Un H:., que regularmente asistía a las tenidas
sin ningún aviso dejó de participar en sus actividades.
Después de algunas semanas, un H:. de aquella logia
decidió visitarlo. Era una noche muy fría.
El amigo lo encontró en la casa, solo, sentado delante de la chimenea,
donde ardía un fuego brillante y acogedor. Adivinando la razón de la
visita, le dio la bienvenida y lo condujo a una silla
grande cerca de la chimenea y se quedó quieto, esperando.
Se hizo un grave silencio. Los dos hombres sólo contemplaban
la danza de las llamas en torno de los troncos de leña que ardían.
Al cabo de algunos minutos, el amigo examinó las brasas que
se formaron y cuidadosamente seleccionó una de ellas,
la más incandescente de todas, empujándola hacia un lado.
Volvió entonces a sentarse, permaneciendo silencioso e inmóvil.
El anfitrión prestaba atención a todo, fascinado y quieto.
Al poco rato, la llama de la brasa solitaria disminuyó,
hasta que sólo hubo un brillo momentáneo y su fuego se
apagó de una vez.
En poco tiempo, lo que antes era una fiesta de calor y luz,
ahora no pasaba de ser un negro, frío y muerto pedazo
de carbón recubierto de una espesa capa de ceniza grisácea.
Ninguna palabra había sido dicha desde el protocolar saludo
inicial entre los dos H:.. Antes de prepararse para salir,
el H:.visitante, manipuló nuevamente el carbón frío e inútil,
colocándolo de nuevo en el medio del fuego.
Casi inmediatamente se volvió a encender, alimentado por la
luz y el calor de los carbones ardientes en torno de él.
Cuando el H:.alcanzó la puerta para partir, su anfitrión le dijo:
- Gracias por tu visita y por el bellísimo sermón.
Regresaré a la logia, que tan bien me hace.
"A los miembros de un grupo vale recordarles que
ellos forman parte de la llama y que lejos del grupo
pierden todo su brillo. A los Amigos vale recordarles
que ellos son responsables de mantener encendida la llama
de la amistad en cada uno de los miembros y de promover
la unión entre todos ellos, para que el fuego sea realmente fuerte,
eficaz y duradero."
sin ningún aviso dejó de participar en sus actividades.
Después de algunas semanas, un H:. de aquella logia
decidió visitarlo. Era una noche muy fría.
El amigo lo encontró en la casa, solo, sentado delante de la chimenea,
donde ardía un fuego brillante y acogedor. Adivinando la razón de la
visita, le dio la bienvenida y lo condujo a una silla
grande cerca de la chimenea y se quedó quieto, esperando.
Se hizo un grave silencio. Los dos hombres sólo contemplaban
la danza de las llamas en torno de los troncos de leña que ardían.
Al cabo de algunos minutos, el amigo examinó las brasas que
se formaron y cuidadosamente seleccionó una de ellas,
la más incandescente de todas, empujándola hacia un lado.
Volvió entonces a sentarse, permaneciendo silencioso e inmóvil.
El anfitrión prestaba atención a todo, fascinado y quieto.
Al poco rato, la llama de la brasa solitaria disminuyó,
hasta que sólo hubo un brillo momentáneo y su fuego se
apagó de una vez.
En poco tiempo, lo que antes era una fiesta de calor y luz,
ahora no pasaba de ser un negro, frío y muerto pedazo
de carbón recubierto de una espesa capa de ceniza grisácea.
Ninguna palabra había sido dicha desde el protocolar saludo
inicial entre los dos H:.. Antes de prepararse para salir,
el H:.visitante, manipuló nuevamente el carbón frío e inútil,
colocándolo de nuevo en el medio del fuego.
Casi inmediatamente se volvió a encender, alimentado por la
luz y el calor de los carbones ardientes en torno de él.
Cuando el H:.alcanzó la puerta para partir, su anfitrión le dijo:
- Gracias por tu visita y por el bellísimo sermón.
Regresaré a la logia, que tan bien me hace.
"A los miembros de un grupo vale recordarles que
ellos forman parte de la llama y que lejos del grupo
pierden todo su brillo. A los Amigos vale recordarles
que ellos son responsables de mantener encendida la llama
de la amistad en cada uno de los miembros y de promover
la unión entre todos ellos, para que el fuego sea realmente fuerte,
eficaz y duradero."