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Desde Cuba: Masonería, mediación y mediadores

Por Gustavo Pardo Valdés

LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org. La Mediación que propicie el dialogo franco, bien intencionado y abierto entre partes en conflicto, es un recurso de inestimable valor para evitar las confrontaciones violentas entre las naciones, las facciones políticas existentes dentro de un mismo país, e incluso entre los individuos.

Tras los primeros momentos de euforia por los últimos acontecimientos ocurridos en Cuba, sus resultados han dejado más expectativas que soluciones reales.

Es cierto que una veintena de hombres, que nunca debieron de haber sido aprehendidos, y mucho menos sancionados a largas penas de prisión, han sido excarcelados y desterrados a España, pero, ¿y las causas que motivaron todo esto? Se ha tratado sobre uno de los efectos que a lo largo de cinco décadas ha producido el régimen castrista sobre la sociedad cubana; pero no de la causa: la ausencia de un Estado de Derecho en la Isla. Hasta el momento, no se ha informado que ello estuviese sobre la mesa de la llamada “negociación”.

Ciertos miembros de la Masonería han criticado a los dirigentes de esta Institución por no haber participado en la “mediación” que se estaban llevando a efecto por parte de la jerarquía católica del país; es cierto que la Fraternidad masónica cubana se ha encontrado ausente de estas “negociaciones”; cabe preguntarse, ¿hasta dónde los resultados obtenidos de las mismas pueden evaluarse como positivos?

Hoy el Cardenal Jaime Ortega Alamino y el ministro español Moratinos se encuentran ante una posición muy difícil de explicar; porque, en realidad, no están mediando nada, ni propiciando el dialogo entre partes en conflicto; por lo que hablar de mediación se vuelve algo virtual, fantasioso; más bien la palabra que cabe es la de colaboración.

La Masonería es una institución de carácter universal; constituida por Grandes Logias que radican cada cual en sus respectivos países. La Gran Logia de Cuba, debe atenerse a las leyes generales de la organización internacional; por lo que debe de medir con sumo cuidado sus proyecciones públicas.

El haber sido participe en estas gestiones, porque no se puede hablar de dialogo, y mucho menos de mediación, le habría conllevado a un enfrentamiento interno de muy serias proporciones; porque, de hecho, la institución y sus dirigentes, se habrían colocado en una esquina muy definida del escenario, o sea, serían cómplices del gobierno, más que mediadores entre éste y la sociedad civil; que es lo que realmente se requiere.

Durante décadas, la Gran Logia de Cuba no ha hecho nada, no ya por plantear al gobierno de la nación la necesidad de efectuar cambios que conlleven a abrir la sociedad cubana, en primer término, a su propio pueblo, y al mundo exterior; sino, que ni siquiera ha intercedido por los 13 masones del Grupo de los 75 que permanecieron, y algunos aun se mantienen, presos. Pero, de ahí a adoptar la condición de coautor, aun va un largo trecho.

La Masonería, tiene el deber de proyectar su ideal de Libertad, Igualdad y Fraternidad a la sociedad; buscando solucionar las causas que originan las crisis, no sus efectos.

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