¡No hubo tal ascenso! Observa desilusionado...; crisis...
Encuéntrase con Rafael Urdaneta; conversan...
¡Ya posee el secreto de los ascensos!...
Siete de agosto de 1811. La noche está oscura.
Santander aguarda en una esquina. Silencio. Pasos...: se acerca un desconocido, el francés Ulises Garner, alto, desgarbado, un ojo semimuerto. Se entregan mutuamente sendas bolitas de cristal... Es la contraseña... ¡Sígame!...
Caminan en silencio por la dormida Santafé. En la oscuridad de una callejuela, Garner le venda y le lleva de la mano. Vueltas; llegan; el francés da tres golpecitos desiguales con el nudillo del índice. Entran, cuchicheo en el zaguán... Santander está en su ambiente propio. Le agarra otro, el hermano silencioso, y le arrastra por la senda purificadora:
¡Trepe esta escalera! ¡Arrójese a este abismo!... ¡Agáchese!..., y por fin le deja, diciendo: Cuando oiga cerrar la puerta, destápese, medite en las preguntas que aquí le dejo, contéstelas, toque a la puerta y volveré por usted...
...¿Qué ve? Calaveras, puñales, ataúdes y un interrogatorio: ¿Cree usted en Dios? ¿Quién es Dios? ¿Quién es usted?...
—Dios es el gran arquitecto del universo. Yo soy el hombre de las leyes.
Llama. Le vendan y conducen. Está entre columnas. Está sentado en La Piedra Bruta. Cuchicheos...
Estudian sus respuestas. Le destapan... Los hermanos están descubiertos y el Venerable Maestro, José Ramón de Leiva, en un estrado, con el sombrero puesto...
El francés Bailli. —¿Ju-ra us-ted res-pe-tar a las es-po-sas, mo-zas y her-ma-nas de los ma-so-nes...?
No se oye claro el juramento. Y el aprendiz retira sus manos de sobre la Biblia abierta. Entre columnas. Bajo las espadas. X-X-X-X, la palabra sagrada, el secreto de los secretos. Tres apretoncitos con el ..... Un triángulo, un compás y una escuadra...
Y sigue un chocolate santafereño, terminado el discurso del abogado del diablo, que era nada menos que Rafael Urdaneta.
Fuente: Acacio Taxil desde Facebook