Por R:.H:. JAVIER AGÜERO VEGA
Gran Canciller
Gran Logia Mixta de San Juan del Oriente del Perú
Se dice que la parte es esencialmente igual al todo y este enunciado en el caso particular de la masonería en el Perú, es exacto. Al igual que en la creación de la masonería andersoniana de la Gran Logia de Londres en 1717 hay un sinnúmero de leyendas, cuentos, mitos, enredos y conspiraciones, la masonería en el Perú, especialmente la de las épocas virreynal y pre-republicana, esta plena de historias narradas como verosímiles pero sin ninguna prueba histórica.
Don Ricardo Palma cuenta en sus Tradiciones que a fines de agosto de 1635 ya había masonería en el Perú. La narración de Palma está asociada a la no menos famosa Casa de Pilatos, una de las más antiguas de Lima, construida en el año 1590 por un sacerdote jesuita llamado Luís Portillo.
El nombre de esta casona fue dado por los españoles que llegaron al virreynato del Perú y constataron la similitud de la construcción con aquella otra existente en Sevilla y que se supone fue una réplica del domicilio del no menos famoso gobernador romano vinculado a la historia del maestro Jesús. La casa de Pilatos está ubicada en la esquina de los jirones Ancash y Azangaro, frente a la iglesia de San Francisco, donde funcionó en una época el Instituto Nacional de Cultura y hoy es la sede limeña del Tribunal Constitucional.
El relato cuenta que un mozo que había bebido más de la cuenta, pasó a media noche por la calle Milagro (hoy Jr. Ancash), y se dio con la puerta de la casona semiabierta. La empujó y sintió voces en su interior e ingresó creyendo que había jarana y subió la escalera de piedra. Al llegar al segundo piso se acercó a una ventana y a través de una celosía, vio a un personaje que echaba un discurso a más de 100 compatriotas suyos. Y al final, los asistentes propinaban de azotes a un Cristo tamaño natural. El alcoholizado criollo, sin pedir permiso a sus pies, en el acto escapó como bólido de la Casona yendo hacia la Santa Inquisición con el chisme, llegando a la Casona poco después los católicos limeños para apresar a los masones.
Lo que existe en la Biblioteca Nacional del Perú son originales de los procesos de la Inquisición y entre ellos figura el que se hiciera a ciertos comerciantes portugueses, que se reunían precisamente en la Casa de Pilatos que no era un templo masónico sino una Sinagoga de Judíos Portugueses. El juicio a los portugueses duró tres años y como producto del cual fueron quemados vivos en Auto de Fé en 1639, 10 miembros de la Orden Francmasónica, y unos 50 portugueses.
Si este relato fuese cierto, revelaría serias contradicciones con la historia oficial de la masonería mundial. La primera de ellas es que la original masonería peruana, evidentemente, fue la masonería de San Juan, la que sería distorsionada en Inglaterra 82 años después de este incidente limeño. También es contradictorio que 10 francmasones hayan sido quemados con los judíos en 1639, por cuanto antes de 1717 los hermanos judíos no podían ser miembros en Europa de la masonería cristiana de San Juan.
Un cronista moderno enterado del relato de Palma fue al local en el periodo en que el INC funcionaba en dicho local y en una nota escrita dio testimonio de la existencia de un Cristo de madera tamaño natural que se encontraba en una de las habitaciones y que coincidía con la famosa Tradición de don Ricardo. El inmueble quedó hasta la Independencia en poder de don Diego de Esquivel y Jávara quien pagó los gravámenes que pesaban sobre la casa y que ascendían a 25,000 pesos. Fue adquirida después por el Marquesado de Valleumbroso y es vendida luego al Marquesado de Zavala, quien en 1951 la vende a don Francisco Quiroz, pasando por varios herederos hasta llegar a manos de don Rufino Torrico en 1971 como heredero universal.
Se suele contar que Tomás y Tupac Catari tenían filiación masónica y se describe así mismo que Tupac Catari celebró una ceremonia masónica en Tiquiña.(1) El autor siente respaldo a su afirmación en el comentario de otros escritores que resaltan el hecho de la presencia de masones ingleses en las filas de ambos insurrectos. Lo evidente es que no hay prueba documental de ello y todo no pasa de ser lúcidas pero indemostrables propuestas. En este mismo sentido se pronuncia Eduardo Mendoza Silva, escribiendo: Mucho se ha escrito y hablado de la filiación masónica de Tomás Catari y de Túpac Catari, de los que lamentablemente no quedan constancias. (2)
(CONTINUARA)
(1) Sociedades Secretas, Políticas y Masónicas. MARTÍN V. LAZCANO
(2) Masonería Pre Republicana. EDUARDO MENDOZA SILVA
Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons.
Gran Canciller
Gran Logia Mixta de San Juan del Oriente del Perú
Se dice que la parte es esencialmente igual al todo y este enunciado en el caso particular de la masonería en el Perú, es exacto. Al igual que en la creación de la masonería andersoniana de la Gran Logia de Londres en 1717 hay un sinnúmero de leyendas, cuentos, mitos, enredos y conspiraciones, la masonería en el Perú, especialmente la de las épocas virreynal y pre-republicana, esta plena de historias narradas como verosímiles pero sin ninguna prueba histórica.
Don Ricardo Palma cuenta en sus Tradiciones que a fines de agosto de 1635 ya había masonería en el Perú. La narración de Palma está asociada a la no menos famosa Casa de Pilatos, una de las más antiguas de Lima, construida en el año 1590 por un sacerdote jesuita llamado Luís Portillo.
El nombre de esta casona fue dado por los españoles que llegaron al virreynato del Perú y constataron la similitud de la construcción con aquella otra existente en Sevilla y que se supone fue una réplica del domicilio del no menos famoso gobernador romano vinculado a la historia del maestro Jesús. La casa de Pilatos está ubicada en la esquina de los jirones Ancash y Azangaro, frente a la iglesia de San Francisco, donde funcionó en una época el Instituto Nacional de Cultura y hoy es la sede limeña del Tribunal Constitucional.
El relato cuenta que un mozo que había bebido más de la cuenta, pasó a media noche por la calle Milagro (hoy Jr. Ancash), y se dio con la puerta de la casona semiabierta. La empujó y sintió voces en su interior e ingresó creyendo que había jarana y subió la escalera de piedra. Al llegar al segundo piso se acercó a una ventana y a través de una celosía, vio a un personaje que echaba un discurso a más de 100 compatriotas suyos. Y al final, los asistentes propinaban de azotes a un Cristo tamaño natural. El alcoholizado criollo, sin pedir permiso a sus pies, en el acto escapó como bólido de la Casona yendo hacia la Santa Inquisición con el chisme, llegando a la Casona poco después los católicos limeños para apresar a los masones.
Lo que existe en la Biblioteca Nacional del Perú son originales de los procesos de la Inquisición y entre ellos figura el que se hiciera a ciertos comerciantes portugueses, que se reunían precisamente en la Casa de Pilatos que no era un templo masónico sino una Sinagoga de Judíos Portugueses. El juicio a los portugueses duró tres años y como producto del cual fueron quemados vivos en Auto de Fé en 1639, 10 miembros de la Orden Francmasónica, y unos 50 portugueses.
Si este relato fuese cierto, revelaría serias contradicciones con la historia oficial de la masonería mundial. La primera de ellas es que la original masonería peruana, evidentemente, fue la masonería de San Juan, la que sería distorsionada en Inglaterra 82 años después de este incidente limeño. También es contradictorio que 10 francmasones hayan sido quemados con los judíos en 1639, por cuanto antes de 1717 los hermanos judíos no podían ser miembros en Europa de la masonería cristiana de San Juan.
Un cronista moderno enterado del relato de Palma fue al local en el periodo en que el INC funcionaba en dicho local y en una nota escrita dio testimonio de la existencia de un Cristo de madera tamaño natural que se encontraba en una de las habitaciones y que coincidía con la famosa Tradición de don Ricardo. El inmueble quedó hasta la Independencia en poder de don Diego de Esquivel y Jávara quien pagó los gravámenes que pesaban sobre la casa y que ascendían a 25,000 pesos. Fue adquirida después por el Marquesado de Valleumbroso y es vendida luego al Marquesado de Zavala, quien en 1951 la vende a don Francisco Quiroz, pasando por varios herederos hasta llegar a manos de don Rufino Torrico en 1971 como heredero universal.
Se suele contar que Tomás y Tupac Catari tenían filiación masónica y se describe así mismo que Tupac Catari celebró una ceremonia masónica en Tiquiña.(1) El autor siente respaldo a su afirmación en el comentario de otros escritores que resaltan el hecho de la presencia de masones ingleses en las filas de ambos insurrectos. Lo evidente es que no hay prueba documental de ello y todo no pasa de ser lúcidas pero indemostrables propuestas. En este mismo sentido se pronuncia Eduardo Mendoza Silva, escribiendo: Mucho se ha escrito y hablado de la filiación masónica de Tomás Catari y de Túpac Catari, de los que lamentablemente no quedan constancias. (2)
(CONTINUARA)
(1) Sociedades Secretas, Políticas y Masónicas. MARTÍN V. LAZCANO
(2) Masonería Pre Republicana. EDUARDO MENDOZA SILVA
Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons.