La masonería francesa vive horas bajas. Tanto que unos 10.000 masones de este país pueden abandonar la Gran Logia Nacional de Francia (GLNF) para ingresar en la Gran Logia de España (GLE), lo que representaría una fuga sin precedentes en esta organización. ¿El motivo? La mayor crisis de la historia de la GLNF está provocada por los devaneos políticos de su Gran Maestre, François Stifani. Hay dos temas tabús para los masones: religión y política. Cualquier miembro puede ser o ejercer en esos dos ámbitos, pero no puede hacer proselitismo.
Stifani rompió las reglas y el 19 de enero del 2009 escribió una carta al presidente francés, Nicolás Sarkozy, en la que le expresaba su apoyo a él y a varios de los miembros de su gabinete e íntimos colaboradores, como Christian Blanc (que el año pasado tuvo que dimitir por un caso de corrupción), Brice Hortefeux (actual ministro del Interior), Roger Karoutchi, Hubert Falco y Christine Boutin. “Les ayudaré todo lo que necesiten en sus proyectos, como los masones de mi obediencia lo hacen para usted. Usted es el primer presidente con el que estamos totalmente de acuerdo. Y puede contar con nuestra Orden para acometer sus futuras reformas”, decía Stifani en su misiva. El 5 de febrero, Sarkozy le respondía que su mensaje le había “tocado mucho”. Añadía que “la confianza que usted me certifica y el apoyo que me brinda, me confortan en mi firme voluntad de proseguir el movimiento de reformas iniciado para adaptar nuestro país a las nuevas urgencias y conferirle un lugar determinante en la evolución del mundo”.
La tormenta desatada por el apoyo a Sarkozy amenazó con una escisión en la GLNF, la más importante organización masónica de ese país, que cuenta con 43.000 afiliados. Un grupo de miembros de la institución intentó forzar la dimisión del Gran Maestre, pero éste se resistió a ello y se negó a convocar una asamblea general para discutir el conflicto. Es más: dimitió como presidente de la GNLF creando un vacío de poder, aunque conservó su cargo de presidente de la Asociación de la organización, que es comparable a una Fundación.
La Justicia interviene la organización
Los masones acudieron a los tribunales y el pasado lunes un tribunal de París intervino la GLNF y designó a la magistrada Monique Legrand “administradora judicial por un plazo de seis meses”. Una de sus misiones es convocar la asamblea para revocar al presidente de la Gran Logia y a algunos miembros de su consejo de administración. También deberá presentar ante la asamblea las cuentas 2008-2009 y el presupuesto 2010-2011 de la institución.
Ante ello, un sector de masones de la GLNF han iniciado contactos con sus homólogos españoles de la GLE para sondear la posibilidad de abandonar la militancia en la institución francesa y afiliarse a las logias españolas, especialmente en las que se encuentran en territorios cercanos al país vecino como Cataluña, Aragón, Navarra y País Vasco. Entre la organización francesa y la española existen fuertes vínculos: ambas están consideradas “logias regulares”, que dependen de lo que se conoce como “obediencia inglesa”, las más antiguas e importantes del mundo.
Fuentes de la Gran Logia de España consultadas por El Confidencial apuntan a que “lo que ha habido, de momento, son algunos contactos de los hermanos de Francia para saber si la GLE les abriría sus puertas, ya que la organización en aquel país ha sufrido un duro golpe por la actuación de su Gran Maestre”. Estas fuentes subrayan que “la crisis en la GLNF es muy fuerte y muchos miembros nos han hecho llegar su intención de no continuar afiliados a la organización, ya que están muy decepcionados por la manipulación política que se ha hecho de la institución. Una cosa es que pueda haber masones en la política y otra muy distinta es poner una institución como ésta al servicio de unos intereses, lo que está prohibido. Stifani ha traicionado a la masonería”.
En España, la GLE está dirigida actualmente por el abogado valenciano Óscar de Alfonso, que ha logrado apaciguar las aguas dentro de la organización después de un periodo convulso por algunas actuaciones del anterior Gran Maestre, el tarraconense José Carretero. El número de masones afiliados a la GLE es de unos 2.500. Aún así, es la mayor de las logias que existe en nuestro país. Por ello, una llegada masiva de miembros del vecino país podría abrir una incógnita sobre el futuro de la organización, ya que podrían dominar con claridad las asambleas. “Aunque finalmente no sean 10.000 los fugados de Francia, sí que hay varios miles que están dispuestos a dar el paso. Pero primero habrá que ver cómo se podrían integrar sin que pongan en peligro la estabilidad de la GLE”. La limitación del voto o ciertas condiciones sobre elegibilidad podrían ser la solución para dar cabida a esta importante inyección de capital humano.
Fuente: EL CONFIDENCIAL