Cairo, 8 jul (PL) Arqueólogos egipcios desafiaron nuevamente las entrañas del desierto y descubrieron dos tumbas con pinturas de envidiable colorido que datan de hace cuatro mil 300 años en Saqqara, afamada necrópolis de la antigua capital de Menfis.
El secretario general del Consejo Supremo de Antiguedades (CSA), Zahi Hawass, explicó que las tumbas esculpidas en piedra y con puertas falsas pertenecieron a un padre y su hijo que fueron supervisores de escribanos de los faraones.
Los sepulcros, uno de los cuales estaba intacto y contenía jarras para ofrendas a los dioses y otros objetos funerarios, pertenecieron a un funcionario llamado Shendwa y su vástago, Khonsu, explicó Hawass a periodistas presentes en el importante sitio arqueológico.
Ambos hombres vivieron durante la VI Dinastía, que se remonta a cerca de cuatro mil 300 años y están localizadas en inmediaciones de la Pirámide Escalonada de Saqqara, perteneciente al faraón Dhoser y el más antiguo monumento pétreo conocido en el mundo.
Las pinturas con ilustraciones de los dueños y el buen estado de conservación hicieron a las mencionadas tumbas merecedoras de ser consideradas las "más distinguidas del Antiguo Reino que se hayan encontrado jamás", según expresó el jefe de la arqueología en Egipto.
Hawass señaló, sin embargo, que la humedad dañó la sepultura del padre, mientras la del aludido hijo fue objeto de saqueo hace siglos, pero lo impactante para periodistas es la nitidez de los llamativos colores de las pinturas sobre piedra.
Los jeroglíficos que flanquean una puerta falsa -por donde los antiguos egipcios creían que el difunto transitaba al más allá- están coronados por imágenes en las que contrastan el rojo y el amarillo intensos, además de tonos más discretos de azul, negro y cafés.
En el umbral de la puerta falsa de la tumba de Shendwa se localizó un pozo de alrededor de 16 metros de profundidad donde reposaban restos del finado y numerosos artefactos que habitualmente se empleaban en la liturgia fúnebre del Antiguo Egipto.
El titular del CSA mostró también vasijas de piedra caliza con forma de pato dentro de las cuales se colocaron esqueletos de esas aves, una pequeña cabeza de madera oscura y un obelisco, que se solían emplear en las V y VI dinastías como señal de fe en el dios Sol (Raa).
lac/Ucl
El secretario general del Consejo Supremo de Antiguedades (CSA), Zahi Hawass, explicó que las tumbas esculpidas en piedra y con puertas falsas pertenecieron a un padre y su hijo que fueron supervisores de escribanos de los faraones.
Los sepulcros, uno de los cuales estaba intacto y contenía jarras para ofrendas a los dioses y otros objetos funerarios, pertenecieron a un funcionario llamado Shendwa y su vástago, Khonsu, explicó Hawass a periodistas presentes en el importante sitio arqueológico.
Ambos hombres vivieron durante la VI Dinastía, que se remonta a cerca de cuatro mil 300 años y están localizadas en inmediaciones de la Pirámide Escalonada de Saqqara, perteneciente al faraón Dhoser y el más antiguo monumento pétreo conocido en el mundo.
Las pinturas con ilustraciones de los dueños y el buen estado de conservación hicieron a las mencionadas tumbas merecedoras de ser consideradas las "más distinguidas del Antiguo Reino que se hayan encontrado jamás", según expresó el jefe de la arqueología en Egipto.
Hawass señaló, sin embargo, que la humedad dañó la sepultura del padre, mientras la del aludido hijo fue objeto de saqueo hace siglos, pero lo impactante para periodistas es la nitidez de los llamativos colores de las pinturas sobre piedra.
Los jeroglíficos que flanquean una puerta falsa -por donde los antiguos egipcios creían que el difunto transitaba al más allá- están coronados por imágenes en las que contrastan el rojo y el amarillo intensos, además de tonos más discretos de azul, negro y cafés.
En el umbral de la puerta falsa de la tumba de Shendwa se localizó un pozo de alrededor de 16 metros de profundidad donde reposaban restos del finado y numerosos artefactos que habitualmente se empleaban en la liturgia fúnebre del Antiguo Egipto.
El titular del CSA mostró también vasijas de piedra caliza con forma de pato dentro de las cuales se colocaron esqueletos de esas aves, una pequeña cabeza de madera oscura y un obelisco, que se solían emplear en las V y VI dinastías como señal de fe en el dios Sol (Raa).
lac/Ucl