Una noche de Abril, después de terminada la Semana Santa , los trabajos se reanudaron utilizando rituales recortados. La invocación al G:.A:.D:.U:. ni siquiera se dio. Las órdenes de apertura llegaron al segundo vigilante. El acta de la Tenida Anterior se leyó con accidentada dicción. Los grotescos bostezos hicieron que el cuadro se completara en un torrente flujo de desdén.
La palabra fue concedida. Se trataron asuntos triviales. Antes de que el silencio reinara, se escucho los toques misteriosos del grado que hicieron retumbar la puerta de entrada. El Guarda Templo quedó mudo al abrir el postigo. Su espada se empezó a derretir hasta casi quemarle la mano. Las puertas se abrieron en par entero. Una luz inmensa se dejó ver; una luz cegadora. Una silueta se dibujaba entre el haz dominante.
Una música sepulcral se dejó escuchar por quién sabe de que lugar. El misterioso hombre iba vestido de riguroso negro con ropajes antiguos, una toga negra cubierta por un dominó negro que le cubría la cara parcialmente. Su mirada era fija, penetrante y escudriñó hasta el más pequeño de los sitios.
Desde el Oriente el Venerable Maestro le pregunta:-¿Quié n eres? , ¿De dónde venís?, ¿Qué buscáis? , ¿Sois Masón?...- El misterioso hombre respondió respondió a todas las preguntas según el catecismo. A todas menos a la primera.
El V:.M:. volvió a preguntar, el silencio fue acompañado de un temor.-Yo soy, el que necesitaba venir,el que todos ustedes mataron, condenaron y sepultaron, pero yo no he de morir mientras habité en el mundo el último de los masones, yo soy el espíritu masónico- habló en espontánea forma el desconocido. Los dignatarios se indignaron por esa muestra de expresa arrogancia.
El V:.M:. ,presa de su orgullo y dando malletazos ordenó a los expertos a que echaran fuera al extranjero. A aquel misterioso ser que había osado entrar con los lineamentos marcados por el ritual. Un estruendo arrebató el instante de llevar a cabo tal acción. Una luz multicolor emanó del Altar Sagrado y con ella un mallete hecho de madera de acacia se dejo entrever dentro de aquel resplandor. El taller preso de aquella sorpresa fue invadido por el medio.
Un querubín se transfiguró de aquel luminoso destello. En sus manos llevaba la espada flamígera, encendida con el fuego de las pasiones y con el del remordimiento. Los expertos caminaron en retroceso unos cuantos pasos hasta ser detenidos por sus asientos. Sus espadas también fueron derretidas.
Los pies de las personas ahí reunidas estaban cada vez más pesados. El querubín habló con voz difusa y alimentando el eco que aquellas paredes no solían producir.-Este que ustedes ven frente a frente, es el tercer vigilante, aquel que siempre ha estado con ustedes y que nunca quisieron ver; aquel al que nunca pusieron atención.-dijo el dignatario celestial con voz multitonal-.
El V:.M:. cuestionó tal medida preguntando al ángel de fuego:-¿Por qué un vigilante?, ¿qué columna vigila?, ¿Qué parte del poder de la Logia representa?, ¿qué parte juega en nuestros rituales?... no se,…no se..¿qué es lo que esta pasando?- dijo con voz entrecortada, como inmersa en un miedo que no quería aceptar-.
Yo soy el tercer vigilante, vigilo lo más importante de la logia…El altar Sagrado. ¿Qué vigilante o dignatario se ocupa de ello?, en la escueta invocación al creador de creadores, ni siquiera se lee con cuidado el salmo de la Fraternidad, todo se volvió costumbre, rutina, ya nada tiene sentido si no es por lo que yo vigilo. He estado invisible hasta que no soporté más…-agregó el visitante con voz sobria y recia.
El silencio gobernó el lugar por algunos instantes. Un estruendo sacudió aquel sitio, era un temblor, un terremoto. Del suelo mosaico del lado occidental del Altar emergió un trono, un trono hecho con madera de acacia y con inscripciones antiguas, las mismas que no son relevantes mencionar.
El hombre se sentó y con un golpe de mallete dijo: -Hermano, segundo vigilante, podemos proceder-. Los vigilantes trasmitieron la notación. Para aquellos momentos el querubín se había esfumado, no sin antes dejar la espada flamígera en su sitio.-Perdón hermanos-dijo el nuevo vigilante,-olvide restituir sus espadas-agregó . En esos momentos el cielo se vistió de furia, lo que antes era una apacible noche se transformó en tormentosa. Los truenos no dejaban escuchar ni una sola palabra. En eso un rayo entró por una de las ventanas y envistió ambas columnas, J y B y le dio un corte perfecto como hecho por un bisturí.
Dentro de éstas habían doce espadas hechas de titanio, de acero y del oro más puro que cedieron su peso cayendo al suelo. El maestro de ceremonias llevo a cada quien las espadas. Cuando cada uno empuñó sus espadas, sus vestiduras cambiaron, todos quedaron vestidos con ropajes negros dispuestos de manera de togas que les llegaban hasta debajo de la rodilla. Los collarines eran de piel de cordero con orillaje metalizado en oro, cada uno de ellos tenía, además de su joya su nombre inscrito.
El V:.M:. no sabia que decir, pero finalmente logró preguntar- ¿a qué se debe todo esto?, ¿por qué estamos vestidos de esta forma?.
¿No lo saben acaso?, cuando el Altar Sagrado está bien guardado, con las debidas reverencias y cuidados la logia se convierte en un palacio, se convierten en verdaderos templos, portadores de la verdad que el cosmos nos brinda-respondió el mágico ser-.
En eso, el temblor y la tempestad despertaron la curiosidad de otras logias que sin perder un instante se dejaron ir. Cuando entraron, aquel templo no distaba mucho del que Salomón construyó por voz de su profeta Natán al Creador de Creadores.
De ahí en adelante el tercer vigilante no opinó, no habló, no gesticuló, ni dejo entrever ningún signo distinto de lo que su puesto requería ser cubierto.
El V:.M:. recibió la infinita sabiduría del Hacer del Cosmos. Los trabajos estaban por cerrarse cuando éste pregunta al tercer vigilante- ¿qué reina en vuestra columna, hermano tercer vigilante?-, el dignatario responde haciendo uso de ademanes y lo hace de pie- En mi columna siempre ha reinado el silencio, puesto que es la columna de la paz, la columna en donde brillan las antorchas de la Ciencia, La Virtud y la Fraternidad, que hoy han vuelto a tomar forma.
El V:.M:. declaró cerrados los trabajos y todo despareció. ¿Seria un sueño o alucinación colectiva?, ¿Quién sabe? Lo que si es seguro es que las columnas seguían penetradas. Nadie supo qué fue lo que pasó, pero yo pienso que todo pasó porque donde tiene el hombre su tesoro ahí tiene su corazón.
La palabra fue concedida. Se trataron asuntos triviales. Antes de que el silencio reinara, se escucho los toques misteriosos del grado que hicieron retumbar la puerta de entrada. El Guarda Templo quedó mudo al abrir el postigo. Su espada se empezó a derretir hasta casi quemarle la mano. Las puertas se abrieron en par entero. Una luz inmensa se dejó ver; una luz cegadora. Una silueta se dibujaba entre el haz dominante.
Una música sepulcral se dejó escuchar por quién sabe de que lugar. El misterioso hombre iba vestido de riguroso negro con ropajes antiguos, una toga negra cubierta por un dominó negro que le cubría la cara parcialmente. Su mirada era fija, penetrante y escudriñó hasta el más pequeño de los sitios.
Desde el Oriente el Venerable Maestro le pregunta:-¿Quié n eres? , ¿De dónde venís?, ¿Qué buscáis? , ¿Sois Masón?...- El misterioso hombre respondió respondió a todas las preguntas según el catecismo. A todas menos a la primera.
El V:.M:. volvió a preguntar, el silencio fue acompañado de un temor.-Yo soy, el que necesitaba venir,el que todos ustedes mataron, condenaron y sepultaron, pero yo no he de morir mientras habité en el mundo el último de los masones, yo soy el espíritu masónico- habló en espontánea forma el desconocido. Los dignatarios se indignaron por esa muestra de expresa arrogancia.
El V:.M:. ,presa de su orgullo y dando malletazos ordenó a los expertos a que echaran fuera al extranjero. A aquel misterioso ser que había osado entrar con los lineamentos marcados por el ritual. Un estruendo arrebató el instante de llevar a cabo tal acción. Una luz multicolor emanó del Altar Sagrado y con ella un mallete hecho de madera de acacia se dejo entrever dentro de aquel resplandor. El taller preso de aquella sorpresa fue invadido por el medio.
Un querubín se transfiguró de aquel luminoso destello. En sus manos llevaba la espada flamígera, encendida con el fuego de las pasiones y con el del remordimiento. Los expertos caminaron en retroceso unos cuantos pasos hasta ser detenidos por sus asientos. Sus espadas también fueron derretidas.
Los pies de las personas ahí reunidas estaban cada vez más pesados. El querubín habló con voz difusa y alimentando el eco que aquellas paredes no solían producir.-Este que ustedes ven frente a frente, es el tercer vigilante, aquel que siempre ha estado con ustedes y que nunca quisieron ver; aquel al que nunca pusieron atención.-dijo el dignatario celestial con voz multitonal-.
El V:.M:. cuestionó tal medida preguntando al ángel de fuego:-¿Por qué un vigilante?, ¿qué columna vigila?, ¿Qué parte del poder de la Logia representa?, ¿qué parte juega en nuestros rituales?... no se,…no se..¿qué es lo que esta pasando?- dijo con voz entrecortada, como inmersa en un miedo que no quería aceptar-.
Yo soy el tercer vigilante, vigilo lo más importante de la logia…El altar Sagrado. ¿Qué vigilante o dignatario se ocupa de ello?, en la escueta invocación al creador de creadores, ni siquiera se lee con cuidado el salmo de la Fraternidad, todo se volvió costumbre, rutina, ya nada tiene sentido si no es por lo que yo vigilo. He estado invisible hasta que no soporté más…-agregó el visitante con voz sobria y recia.
El silencio gobernó el lugar por algunos instantes. Un estruendo sacudió aquel sitio, era un temblor, un terremoto. Del suelo mosaico del lado occidental del Altar emergió un trono, un trono hecho con madera de acacia y con inscripciones antiguas, las mismas que no son relevantes mencionar.
El hombre se sentó y con un golpe de mallete dijo: -Hermano, segundo vigilante, podemos proceder-. Los vigilantes trasmitieron la notación. Para aquellos momentos el querubín se había esfumado, no sin antes dejar la espada flamígera en su sitio.-Perdón hermanos-dijo el nuevo vigilante,-olvide restituir sus espadas-agregó . En esos momentos el cielo se vistió de furia, lo que antes era una apacible noche se transformó en tormentosa. Los truenos no dejaban escuchar ni una sola palabra. En eso un rayo entró por una de las ventanas y envistió ambas columnas, J y B y le dio un corte perfecto como hecho por un bisturí.
Dentro de éstas habían doce espadas hechas de titanio, de acero y del oro más puro que cedieron su peso cayendo al suelo. El maestro de ceremonias llevo a cada quien las espadas. Cuando cada uno empuñó sus espadas, sus vestiduras cambiaron, todos quedaron vestidos con ropajes negros dispuestos de manera de togas que les llegaban hasta debajo de la rodilla. Los collarines eran de piel de cordero con orillaje metalizado en oro, cada uno de ellos tenía, además de su joya su nombre inscrito.
El V:.M:. no sabia que decir, pero finalmente logró preguntar- ¿a qué se debe todo esto?, ¿por qué estamos vestidos de esta forma?.
¿No lo saben acaso?, cuando el Altar Sagrado está bien guardado, con las debidas reverencias y cuidados la logia se convierte en un palacio, se convierten en verdaderos templos, portadores de la verdad que el cosmos nos brinda-respondió el mágico ser-.
En eso, el temblor y la tempestad despertaron la curiosidad de otras logias que sin perder un instante se dejaron ir. Cuando entraron, aquel templo no distaba mucho del que Salomón construyó por voz de su profeta Natán al Creador de Creadores.
De ahí en adelante el tercer vigilante no opinó, no habló, no gesticuló, ni dejo entrever ningún signo distinto de lo que su puesto requería ser cubierto.
El V:.M:. recibió la infinita sabiduría del Hacer del Cosmos. Los trabajos estaban por cerrarse cuando éste pregunta al tercer vigilante- ¿qué reina en vuestra columna, hermano tercer vigilante?-, el dignatario responde haciendo uso de ademanes y lo hace de pie- En mi columna siempre ha reinado el silencio, puesto que es la columna de la paz, la columna en donde brillan las antorchas de la Ciencia, La Virtud y la Fraternidad, que hoy han vuelto a tomar forma.
El V:.M:. declaró cerrados los trabajos y todo despareció. ¿Seria un sueño o alucinación colectiva?, ¿Quién sabe? Lo que si es seguro es que las columnas seguían penetradas. Nadie supo qué fue lo que pasó, pero yo pienso que todo pasó porque donde tiene el hombre su tesoro ahí tiene su corazón.
Trabajo rescatado por el A:.M:. Q:.H:. Sergio Ramírez Albújar de la R:.L:.S:. Parthenon 4 No. 10 de la M:.R:. Gran Logia Constitucional de los Antiguos libres y aceptados Masones de la Republica del Perú.