Habló sobre la masonería, cuyo padrón de miembros registra figuras notables: desde Benjamín Franklin y Thomas Alba Edison, hasta San Martín, O’Higgins, Sarmiento, Artigas, Martí o Salvador Allende, sólo por mencionar algunos y con el perdón de Cromwell y Lincoln.
-Ustedes, son misteriosos, temidos y hasta repudiados...
-Sólo somos ciudadanos comunes con un objetivo, ser buenas personas y trabajar en pro de la elevación moral, la solidaridad y el mejoramiento de la calidad de vida de nuestros semejantes, pero enajenando de nuestro pensamiento todo tipo de dogmatismo.
-Un masón que se inicia es inmediatamente excomulgado por la Iglesia Católica. ¿Por qué tienen ese problema con una institución tan poderosa?
- No tenemos problemas con la Iglesia ni con ningún otro culto. Ellos quizás sí con nosotros y por una razón esencial: no reconocemos verdades reveladas, creemos en la investigación y en la ciencia. Por ello es que los dogmáticos están en contra de la masonería.
- Lo que pasa es que la masonería siempre estuvo, está y estará presente en la vida social, política y científica de los pueblos buscando mejor calidad de vida para los humanos. Y nuestra influencia se debe no a ir en pos de ella como tal sino al trabajo de los masones, eternos buscadores de la verdad y la perfección. En nuestros talleres tenemos un principio: la tolerancia en base al disenso.
- No se trata de un mundo secreto sino discreto. Por nuestra carácter libertario y antitotalitario, hemos soportado la presión de las dictaduras desde los años ‘30, al menos en la Argentina. Pero las cosas han cambiado.
-Una materia pendiente.Fuente: El Tribuno - Argentina