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Apuntes un Mason llamado GIUSEPPE GARIBALDI

Por el H:. Luis Podestà G

José Garibaldi (1807 – 1882) fue iniciado Masón, en Montevideo, en agosto de 1844, en la Logia “Les Amis de la Patrie” dependiente de la Gran Logia de Francia, según Trazados que guarda la Gran Logia de la Masonería del Uruguay, en su Archivo Histórico.

Cuando el Gran Oriente de Uruguay, obtiene su reconocimiento como potencia masónica regular el 17 de Julio de 1856 el “héroe de dos continentes” continúa relacionado con los Masones del Río de la Plata, que le reconocen su trayectoria en la Orden y le designan Miembro de Honor de su Logia Madre, tal como surge de los Cuadros Lógicos que se exhiben en el Palacio Masónico de Montevideo.

Cabe recordar que, después de haber sido reconocida como Potencia Masónica Regular, la Masonería del Uruguay autorizó por varios años, la presencia en su territorio de dos Logias de origen extranjero: “Les Amis de la Patrie” (dependiente de Francia) y “Acacia” (dependiente de Inglaterra).- Garibaldi nació en Niza, el 4 de Julio de 1807, hijo de marino, en su juventud siguió desde adolescente la vocación de su padre, realizando sus primeros viajes al Mar Negro.

Toma contacto con el Socialismo de Saint Simon y, en 1833, se afilia a “Joven Italia”, la sociedad secreta fundada por José Mazzini. Ingresa a la marina de guerra donde difunde nuevas ideas entre los marinos, siendo descubierto y acusado de complot, debe huir y es condenado a muerte en ausencia.

Se embarca, en 1834, como segundo capitán en un barco que parte para Brasil y a su arribo pasa a servir en la “Revolución Farrouphila Republicana” de Río Grande del Sur, en la que están comprometidos varios exiliados italianos, como Livio Zambeccari, Rossetti y otros. Sirve a la Revolución como Jefe de la pequeña escuadra Riograndense.

Arriba a Montevideo, en 1841, por tierra, arreando una tropa de ganado vacuno. Asume como Jefe de la marina de guerra del Gobierno de la Defensa. Organizó y fue Jefe de la Legión Italiana de Montevideo. Como tal emprende numerosas operaciones entre las cuales el 8 de Febrero de 1846, la Batalla de San Antonio (Salto).

Poco después, en 1848, se embarca de regreso a Italia, con menos de cien de los hombres de su Legión, cuya mayor parte queda en Montevideo entre los que acompañaron a Garibaldi, estaba su querido Secretario Andrés Aguiar quien muere a principios de 1849 cuando los Franceses atacan la República de Roma.

Ya en la Península itálica, en 1849, combate por la República de Roma, siendo derrotado por el ejército Francés.

En septiembre de 1851, desde América Central tomó un vapor que lo llevaría al Callao. Esa nave se detuvo temporalmente en Paita, puerto norteño del Perú, donde conoció a Manuelita Sáenz, quien había sido compañera y amante de Simón Bolívar.

Seguramente con la ya anciana Manuelita conversó acerca de Bolívar, personaje que al igual que Garibaldi fue masón, libertario y luchador por la independencia de su patria. Un miembro de la colectividad italiana, el señor Pietro Denegri le dio el comando del “Carmen”, un barco de 400 toneladas, en el que Garibaldi emprendió un viaje a China. En Lima y Callao, al igual que en casi todos los puertos latinoamericanos, en esos años se habían establecido pequeñas pero activas colonias de genoveses, mercaderes y marinos, que constituían la punta de avanzada de la moderna inmigración italiana en América. En Perú había demanda de capitanes de barcos, pues la marina mercante estaba en expansión. Garibaldi buscaba empleo, en espera de una mejoría de las condiciones políticas en Italia.

Garibaldi, adquiriò la ciudadanía peruana, como condición para poder obtener la licencia de capitán de barco. Apenas quince días después de su arribo, el 20 de octubre, el capitán peruano Manuel de la Haza declaraba que Garibaldi: natural de Génova y ciudadano peruano... había demostrado suficiente inteligencia en la náutica y en los mares de Europa y de América y en número mayor de viajes que los que se requieren para aspirar a la clase de piloto de altura”. Garibaldi había estado buscando en Estados Unidos una licencia para navegar, cosa que allí no pudo obtener. En Perú funcionaba una cédula de la “Giovane Italia”, liderada por el médico genovés Manuel Solari, primo de Mazzini, quien también era refugiado político. Solari fue quien contactó a Garibaldi con un comerciante genovés, Pietro Denegri, quien estaba incursionando en el comercio de guano, sustancia fertilizante producida por las aves que se alimentan con los peces de la corriente fría del Pacífico Sur y que anidan en la costa peruana.

En noviembre Garibaldi realizó un viaje a unos 500 km. al sur de Lima, para cargar guano. Durante el tiempo de carga desembarcó en Pisco y visitó unos cuantos lugares del departamento de Ica, recibiendo la entusiasta acogida de varios inmigrantes ligures que se habían asentado allí.

A pesar de la fama que tenía Garibaldi, en el Perú no tuvo ningún reconocimiento oficial, pues era prófugo político. Y Giuseppe Canevaro, el cónsul del reino de Cerdeña, de filiación monárquica, observó una actitud de distancia frente a él, obedeciendo disposiciones de las autoridades de Turín. A Garibaldi los militares del Perú lo admiraban debido a sus gestas en la guerra contra Rosas y en la defensa de Roma. El gobierno del Perú era republicano, pero la mayor parte de la población odiaba tal sistema, por las continuas revoluciones que en el pasado habían asolado al país, y por el continuo despojo de la hacienda pública. En realidad las autoridades peruanas no podían hacer ningún reconocimiento oficial a Garibaldi para evitar enfrentamientos diplomáticos con el reino de Cerdeña, con el que tenían interés de estrechar relaciones diplomáticas.

El 10 de enero de 1852 Garibaldi partió hacia Cantón (China), llevando un cargamento de guano en el velero “Carmen”, que había sido adquirido poco antes por Pedro Denegri en San Francisco. La tripulación de ese barco estaba compuesta casi integramente por ligures. El viaje de Garibaldi al Oriente duró un año, pues regresó en enero de 1853. Además de tocar las costas de China, tocó tambien las de Australia. Este viaje generó polémicas entre los biógrafos de Garibaldi. Algunos señalaron que en la travesía de retorno, se habrían traído trabajadores chinos, los denominados culíes, que en esos años comenzaban a llegar al Perú. En realidad se trataba de un tráfico de semi esclavos, pues los contratos eran hechos en forma poco clara y los trabajadores eran “vendidos” a los hacendados peruanos para trabajar en plantaciones, en condiciones muy duras y sin libertad para salir de las haciendas. De estos hechos que maliciosamente se le atribuyeron a Garibaldi no se han encontrado evidencias. Lo que se sabe con certeza es que, cuando Garibaldi ya no estaba en el país sudamericano, el velero “Carmen”, que seguía en posesión de Denegri, estuvo dedicado al transporte de colonos chinos al Perú.

El lugarteniente de a bordo de ese barco narró detalles interesantes de la travesía de regreso a un periódico italiano. Contó que se dieron varias dificultades: una tormenta obligó a cambiar el rumbo lo que originó pérdida de tiempo y que los alimentos y el agua se terminaron antes de lo previsto y debieran ser racionalizados. Los tripulantes tuvieron que pescar para tener comida e incluso cazar ratas a bordo. La situación se hizo bastante difícil por la queja de los tripulantes. Garibaldi debió enfrentar un conato de motín, cosa que pudo evitarse gracias a su carisma personal; arengó a los tripulantes como cuando estaba en el campo de batalla y debió evitar que varios se tirasen al agua en plena tormenta, pues pensaban que el barco estaba por hundirse. He aquí un extracto de las declaraciones del tripulante: “La tormenta duró tres días, que nos parecieron tres siglos de agonía. Sin Garibaldi la tripulación se hubiera ahogado antes que soportar los tormentos por los que pasó... Garibaldi no era un hombre que nos comandaba, era un semidiós... Pero no estábamos al final de nuestras desventuras, pues el armador Denegri daba a los marinos de sus barcos la menor cantidad posible de víveres, por temor a que se malograsen... Los males que sufríamos se hacían intolerables, nuestras pupilas brillaban con luz enfermiza, el delirio se adueñó de nuestros sentidos y una sangrienta revuelta estuvo a punto de estallar. Solamente la capacidad de Garibaldi y su prestigio pudieron evitarla...”.

Finalmente la barca “Carmen” llegó al Callao, con la tripulación famélica. Antes del regreso de Garibaldi de su viaje a China, se reunieron en Lima numerosos refugiados republicanos italianos a la espera de su retorno. Fue objeto de muchas atenciones por parte de sus partidarios y se realizaron banquetes en su honor. Manuel Solari, el representante de la “Giovane Italia” en el Perú, en esta oportunidad vendió bonos a favor de esa organización para financiar actividades militares en Italia. La presencia de Garibaldi durante esos meses ha dejado recuerdos en el Perú. Uno de ellos se refiere a sus actividades en la masonería peruana, pues según testimonios de viejos masones del Callao, Garibaldi asistió a una reunión en ese puerto donde se inauguró una sección que recibió el nombre de “Cruz Austral” a sugerencia del mismo Garibaldi, el cual se había quedado impresionado por la constelación de la Cruz del Sur durante el viaje que acababa de realizar a China y Oceanía.

Durante su estadía en el Callao, Garibaldi frecuentó a numerosos inmigrantes, con los que compartía sus anhelos por la independencia italiana. Varias anécdotas al respecto fueron recogidas posteriormente por Nino Barazzoni, médico que trabajó en el Callao. Es que para los inmigrantes italianos de Lima y el Callao, Garibaldi se convirtió en leyenda viviente y símbolo de la lucha por la unidad italiana.

Numerosas pulperías tenían una efigie del héroe y hasta se puso su nombre a varias compañías de bomberos en Chorrillos y a una en el Callao. En ésta se conserva aún la carta autógrafa de Garibaldi, escrita en Caprera, su última morada, en la que el nicence concede el permiso para que fuera usado su nombre. Varios inmigrantes italianos residentes en Perú hicieron acuñar, en 1862, una medalla conmemorativa de la operación quirúrgica hecha a Garibaldi por los médicos Nélaton y Zanatti, quienes le extrajeron la bala que lo había herido en la famosa batalla de Aspromonte.

Garibaldi mantuvo su relación con círculos republicanos italianos en América Latina, que estuvieron bastante activos hasta la década de 1860. Las conexiones exteriores de los republicanos italianos se evidenciaron en la campaña internacional que se llevó a cabo para defender los intereses del Perú.

En 1860, emprende la “Campaña de los mil” a Sicilia. En la Batalla de Aspromonte, en 1862, es herido y hecho prisionero por el ejército de Piamonte.

En 1867, se produce la derrota de Mentana y el 20 de Setiembre de 1870 las tropas italianas entran en Roma.

Garibaldi excluido de la toma de Roma va en defensa de 2º República Francesa, donde mantiene el frente de los Vosgos, durante la guerra Franco Prusiana, deteniendo a los alemanes en Dijon y Chatillon. Fue electo diputado de la Asamblea de Francia.

En 1874 es electo diputado del parlamento italiano.

El 2 de Junio de 1882, muere en la isla de Caprera, donde a su vejez se había retirado.

Escribir sus memorias fue una constante en la vida de Garibaldi y ya en la isla de Caprera realizó lo que llamó “la Revisión de mis Memorias” editadas en Madrid en 1888.

Su “prefacio a mis memorias” es un Resumen impactante a su azarosa existencia.

Dice Garibaldi: “mi vida ha sido impetuosa: compuesta del bien y el mal, como creo está la mayor parte de las gentes. Tengo la conciencia de haber buscado siempre el bien para mi y para mis semejantes. Si alguna vez hice el mal, fue sin quererlo. Odio la tiranía y la mentira con el profundo convencimiento de que ellas son el origen principal de los males y de la corrupción del género humano. Soy Republicano, porque este es el sistema de gobierno de las gentes justas, sistema modelo cuando se adquiere y, por consecuencia, no se impone con la violencia y la impostura. Tolerante y no exclusivista, soy incapaz de imponer a alguien por la fuerza mi Republicanismo...”

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