Por la Hna:.
LCC SOFÍA ÁLVAREZ ÁLVAREZ DEL CASTILLO R:.L:.S:.F:. MARTHA WASHINGTON No 10.
Oriente de San Luis Potosí, S.L.P.
Son las ocho de la noche del 14 de septiembre de 1891 y ahí se encuentra Margarita González, bien sentadita y emperifollada a la usanza de la época, esa extraña mezcla entre francesa y estadounidense que aún apreciamos como símbolo de elegancia y que a ella, a diferencia de las otras mujeres, le costaba imitar porque no era extranjera.
Afuera se oyen incesantes los taconeos de algunas damas que como ella también fueron convocadas a la cita, que entre sorbos de chocolate caliente y pláticas nerviosas dejan entrever su curiosidad ante tal invitación.
La sala está pues, cuajada de mujeres, bocadillos de hojaldre y de una nube de perfumes caros de notas amaderadas y frutales y entre chisme y chisme pueblerino, estas quince mujeres esperan a que Doña Ma. Luisa Bustamante viuda de Páramo les devele la causa de su presencia.
Entonces, cuando ya nadie llega, cuando los chismes escasean y las charolas con panecillos se vacían, la señora Bustamente se aclara la garganta y les dice:
— Nuestro presidente, Don Porfirio Díaz con la anunencia de nuestro señor gobernador Carlos Diez Gutiérrez reconoce la importancia de las agrupaciones liberales. Señoras, en pocas palabras nos da absoluta libertad para pensar y actuar en beneficio del nuevo orden social.
Tales son las palabras de la señora Bustamante, quien tiene la orden expresa de crear asociaciones que difundan la cultura y el conocimiento bajo la doctrina del liberalismo, eso sí, sin saber a ciencia cierta que esas agrupaciones servirán como instrumentos del control político.
Margarita González entiende a medias esas libertades, pertenece a una sociedad en que las huellas extranjeras están confusamente permeadas con lo propio, con lo mexicano. Esos mestizajes dieron también como resultado el adoctrinamiento, que se enfocó a cambiar la estructura interna de México desde siglos anteriores. Margarita vive en un San Luis Potosí en el que la división de clases sociales es una herencia de los estratos marcados por la conquista española, en la que la explotación de los recursos naturales, principalmente los de las regiones mineras del centro y del norte, constituyen la base de la estructura productiva.
En años anteriores, Benito Juárez había consolidado la fuerza del liberalismo transmitido bajo los sucesos del movimiento independentista, retomado y reforzado por las ideas del gobierno de José María Luis Mora, de Valentín Gómez Farias y sostenido más tarde por el movimientos de Juan Álvarez y las leyes de Reforma.
Los movimientos sangrientos provocados en los intermedios de estos procesos ideológicos, dieron como resultado dos fuerzas antagónicas: la del conservadurismo, representada por la Iglesia Católica y por los dueños de la riqueza y la del auténtico liberalismo, que luchaba por una forma de gobierno más republicana y democrática.
Es precisamente Juárez quien en tierras potosinas promueve la formación de las llamadas logias, que bajo el Rito Nacional Mexicano, al que pertenecía, se reprodujeron rápidamente iniciando entre sus filas a destacados personajes.
Más, cuando muere Benito Juárez, los conservadores amenazan bajo exclusión social o eclesiástica a todo individuo que forme parte de agrupaciones liberales, a estas, por su parte, le valen un cacahuate estas amenazas y siguen la lucha por sus ideales.
Estas son las condiciones sociales que anteceden a la fecha en que Margarita acude a la invitación de la señora Bustamante y he de advertir también, que para esos días, el que un hombre formara parte de las agrupaciones liberales, era en cierta forma “natural” pero el ingreso de las damas a éstas, significaba un hecho sin precedentes.
Así pues, más por política que por convencimiento real, estas quince mujeres son iniciadas en una sociedad secreta, dando pues, por resultado, la primera logia masónica femenina en San Luis Potosí a la que pusieron por nombre: “Martha Washington” en honor a la esposa del presidente de los Estados Unidos de América, George Washington y quien fuera uno de los grandes dirigentes masones.
A esta primera logia masónica en el estado y tercera en el país, le corresponde el número ordinal: 156.
Margarita González no sabe que ya para esas fechas existen en nuestra ciudad unos veinte centros masónicos e ignora también, que el ocho de agosto del mismo año, y solamente un día después del nacimiento de la Gran Logia del Potosí, por mandato de Porfirio Díaz, su brazo derecho, Don Emilio G. Cantón, vino a dar posesión a las representantes del órgano masónico femenino en una de las casonas de la calle Cinco de Mayo.
Volviendo a la noche del catorce de septiembre y según el ceremonial litúrgico, tales fueron los nombramientos: Minnie Eschauzier fue la primer Venerable Maestra; M. C. Beal como Primer Vigilante; Emma B. Grimmes como Segundo Vigilante; Margarita Klimm como Diputada ante la Gran Dieta; Bárbara Prieto como Gran Orador; Eloísa Palacios como Gran Secretario; Jessie M. Winton como Tesorera; Ida B.. Duval como Primer Experto; Mary M. Turner como Segundo Experto; Francisca Villaseñor como Maestra de Ceremonias; Mary Mason como Hospitalaria; Rebeca Toland como Primer Diácono; Zola Kimball como Segundo Diácono; Florencia Álvarez como Porta Estandarte y nuestra Margarita González como Guarda Templo.
Margarita sabe que muchas de sus hermanas extranjeras tienen grados masónicos muy avanzados tanto en el Rito escocés como en el York. Ella está acostumbrada a convivir con extranjeros, es lo propio, y no le incomoda relacionarse con familias cuyo primer apellido es americano, inglés o alemán y el segundo, mexicano o español. Ella sabe que la entrada a México de empresas foráneas y con ello, la de miles de personas ajenas a nuestra cultura, establece un mestizaje más necesario aún que el de la colonia. Sabe, que San Luis jamás podrá presumir ser un pueblo hecho de una sola sustancia, que para ser lo que somos, las ideologías se mezclaron intensamente. Tal vez por esa razón, hemos sido el segundo baluarte de los movimientos reformistas y revolucionarios de la nación.
Margarita González, contesta a las mismas preguntas que nosotras: ¿Qué le debe la mujer a Dios? ¿qué se debe a sí misma? ¿qué debe a sus semejantes? Y como Catalina Schaud, otra hermana, contesta que “A Dios le debe la vida” A sí misma se debe la buena conducta y sus semejantes les debe un trato inmejorable, como el que se da a ella misma, les debe, sus bienes.
El sonido de espadas inunda el lugar y para de súbito para escuchar:
— Yo Margarita González de mi libre y espontánea voluntad, bajo mi palabra de honor y a presencia de esta respetable logia, juro solamente que no revelaré jamás los secretos que me fueren confiados a ningún profano, sino aun verdadero y fiel hermano del rito, y esto en caso necesario después de haberlo reconocido como tal; que ayudaré en cuanto puedan mis proporciones a cualquier hermano que se halle necesitado, sea del rito que sea, que lo auxiliaré.
Margarita tembló un poco, en su juramento ante el Ara, símbolo de ningún Dios conocido para ella, pero prosiguió:
— …Espero ser firme y constante a esta promesa que hago en vuestras manos sobre los Estatutos Generales de la Orden, y sobre esta espada, símbolo del honor y la justicia, más si por desgracia faltare algo, consiento en que todos mis hermanos se manifiesten contra mi persona, procuren, traten y consigan por fin, mi total exterminio.
Margarita no adivinó que la muerte de Francisco Bustamante, la independencia de la Gran Logia del Potosí, la separación de la obediencia a la Gran Dieta, el comienzo de la política nacional antiporfirista encabezada por los viejos liberales del verdadero juarismo y por los nacientes grupos magonistas, la proximidad del siglo XX y los rumores de una revolución, iban a cambiar el panorama de la masonería potosina.
Así, desde el 13 de diciembre de 1892 al primero de agosto del 93, la logia femenina Martha Washington dejó de trabajar debido a los cambios políticos en la máxima jefatura del país. Sin embargo, en 1895, en el octavo día del séptimo mes de Nizanc año luminar de 5655, un abecedario extraño de puntos, cuadros, círculos y líneas cruzadas, sólo entendible para los iniciados, marcó las órdenes secretas dadas a la logia “Martha Washington” para reanudar sus trabajos.
Margarita González tuvo desde esa noche del 14 de septiembre de 1891 la misma luz que tenemos esta noche nosotras.
“El respeto al derecho ajeno es la paz”
Es cuanto.
COMPOSICIÓN LITERARIA PROPIA BASADA EN LA INFORMACIÓN DEL LIBRO “LA MASONERÍA FEMENINA EN SAN LUIS POTOSÍ” DEL PROFR. J. JESÚS ELOY VÁZQUEZ LEOS, PUBLICADO EN JUNIO DE 2003 EN MÉXICO D.F.
HISTORIA DE LA PRIMERA LOGIA MASÓNICA POTOSINA: MARGARITA GONZÁLEZ Y LA NOCHE DEL CATORCE DE SEPTIEMBRE DE 1891
domingo, enero 07, 2007