La entrevista se desarrollo el pasado 4 de octubre en el programa de France Culture "Diversos aspectos del pensamiento contemporáneo"; y el trabajo de traducción ha sido realizada conjuntamente por los autores de los blogs "Memoria Masónica" y "Apuntes desde el Rito Francés".
El trabajo de estos dos Blogs masonicos nos demuestra que es posible el principio de que la unión hace la fuerza, por eso presentamos el trabajo conjunto por su notable interés de la primera entrevista realizada al nuevo Gran Maestro del Gran Oriente de Francia, Guy Arcizet, en un medio radiofónico. Traducción íntegra al español.
Escuchan France Culture, “Diversos aspectos del pensamiento contemporáneo”.
Hoy, el Gran Oriente de Francia.
Daniel Morfouace.- Buenos días, buen domingo a todos. Daniel Morfouace, del Gran Oriente de Francia. Tengo el placer no sólo de encontrarles para estar con ustedes, sino también de recibir esta mañana al nuevo Gran Maestro del G.O.D.F., Guy Arcizet, elegido hace pocas semanas en nuestra asamblea general. Buenos días.
Guy Arcizet.- Buenos días.
DM.- Bien, vamos a hablar del G.O.D.F. y de su responsabilidad, pero antes, en dos palabras, Guy Arcizet, ¿quién es usted?
GA.- Me llamo Guy Arcizet y para ser breve –porque tengo ya una vida un poco larga- he sido médico generalista durante cuarenta años en una barriada a las afueras de París, en Bagnolet, en un tiempo en el que todavía aquello era el “cinturón rojo”, esto es, donde la vida era difícil para la mayor parte de los habitantes. Yo era el médico del barrio, abogado de mis propias pasiones casi antes que terapeuta, intentando ayudarles siempre a superar todas esas numerosas dificultades, no sólo médicas.
En este medio encontré mi identidad social y, lo digo frecuentemente, aquí contraje una deuda teniendo en cuenta la sociedad en la que se vivía y que yo era un privilegiado; privilegiado por la vida, por la profesión… Y convivía con otros conciudadanos que vivían situaciones precarias, desfavorecidos… Aquí encontré una especie de camino personal que me llevó finalmente a la Masonería.
DM.- ¿Había una tradición familiar masónica en su casa?
GA.- Sí, había una tradición familiar que no llegué a descubrir hasta haberme iniciado.
DM.- ¿Ah, sí?
GA.- Es lo curioso de mi situación: me enteré después de mi iniciación de que mi abuelo materno y sus cuatro hermanos habían sido francmasones del G.O.D.F.; y tuve luego la emoción de encontrar en las fichas del archivo del G.O.D.F. las huellas de su pasado masónico. Quizá por esto puedo decir que me alimenté en cierto modo con una idea que no llegué a descubrir íntegramente hasta ese instante.
DM.- Bien, las fichas del G.O.D.F. –para que los oyentes no piensen cosas raras- son las fichas del Servicio de Sociedades Secretas del régimen de Vichy. El G.O.D.F. no hace fichas de sus miembros ni de ninguna persona; pero éstas a las que nos referimos son una valiosa herramienta histórica y un doloroso recuerdo porque se trata de la elaboración de un censo de francmasones durante la ocupación y bajo el Estado de Vichy.
GA.-Tiempos muy dolorosos porque mi abuelo era judío y padeció las medidas del régimen de Vichy: era un judío que se encontraba en el norte de África, que era originario de Argelia y que lo pasó muy mal para integrarse en el mundo de posguerra y en particular en el mundo masónico porque los hermanos del G.O.D.F. no le habían dado un apoyo precisamente eficaz. Pero usted lo sabe bien. Los francmasones no son más que hombres y mujeres con sus cualidades y también con sus defectos.
DM.- Esto puede llevarnos a algunas reflexiones sobre la actualidad, porque usted hace referencia –eso entiendo- a las medidas que llevaron a la pérdida de la nacionalidad para algunos franceses que, así parece, no formaban parte de una “buena confesión”; o a aquellas que implicaron la destitución de mandatarios electos; o la expulsión de tantos del ejercicio de la función pública…
GA.- Sí, eso es exactamente. Con la derogación de determinada normativa se vivieron por los judíos del norte de África momentos muy complicados. Algunos acontecimientos recientes nos vuelven a recordar dolorosamente aquellos otros que esperemos nunca más vuelvan a producirse.
DM.- Es cierto: resulta preocupante todo ese rompecabezas que se refiere a la renovación de los documentos de identidad de personas que son francesas, pero cuyos padres o abuelos no lo han sido. Uno se da cuenta de que el asunto merecería dedicarle una emisión completa.
Usted ha hecho en su discurso de investidura, Guy Arcizet, una referencia a un hombre célebre y conocido, Alphonse Baudin. Célebre por morir en las barricadas en el año 1851 pronunciando una frase, algo así como “voy a enseñaros cómo se muere por 25 francos”, aludiendo así al importe de la indemnización parlamentaria vigente en la época. La figura de Alphonse Baudin ¿tiene algún significado especial para usted? ¿Le ha resultado reveladora en algún momento?
Era médico y francmasón, todo hay que decirlo…
GA.- Bien, usted ya lo ha dicho casi todo. Pero además, siendo médico y francmasón también ponía de manifiesto un espíritu de resistencia muy especial en aquel momento, es decir, a mediados del siglo XIX, coincidiendo con el nacimiento de la noción de estado moderno. Es en ese momento, justo después de la II República, que podemos decir surge el estado moderno; y podemos decir al mismo tiempo que la Francmasonería inaugura un período de política no partidista, sino que, siguiendo el curso de las ideas de Proudhon, Fourier, también del solidarismo, la Francmasonería empieza a pensar que el ser humano es un ser social al que será necesario defender en tanto que tal ser social. Así que este hecho emblemático de la muerte de Alphonse Baudin fue el más importante de toda su existencia –también para muchos de nosotros- porque permitió su “panteonización”. Se le llevó al Panteón en unas condiciones políticas bastante cuya descripción resulta bastante interesante. Es indiscutible que es una de las grandes luces del siglo XIX y también de cierta Masonería comprometida con las luchas sociales. Me parece muy importante. Y creo que los otros francmasones –no vamos a citarlos a todos, hay muchos-…
DM.- Si, hay otros…
GA.- Sí, exacto… En esa sucesión lógica, personas como Groussier o Paul Ramadier trabajaron sobre el Código del Trabajo y trataron, valiéndose también de ese espíritu de resistencia, de ayudar a los considerados más desfavorecidos en el momento, es decir, los asalariados, los obreros que lo eran en condiciones de vida difíciles y a los que intentaban defender. Y hablo de esto teniendo en cuenta que a día de hoy, con el paso de los años, vemos cómo se deteriora el contenido del Código de Trabajo y cómo desaparecen algunas conquistas y protecciones sociales que considero son muy importantes; y ante lo cual hemos de estar vigilantes. Los francmasones del G.O.D.F. deben estarlo también para que los más débiles puedan encontrar su sitio con toda normalidad en la vida.
DM.- Y en una sociedad en la que se habla del Estado providencial, donde existe la solidaridad, todo esto que está sucediendo ¿es inevitable?
GA.- No creo que lo que está pasando con el sistema de protección sea inevitable. El logro de la protección social nunca es definitivo. Y si pudiésemos definir de una forma filosófica (porque los francmasones se ocupan de la filosofía; ya sabe usted que decimos que somos al tiempo filósofos, filántropos y personas de progreso)…Si queremos permanecer en esa dimensión filosófica es obligado decir que hay que ser extremadamente prudente, porque el ser humano es en la actualidad probablemente la más pequeña de las preocupaciones de la colectividad. La colectividad sumerge al individuo en una especie de corriente en la que pierde su identidad, donde pierde la propia especificidad; y donde normalmente existe también una tendencia . y lo digo de forma simbólica- a perder la propia vida, es decir, que no existe posibilidad de elegir ni tampoco la seguridad necesaria para poder expresarse.
DM.- Basta con escuchar no importa qué discurso oficial, probablemente menos sobre las ondas de esa emisora que sobre otras, o en la televisión, para darse cuenta de que los individuos se sumergen efectivamente en datos estadísticos y globales…
Bien, lo había comentado, Guy Arcizet acaba de ser elegido Gran Maestro ¿Qué nos puede decir? ¿Cómo se presenta esta función tan difícil, tanto en la fase de acceso a la misma como en la posterior de ejecución y funcionamiento…?
GA.- Bueno, mire, voy a hacerle sonreír… Me siento como el músico que entra en el salón de baile, toma su instrumento, va a comenzar a tocarlo, pero no tiene ninguna ilusión. Es al final del baile cuando se paga a los músicos. Y podré responder a la pregunta que usted me hace tal vez dentro de algún tiempo…
DM.- Se lo recordaré, pues, y se lo volveré a preguntar dentro de algún tiempo. Tendrá usted, al menos, ciertos objetivos… quiero decir, ciertos puntos de referencia para el GODF.
GA.- ¡Sí! Creo que hay al menos dos aspectos que me gustaría desarrollar: el primero es que nuestra institución necesita volver a ciertos fundamentos que eran anteriormente los suyos; tal vez no sean específicamente masónicos, pero se trata de ciertos fundamentos que son los de la cultura y la espiritualidad. No voy a desarrollar esto aquí porque sabe usted que, cuando se habla de espiritualidad, se manifiesta con demasiada frecuencia cierta tendencia a entenderla como perteneciente a la religión. Y yo creo que, como laicos, tenemos derecho a recuperar este término, espiritualidad, para entrar, justamente, en una dimensión que es una dimensión esencial de la transcendencia; es decir, vivir para tratar de superarse, de elevarse. Este es el primer aspecto que le comentaba.
El segundo aspecto es la lucha social. Es cierto que la Francmasonería no siempre ha sabido comunicar bien la vía filosófica y filantrópica de la que le he hablado antes. Y (la Francmasonería) constata que, en el mundo actual, se niegan con frecuencia los principios que ella defiende, que no son sino los principios republicanos, con –por supuesto- la laicidad. Y creo que aquí hay una verdadera, verdadera lucha que es la de la dignidad humana. La dignidad humana está inscrita, prácticamente grabada en mármol, desde la Declaración de los Derechos del Hombre del 48: el reconocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de la familia humana y sus derechos iguales e inalienables es el fundamento de la libertad, de la justicia y de la paz en el mundo -se lo he dicho de memoria… espero no haberme equivocado-, y éste podría ser también, en definitiva, el fundamento de la Francmasonería.
DM.- Nos ha hecho un rápido esbozo de las concepciones de la Francmasonería: la dimensión iniciática y la dimensión de acción en la sociedad, en el mundo, entre los hombres.
GA.- Sí, porque no concibo cómo puede uno entregarse únicamente a una especie de búsqueda personal y mística. Sabe usted, he visto cómo muchos franceses escuchan la llamada de los “hombres de Dios” e intentan recuperar cierta dimensión intelectual y espiritual. Esto me parece muy importante. Pero esa dimensión intelectual y espiritual de estos hombres, o de Charles de Foucauld, yo no espero vivirla únicamente con una visión personal y limitada, sino que quiero ponerla al servicio de los otros. Por supuesto, sé que, entre los hombres de Dios, hay unos pocos que realizan este proceso. Y nosotros, como francmasones, como laicos, debemos tender a esa dimensión, que es una dimensión al servicio a los que nos rodean. Le ha hablado antes de una deuda: somos numerosos los que tenemos una deuda con la sociedad; sabe usted, se trata de una deuda a la que se refirió Leon Bourgeois como deuda de solidaridad. Yo hablo de una deuda que hay que saldar mediante las acciones que podamos emprender.
DM.- Acerca del patrimonio cultural e identitario del Gran Oriente de Francia al que usted se ha referido… ¿qué desea usted para los años próximos en este terreno?
GA.- Creo que no hay que tener miedo a ciertas palabras: espiritualidad, por supuesto, pero también cultura. Sabe usted, cultura no es la parte que emerge del iceberg; cultura no es únicamente un coloquio, no es únicamente un museo, no son únicamente unos libros… Cultura es una forma de comportarse; es decir: es búsqueda, cultura es transcendencia, cultura es transmisión… Es todo intento de ejercitar los valores. Y si tiene que haber en ese terreno una acción, una vez más creo que es necesario pesar el peso de nuestra cultura y estar orgullosos de transmitirla.
DM.- Sé que presta usted también una atención particular a la Fundación del Gran Oriente de Francia, una formidable institución de la que hemos hablado ya en otra ocasión. ¿Qué palabras, qué perspectivas tiene usted para dicha Fundación, qué desea usted que esta Fundación continúe haciendo?
GA.- La Fundación del Gran Oriente de Francia es una fundación de utilidad pública desde hace más de veinte años y la utilizamos en una lucha –podría decirse- que es una lucha humanitaria. Pues bien, cuando se habla de lucha humanitaria piensa uno rápidamente en las ONGs. Nosotros no somos una ONG, pero participamos en numerosas acciones de apoyo a ONGs y a instituciones que trabajan, por ejemplo, en Haití, donde trabajamos con una asociación médica internacional, AMI por dar un nombre, a la que entregamos fondos y espero poder desplazarme allí el mes próximo para constatar sobre el terreno el trabajo que realizamos, sobre todo en el terreno de la protección.
DM.- Pues bien, hemos tenido ocasión de tratar este tema con usted, don Guy. Estoy verdaderamente encantado de haberle recibido y de haber tenido ocasión de hacer esta presentación. Sólo me queda desearles a todos un buen domingo. Espero volver a encontrarme con ustedes el primer domingo del mes próximo. Pueden ustedes volver a escuchar esta emisión en la web de France culture, descargarla y escuchar más tarde el podcast en la web del Gran Oriente de Francia.