su preferencia.
Era una buena idea de marketing, pero no prosperó, dado que el tabaco y la salud, no conjugan, aún cuando se lo disfrace como una forma de beneficencia.
Era una buena idea de marketing, pero no prosperó, dado que el tabaco y la salud, no conjugan, aún cuando se lo disfrace como una forma de beneficencia.
Mudanz a y Retiro
Mi mudanza a New York, hicieron que me alejara de los Hermanos de Deerfield Beach, y la Logia de New Yo rk quedaba demasiado lejos y era impráctico asistir asiduamente.
Visité a los Hermanos de New York varias veces, pero luego dejé de concurrir a la Logia.
Ahora conozco aquello que todos mis antepasados conocieron, y estoy satisfecho con eso. No llegué al Grado 33, como abuelito Amaro, pero me conformo con mi Grado 32.
Visité a los Hermanos de New York varias veces, pero luego dejé de concurrir a la Logia.
Ahora conozco aquello que todos mis antepasados conocieron, y estoy satisfecho con eso. No llegué al Grado 33, como abuelito Amaro, pero me conformo con mi Grado 32.
Es muy probable que reincida...