A.·.L.·.G.·.D.·.G.·.G.·.D.·.U.·.
Gran Logia Constitucional del Perú
Q.·.H.·. José Luis Carrasco Barolo
2do. Vig.·.
F.·.C.·.R.·.L.·.S.·. «Luis Heysen Inchaustegui» N° 3
Se nos ha dicho muchas veces que el Gr.·. de C.·F.·.M.·. es una etapa muy importante para los masones y que si no se recorre con dedicación y esmero lo más seguro es que se obtenga un mal M.·.M.·. Considero que esas frases no son lo suficientemente justas con la importancia del segundo paso en la Francmasonería, pues lo dibujan como un tiempo de transición, frívolamente expresado.
En el ritual del 1er. Gr.·. se nos dice que debemos labrar la P.·.B.·. hasta poder entregarla en las manos de un operario más experto. ¿Pero a quién identifica la P.·.B.·.? La P.·.B.·., como sabemos, nos representa a nosotros mismos, a cada uno de los iniciados en la orden, que sincera y honestamente buscan construir un templo en el corazón. Ahora bien, ¿quién es este artesano más experto? Pues, un C.·.F.·.M.·.
Nos han dado nuevas herramientas, que unidas a las del 1er. Gr.·. nos ayudaran a desbastar la P.·.P.·. y que junto a las de todos nuestros hermanos y hermanas servirán para la construcción del Gran Templo, elevando Ccl.·. a la Virtud y a la Moral.
El Gr.·. del C.·.F.·.M.·. nos impulsa a conocer más de los asuntos de la ciencia y la naturaleza; nos conduce de la cantera hacia la maravilla del Templo; somos los operarios más expertos y que ahora podemos tener contacto directo con el Trazado que el M.·.M.·. burila (aunque todavía quizás no lo entendamos de manera completa).
Por eso, el candidato a la O.·. llega con los oo.·. vv.·., mientras que al C.·.F.·.M.·. que camina hacia el Or.·. con un solo o.·.v.·. se le descubren –aunque todavía incompletas- las maravillas que el G.·.G.·.D.·.U.·. le tiene deparadas. El Gr.·. de C.·.F.·.M.·. es un ascenso, un «adelanto», un crecimiento en los conocimientos, es un avance en el develar de los misterios.
En ese sentido, la Esc.·. de C.·. representa este crecimiento, pero su ascenso no es fácil, ya que hay que llegar hasta el H.·. 2do. Vig.·. que nos pedirá la P.·. de P.·., para saber si somos enemigos o amigos; es decir, si somos dignos de cruzar el umbral de la poca luz del norte hacia la brillantez del sur, pero de todas maneras aunque más luminoso todavía un simple reflejo de la v.·.l.·.
Y el conocimiento de la naturaleza se nos descubre como un nuevo nacimiento, siendo esa la razón por la que debemos ingresar a la C.·. de R.·., desde donde, ya en posesión de las herramientas del Ap.·., aprenderemos a usar unas nuevas, que el H.·. 1er. Vig.·. nos entrega por orden del V.·.M.·. en nuestra ceremonia de adelanto. Salimos del C.·. de R.·. renacidos. Es decir, debemos morir para que de nosotros nazca una nueva vida: tenemos un segundo nacimiento en el espíritu, la entrada a un nuevo estado.
Tras la llamada Edad Media, unos cuantos hombres y mujeres entendieron que su libertad era la base para comprender su propio mundo, tanto el externo como el interno, y sentaron las bases de un espacio espiritual mucho más real y concreto. Descubrieron que el ser humano estaba ligado existencialmente a la naturaleza y por eso a dicho momento histórico se le conoció desde entonces como el «Renacimiento». Y no era otra cosa que el descubrimiento a través de nuestros sentidos, tanto físicos como espirituales, de su propia humanidad, sagrada y a la vez terrenal.
Esto justificó luego que la razón, la forma privilegiada para encontrar las respuestas en su vida, les guiara hacia la perfección de establecer con fuerza una muralla a los vicios y a la inmoralidad. La ciencia va ligada a ello, porque ella nos descubre la belleza de la naturaleza y la comprensión más clara de nuestro Yo. Por ello, debemos estudiar con énfasis las siete artes liberales, para permitir a nuestro espíritu abarcar al mundo y poder, desde nosotros mismos, cambiarlo. Como ha señalado el R.·.H.·. Ivan Gallegos, en dicha época se reconocía como Maestro en Ciencias al que demostraba su conocimiento en el trívium y el cuadrivium.
El Ap.·. «tartamudea» al caminar, mientras que el C.·.F.·.M.·. avanza a paso firme hacia la luz del medio día, pero no debe ser soberbio, por lo que jamás debe olvidar de donde proviene y regresando su paso, debe tomar el impulso necesario para enfrentar su destino, el cual se encuentra escrito en su corazón: buscar la v.·.l.·., igual que lo hizo nuestro H.·. Moisés acompañado del pueblo hebreo.
Mientras que el Ap.·., desde su inocencia y vestido con su blanco mandil le pregunta a la Orden cómo debe realizar las cosas; el C.·.F.·.M.·. le pregunta el por qué, investigando y estudiando, con perseverancia y con dinamismo, pues es en la maestría cuando obtendrá la respuesta del para qué de las cosas de este mundo, debiendo por lo tanto instruir a todos sus HH.·. con amor y sabiduría. Esa es la importancia del Gr.·. de C.·.F.·.M.·., he ahí su trascendencia. No es un momento de transición, es la esencia de la Mas.·.: sin él, el Ap.·. seguirá caminando pero no contará con seguridad alguna, pues todavía está lejos de vislumbrar hacia dónde se dirige; sin la investigación y estudio que ha realizado durante el Gr.·. de C.·.F.·.M.·., el M.·.M.·. no entenderá jamás cuál fue el camino que ha recorrido y sentirá que ha despertado de un sueño, hallándose entre extraños, jamás entre amigos, menos entre HH.·..
Por otro lado, las herramientas del C.·.F.·.M.·.: la E.·., la Pl.·. y el N.·., nos descubren que la ciencia y la virtud no son simples anhelos, sino elementos fundamentales de la conducta de todo M.·.; ellas nos darán la sabiduría para luchar en contra de la ignorancia, la hipocresía, la ambición, el fanatismo y la intemperancia.
Esos son los demonios a los que el C.·.F.·.M.·. se enfrenta y en donde su moral y su virtud pueden llegar a desfallecer, y si sucumbimos a dichos enemigos, el resultado será, primero, lo que el S.·.P.·. del Gr.·. de A.·. nos enseña: que habremos perdido nuestro entendimiento de las cosas, ya que a través del lenguaje el hombre se ha relacionado con su mundo y, también será lo que el S.·.P.·. del Gr.·. de C.·.F.·.M.·. nos enseña: que habremos perdido todo lo más humano que teníamos, lo que nos diferenciaba de los animales irracionales: los sentimientos más profundos y elevados. He ahí la relación que veo entre las herramientas de cada Gr.·. y los SS.·. que los identifican.
El Gr.·. de C.·.F.·.M.·. no es un tiempo de transición, es el momento esencial para que el M.·. justifique el conocimiento de sí mismo que inicio cuando fue Ap.·. y le dé estabilidad y fuerza a su obligación como H.·. en la enorme cadena fraternal de la Or.·.
En cuanto al Mandil, a diferencia del mandil blanco del Ap.·., el mandil del C.·.F.·.M.·. se caracteriza en el rito de york por las dos rosetas que lo adornan (Algunos las llaman “borlas”, pero es más adecuado el nombre de rosetas). Estas dos rosetas identifican el S.·.P.·.R.·. de la francmasonería, es decir, que significan para el C.·.F.·.M.·. que sus HH.·. han reconocido que ha hecho suficientes progresos en la ciencia, pero a la vez también significa que todavía no alcanza un conocimiento pleno, por lo que el C.·.F.·.M.·. debe realizar un “constante estudio” de “las ciencias y artes liberales”, para de esa manera lograr estar en capacidad de cumplir mejor los deberes que tiene en dicho estado. Así visto, aunque se ha mantenido como usual el nombre roseta para denominar a los dos adornos que lleva el mandil del C.·.F.·.M.·., según nuestro diccionario el término más adecuado es el de rosetón, puesto que roseta es un diminutivo de rosa, siendo el aumentativo rosetón el que se corresponde con las ventanas características de la arquitectura románica, materia de estudio del Gr.·. También podemos ver en las dos rosetas la persistencia de la necesidad de vivir en armonía, puesto que una puesta al lado de la otra identifica la unión de contrarios de la lógica dialéctica, aquel problema que también encontramos en nuestro Pab.·. de Mos.·. La existencia terrenal nos hace enfrentarnos constantemente a problemas, debiendo tener presente que nuestros templos espirituales son la respuesta a dicho enfrentamiento y éstos se construyen con perseverancia y con dinamismo, siendo éstas a su vez las manifestaciones de los toques del C.·.F.·.M.·.
La perseverancia impide que nos desviemos del camino hacia la v.·. l.·., pues si somos “chispa divina” y se ha encendido en nuestros corazones el fuego de la pasión por la Or.·., es claro – o por lo menos debería serlo- que nuestro camino deberá mantenerse dinámico bajo los lineamientos y parámetros de la moral Mas.·. No me refiero a las reglas positivas de conducta, pues el M.·. es un hombre libre y de buenas costumbres, es un libre pensador; me refiero a aquellas reglas que se han escrito en nuestra alma por el G.·.G.·.D.·.U.·., aquellas reglas que se traducen en la lucha continua contra las malas pasiones y contra el mal que aqueja a nuestras sociedades, a nuestras comunidades: es el triunfo del bien por sobre el mal, y sólo perseverando en esta condición justificaremos nuestro adelanto en la Or.·. Ya no somos los AA.·. que escuchábamos y callábamos, somos los que acompañamos a los MM.·. en el trabajo continuo de pulir nuestras piedras; estamos a su lado, nutrimos nuestra alma directamente del crisol del M.·.M.·. sin temor a quemarnos, sin escrúpulos ni desconfianza como nos enseña el ritual. Y aunque cada uno responda por su propia P.·., no debemos olvidar que somos una más del Gran Templo en honor al G.·.G.·.D.·.U.·.
Pero esta perseverancia no es estática, debe ser dinámica. Según algunos autores el dinamismo identifica a nuestro deseo apresurado de culminar el estudio de los principios e ideales que la francmasonería propugna. No concuerdo con esta definición, pero tampoco me parece muy alejada de la realidad, puesto que no hay que olvidar que el C.·.F.·.M.·. sigue siendo un Ap.·. y que si bien ha sido adelantado, todavía no conoce plenamente los secretos ni maneja adecuadamente los principios de la Or.·. Pero no hay que preocuparse, pues cada cosa se da en el tiempo y lugar justos. Napoleón le decía a su ujier: “vísteme despacio que tengo prisa”, así mismo, el C.·.F.·.M.·. no debe acelerar en sus conocimientos por el sólo hecho de estar en el Gr.·., siendo necesario que avance de acuerdo a su propio desarrollo y estimaciones personales, pues como se ha señalado por algunos HH.·., si bien tiene la obligación de estudiar las siete artes liberales (que en realidad no son ni artes ni liberales), en la actualidad no es posible que alguien conozca la información y enseñanzas de todas ellas a la vez. Entonces ¿por qué exigirles a los CC.·.FF.·.MM.·. que las estudien todas? Lo que debe tenerse presente es que el estudio de los principios y reglas de la Or.·. pasa por el conocimiento de todas las herramientas necesarias, especialmente las de su Gr.·., encontrando la explicación de ellas en las artes y las ciencias; vosotros HH.·., como CC.·.FF.·.MM.·., debéis seguir lo que su corazón os indique y perseverar de manera dinámica en la construcción de vuestro templo espiritual, descubriendo en la Or.·. todo lo bueno que muchos HH.·. antes que nosotros han examinado y nos han dejado, pero haciendo sus propios caminos.
Por otro lado, la dos rosetas también pueden identificar a las dos columnas de la entrada o pórtico del T.·. del R.·.S.·., puesto que no debemos olvidar que las palabras sagradas unidas también guardan relación con el plan del Altísimo. El C.·.F.·.M.·. debe Est.·. con F.·. las piedras de su templo, para ser de esa manera un individuo útil para la sociedad en la que vive, un ejemplo de lo que es la Mas.·., de lo que significa ser M.·.
Recuerden que no debemos olvidar lo que alcanzamos con el P.·.P.·.R.·., siendo esa la razón por la cual no solo nuestra mirada si no también nuestro espíritu debe encaminarse hacia el N.·., regresar a nuestra raíz, para no olvidar jamás el tiempo en que estuvimos a oscuras, ciegos, escuchando a nuestros HH.·. mayores que nos enseñaban a dar golpes sobre la piedra para extraerla de la cantera. No debemos ser sepulcros blanqueados como dijo el M.·. Jesús, debemos ser luces que iluminen el camino no solo de los HH.·. sino también de cualquier persona de buena voluntad que al lado nuestro avance.
Para terminar, quiero citar las palabras de un filósofo estoico que llegó a ser emperador romano, me refiero a Marco Aurelio, quien en sus «Meditaciones» nos dijera:
«Desde el alba hay que decirse con énfasis a uno mismo: me toparé con el entrometido, con el desagradecido, con el soberbio, con el taimado, con el malicioso, el insociable. Todos esos rasgos concurren en ellos por su ignorancia de los bienes y males. Yo, al contrario, tras haber contemplado la naturaleza del bien y ver que es algo bello, y la de mal y ver que es algo vergonzoso, y la naturaleza del que yerra y ver que es de mi linaje, no por la misma sangre o simiente, sino por ser partícipe de la inteligencia y fracción divina, tampoco puedo sufrir perjuicio por parte de alguno de ellos, porque nadie me cubrirá de vergüenza; tampoco puedo encolerizarme con el que es de mi linaje ni odiarlo. Hemos nacido para la colaboración, como los pies, las manos, los párpados, las filas de los dientes de arriba y abajo. Entrar en conflicto unos con otros es contrario a la naturaleza».
HH.·. CC.·.FF.·.MM.·., estudiemos e investiguemos con fuerza, trabajemos constantemente en nuestros Ttall.·., para así establecer nuestro camino hacia el Sub.·. Gr.·. de M.·.M.·.
He cumplido V:.M:.