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Claves esotéricas de las grandes obras literarias

Claves esotéricas de las grandes obras literarias
Por Hermógenes Bastarrica

La cumbre dantesca

Dante Alighieri nació en Florencia en 1265, en un contradictorio período del medioevo. Fue un asumido “hijo de su tiempo”, tomando parte activa —durante toda su vida— en las luchas de partidos y facciones de su ciudad, y luego, ya en el destierro, en diferendos en los que estaban implicados varios de los estados itálicos. Aunque resulte estimable su Vita Nuova, Dante ha pasado a la posteridad y es uno de los colosos de la literatura de Occidente por su Divina Comedia. La misma se divide en tres partes: Infierno, Purgatorio y Cielo; las que a su vez están subdivididas en 33 cantos cada una, con uno introductorio. Los versos son tercetos endecasílabos.

Y con esto entramos de lleno en el esoterismo en Dante. El número 33, presente de la manera apuntada, posee un sentido hondo y peculiar: 33 son los grados masónicos, 33 los años de vida de Jesucristo, y 33 las vértebras de la columna espinal humana. Y el 3, la tríada, que significa el equilibrio creativo por excelencia, está nada menos que en la misma estructura estrófica de la obra. Los versos endecasílabos, o sea de once sílabas, también tienen un sentido pitagórico.
La Divina Comedia sintetiza por un lado el conocimiento de su época, y en otro sentido es una alegoría monumental y sublime del camino iniciático, el que pasa siempre —como ya vimos en relación con las obras anteriormente analizadas — por un bajar a los Infiernos. René Guénon, uno de los autores más serios en este campo, señala la importancia de la influencia árabe en Dante; ésta provenía —indirectamente— de los contactos del poeta con los continuadores de la orden templaria. Guénon afirma que Dante pertenecía a una cofradía esotérica, lo que está evidenciado en las “claves” que aparecen en su obra.

A lo largo del libro, 3 son los guías sucesivos del personaje en su peripecia: Virgilio, Beatriz y San Bernardo (éste, nada menos que el inspirador de la Orden del Temple). Hay 3 bóvedas celestes, y 3 veces tres peldaños se encuentran en el “monte de la purificación”. Lucifer en su trono abismal se aparece con 3 pavorosos rostros (contrapartida clara de la Santísima Trinidad). Además Dante se encuentra, al comienzo —al intentar salir de la “selva oscura”— con 3 animales simbólicos: la pantera representando la lujuria, el león como alegoría del orgullo, y la loba como emblema de la avaricia.

Los círculos infernales son 9, número cargado de simbolismos que refiere entre otras cosas a la “fragua encendida de Vulcano” donde Marte baja a templar su espada y Perseo a cortarle la cabeza a la medusa. En cada uno de ellos el poeta ha colocado —con plena sabiduría— a condenados cuya característica está marcada por un pecado fundamental; por ejemplo: en el Segundo Círculo se encuentran Paolo y Francesca, los que se “perdieron” por un amor adúltero, fruto de la Lujuria.

Hay un misterio sugestivo encerrado en la circunstancia que obliga a Dante y Virgilio “personajes” a utilizar, para ascender desde el Infierno al Purgatorio, la cola de Lucifer a modo de escalera. Un poco antes se había dado en encuentro con los 3 traidores: Pilatos el símbolo de la “mente”, Caifás encarnación de la “mala voluntad”, y Judas arquetipo del “deseo”.

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