Por Diony Sanabia Abadia
Tres países del sur de la cordillera de los Andes señalan como a uno de sus mejores hombres al luchador independentista José de San Martín, quien murió un día como hoy de 1850 en Boulogne-sur-Mer, Francia.
Argentina le concede el título de Padre de la Patria y lo considera un héroe y prócer nacional, Perú lo reconoce como Libertador de su pueblo y el ejército de Chile lo honra con el grado de Capitán General.
Hijo de padres españoles, San Martín viajó siendo niño a la tierra de sus progenitores donde aprendió latín, francés, castellano, alemán, baile, dibujo, poética, esgrima, retórica, matemática, historia y geografía.
Sus biógrafos apuntan que en 1789, año de la Revolución Francesa, se integró a la vida militar en el regimiento de Murcia, y después combatió a los moros en el norte de África y a los franceses en los Pirineos.
Por méritos en la lucha contra los galos, San Martín alcanzó los grados de capitán del regimiento de Borbón y la batalla de Bailén en julio de 1808 conoció su arrojo como ayudante del general Coupigny.
Esa fue la primera derrota importante de las tropas de Napoleón Bonaparte en España, que permitió al ejército de Andalucía recuperar Madrid y a San Martín llegar a teniente coronel con una medalla de oro en su pecho como condecoración.
Hasta 1811 que renunció a su carrera militar, el argentino luchó contra los franceses en las tropas de los aliados: España, Portugal e Inglaterra.
Varios estudiosos afirman que durante ese periodo conoció al noble escocés Lord Macduff, quien lo introdujo en las logias secretas que conspiraban para conseguir la independencia de América del Sur.
San Martín llegó a su país natal en 1812 procedente de Inglaterra donde había establecido contacto con varios compatriotas latinoamericanos, entre ellos Carlos María de Alvear, José Matías Zapiola, Andrés Bello y Tomás Guido.
En Argentina creó un cuerpo de caballería, llamado Granaderos a Caballo, para custodiar las costas del río Paraná, y aprovechó su vasta experiencia militar en la instrucción de las bisoñas tropas.
Junto a ellas, libró exitosamente el combate de San Lorenzo con el objetivo de frenar las incursiones de los realistas por esa zona, considerada una vía de comunicación estratégica para la región.
Tras esta victoria, se desempeñó como jefe del Ejército del Norte, uno de los cuerpos militares desplegados por las provincias unidas del río de la Plata, y concibió la idea de cruzar la cordillera de los Andes y atacar la ciudad peruana de Lima desde el mar.
Además, estuvo entre sus deseos el logro de la independencia de Chile.
La proclamación de la independencia de las antiguas colonias del río de la Plata en julio de 1816 posibilitó a San Martín proseguir con sus planes libertarios pues tuvo el apoyo de Juan Martín de Pueyrredón, quien era entonces el jefe político de Argentina.
Después de arduas jornadas para recorrer la cordillera de los Andes a inicios de 1817 y librar algunos combates de menor envergadura, las tropas independentistas vencieron en Chacabuco.
Inmediatamente, José de San Martín ocupó Santiago de Chile y fue elegido Director Supremo del país; sin embargo, delegó el mando en O'Higgins.
Regresó a Buenos Aires y preparó la expedición libertadora del Perú, la cual llevó a cabo en 1821. El 28 de julio de ese año ocupó Lima y proclamó la independencia de esa nación.
Allí gobernó durante un año con discreción y sentido político, señala Euclides Gutiérrez en su libro Héroes y Próceres dominicanos y americanos, y agrega que San Martín creó en Perú escuelas, bibliotecas y fundó el poder judicial.
Los días 26 y 27 de julio de 1822, San Martín se reunió con Simón Bolívar en Guayaquil, y en ese encuentro, precisan historiadores, chocaron posiciones diferentes.
El primero tenía criterios muy propios de una monarquía institucional americana, el segundo estaba convencido de que el continente caminaba por senderos opuestos a ese sistema de gobierno para cambiar la vida de las antiguas colonias españolas.
San Martín no se interpuso en el camino y se retiró de la vida militar, Bolívar selló dos años después con su triunfo en Ayacucho la libertad continental.
En el norte estaba Bolívar y San Martín le cede la gloria, se fue a Europa triste y murió en brazos de su hija, Mercedes, escribió el patriota cubano José Martí en su artículo intitulado Tres Héroes, que apareció en la revista La Edad de Oro en 1889.
Estos tres hombres son sagrados: Bolívar, de Venezuela; San Martín, del Río de la Plata; Hidalgo, de México. Se les deben perdonar sus errores, porque el bien que hicieron fue más que sus faltas, enfatizó el Héroe Nacional de Cuba.
Fuente: Prensa Latina