Tal vez su grandeza sea tal que deslumbra a los que estudian su vida y ciega de envidia a aquellos que nunca le llegaran a la suela de los zapatos.
Tal vez fue uno de los pocos hombres libres que en el mundo han existido y por eso los siervos lo ocultan para que su servidumbre no destaque tanto.
Tal vez no fue un hombre simpático, era un soldado.
Es seguro que en España no ha sido apreciado tanto como debiera y en América tan sólo un poco más.
Pero nadie le puede discutir que fue un hombre valiente, un hombre que luchó por sus ideas y que en un largo y amargo destierro murió como había vivido, libre y fiel a su destino.
José Francisco de San Martín y Matorras nació en Yapeyú, una ex misión jesuita situada a orillas del río Uruguay, en la Gobernación del Virreinato del Rió de la Plata actualmente provincia de Corrientes, el 25 de febrero de 1778. Muerto en Boulogne-sur-Mer, Francia el 17 de agosto de 1850.
A los siete años vino a España, a los once ingresó en el ejército español como cadete en el regimiento de Murcia donde se formó como hombre y como militar.
Junto con Bolívar es considerado el libertador más importante de Sudamérica, y dado que fue liberal, republicano y masón ha sido ninguneado en la historia oficial española prácticamente desde siempre.
Por eso hoy pocos españoles conocen su vida y sus triunfos, como militar está al mismo nivel que Aníbal y Napoleón, sus triunfos fueron muchos e importantes, pero el mayor de todos fue sobre si mismo, prefirió ser fiel a sus ideas antes que el poder y la riqueza. Esa fue su mayor victoria.
Luchó en la campaña del norte de África combatiendo a los moros en Melilla y Orán.
Fue ascendido a subteniente 2°, por sus acciones en los Pirineos frente a los franceses.
Continuó su carrera militar luchando con el grado de capitán 2º de infantería ligera en diferentes acciones, en la Guerra de las Naranjas contra Portugal (1802) y en Gibraltar y Cádiz contra los británicos (1804).
Ascendiendo a capitán el 2 de noviembre de 1808.
Pocos saben que el dirigía a los 60 hombres que derrotaron en el primer combate a la vanguardia del ejercito francés (muy superior en número) que después fue derrotado en Bailén el 19 de julio de 1808. En esa batalla tuvo una actuación destacada como ayudante del general marqués de Coupigny.
Esta primera victoria contra el ejército de Napoleón permitió al ejército de español recuperar Madrid.
En premio por su brillante actuación, San Martín recibió el grado de teniente coronel el 11 de agosto de 1808.
El ejército de Andalucía recibió la Medalla de Oro de los Héroes de Bailén.
Continuó luchando contra los franceses en el ejército de los aliados destacándose en la Batalla de La Albuera.
El 6 de septiembre de 1811 renunció a su carrera militar en España.
Empezaba su destierro de España, eligió ser fiel a sus ideas antes que la comodidad de una carrera, a la sombra de un rey absoluto y perjuro.
Primero marchó a Londres y después con otros seis compañeros se embarco rumbo a Buenos aires.
Según algunos historiadores, formaban parte de la Gran Reunión Americana, sociedad masónica, fundada por Francisco de Miranda quién junto a Simón Bolívar ya luchaba en América por la independencia de Venezuela.
Arribó a Buenos Aires el 9 de marzo. Fue recibido por los miembros del Primer Triunvirato, quienes le reconocieron su grado de teniente coronel.
El 16 de marzo le pidieron que creara un cuerpo de caballería, que llamó Regimiento de Granaderos a Caballo, para custodiar las costas del Paraná, esta unidad la entrenó en las modernas tácticas que conocía por propia experiencia.
Fundó a mediados de 1812 una filial de la Logia de los caballeros Racionales que rebautizó con el nombre de Logia Lautaro, su objetivo era trabajar con sistema y plan, en la independencia y felicidad de América.
En octubre de 1812 San Martín dirigió un movimiento preparado por la Logia, con el objeto de derrocar al gobierno bajo la presión de los cuerpos armados y del pueblo, se nombró el Segundo Triunvirato y se exigió la Asamblea Suprema de delegados de todas las provincias, con el fin de declarar la independencia y dictar una constitución.
El 12 de noviembre de 1812 contrajo matrimonio con María de los Remedios de Escalda que le dio su única hija.
La primera acción militar de San Martín fue en el Combate de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1913 en el que venció a 300 realistas desembarcados casi frente al convento de San Carlos donde se había hecho fuerte.
Este combate permitió alejar para siempre a las flotas realistas que merodeaban por el río Paraná, saqueando las poblaciones ribereñas.
Luego de esta victoria, San Martín fue designado para hacerse cargo del Ejército del Norte.
Al poco tiempo de encontrarse San Martín en Tucumán, llegó a la conclusión de que era imposible llegar por el camino del Alto Perú hasta Lima.
Fue entonces que el general concibió la idea, que luego realizaría con éxito, de cruzar la cordillera de los Andes y atacar la ciudad de Lima desde el mar.
En 1814 fue nombrado gobernador de Cuyo, con sede en Mendoza.
El 23 de agosto de 1816 nació en Mendoza su única hija, Mercedes Tomasa, quien lo acompañaría en el exilio.
Reunió en un solo ejército a los refugiados chilenos, a las milicias locales de Cuyo, gran cantidad de voluntarios de su provincia, y varios oficiales del Ejército del Norte. También pidió y obtuvo que los batallones del Regimiento de Granaderos a Caballo, desperdigados en varios destinos, le fueran enviados a Cuyo.
Formó un gran campamento militar en El Plomillo, en el noroeste de Mendoza, donde actualmente se encuentra el aeropuerto, fabricó armas (sables, fusiles, cañones, municiones y pólvora) y uniformes.
Tuvo que ocuparse de engordar mulas y caballos, y fabricar y colocarles herraduras.
El 12 de enero de 1817 se dio la orden de inicio del Cruce de los Andes, este cruce fue una hazaña bélica superior al cruce de los Alpes por Aníbal, fue un avance en varios sectores, en un frente de más de 2.000 kilómetros, a través de una gigantesca cordillera.
Las dos columnas principales estaban formadas por 3.500 soldados, cien baqueanos, mil caballos, diez mil mulas (de las que llegaron cuatro mil), treinta cañones, casi un millón de cartuchos de fusil, varias toneladas de pólvora, y alimento para todos los hombres y animales para un mes de marcha.
Se cruzó y se venció. Chile fue libre.
Podríamos referirnos a muchos combates, a muchas muertes heroicas, a muchos sufrimientos y a muchas alegrías pero todo eso está en los libros de historia, en esa historia grande de los pueblos de Latinoamérica que tanto han luchado por su libertad.
Una libertad que aun hoy, tras dos siglos, se les continua negando en muchos casos.
Tras la victoria el Gobierno de Chile quiso premiar a San Martín con una vajilla de plata y 6.000 pesos, pero San Martín rechazó ambos regalos diciendo: “No estamos en tiempos para tanto lujo”. Que ejemplo para muchos hoy día.
Como Capitán General del Ejército de Chile inició la Liberación del Perú el 20 de agosto de 1820 partiendo la expedición desde Valparaíso,
La expedición estaba constituida por alrededor de 4.500 hombres, de los cuales 1.600 eran marinos. Con ocho navíos de guerra y dieciséis transportes.
Se desembarcó, se combatió y se venció.
Perú fue libre e independiente.
No olvidamos a Ecuador.
Y una vez más San Martín deja una posición envidiable por seguir su destino, por ser fiel a sus ideales. Vuelve a Mendoza el 10 de septiembre de 1823.
Al empeorar la salud de su esposa, decidió viajar a Buenos Aires sin permiso. Al llegar, su mujer ya había fallecido el 3 de agosto de 1823.
En Buenos Aires es acusado de haberse convertido en un conspirador.
Abandona América el 10 de febrero de 1824 hacia el puerto de El Havre (Francia). Tenía 45 años y era generalísimo del Perú, capitán general de la República de Chile y general de las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero sobre todo era un “hombre libre”.
Residió primero en Escocia, luego en Bélgica y terminó viviendo y muriendo en Francia.
En 1825 redactó las Máximas para su hija Merceditas, donde sintetiza sus ideales educativos.
Humanizar el carácter y hacerlo sensible aun con los insectos que nos perjudican.
Inspirarle amor a la verdad y odio a la mentira.
Inspirarle una gran confianza y amistad, pero unida al respeto.
Estimular en Mercedes la caridad con los pobres.
Respeto sobre la propiedad ajena.
Acostumbrarla a guardar un secreto.
Inspirarle sentimientos de indulgencia hacia todas las religiones.
Dulzura con los criados, pobres y viejos.
Que hable poco y lo preciso.
Acostumbrarla a estar formal en la mesa.
Amor al aseo y desprecio al lujo.
Inspirarle amor por la Patria y por la Libertad
Durante las luchas partidistas se le ofreció volver a Buenos Aires y el respondió “el general San Martín jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos”.
Fechó su testamento ológrafo en París el 23 de enero de 1844 dejando como única heredera a su hija Mercedes de San Martín, casada con Mariano Balcarce que ejercía como embajador argentino en París.
Prohibió la realización de funerales y de acompañamientos hasta el cementerio, “pero sí desearía que mi corazón fuese sepultado en Buenos Aires”.
Falleció en Boulogne sur Mer, a la edad de 72 años, a las tres de la tarde del 17 de agosto de 1850, en compañía de su hija Mercedes y de su yerno.
Sus restos fueron repatriados el 28 de mayo de 1880.
Reconocido como libertador de tres naciones, los americanos recuerdan de él, lo que está escrito en su tumba: “Triunfó en San Lorenzo, afirmó la Independencia Argentina, pasó los Andes, llevó su bandera emancipadora a Chile, al Perú y al Ecuador”.
La mayoría de los españoles ni eso.
Vivió y murió fiel a si mismo.
Vivió y murió fiel a sus ideas.
Vivió y murió como un hombre libre.
¿De cuantos se puede decir lo mismo?
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