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HERBERT ORE: TUBALCAIN

TUBALCAIN.
Herbert Oré Belsuzarri

En el Manuscrito Dowland del Siglo XVI se dice: “La Biblia relata, en el cuarto capítulo del Génesis, que antes del Diluvio de Noé había un hombre llamado Lamec y que este hombre tuvo dos esposas, una llamada Adá y otra llamada Silá. Adá engendró dos hijos varones, Yabal y Yubal, y su segunda esposa Silá un varón y una mujer. Estos cuatro hijos fundaron todas las ciencias del mundo. Tal como se relata en el antedicho capítulo, el hijo mayor Yabal fundó la ciencia de la Geometría, llenó los campos con rebaños de ovejas y corderos y fue el primero en construir una casa de piedra y madera. Su hermano Yubal fundó la ciencia de la Música, el canto, el arpa y el órgano. El tercero de los hermanos, Tubal-Caín fundó el oficio de la herrería con oro, plata, cobre, hierro y acero; y la hija fundó el oficio de Tejer. Y como sabían que Dios se tomaría su venganza por el pecado, ya fuese por fuego o por agua, escribieron su conocimiento en dos pilares de piedra para que pudiera ser encontrado después del Diluvio de Noé. Uno era de mármol, para que no pudiese ser destruido por el fuego y el otro de  latastro (clepped lanters) para que no pudiese ser disuelto por las aguas”.

En un trabajo anterior nuestro: “Los Hijos de Cain y Set” expusimos una serie de aspectos previos para entender esta materia, que lo resumimos de la siguiente manera: Jehova el Elohim creó a Adan y Eva.  Elohim se unió con Eva que dio a luz a Caín. Adán se unió con Eva y nació Abel. De manera que Caín es directamente un hijo divino, mientras que Abel es el descendiente de Adán, creado como ser humano, y Eva.

El Dios recibía con agrado las ofrendas de Abel, pero no las de Caín que no había nacido por su voluntad. La consecuencia fue que Caín, cometió fratricidio, asestando el golpe mortal a Abel. Por ello fue excluido de la comunidad. Se retiró a otra región lejana donde fundó una generación propia.

De la alianza de Adán y Eva nació Seth, destinado a reemplazar a Abel. También la Biblia nos habla de Seth. De este modo se formaron dos generaciones humanas: la generación de Caín, descendiente de Eva y el Elohim, y la otra, descendiente de una pareja netamente humana que se había unido según la voluntad de Javé o Jehova.

De la generación de Caín provienen todos los que han creado las artes y la ciencia en la tierra, por ejemplo, Metusael, el inventor de la escritura, la escritura Tau, y Tubal-Caín quien enseñó al ser humano a trabajar los minerales metales y el hierro. Así se generó esta línea de la humanidad creada directamente por el Elohim, ella era la portadora de las artes y las ciencias.

De esta rama genealógica procedió también Hiram que fue el heredero de lo que, en el correr de los tiempos, los hijos de Caín habían acumulado en saber, arte y técnica. Hiram fue el arquitecto más grande y magnífico que se pueda imaginar.

De la segunda línea, la generación de Seth, nació Salomón que se distinguía en todo lo que provenía de Javé o Jehová. Poseía la sabiduría del mundo, todo lo que puede brindar la sabiduría serena, luminosa, esclarecida, propia de los hijos de Jehová. Esta sabiduría se expresa con palabras que llegan al corazón de los hombres, lo elevan, pero no puede realizar una obra concreta en cuanto a la técnica, al arte y la ciencia. Fue una sabiduría directamente inspirada por el Dios, no fue elaborada por el hombre, no surgió de la pasión humana, ni brotó de la voluntad del hombre. Esta última era de los hijos de Caín, de los descendientes directos del otro Elohim que fueron los trabajadores severos queriendo elaborarlo todo ellos mismos.

Salomón decidió construir un templo, y encomendó la obra a Hiram, el arquitecto de la línea de Caín. Fue justamente en el tiempo en que Balquis, la reina de Saba, visitó a Jerusalén, porque había oído tanto el sabio Salomón. Y realmente quedó profundamente impresionada de la alta sabiduría esclarecida y de la hermosura de Salomón. Este le pidió la mano y ella aceptó desposarse con él. La reina se enteró también de la construcción del templo y quiso conocer al arquitecto Hiram. Cuando lo vio, recibió inmediatamente una honda impresión quedando cautiva por su mirada, lo que produjo una tensión de celos entre Hiram y Salomón, el sabio. Este habría querido deshacerse de Hiram, pero lo necesitaba para terminar el templo.

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